Cambios Demográficos
El crecimiento de la población española en el primer tercio del siglo XX fue más lento que en otros países europeos, a pesar de la transición a un régimen demográfico de transición a finales del siglo XIX. La población pasó de 18,6 millones en 1900 a 23,5 millones en 1930.
La tasa de mortalidad descendió de 28,8% en 1900 a 16,8% en 1930, debido a la mejora en la alimentación, las condiciones laborales y la higiene, impulsadas por los avances tecnológicos y científicos (vacunas). Sin embargo, las epidemias, como la gripe española entre 1918 y 1920, continuaron causando mortalidad catastrófica.
La mortalidad infantil también disminuyó, aunque seguía siendo alta, pasando del 185% en 1900 al 115% en 1935, gracias a los avances pediátricos y la mejora en la higiene durante el parto.
La natalidad, que había mantenido un crecimiento irregular durante el siglo XIX debido a las crisis, comenzó un descenso progresivo y desigual. Solo Cataluña, la zona levantina y la cantábrica alcanzaron cifras similares a la Europa Occidental. La tasa de natalidad pasó del 35% en 1900 al 28,2% en 1930, con los mayores descensos en 1928 y 1935 debido a la depresión económica, el aumento de los precios y la limitación voluntaria de los hijos. La tasa de fecundidad se mantuvo alta con una ligera tendencia a la baja, con una media de alrededor de 4 hijos por mujer.
En conclusión, el crecimiento natural pasó del 5% en 1880 al 11% en 1930. La esperanza de vida también aumentó, pasando de 34 años en 1900 a 50 en 1930.
Movimientos Migratorios
Los movimientos migratorios continuaron siendo un fenómeno habitual durante las tres primeras décadas del siglo XX, debido a que el aumento de la población no coincidía con el crecimiento económico (crisis agraria). Esto generó la redistribución de la población, el crecimiento de ciudades y regiones ricas, el despoblamiento del interior y la emigración de la población joven.
Migración Interior
El éxodo rural, que se había generalizado desde la segunda mitad del siglo XIX, continuó impulsado por la llegada de la Revolución Industrial al país, la demanda de mano de obra en las ciudades y la sobrepoblación y falta de oportunidades en el campo. En la última década del siglo XIX, más de 400.000 personas (2 habitantes por cada 1000) emigraron a las ciudades. Entre 1900 y 1910, la cifra fue de 566.000 (3 habitantes por cada 1000), y entre 1920 y 1930, casi un millón (4,3 habitantes por cada 1000), debido a la reducción de la migración exterior. La migración se dirigió a las regiones industrializadas de la periferia y las grandes capitales: Madrid, Barcelona, Bilbao, Valencia, etc.
La población migrante era principalmente joven y procedía de regiones tradicionalmente migratorias: Andalucía, Extremadura, Galicia, Asturias, etc. Esto generó el crecimiento de las ciudades, a veces incontrolado, el aumento de nuevos barrios industriales”extramuro” y el despoblamiento del interior. Sin embargo, en las primeras décadas del siglo XX, más del 50% de la población seguía siendo rural y más del 80% vivía en núcleos de menos de 50.000 habitantes.
Migración Exterior
La migración de ultramar, también tradicional desde la conquista de América, continuó impulsada por la búsqueda de oportunidades y, en algunas ocasiones, para evitar el servicio militar. Los emigrantes eran normalmente varones muy jóvenes, del campo y con poca preparación, procedentes de regiones más atrasadas y tradicionalmente migratorias: Andalucía, Extremadura, Galicia, Asturias, Canarias.
Su destino eran las antiguas colonias en el centro y sur de América: Argentina (2/3 partes del total de emigrados), Cuba, Puerto Rico, México. Tras un breve paréntesis tras la crisis de 1898, la migración exterior continuó aumentando hasta 1914, cuando se paralizó por los peligros de la Primera Guerra Mundial y la demanda de mano de obra en España. La migración volvió a incrementarse, aunque de forma más débil, al final del conflicto. El número de emigrantes entre 1900 y 1930 podría oscilar entre 3,5 y 4 millones.
La migración exterior generó la pérdida de población, especialmente joven, ya que pocos regresaban. Sin embargo, también favoreció la construcción de obras de carácter social, nuevas industrias e incluso bancos, financiados por el capital que traían los emigrantes que hicieron fortuna, los”indiano”.
Cambios en la Distribución de la Población por Sectores
Desde principios del siglo XX, se produjo un cambio en la distribución de la población por sectores que continuó durante todo el siglo. Si durante prácticamente todo el siglo XIX, casi tres cuartas partes de la población pertenecían al sector primario (agricultura), con la industrialización en la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del XX, la distribución cambió.
La población activa en el sector primario pasó del 57% en 1920 al 45% en 1930. En el sector secundario (industria), pasó del 22% en 1920 al 27% en 1930, mientras que el sector terciario (servicios) pasó del 21% en 1920 al 28% en 1930.