Análisis del Empirismo y el Idealismo Trascendental: De Hume a Kant y Rousseau

La teoría de la idea

Hume critica la existencia de ideas y principios innatos del racionalismo cartesiano. Asume el principio empirista que se formuló “Todos los contenidos de la conciencia emanan de la experiencia sensible. Bien a través del sentido externo o el sentido interno”. Además establece una división entre las impresiones y las ideas, a las sensaciones vivas e inmediatas las denomina impresiones y a los contenidos mediatos de la conciencia los llama ideas.

Determina el conjunto de contenidos de conciencia más cercanos a la realidad objetiva: las impresiones son más vivas e inmediatas y las ideas son más débiles. Para Hume la realidad objetiva surge en la mente humana como indicio que se detecta en las impresiones.

La investigación sobre el entendimiento humano ofrece una exposición de la teoría de las ideas, a través de tres leyes: la ley de semejanza, la ley de contigüidad espacio-temporal y una ley de causalidad.

Una vez expuestas se inicia el proceso por el que se reduce primero la idea de causa, a la consecución de dos acontecimientos en el espacio y tiempo, unificando la ley de causalidad y la ley de la contigüidad espacio-temporal. Por tanto cualquier asociación de ideas es fruto para el autor de la contigüidad espacio-temporal.

La teoría de la ciencia humana

Se distingue una importante distinción entre las verdades de razón y las verdades de hecho.

Las verdades de la razón son afirmaciones que se ofrecen con una evidencia demostrativa, descubiertas por la actividad de la mente y construidas mediante geometría, álgebra y ciencias. Las verdades de hecho no albergan consigo ninguna necesidad racional y se refieren a hechos reales. Lo contrario de cualquier verdad de hecho es todavía posible porque nunca implica una contradicción.

Hume encuentra que en las verdades de hecho la asociación causa-efecto, esconde una asociación de contigüidad espacial y temporal. El efecto es completamente distinto a la causa y no puede ser deducido por esta última. Debemos esperar a tener experiencia del efecto y de la causa para poder relacionarlos. La relación entre ambos es “a posteriori”.

Una vez que han sido definidas, las verdades de hecho son consideradas como las proposiciones de la ciencia natural. La experiencia es solo costumbre y hábito y no depende de otros procesos intelectuales sólo de un sentimiento de costumbre.

Hume dedica una crítica a la idea de causa y la idea de substancia. Sobre la idea de la causa, basándose en su teoría de la idea y de la ciencia, realiza tres consideraciones:

  1. El efecto no puede ser deducido de la causa empíricamente, un análisis a priori de la causa-concepto se produce en el ámbito de las verdades de la razón y las ciencias pero no en el ámbito de la experiencia.
  2. La fractura entre el mundo de los conceptos y el mundo de los hechos. Ningún hecho sugiere un lazo experimental que ate el efecto a la causa a priori. La causa nunca antecede en la experiencia al efecto, siempre anterior experimentalmente como hecho a la causa.
  3. Las causas y los efectos son solo sucesiones de acontecimientos que experimentamos de forma regular, con un sentimiento de hábito.

En cuanto a la crítica de la idea metafísica de sustancia, es una colección de ideas simples, unidas por el sentimiento de costumbre. Hume concibe la sustancia alma como un haz de percepciones en perpetuo flujo y movimiento.

La posición humana sobre la idea de causa será cuestionada por autores posteriores, objetando que una sucesión regular de hechos puede ser explicada a través de la estructura subjetiva de la causalidad, pero no tiene porqué estar constituidas por esa estructura objetiva. Esta sucesión continua desarrollándose con o sin explicación de ningún sujeto.

La ética de Hume

La ética de Hume parte de una asociación de ideas según la ley de la contigüidad espacio-temporal. Para el autor un acontecimiento sigue a otro, asociándose ambas ideas. Resulta que la experiencia es solo costumbre y hábito, sólo depende de un sentimiento de costumbre.

Hume emprende un estudio de los diferentes comportamientos humanos. Mediante la observación comparativa trata de determinar qué valores personales inspiran unos comportamientos u otros y establecer una clasificación de los mismos. Distingue cuatro clases de cualidades:

  • Cualidades útiles (para nosotros) como la prudencia y la fuerza de voluntad.
  • Cualidades útiles (para la comunidad) como la justicia.
  • Cualidades agradables (para nosotros) como la alegría y la bondad.
  • Cualidades agradables (para los otros) como la cortesía.

Son tres principios éticos los que sigue Hume:

  1. Un principio sensista-hedonista.
  2. Un principio utilitarista-egoísta.
  3. Un principio del bien común.

Determinan una ética eudemonista que busca la felicidad humana, desde la aplicación de los principios.

Locke Hume

Esta ética hereda la tradición del empirismo ética. El tercer principio ético que se refiere al bien común, introduce una singularidad que diferencia esta ética de las demás. Hume retoma el principio racional y liberal de Locke, pero lo fundamenta en otro espacio distinto de la razón literal y personal. Hume se porta del empirismo ético de Hobbes, sensista y egoísta.

El problema de la fundamentación del tercer principio moral del bien común

Podemos entrar en el problema de la fundamentación del tercer principio moral del bien común de Hume. En “La investigación sobre la moral” se identifica la búsqueda del bien común, con la búsqueda de la aprobación moral de una colectividad. Hume plantea el dilema de sí dicha aprobación moral reside en el ámbito de la razón o en el ámbito de la sensibilidad humana.

Si perteneciera a la razón sería posible estudiar y debatir a través del lenguaje o el uso correcto del principio. La razón y el lenguaje sitúan la aprobación moral en lo objetivo. Sin embargo, si la aprobación moral tiene como fundamento una inclinación sensible, entonces reside en los sentimientos de cada individuo. Este espacio es privado y su correcta explicitación lingüística es imposible, ya que su naturaleza es emotiva.

Hume concede el primado a la inclinación natural, al sentimiento y la emoción para explicar el principio de la aprobación moral, lo concede porque sostiene que la aprobación moral es acción.

Debe tener como fuente un sentimiento que busca lo honorable, lo generoso y lo bueno, “algo que toma posesión del corazón y nos estimula a abrazarlo”.

Hume critica las éticas racionalistas y objetivistas que sólo teorizan sobre el comportamiento humano y ocultan su dimensión práctica.

Dimensión mecanicista

Una vez destapada la esencia naturalista de los principios éticos de Hume, este pasa a ocuparse de la dimensión mecanicista. Para Hume la acción moral se realiza mediante la consulta a la inclinación y al sentimiento, actuando por una libre elección el hombre. Para Hume no existe una libertad moral de elección.

La naturaleza y las emociones humanas están insertas en el acontecer del mundo, el hombre recibe estímulos de fuera. El ámbito práctico del sentimiento humano, también está determinado por el asociacionismo y por una mecánica.

Kant y la Crítica de la Razón Pura

Kant se pregunta si la metafísica de la tradición filosófica racionalista puede ser considerada una ciencia.

Los juicios analíticos

Para determinarlo estudiará los juicios analíticos, estos juicios son analíticos porque suponen que el predicado está incluido en el sujeto. Y son “a priori” porque quedan al margen de los sentidos y solo son accesibles por medio de la razón. El conocimiento que aportan está encerrado en las estructuras inteligibles del sujeto. Estos juicios son necesarios, evidentes, universales, pero no proporcionan conocimiento del mundo sensible. No son experimentales, la falta de relación con la experiencia lo impide.

Kant también estudia si la filosofía elaborada por el empirismo, es o no una ciencia. Para ello analiza el tipo de juicio empleado, es decir, el juicio sintético, es sintético porque el predicado no está incluido en el sujeto. Es “a posteriori” porque utiliza los datos de los objetos exteriores que llegan a nuestra sensibilidad. Es un juicio experimental, aunque carecerá de universalidad, necesidad, evidencia.

Los juicios no sirven para construir una ciencia, Kant descubre que los juicios sintéticos “a priori” son sintéticos, porque el predicado añade conocimiento sensible externo al sujeto. Pero son “a priori” al presuponer la acción de elementos del hombre. Los datos sensibles que llegan a nuestros sentidos sufren una configuración por parte de estructuras internas presentes en la sensibilidad y la razón de cada hombre. Los juicios sintéticos “a priori” logran conjugar la experimentalidad con la universalidad y necesidad.

Las tres partes de la”Crítica de la razón pur”

Kant pasa a desarrollar las tres partes principales de la “Crítica de la razón pura”, la estética trascendental, la analítica transcendental y la dialéctica transcendental.

En la estética trascendental, se estudia la facultad de la sensibilidad. Esta es afectada por los datos sensibles que llegan de los objetos exteriores. Estos datos sensibles serán configurados por elementos internos ubicados en la sensibilidad de cada sujeto, son el espacio puro o trascendental y el tiempo puro o trascendental. Constituyendo las llamadas intuiciones empíricas.

La analítica trascendental

En la analítica trascendental Kant describe cómo opera el entendimiento del hombre. Este recibe las intuiciones empíricas categorizandolas con sus elementos internos y trascendentales correspondientes, los conceptos puros o categorías. Conceptualiza las intuiciones empíricas transformándose en conceptos empíricos.

Los conceptos empíricos que están presentes en las proposiciones científicas tienen una doble fuente de verdad: la experimental-probable y la apriórica-universal. La síntesis entre lo experimental y lo apriórico determina el idealismo transcendental.

En la analítica trascendental, Kant propone su tabla de doce categorías, agrupadas según los criterios de cantidad, cualidad, relación y modo. Sus reflexiones posteriores “yo de la percepción trascendental”. Este “yo” es una última “forma a priori”, que lograría una unificación de las doce categorías “a priori” deducidas.

Se establece la diferencia entre fenómeno y noúmeno, entre objeto transcendental y objeto trascendente. La ciencia trata de los fenómenos, de los objetos trascendentales constituidos por las formas aprióricas cuando actúan sobre los datos sensibles externos. Lo nouménico en opinión de Kant queda fuera del alcance del conocimiento humano y de la ciencia posible para el hombre.

La dialéctica trascendental

En la dialéctica se estudia una tercera facultad del espíritu humano: la razón pura. Kant propone dos usos de la razón, el uso constitutivo de la razón, por el que la razón transforma las intuiciones empíricas en conceptos empíricos y el uso regulativo de la razón por el que la razón actúa de manera autónoma e independiente sin contenido empírico alguno. Kant descubre la razón, como ley o forma sin materia sensible alguna y actividad pura. La razón en su uso regulativo genera ideas racionales que a su vez provienen de la acción de las “formas a priori” de la razón pura: las ideas regulativas puras.

Kant deduce la existencia de tres tipos de ideas puras, son las ideas puras del mundo, del alma y de Dios. Estas ideas complementan las limitaciones fenoménicas humanas, desde el ámbito regulativo. Podemos decir que la capacidad sintética y unificadora de la razón regulativa las demanda de manera incondicional, como ideal.

La ética de Kant

La ética presupone la distinción entre el uso nouménico, uso constitutivo y uso regulativo de la razón. Kant piensa que las acciones éticas de los hombres son una expresión especial del uso regulativo de la razón y que quedan al margen del uso constitutivo o nouménico de la misma.

Kant expone el problema ético, en la Fundamentación de la Metafísica de las costumbres y en la Crítica de la razón práctica. La compresión de las acciones morales se describe en una serie de etapas:

Distinción entre éticas materiales y ética formal

A través de la distinción que establece entre éticas materiales y ética formal. El autor considera que las éticas materiales están movidas por un fin objetivo. El fin objetivo puede depender de la experiencia sensible subjetiva, de lo útil para cada uno. También de la experiencia sensible objetiva, el cálculo racional entre el exceso y el defecto, el seguimiento de la ley natural. Las éticas materiales cuentan con una multitud de normas posibles, Kant dice que solo pueden formular preceptos hipotéticos. Además dichos preceptos proceden de un ámbito exterior, separado, alienado del sujeto humano, son por tanto heterónomos. Las éticas materiales nos dicen qué debemos hacer. Para Kant las acciones humanas que siguen los fines de las éticas materiales, no pertenecen al ámbito moral. Unas en el ámbito fenoménico-legal y otras en un pretendido espacio nouménico. Las primeras carecen de verdadera libertad y las segundas son espejismos acríticos.

La ética formal de Kant es el espacio de las verdaderas acciones morales del hombre, acciones no condicionadas por contenido material o fin objetivo alguno. Son estrictamente subjetivas, aprióricas, universales. Son expresiones de las leyes de la razón pura práctica, de su formalidad. El hombre conoce la ley de la razón pura en sus acciones morales por medio del sentido del deber que impone la razón. Este sustituye la búsqueda de cualquier fin objetivo externo al sujeto. Junto con el sentido del deber, el desarrollo de la libertad radical del hombre caracteriza la ética kantiana. La libertad queda ligada a lo más humano: la posibilidad de seguir el deber de la ley de la razón pura práctica. El hombre es libre solo obedeciéndose a sí mismo. Kant denomina el sentido del deber y la libertad radical como “factum” moral.

La ética formal nos dice cómo actuar y que somos libres de hacerlo. Además de su carácter regulativo y formal, otros dos rasgos definen la ética kantiana: su categoricidad y su autonomía. Frente a las normas hipotéticas de las éticas materiales, la única norma que expresa el deber de la razón práctica. Frente a la heteronomía de las éticas materiales, la autonomía.

Formulaciones lingüísticas de la ley de la razón pura práctica: el imperativo categórico

Kant continúa la descripción de la misma, ofreciendo formulaciones lingüísticas de la ley de la razón pura práctica: el imperativo categórico. Es una norma lingüística que logra expresar la formalidad, el deber y la libertad, la categoricidad y la autonomía de la ética de Kant. Tres fórmulas propone Kant para el imperativo categórico:

  1. Primera: “Obra sólo según una máxima tal que puedas querer que se torne al mismo tiempo ley universal”. Esta formulación recoge una doble exigencia para las acciones morales, que sean formales y que dicha formalidad sea universal.
  2. Segunda: “Obra de tal modo que trates a la humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, siempre como un fin en sí mismo, y nunca como un medio”. Incorpora la novedad del término “fin en sí mismo”. Cada hombre es un fin en sí mismo, que no puede ser comparada con nada externo, que no puede ser considerada un medio, para un fin externo.
  3. Tercera: “Obra por máximas de un legislador universal en un reino de fines en sí mismos”. Es una síntesis de las dos anteriores. Busca la universalidad en una sociedad de sujetos morales, iguales en dignidad moral y en respeto.

Para terminar Kant relaciona su ética formal con los postulados de la razón pura práctica. Para obrar siguiendo el imperativo categórico, es necesario suponer que el hombre tiene la capacidad de poder seguir su deber moral, venciendo las inclinaciones empíricas contrarias.

La libertad es un postulado de la razón práctica. La inmortalidad del alma es un segundo postulado necesario. La concordancia perfecta de nuestra voluntad con el deber moral, no es alcanzable en una existencia limitada por la muerte. Solo es realizable bajo la suposición de un alma inmortal. El tercer postulado propuesto por el autor es la existencia de Dios. Dios es necesario para asegurar la armonía entre el mundo fenoménico y el mundo moral.

Rousseau y el Contrato Social

Para comprender este problema, es necesario entender la ontología del autor “existir es sentir”. También debemos considerar su antropología y ética, el amor a nosotros mismos y compasión se entiende como la fuente de la virtud humana. Estas características marcan la descripción del estado natural, primera de las etapas hacia el estado político.

El estado de naturaleza

Rousseau nos introduce el concepto del estado natural del hombre. En esa etapa el hombre debe ser físicamente robusto, superando en habilidad a los animales. Existen dos cualidades que lo diferencian de los animales; la primera es la libertad, el sentimiento de ser capaz de elegir y decidir y la segunda es la perfectibilidad, es la intención de querer perfeccionarse constantemente. Según Rousseau en el estado natural no hay corrupción, maldad ni pecado original.

Transición al estado social

Existe una transición desde el estado natural al estado social. Los hombres comienzan a experimentar la ventaja de tener vínculos sociales. También se produce la instauración de la propiedad privada, con esta, desaparece la igualdad natural y a su vez surgen los valores morales de lo justo o injusto. Se genera una corrupción moral excesiva que no hace a los hombres mejores que en el estado natural ya que se genera un estado de guerra de todos contra todos.

El estado político

Como etapa final del proceso de civilización, se establece el estado político. Los males propios de la propiedad privada y del estado de guerra hacen que los hombres busquen un acuerdo social llamado el contrato social.

Este está basado en normas e instituciones políticas que suavizan los efectos negativos del estado social, creando un estado político con normas, poderes e instituciones. Rousseau trata con más detalle la descripción del estado político y analiza un problema principal en este. El sistema no sólo debe proteger a las personas y bienes sino también buscar que cada hombre siga siendo libre, obedeciéndose a sí mismo. La definición de contrato social es: cada uno de nosotros pone su persona y todo su poder en común bajo la dirección suprema de la voluntad general y en nuestra condición asociada recibimos cada miembro como una parte invisible del todo.

Características del contrato social

Para conseguir que la voluntad de todos exprese la voluntad general Rousseau propone evitar la división de poderes, la figura del legislador y una educación adecuada.

Entre las características del contrato social encontramos:

  • Libremente cada persona pone su voluntad particular bajo la voluntad general.
  • Se crea un nuevo cuerpo moral colectivo, la república, esta también es el estado. Sus miembros se llaman pueblo e individualmente ciudadanos y súbditos.
  • El soberano se identifica con la voluntad general.
  • A través del contrato social el hombre pierde su libertad natural pero gana una libertad civil y moral superior al anterior. La libertad está basada en la voluntad general y es distinta, moral y universal. Somos más libres al cumplir leyes pensadas para una persona pública universal que nos incluye.

La soberanía y la voluntad general

Una vez comprendidos estos conceptos podemos entender las características de la soberanía basada en la voluntad general. Esta es inalienable, el ejercicio de la voluntad general no puede traspasarse. Se puede transferir poder pero no voluntad. Los diputados del pueblo no son representantes y no pueden llevar a cabo ningún acto definitivo, para que una ley sea correcta debe aprobarla todo el pueblo. La soberanía es indivisible y reside en las asambleas legislativas que expresan la voluntad general. Se establece una diferencia entre voluntad de todos y voluntad general, la voluntad general se distingue por su universidad y la voluntad de todos no es más que la suma de voluntades.