El Sistema Político de la Restauración y el Auge de los Nacionalismos

El Sistema Político de la Restauración

Los Elementos Fundamentales del Sistema de Cánovas

La Restauración se inició con el pronunciamiento del general Martínez Campos (1874), proclamando rey a Alfonso XII. Cánovas del Castillo construyó entonces un sistema político basado en las ideas de orden, patriotismo y catolicismo, con dos objetivos principales:

  1. Mantener alejado del poder político al ejército.
  2. No confiar en elecciones libres.

El sistema político de la Restauración estableció a la monarquía como institución clave. Era un régimen liberal representativo en su versión doctrinaria (soberanía compartida del rey y las Cortes), y con sufragio censitario. No fue un sistema democrático, sino oligárquico, apoyado en el bipartidismo, con el soporte de los negocios y las élites económicas. La monarquía era una institución incuestionable, la cual actuaba como árbitro en la vida política, garantizando la alternancia en el poder entre los dos partidos dinásticos:

  1. El Partido Conservador (Cánovas del Castillo): Sus miembros pertenecían a la aristocracia y a la alta burguesía. Defendían el sufragio censitario, la Iglesia y el orden social.
  2. El Partido Liberal (Sagasta): Sus miembros eran profesionales y pertenecientes a las clases medias, con un programa más reformista y laico. Defendían el sufragio universal masculino y el reformismo social de carácter progresista.

Con este tipo de partidos se aprobaron leyes más “progresistas”: ley de asociaciones (1887), abolición de la esclavitud en las colonias (1888) y sufragio universal masculino (1890).

Al morir Alfonso XII en 1885, ambos líderes acordaron mantener la alternancia en el gobierno a través del pacto de El Pardo, marginando al resto de partidos políticos (todo esto durante la regencia de María Cristina de Habsburgo, hasta 1902). El resultado de las elecciones se llevaba a cabo por medio del encasillado o pucherazo (amaño de los votos para que salga el candidato que se quiere). Estos dos partidos se alternaron en el poder perfectamente hasta la crisis de 1898 (pérdida de Cuba).

Cánovas murió asesinado por un anarquista en 1897, y nuevos líderes como Silvela o Maura intentarán mantener este sistema.

Características de la Constitución de 1876

La Constitución de 1876 se planteó como un compromiso entre la moderada de 1845 y la democrática de 1869, pero con un claro ejemplo del liberalismo doctrinario: reconocía la soberanía compartida y tenía un carácter marcadamente conservador. Sus características principales eran:

  • Proclamaba la confesionalidad católica del Estado aunque permitía la práctica privada de otras creencias.
  • La monarquía se presentaba como anterior y superior a la Constitución; el rey era inviolable y ostentaba el mando supremo del ejército y el poder ejecutivo, pero también participaba en el legislativo.
  • Las Cortes eran bicamerales: Congreso y Senado.
  • La Constitución no fijaba un tipo de sufragio, pero la ley de 1878 implantó el sufragio censitario, restringido a los mayores contribuyentes y las “capacidades”. En 1890 se estableció el sufragio universal masculino.
  • Incluía una declaración de derechos parecida a la de 1869, pero su aplicación práctica se dejó para leyes posteriores.

El Auge de los Nacionalismos

A finales del siglo XIX surgen ciertos movimientos nacionalistas en varias regiones debido a diversos factores:

  • Reacción a la tendencia uniformadora y centralizadora del Estado Liberal, con el objetivo de conservar o recuperar los fueros.
  • Renacimiento de las culturas regionales y creación literaria en lenguas vernáculas.
  • Razones de tipo social, económico y político: desajuste entre Cataluña y la España interior, impulsando a la burguesía catalana a un repliegue regional.

El Catalanismo

En Cataluña el nacionalismo parte de un movimiento cultural y literario (Renaixenca) que trataba de recuperar la lengua y las señas de identidad de la cultura catalana. El primer catalanismo político partió de un republicano federal, Valentí Almirall, que presentó el Memorial de Agravios (1885), documento que denunciaba la opresión de Cataluña. En la última década del siglo XIX, la Unió Catalanista encabezó un nacionalismo conservador liderado por Prat de la Riba, cuyo programa se fijó en las bases de Manresa: defiende el catalán como lengua oficial y la autonomía dentro de una organización confederal de España. En 1901 la Lliga Regionalista, partido burgués, católico y conservador, propugna la autonomía política y la defensa de los intereses económicos de los industriales catalanes.

El Nacionalismo Vasco

En el País Vasco, tras la derrota de la Tercera Guerra Carlista (1876), se reivindican los fueros; además, durante el origen del nacionalismo vasco también se produjo el proceso industrializador, que favoreció la inmigración y la ruptura de la sociedad tradicional vasca con España. De este modo se trató de salvar la lengua (euskera) y la cultura vasca; por lo tanto, el nacionalismo vasco fue una reacción frente a la modernidad y la industrialización. Desde un primer momento tendrá un carácter católico integrista. En 1895 se funda el Partido Nacionalista Vasco por parte de Sabino Arana Goiri, el cual defendía un Estado vasco independiente, la lengua y las tradiciones vascas en un mundo rural idealizado y mítico, rechaza lo español y desprecia a los inmigrantes (maketos). Se extendió entre la pequeña y la media burguesía, y en el mundo rural. La gran burguesía industrial y financiera se distanció del nacionalismo, y el proletariado se apoyó en el socialismo.

El Regionalismo Gallego

En Galicia se inició como un movimiento cultural, el Rexurdimento, que buscó respuestas al atraso económico y cultural de Galicia, con críticas al centralismo y al sistema caciquil. Se distinguieron tres corrientes en el galleguismo:

  1. La liberal (Manuel Murguía), defiende un poder legislativo propio para Galicia.
  2. La tradicionalista (Alfredo Brañas), de ideología conservadora y católica.
  3. La federalista (Aurelio Pereira)

Todas ellas reivindicaban la autonomía política de Galicia y la preservación de su particularidad cultural y lingüística. Desde 1891, la Asociación Regionalist Gallega (Murguía) se convirtió en el centro común para desarrollar iniciativas político-culturales. La falta de una burguesía que impulse este nacionalismo fue su causa de debilidad.