El Régimen de la Restauración en España: De la Estabilidad a la Crisis

El Régimen Político de la Restauración y sus Fundamentos Sociales

La Restauración de la dinastía borbónica en el trono de España supuso el fin de la I República, que había sido incapaz de organizar un proyecto político estable. El impulsor del nuevo régimen fue Antonio Cánovas del Castillo, que organizó un sistema monárquico liberal, aunque no democrático.

En 1874, el general Martínez Campos proclamó rey a Alfonso XII mediante un pronunciamiento militar. Así, restauraba la dinastía borbónica. Pero, en realidad, la Restauración monárquica se había gestado durante el sexenio revolucionario, cuando Antonio Cánovas del Castillo se puso al frente del Partido Alfonsino y recibió plenos poderes de Isabel II para preparar la vuelta al trono de su hijo.

Su proyecto consistía en aprovechar el descontento político para conseguir apoyos a la causa alfonsina, para que la Restauración fuese proclamada por un amplio sector de la opinión pública. Hay que destacar que no entraba en sus planes un pronunciamiento militar.

Cánovas del Castillo ya había aconsejado una educación británica para el príncipe Alfonso, que fue enviado a la academia militar de Sandhurst. Desde allí, Alfonso XII proclamó un manifiesto, redactado por Cánovas, en el que se afirmaba que la monarquía era la única salida para cerrar la crisis del período revolucionario. El nuevo régimen fue reconocido rápidamente por las potencias extranjeras, incluida la Santa Sede.

La entrada de Alfonso XII en España dio comienzo a una larga etapa de estabilidad política, basada en un sistema político regido por los valores conservadores de orden, propiedad y monarquía, combinados con las novedades institucionales del Estado liberal.

Cánovas del Castillo fue quien afirmó los principios ideológicos y sentó las bases institucionales y jurídicas del sistema. Para ello, apartó al ejército del poder político y se propuso pacificar el país. Esto se plasmó en la organización de un sistema bipartidista, siguiendo el modelo británico, y en la aprobación de una Constitución flexible para que pudiera adaptarse a los programas de los partidos.

En 1876 se consiguió finalizar la tercera guerra carlista que, desde 1872, se libraba en el País Vasco, Navarra, Cataluña y el Maestrazgo. La guerra tuvo un gran coste humano y financiero, aunque se pactaron ciertas medidas económicas que les aportaron beneficios fiscales. En 1878 se firmó la Paz de Zanjón, que puso fin a la insurrección cubana de 1868. Y se concedió una autonomía administrativa a Cuba, además de una amplia amnistía a los insurrectos.

Los Procesos de Urbanización e Industrialización en la España de la Restauración

A lo largo del siglo XIX se produjeron transformaciones económicas y sociales de las estructuras del Antiguo Régimen en España, pero el paso a una sociedad y economía industrial fue un proceso lento, condicionado por varios factores y localizado en áreas periféricas de la Península. Esto provocó que España sufriera un retraso económico respecto a otros países europeos que habían seguido al Reino Unido en su proceso de industrialización. A grandes rasgos se diferencian dos etapas en la evolución económica del siglo XIX:

1ª Etapa: 1800 – 1840 (Fin de la I Guerra Carlista)

En esta etapa se mantuvo una economía tradicional, predominantemente agrícola, marcada por la inestabilidad política y las consecuencias de las guerras. Durante la década de 1830, se intentó por primera vez llevar a cabo la modernización junto con la construcción del Estado liberal: libertad de empresa, de comercio, abolición de gremios, señoríos y desamortizaciones. Sin embargo, la deuda del Estado a causa de las pérdidas coloniales y las guerras peninsulares, junto con la ruina de la agricultura, impidieron el desarrollo industrial.

2ª Etapa: 1844 – 1898

Bajo el reinado de Isabel II, se adoptaron medidas para cambiar la sociedad y la economía del país. Pese a ello, España continuó siendo un país agrícola, y solo en Cataluña y en el País Vasco se produjo la revolución industrial del sector textil y la industria siderúrgica, respectivamente. De hecho, la crisis financiera de 1866 puso en evidencia la debilidad del proceso de industrialización.

En la última década del siglo XIX (Restauración), se produjo un cierto desarrollo económico, aunque estuvo limitado por varios factores, como la mala gestión de la reforma agraria, la inexistencia de un mercado interior bien articulado, la carencia de capital español para invertir, la falta de acuerdos en la política económica del país y las tensiones presentes. Dicho auge económico se vio afectado por la crisis del sector agrario (vinícola y cerealista), y por la pérdida de las últimas colonias en 1898, lo que eliminó los mercados exteriores que beneficiaban a España. A lo largo de la primera mitad del siglo, los gobiernos liberales emprendieron reformas para eliminar los antiguos sistemas de propiedad. Se liberalizó la tierra y se privatizaron los bienes eclesiásticos y comunales, con el objetivo de estimular el crecimiento económico. Pero, en realidad, las reformas no evitaron que se mantuviese una explotación agraria tradicional que frenó el desarrollo de una economía industrial.

La Liquidación del Imperio Colonial: El Desastre de 1898

Hacia 1895 estallaron de nuevo insurrecciones independentistas en Cuba y Filipinas. Pronto intervino EE.UU. proporcionando material y armamento a los rebeldes cubanos. El objetivo de esta ayuda no era la liberación de Cuba como oficialmente proclamaba el gobierno norteamericano, sino conseguir dominar la isla.

Los Motivos Son:

  • El interés económico en las minas y en las plantaciones de azúcar cubanas.
  • El interés en afianzar el control militar sobre el mar Caribe.

El gobierno del presidente McKinley trató de comprar la isla a España, operación rechazada por nuestro país. Al fracasar este intento de compraventa, EE.UU. pasó a aplicar directamente la ley del más fuerte en política internacional.

El incidente como excusa para declarar la guerra a España fue la explosión del buque de guerra norteamericano Maine en la bahía de la Habana: este barco se hundió y murieron 260 miembros de su tripulación. Las causas de la explosión se desconocían, pero EE.UU. culpó al gobierno español presidido por Sagasta. Todos estos sucesos fueron aprovechados por los grandes periódicos norteamericanos para desatar una agresiva campaña de prensa antiespañola: su única finalidad vender más periódicos.

La guerra fue un paseo militar para EE.UU., los combates resultaron desiguales y la armada española quedó destruida en dos enfrentamientos navales. La primera batalla se produjo en la bahía de Manila, quedando demostrada la superioridad total de la marina estadounidense. La segunda derrota se consumó en la bahía de Santiago de Cuba, murieron 300 marinos españoles y sólo un soldado enemigo. Durante el conflicto bélico EE.UU. conquistó las colonias españolas de Puerto Rico y Filipinas. Una vez consumada la derrota militar vino la rendición, que culminó en diciembre de 1898 con la firma del Acuerdo de Paz de París entre ambas naciones. España cedió a EE.UU. la isla de Puerto Rico, Filipinas y la isla de Guam en el Pacífico. Cuba alcanzó la independencia, aunque quedó bajo “protección” estadounidense hasta mediados del siglo XX. España hizo posible su emancipación al negarse a vender la isla antes del inicio del conflicto hispano-norteamericano. El tratamiento que recibió el problema colonial por parte del gobierno español fue desafortunado. La decisión irresponsable de llegar hasta la guerra con EE.UU. fue un absurdo, puesto que no existía otro resultado posible que la derrota segura.

Las Repercusiones del Desastre del 98 Fueron:

El pueblo español vivió la derrota como un trauma nacional, extendiéndose los sentimientos de inferioridad, desmoralización e impotencia. La incertidumbre alcanzó incluso a la prensa de la época. En el plano exterior, el 98 tuvo como consecuencias la liquidación de los restos de nuestro imperio colonial ultramarino con la venta de los archipiélagos del Pacífico a Alemania. En el aspecto intelectual y literario, el desastre colonial influyó en el desarrollo del “Regeneracionismo”, así como en las amargas y pesimistas reflexiones de los autores de la Generación del 98.

La Crisis Final de la Restauración: El Impacto de la I Guerra Mundial y el Agotamiento del Sistema Político

En 1914, con la I Guerra Mundial, conflicto imperialista que enfrentó por un lado a Alemania y Austria-Hungría y por el otro lado a Francia, Rusia, Reino Unido y más tarde Italia, Japón y Estados Unidos, el régimen político de la Restauración declaró la neutralidad de España. Eso no significa que la opinión pública española no tuviera preferencias por un bando u otro.

En general, los sectores conservadores de la sociedad española y los partidos políticos monárquicos, simpatizaban más con los llamados Imperios Centrales (Alemania y Austria-Hungría), y en consecuencia recibían el nombre de germanófilos; en cambio los sectores progresistas y los partidos republicanos y los socialistas se decantaban más por el bando aliado y de ahí el nombre de aliadófilos que recibieron.

En cualquier caso, al margen de las simpatías de los españoles por aquellos o estos contendientes, lo verdaderamente importante fue que la decisión gubernamental salvó vidas españolas en aquella espantosa carnicería y además abrió un periodo de extraordinaria actividad económica para España, al convertirse los países europeos beligerantes en un excelente mercado para la venta de todo tipo de mercancías y productos, legales o ilegales, salidos de la península.