El Desastre de 1898 supone para España la pérdida de sus últimas colonias ultramarinas y el comienzo de una aplastante crisis económica y social. Unos jóvenes inconformistas y rebeldes que pretenden renovar la situación política, social y artística reciben la etiqueta de modernistas. Posteriormente, la crítica literaria reservó este término para los autores que se orientaron a la elegancia y acuñó el de grupo del 98 para los que abordaron el problema de España y los conflictos existenciales. Son característicos del modernismo el exotismo y el amor a la elegancia. Poseen un estilo lleno de musicalidad y refinamiento. Su léxico es raro, pero está repleto de metáforas e imágenes. Su actitud es bohemia y aristocrática. Rubén Darío, nicaragüense, principal autor modernista e introductor de esta literatura en España, en Azul desarrolla la influencia parnasiana y la búsqueda de la exterioridad sensible. En Prosas profanas incide en la intimidad atormentada y se abre al simbolismo. En Cantos de vida y esperanza da voz al desengaño vital. Manuel Machado mezcla en Alma elementos modernistas y románticos con otros andaluces. A las reflexiones profundas sumará la frivolidad y el erotismo. Juan Ramón Jiménez presenta en Arias tristes una poesía obsesionada por el paso del tiempo y la llegada de la muerte. Antonio Machado desarrolla el simbolismo en Soledades, galerías y otros poemas y la identificación con el paisaje castellano, en Campos de Castilla. En Proverbios y cantares su poesía se depura para intentar expresar la esencia del sentimiento. La novela y el ensayo alcanzan su máxima manifestación en los escritores del grupo del 98. Forman una generación porque nacen en años próximos, comparten convicciones ideológicas. Su guía es Miguel de Unamuno, poseen un estilo sencillo y comparten dos asuntos que los obsesionan: España y el sentido de la vida. Sus novelas están estructuradas en torno a un único personaje. En cuanto a la poesía, anteponen la profundidad al placer estético. En las novelas de José Martínez Ruíz, Azorín, la descripción minuciosa sustituye a la trama argumental. Da mucha importancia a los sentimientos del personaje. En La voluntad y en Antonio Azorín encontramos las inquietudes espirituales del protagonista. Las novelas de Pío Baroja suelen presentar un final abierto, sus descripciones son ligeras.
El protagonista de Zalacaín el aventurero, integrada en la trilogía La tierra vasca, es modelo de hombre de acción; el de El árbol de la ciencia, pasivo y pesimista. Miguel de Unamuno escribe nivolas. En ellas se plantea la respuesta al existencialismo desde las tres potencias humanas. En San Manuel Bueno, mártir se presenta la tragedia de un sacerdote sin fe. En Niebla, Augusto Pérez se debate entre la realidad y la ficción. Ramón María del Valle-Inclán escribe Sonatas, cumbre de la prosa modernista. En la trilogía de La guerra Carlista muestra un mundo gallego. En sus esperpentos, como El ruedo ibérico, lo grotesco, lo patético y lo admirable se funden para retratar de manera deformada la sociedad de la época. La novela anterior al 36 se completa con los autores del grupo del 14 y la generación vinculada al 27, que produjo sus mejores obras en el exilio. El Desastre del 98 orientó el teatro comercial hacia la evasión. El drama burgués realista alcanza sus mayores logros con la alta comedia, un género en el que triunfa Jacinto Benavente, que reduce al mínimo la acción externa, utiliza a menudo personajes colectivos y se sirve de la ironía. La vertiente modernista intenta llevar al teatro la fantasía poética: Eduardo Marquina escribe Las hijas del Cid, un drama histórico que sigue el estilo de las imitaciones románticas de los grandes clásicos barrocos. Antonio y Manuel Machado escriben un teatro modernista más sencillo y popular (La Lola se va a los puertos). Pedro Muñoz Seca inventa la astracanada. La comedia costumbrista utiliza personajes populares y se sustenta en el amor y utiliza lo folclórico; destacan los hermanos Álvarez Quintero y Carlos Arniches. También se escribe un teatro innovador. Miguel de Unamuno refleja en obras como El otro las mismas obsesiones: la angustia frente a la muerte y la religión. Ramón María del Valle-Inclán presenta en sus Comedias bárbaras el mundo rural gallego. Las situaciones son tan violentas, crueles y absurdas que provocan simultáneamente risa y llanto. Luces de bohemia cuenta las peripecias del intelectual Max Estrella y su supuesto amigo. Alejandro Casona elabora un teatro educativo que reflexiona sobre la naturaleza humana. Miguel Mihura, en Tres sombreros de copa (1932), anticipaba el teatro del absurdo que luego triunfaría en Europa.
La Primera Guerra Mundial arrasa el continente europeo y lo sume en una crisis económica, social y cultural. Tanto los fascismos como el comunismo atraen a grandes masas de descontentos. España sufre una recesión económica. La dictadura de Primo de Rivera supondrá en principio una mejora social, pero pronto sufrirá un desgaste donde comenzará la República. Se conoce como generación del 14 al novecentismo, movimiento cultural que comienza en la segunda década del siglo XX y se orienta hacia una literatura diferente, como vemos en las revistas Prometeo y Revista de Occidente, fundada por Ortega y Gasset. Los novecentistas son científicos o filólogos. Los novecentistas se inclinan por el racionalismo. Rechazan lo sentimental y lo romántico y prefieren una expresión de las emociones regulada por la razón. Defienden un arte puro, que busca producir placer estético, renuncia a convertirse en el vehículo de ninguna ideología o religión. Creen que debe existir una minoría selecta que dirija tanto las ciencias como las humanidades. Escogen un estilo depurado y pulcro. Pretenden influir en su realidad, aplauden la tradición krausista de la Institución Libre de Enseñanza. José Ortega y Gasset es el filósofo español más relevante por su teoría de la razón vital. Suyo es el famoso “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella, no me salvo yo”, que escribe en Meditaciones del Quijote. En sus ensayos aborda asuntos literarios, estéticos, sociológicos y históricos. Defiende la libertad individual. En La rebelión de las masas muestra su doble preocupación por elevar el nivel cultural del pueblo y por proteger las fronteras de la individualidad. En La deshumanización del arte analiza sociológicamente las vanguardias y describe un arte nuevo más hermético. Ortega piensa que la novela es un género agotado que debe revitalizarse potenciando el ambiente y minimizando la acción. Eugenio D’Ors, creador del término noucentisme, fue uno de los grandes referentes de la cultura catalana de este periodo. Sus glosas son unos microensayos. Defiende el clasicismo, la elegancia en el estilo y una actitud optimista y vital. En Tres horas en el Museo del Prado propone un itinerario estético, una visita ideal al museo. Ramón Gómez de la Serna fue un agitador cultural empeñado en introducir en España la modernidad y las vanguardias.
Se hizo especialmente célebre por sus greguerías, unos textos brevísimos que mezclan la metáfora y el humor. Ramón Pérez de Ayala destacó especialmente como creador de una novela cargada de meditaciones morales y psicológicas. En AMDG narra su dolorosa experiencia en el colegio jesuita donde se educó. Todas sus primeras novelas contienen abundantes elementos autobiográficos, que retratan la crisis de conciencia de un personaje pasivo. En la década de los 20 escribe una novela más intelectual, reduce la acción y recurre a constantes reflexiones acerca de filosofía, a menudo desde su ironía. En Tigre Juan reflexiona acerca del machismo. Gabriel Miró presenta en su primera etapa (Las cerezas del cementerio) ambientes decadentes y enfermizos, con personajes inadaptados. En la segunda (Nuestro Padre San Daniel, El obispo leproso), construye un estilo muy elaborado y rico en descripciones, en el que lo lírico se impone a la acción, para retratar una España atrasada y estancada en la intransigencia moral. Juan Ramón Jiménez concibe la poesía como belleza y como un modo privilegiado de conocimiento, que es superior al que concede la razón. Incapaz de mejorar la realidad, el poeta debe crear otra realidad sencilla y hermosa. En su época sensitiva (Arias tristes) escribe con un estilo intimista y sencillo. Pronto asume los aspectos más externos y vistosos del modernismo y con alejandrinos de cuidada sonoridad (Poemas mágicos y dolientes). Abre su época intelectual, de poesía pura, con Diario de un poeta recién casado, donde despoja su obra de adornos, elimina lo narrativo. En su época de poesía verdadera (Dios deseado y deseante), sigue buscando la perfección y la depuración de las formas. Explora el ámbito de lo trascendental con ciertas dosis de panteísmo. Platero y yo es un libro tierno y sensible. Platero es el burro del poeta y el libro cuenta la conmovedora relación entre ellos.
La agitación política y social vivida en Europa a comienzos del siglo XX. La vanguardia supone un ataque al racionalismo. Durante el periodo de entreguerras se vive una auténtica revolución intelectual. Los movimientos de vanguardia quieren romper con la lógica y el sentimentalismo. Son muy abundantes y fugaces y la creatividad mediante la experimentación. Las corrientes vanguardistas elaboran manifiestos. Suelen ser provocadores. El expresionismo acentúa rasgos que ya contenían el impresionismo y el naturalismo. Antes de que se inventara el nombre, España ya contaba con una rica tradición artística expresionista, que unía a Quevedo, Goya y Valle-Inclán. A principios de XX, se desarrolla especialmente en Alemania, Centroeuropa y los países nórdicos. Desea pintar una realidad insoportable y deprimente por medio de trazos gruesos. Sus representantes más destacados son el narrador checo Franz Kafka, autor de El proceso, que escribe en alemán, y el dramaturgo alemán Bertolt Brecht. El futurismo, caracterizado por la modernidad y la velocidad, y fundado por Marinetti, rechaza radicalmente el pasado, muestra atracción por la violencia, admira el progreso tecnológico. La línea italiana se siente atraída por la filosofía de Nietzsche y por el fascismo. La rusa, de Vladimir Maiakovski, ve en el comunismo soviético la fuerza que puede llevar a la sociedad sus ideales estéticos revolucionarios. El dadaísmo, de Tristan Tzara, pretende aniquilar la cultura y el arte. Rastrea lo más primitivo del hombre, de ahí que busque lo absurdo. Desarrollan un fuerte componente lúdico. Tzara explica que para crear poesía basta con un periódico y unas tijeras. La obra literaria no se compone solo de palabras, de modo que incluyen en ella dibujos y la técnica del collage. El cubismo, cuyo principal exponente literario es Apollinaire, creador de los caligramas, surge de la pintura de Picasso y Braque, pretende plasmar la realidad desde diferentes puntos de vista simultáneos. Muy influido por el surrealismo, se concentra en el individuo y su psique y emplea una sintaxis fragmentada. El surrealismo, humaniza la literatura, fundado por André Breton y muy influido por el dadaísmo, es el movimiento más longevo y productivo. Muestra interés por el inconsciente y los sueños. Su base intelectual es el psicoanálisis y utiliza como técnica la escritura automática mediante el alcohol.
El rincón de la psique humana donde, según Freud, se guardan los deseos insospechables. Su técnica del cadáver exquisito consiste en que varios escritores participen en la misma obra sin conocer lo escrito por quienes los preceden. En España también se desarrollaron movimientos de vanguardia. El creacionismo pretende crear el mundo con las palabras del poeta. Buscan una imagen múltiple que señale simultáneamente a tantas realidades distintas. Resulta fundamental la aportación de Juan Larrea y del chileno Vicente Huidobro, que exhibió una inusual capacidad para la invención de nuevas imágenes. Altazor, dividida en siete cantos, supone una profunda reflexión lírica y metafísica, que juega con el lenguaje buscando sus límites expresivos. El ultraísmo, impulsado por Rafael Cansinos Assens, pretende unificar todas las vanguardias deshumanizadas. Guillermo de Torre, en Hélices, forja una poética nueva buscando interpretaciones originales. Borges se interesó por este movimiento y lo exportó a América. Para él, caracterizan el ultraísmo la eliminación de todo adjetivo y la renuncia a cualquier adorno. Años después, Borges renegó de esta etapa y cargó con dureza contra el ultraísmo. Ramón Gómez de la Serna fue un agitador cultural empeñado en introducir en España la modernidad y las vanguardias. Se hizo especialmente célebre por sus greguerías, unos textos brevísimos que mezclan la metáfora, el lirismo y el humor. Para abordar las vanguardias en Hispanoamérica hemos hablado ya de Borges y de Huidobro. Tras su etapa modernista, el peruano César Vallejo se convierte en una referencia mundial de las vanguardias con Trace, que experimenta con la sintaxis. Su afán experimental hace que la poesía resulte a veces incomprensible. El nobel chileno Pablo Neruda se mostró muy crítico con las vanguardias. En México, el estridentismo unió características del futurismo y del dadaísmo. En Argentina, el martinfierrismo supone la cristalización del ultraísmo.
En 1927 se celebró un acto de homenaje al escritor barroco Luis de Góngora, al que acudieron jóvenes poetas que lo reivindicaban por su esteticismo, del que surgió el grupo del 27. Sus miembros fueron amigos y colaboraron en las mismas revistas. Antes de formar grupo, los poetas del 27 estuvieron influidos por la poesía modernista. Desde entonces hasta la Guerra Civil, el surrealismo humaniza sus versos. Junto a la experiencia personal y la angustia existencial, sus poemas reflejan la preocupación social por España. Tras la Guerra Civil, Lorca ha muerto y los demás deben escoger entre el exilio o permanecer en un país donde no pueden expresar libremente sus ideas. La estética del 27 es ecléctica: su rasgo más característico es la mezcla de elementos dispares. Admiran la poesía popular. Admiran a Bécquer, a Antonio Machado, a Rubén Darío y a Juan Ramón Jiménez. Acogen con entusiasmo la influencia de los movimientos vanguardistas. Aspiran a una poesía pura, pero también son capaces de emplear las técnicas surrealistas para bucear en lo más profundo del ser humano. Desean expresar lo más hondamente español. Jorge Guillén es el poeta más intelectual del grupo. Su obra se acerca a la poesía pura. Usa un léxico muy elaborado. En Cántico expresa su entusiasmo ante la vida, en Clamor protesta airadamente contra las injusticias del mundo. Gerardo Diego se inclina por el creacionismo y el ultraísmo (Manual de espumas). Simultáneamente, desarrolla temas con poemas dedicados al paisaje y al amor (Alondra de verdad). Rafael Alberti, en Marinero en tierra, expresó la nostalgia por su Cádiz natal siguiendo la estética neopopularista. Sobre los ángeles se orienta al surrealismo y El poeta en la calle a la denuncia social. Pedro Salinas muestra características futuristas en Presagios y desarrolla un fuerte intimismo en La voz a ti debida. Luis Cernuda anhela un mundo habitable y humano donde se disfrute con libertad, pero solo encuentra dificultad para adaptarse a un entorno hostil. Agrupa sus obras en La realidad y el deseo, de notable influencia surrealista y expresión vehemente. El nobel Vicente Aleixandre reflexiona sobre el amor, la naturaleza y la muerte. Es el poeta más influido por el surrealismo: abundan en él las imágenes sorprendentes y grandiosas como Espadas como labios. Dámaso Alonso es el mejor representante del exilio interior.
Hijos de la ira, publicado tras la Guerra, inaugura la poesía existencial. Se llama Las Sin sombrero a las mujeres del grupo del 27. Ernestina de Champourcín recibió una fuerte influencia de la poesía pura y de la vanguardia. Se sumerge en el amor humano con una poesía conmovedora. Concha Méndez partió de una tendencia neopopular y recibió influencias del futurismo y del ultraísmo. Más tarde su poesía se entristece y refleja la añoranza de los seres queridos. Carmen Conde, en su poesía erótica, el sexo se vive con entusiasmo y sin culpa. Federico García Lorca, asesinado en agosto de 1936. Los grandes temas de su producción son el destino trágico, la muerte inevitable y el amor imposible. En Romancero gitano suma la influencia de la poesía popular, del surrealismo y del modernismo, y convierte al pueblo gitano en el símbolo de las personas enfrentadas a su propio destino fatal. En Poeta en Nueva York muestra con técnicas surrealistas la conmoción que sufrió tras visitar la ciudad. Escribe farsas para guiñol y para actores de carne y hueso (Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín). El drama Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores muestra la paulatina destrucción de una mujer abandonada por su novio. Bodas de sangre muestra cómo, el mismo día de su boda, la novia escapa con su antiguo novio. Mezcla verso y prosa y elementos verosímiles con fantásticos. En La casa de Bernarda Alba, tras la muerte de su segundo marido, Bernarda impone a sus cinco hijas un luto riguroso, que las aísla del mundo. Los temas fundamentales son la opresión, la negación del derecho de una persona a luchar por sus deseos. Fuera del ciclo de tragedias, en El público desarrolla un teatro surrealista.
La casa de Bernarda Alba completa el ciclo trágico de Federico García Lorca. Escrita en 1936, año del comienzo de la Guerra Civil y del asesinato del autor, no podrá representarse hasta 1945, en Argentina. En estas fechas España estaba bajo una dictadura de camino al derrumbe y las mejores obras tenían que representarse en otros países. Tradicionalmente se le viene reprochando a Lorca la falta de compromiso social y el supuesto folclorismo andaluz de su teatro. Junto a la realidad cotidiana y el folclore aparece el misterio, el primitivismo de la pasión, la sinceridad desgarrada y el ambiente opresivo de las cárceles. Por eso Lorca es el escritor español más universal, el más conocido en Japón o en Estados Unidos. Lorca consigue escribir una tragedia con tanta fuerza como la de Esquilo, porque es capaz de pintar con sus hipérboles poderosas, con su contundencia y con sus alusiones sexuales directas, al destino mismo. Para ello, el granadino utiliza la figura del coro clásico, que anticipa los males que acechan al protagonista, pero no le sirve porque nadie puede cambiar la voluntad del destino. María Josefa, la abuela chiflada que aparece ataviada con flores en la cabeza y en el pecho y con un cordero en la mano, anuncia las terribles verdades desde su lucidez y su locura. En la tragedia griega, fuertemente influida por el surrealismo, nace del ello freudiano, del deseo incontenible que se opone a toda norma social o moral. Una de las armas que emplea el granadino para alcanzar el corazón de sus espectadores es el símbolo. La casa blanquísima que impone la ausencia de color, tanto como el negro del luto, el verde con el que Adela desafía a su madre, el bastón de autoridad que la hija rebelde parte con sus propias manos, el caballo que trae a Pepe y que expresa el deseo sexual, y el gesto simbólico de mandar callar. La casa de Bernarda Alba no intenta enseñar ni convencer, sino educar, conmover. Sobre la Andalucía de charanga se alza la rabia de cinco mujeres con una fuerte desesperación sobre la figura masculina de Pepe el Romano. Lorca firma su compromiso con el ser humano y, desde lo andaluz, eleva la tiranía de Bernarda, la rebeldía de Adela y la sumisión de Magdalena.
SINONIMIA: fenómeno lingüístico por el cual un solo significado se expresa mediante varios significantes (contestar / responder). Se pueden distinguir tres tipos de sinonimia: la sinonimia conceptual (los significados denotativos son plenamente coincidentes, como listo e inteligente), sinonimia connotativa (se consideran sinónimos por el valor connotativo del significado, como listo y zorro) y sinonimia contextual (dependiendo del contexto se puede establecer cierta sinonimia que serían impensables en otro, como ¿Estás preparado? y ¿Estás listo?). POLISEMIA: fenómeno lingüístico por el cual un mismo significante contiene varios significados. En la polisemia, frente a la homonimia, los diferentes significados de un mismo significante tienen, o han tenido, un origen común. Ejemplos: línea de fuego / línea de un escrito; puente sobre un río / puente entre festivos / puente en la dentadura; árbol vegetal / árbol genealógico. HOMONIMIA: fenómeno lingüístico consistente en la coincidencia formal de dos palabras originariamente distintas que han llegado a la coincidencia de significantes, manteniéndose la diferencia de significados. Se distinguen dos tipos: homófonos (los significantes son similares fonéticamente, pero su ortografía no coincide, como ola / hola, asta / hasta) y homógrafos (concuerdan en su fonética y ortografía, como gato / gato, vino / vino). CONTRARIEDAD O ANTONIMIA: fenómeno lingüístico por el cual se establece una relación entre unidades de significado opuesto. Aunque tradicionalmente se conocía a los antónimos como aquellas palabras que significaban lo contrario, es importante destacar que existen distintos tipos de oposición. Entre ellos cabe destacar: la complementariedad, existente entre aquellos vocablos cuyo significado suponen la negación de otros (hombre / mujer, presente / ausente, alto / bajo) y la reciprocidad, la cual interviene en aquellos términos conocidos como recíprocos porque se implican mutuamente, ya que para que se dé uno se debe dar el otro (comprar / vender, padre / hijo). HIPONIMIA: fenómeno lingüístico referido a la relación de inclusión de un significado respecto a otro. Flores sería el hipónimo de rosas, margaritas, claveles, etc. HIPERÓNIMO: fenómeno lingüístico inverso a la homonimia. Se refiere a aquellas palabras cuyo significado está incluido en el de otras. Perro se incluiría en el hipónimo de animal.