El Castellano: Origen, Evolución y Dialectos

El Castellano y su Historia

El castellano es una lengua románica o romance, llamada así porque tiene su origen en el latín. La base latina de la lengua castellana se fue enriqueciendo a través del tiempo con los préstamos que se fueron introduciendo en nuestro léxico procedentes de otras lenguas.

1. Variedades lingüísticas

1.1. Variedades diatópicas: Lengua/Dialecto/Hablas regionales

También llamadas geográficas, están vinculadas al lugar del que proceden o en el que viven los hablantes. Se manifiestan en los dialectos, las hablas regionales, locales, etc.

La diversidad de la realidad lingüística comprende tanto lenguas como dialectos y hablas regionales.

Una lengua es un sistema lingüístico utilizado por una comunidad de hablantes que se caracteriza por estar plenamente definido, por tener gran capacidad para expresar conceptos, por ser vehículo de transmisión cultural, por tener una literatura propia y por poseer una fuerte diferenciación frente a otras lenguas.

Un dialecto es un sistema lingüístico derivado de otro, que normalmente tiene una delimitación geográfica concreta, pero sin diferenciación suficiente frente a otros sistemas lingüísticos de origen común como para ser considerado una lengua distinta.

Las hablas regionales y las hablas locales son variedades propias de cada región o de una localidad determinada, que no llegan a poseer la coherencia que tiene el dialecto.

1.2. Sustrato/Adstrato/Superestrato

Sustrato: Hablamos de sustrato cuando nos referimos a la influencia o los restos que ha dejado la lengua originaria de una región sobre la lengua que se ha instaurado posteriormente en esa misma región y que ha sustituido a la original.

Adstrato: Hablamos de adstrato cuando nos referimos a una lengua que ejerce una influencia parcial, por contigüidad geográfica o por convivencia o coincidencia en el tiempo.

Superestrato: Hablamos de superestrato cuando nos referimos a la influencia que ha tenido una lengua invasora sobre la lengua original. Es el término contrario a sustrato.

La Formación de las Lenguas Peninsulares

Antes de la llegada de los romanos a la Península en el 218 a.C., existían una serie de pueblos prerromanos que poseían sus propias lenguas que dejaron restos (sustrato prerromano), especialmente en el léxico latino, dando origen a lo que sería el latín vulgar. Estos pueblos son:

2. Pueblos Prerromanos e Invasores

2.1. Iberos

Se adentraron en la Península Ibérica desde el norte de África. Ocuparon, entre los s. VI y I a.C., una franja entre Andalucía y el sur de Francia, paralela al Mediterráneo. Se conservan textos redactados en su lengua. Con el sustrato ibérico se ha relacionado el origen de palabras como conejo y gordo.

2.2. Celtas

Procedentes del sur de la actual Alemania. Se situaron en Galicia, Extremadura y las zonas altas del centro peninsular. Solo la zona donde habitaban los iberos estuvo aparentemente al margen de esta cultura. De ella derivan voces españolas como barro o vasallo.

2.3. Vascones

Pueblo que ocupaba un territorio más extenso que el del actual País Vasco. Todavía hoy se desconoce su procedencia. Su lengua no tiene relación con las otras que se hablaban en Europa y parte de Asia, procedentes todas de un tronco común indoeuropeo. Al sustrato vasco pertenecen voces como pizarra, cencerro o aquelarre.

2.4. Tartesios

De origen también desconocido, se asentaron en los alrededores del río Tartesos (actual Guadalquivir). Los tartesios desarrollaron una lengua y una escritura distintas a las de los pueblos vecinos, y experimentaron influencias culturales de egipcios y fenicios.

2.5. Fenicios

Pueblo que ocupaba la costa oriental del mar Mediterráneo (s. III a.C.), en los actuales territorios de Siria, Líbano e Israel. Fueron unos magníficos navegantes que monopolizaron las rutas comerciales en el Mediterráneo. No conquistaron territorios, como otros pueblos invasores, sino que fundaron colonias en sitios propicios de las costas. Una de las más importantes fue Gadir, hoy Cádiz.

2.6. Griegos

Se extendieron, entre los s. VIII y VI a.C., por el Mediterráneo y fueron fundando importantes asentamientos mercantiles. En la Península establecieron las colonias de Emporion (Ampurias) y de Rhode (Rosas), en la costa de Girona.

2.7. Cartagineses

Procedentes del norte de África, fueron los continuadores del comercio iniciado por fenicios y griegos en las costas mediterráneas de la Península. Fundaron la ciudad de Kart Hadasht (Cartagena).

De todos ellos los únicos que consiguieron mantener su lengua tras la llegada de los romanos fueron los vascones (euskera)

2.8. La Romanización

Denominamos romanización al proceso a través del cual los distintos pueblos sometidos por el Imperio romano fueron acomodándose a las condiciones de vida que impulsó el invasor. En la Península Ibérica este proceso fue lento. Comenzó en el año 218 a.C., y no terminó hasta el 19 a.C.

Los territorios del sudeste se incorporaron rápidamente al mundo romano, el resto de la Península, por el contrario, ofreció mayor resistencia. En el año 19 a.C., las tropas romanas habían conseguido someter el último foco rebelde, representado por algunos pueblos del norte.

La romanización supuso un cambio en costumbres, religión, urbanismo, comercio, economía, administración, cultura, y también en la lengua. El pueblo romano impuso el latín en todo el territorio de la Península.

Pero la lengua traída por los romanos no fue el latín culto, el latín clásico, propio de las obras literarias, sino la lengua popular de los soldados, llamado latín vulgar.

La romanización de Hispania fue mucho más intensa que en otras provincias del Imperio, especialmente en cuanto a la lengua latina.

El latín unificó el territorio peninsular. De ella nació el castellano y el resto de lenguas europeas que denominamos romances o románicas.

2.9. Pueblos Germánicos

A partir del s. V se produjeron en Hispania, como en el resto del Imperio romano de Occidente, las incursiones de los pueblos bárbaros de origen germánico. Estas invasiones supusieron el fin del Imperio romano de Occidente. El Imperio romano de Oriente se mantuvo, aunque cada vez más reducido territorialmente, hasta el s. XV.

Los primeros invasores fueron los suevos, los vándalos y los alanos. Más tarde llegaron los visigodos, que expulsaron a los anteriores conquistadores.

Los visigodos eran un pueblo mucho más abierto a la romanización de sus individuos que los primeros invasores. Se quedaron en Hispania y fundaron el reino visigodo, con capital en Toledo.

Los visigodos adoptaron costumbres de la Hispania romana, especialmente la religión cristiana y la lengua latina.

2.10. Pueblos Árabes

En el año 711 se produce una nueva invasión de la Península por parte de los pueblos musulmanes del norte de África que llegaron a ocupar la totalidad del territorio.

Las pequeñas zonas del norte que no fueron conquistadas se convirtieron en núcleos aislados de resistencia cristiana desde los que se inició la reconquista.

La Península Ibérica queda nuevamente fragmentada y en guerra, dividida en dos zonas:

2.10.1. Zona Cristiana

Desde la Cordillera Cantábrica y los Pirineos los visigodos fueron recuperando muy lentamente el territorio que había sido conquistado por los árabes.

Esta larga guerra de reconquista comienza en la mítica batalla de Covadonga, ganada por Pelayo a los musulmanes en el año 722, y termina en 1492, cuando los Reyes Católicos derrotan a Boabdil, rey de Granada, el único y último reino musulmán.

Durante la primera época de batallas, se fueron formando distintos reinos cristianos. En la zona cantábrica surge el reino de Asturias, que se va extendiendo hacia León y Galicia. De él se independiza el condado de Castilla, que, convertido en reino, se unifica con León a mediados del s. XIII.

El territorio de Fernando III se va extendiendo hacia el sur de la Península, y sólo tropieza con resistencia en el reino de Granada (actual Granada, Málaga y Almería).

En la zona pirenaica también se desarrollan distintos núcleos cristianos: los reinos de Navarra y Aragón, y los condados catalanes. En el s. XII, estos se unieron a la Corona de Aragón, que acabó conquistando el reino de Valencia y las Islas Baleares.

En estas zonas se continúa hablando latín, pero ya evolucionado; y que no lo ha hecho de igual manera en los distintos núcleos cristianos, dando lugar a tres lenguas romance distintas: el gallego-portugués en la zona occidental, el castellano en el centro y el catalán en la zona oriental.

En la zona central (León, Navarra y Aragón) el latín evolucionó de manera distinta, dando lugar al dialecto astur-leonés y al navarro-aragonés. Pero, con el paso del tiempo, el castellano se impuso sobre ellos, hasta el punto de reducirlos a lo que hoy conocemos como dialectos históricos.

2.10.2. Zona Musulmana

La zona sur, que los árabes denominaron Al-Ándalus se constituyó en emirato dependiente del califato de Damasco, centro político y religioso del Imperio islámico. A comienzos del s. X, Abd-al Rahmán III se proclamó califa. Surge así el Califato de Córdoba, momento de máximo esplendor y estabilidad de Al-Ándalus.

A partir del s. XI, la unidad se rompe y surgen multitud de reinos de taifas. Los cristianos aprovecharon esta división para reconquistar la Península, de manera que en el s. XIII solo sobrevivía Granada.

La lengua que hablaban los musulmanes era el árabe. Pero en la zona dominada por ellos permanecieron grupos de cristianos, los mozárabes. En mozárabe se escribieron los primeros textos líricos no latinos que se conservan: las jarchas.

La presencia de los musulmanes dejó abundantes huellas de su lengua, debido a la larga convivencia de ocho siglos entre invasores e invadidos. La mayor influencia se dio en el léxico, y tuvo mucho que ver con distintas ocupaciones en las que los árabes eran expertos. Arabismos:

  • Agricultura y botánica: acequia, aceite…
  • Vivienda y vestido: alfombra, almohada…
  • Administración, comercio e industria: alcalde, alguacil…
  • Milicia: alférez, jeque…
  • Matemáticas: álgebra, cifra…
  • Toponimia: Alcalá, Algeciras…

Lenguas Peninsulares Derivadas del Latín

3. El Castellano y otros Dialectos

3.1. Castellano

3.1.1. El nacimiento del castellano

El castellano es el resultado de la evolución del latín hablado entre Cantabria y el norte de Burgos. Esta lengua le confirió al naciente castellano una serie de rasgos lingüísticos que lo diferenciaban del resto de lenguas peninsulares surgidas a partir del latín.

Las primeras palabras escritas en castellano, las glosas, datan del s. X. Además de las Glosas Emilianenses (San Millán de la Cogolla), se conservan también las Glosas Silenses (Santo Domingo de Silos).

3.1.2. El castellano medieval (s. X – s. XV)

El castellano comenzó a expandirse cuando Castilla se independizó del reino de León y se extendió rápidamente hacia el sur, convirtiéndose en el reino de Castilla.

Al afán conquistador de los castellanos se unió la fuerza de su lengua. Ésta convivía con el astur-leonés al oeste, el navarro-aragonés al este y el mozárabe al sur, se impuso tanto en los territorios conquistados como en las fronteras de los dos reinos vecinos: León y Aragón.

Tan fuerte fue la influencia del castellano que las dos primeras lenguas de las que hemos hablado pasaron a ser dialectos históricos del castellano, y el mozárabe acabó por desaparecer.

La zona de habla castellana había alcanzado, a mediados del s. XI, el centro de la Península. Durante estos primeros siglos, el castellano presenta muchas variaciones y poca estabilidad. Estas vacilaciones terminan en el s. XIII, gracias a la labor lingüística de Alfonso X, el Sabio. Este rey cultivó la lengua gallega con las Cantigas de Santa María, desarrolló una labor fundamental en la consolidación del castellano. El propósito que lo movía era convertir el castellano en una lengua escrita tan digna como el latín. Se produjo la primera fijación del idioma castellano.

  • En el aspecto ortográfico, estableció una correspondencia casi perfecta entre las letras y los sonidos que representaban.
  • En el nivel léxico, amplió de forma importante el vocabulario castellano, incorporando a él términos nuevos procedentes de otras lenguas.
  • En el nivel sintáctico, dotó al castellano de unas estructuras oracionales complejas que hasta entonces no tenía, mediante la introducción de un buen número de conjunciones.

En los siglos siguientes, el castellano conoció etapas de apogeo, tanto por la madurez lingüística alcanzada, como por su mayor presencia en el mundo.

A finales del s. XV, la publicación de la Gramática de la lengua castellana y del Diccionario latino-español (de Nebrija), pone de relieve el grado de madurez alcanzado por la lengua castellana.

3.1.3. El castellano moderno (s. XVI – s. XVII)

A partir del s. XVI puede hablarse de castellano clásico. Este siglo y el siguiente son los de mayor esplendor para la literatura española: Los Siglos de Oro.

En esta época se produce un reajuste completo de las consonantes españolas, que simplifican en gran medida el complicado sistema fónico-ortográfico del castellano.

  • Pérdida de la distinción entre los fonemas que representaban, entre vocales, la letra -s- y la -ss-. Desapareció el primer fonema y quedó en castellano solo la -s- sorda.
  • Pérdida de la distinción entre la articulación representada por la grafía ç y la de la grafía z. Pervivió sólo una de estas articulaciones, que poco después, tras un nuevo cambio articulatorio, se convirtió en el sonido que representa la z.
  • Pérdida de la distinción entre las articulaciones de la grafía x y la grafía j. El resultado de la confusión fue la desaparición de este último fonema.

3.2. Astur-Leonés

Del astur-leonés se conservan hoy algunos restos en zonas del antiguo reino: en Asturias (donde prefieren llamarlo asturiano), en el oeste de Cantabria, en el noroeste de León, en el oeste de Zamora y de Salamanca y algunos puntos del nordeste de Cáceres.

La división territorial que incorpora León, Zamora y Salamanca a Castilla y León ha hecho que sea Asturias la que se sienta depositaria de esta antigua lengua. Respaldado por el Estatuto de Autonomía del Principado, el asturiano goza de cierto cultivo en la actualidad.

Su frontera con el gallego y el portugués es borrosa, porque estas dos lenguas se hablan en algunos pueblos situados en territorios del astur-leonés.

Se suelen distinguir tres zonas dialectales: la zona occidental, con fuerte influencia gallega; la oriental, de rasgos más castellanizados; y la central, con menos influencia de ambas lenguas y, por tanto, con mayor autenticidad de rasgos lingüísticos propios.

Principales características:

  • Conservación de la F- inicial latina.
  • Conservación del grupo consonántico -MB-
  • Conservación de los diptongos ei, oi, ou.
  • Cambio de la -o final en -u.
  • Empleo del sufijo diminutivo -in, -ina.
  • Diptongación de las vocales e y o breves tónicas en ie, ue.
  • Transformación de la -d final de sílaba.
  • Transformación de los grupos iniciales PL-, CL- y FL- latinos en CH-.
  • Evolución a -it- del grupo latino -CT-.
  • Empleo sistemático del pretérito perfecto simple.
  • Cambio de -l por -r en los grupos PL-, CL- y FL- iniciales.
  • Empleo sistemático de los pronombres enclíticos.

3.3. Navarro-Aragonés

Dialecto del latín, vio frenada su evolución natural y cedió ante el avance de la lengua castellana. La antigua lengua se extendió desde el alto Ebro hasta los límites de Cataluña.

Muchos rasgos que caracterizan a este dialecto se deben al contacto con la lengua catalana. En la actualidad, su uso se encuentra limitado a una zona del norte de la provincia de Huesca, Alto Gállego, Sobrarbe y la Ribagorza.

También el Estatuto de Autonomía aragonés protege estas manifestaciones lingüísticas.

Principales características:

  • Conservación de la F- inicial latina.
  • Conservación de los grupos PL-, CL- y FL- iniciales.
  • Articulación de /ll/ donde el castellano pronuncia j.
  • Tendencia al apócope.
  • Vacilación en la diptongación de las vocales e y o.
  • Conservación de las consonantes sordas latinas entre vocales.
  • Desuso de la acentuación esdrújula.

3.4. Mozárabe

Tampoco los árabes pudieron imponer de manera radical su lengua a los sometidos, sino que practicaron una gran tolerancia, tanto lingüística como cultural y religiosa. En las zonas ocupadas por los musulmanes, el pueblo siguió hablando en romance, al que se incorporaron poco a poco palabras y evoluciones fonéticas procedentes de la lengua de los dominadores.
El romance hablado por los habitantes de Al-Ándalus, al que se incorporaron elementos árabes, se llama mozárabe. El mozárabe tiene características lingüísticas semejantes a las del resto de los romances peninsulares, si bien su rasgo principal es su carácter arcaizante, ya que no tuvo contacto con la evolución natural de la lengua en los reinos cristianos.
El mozárabe no se conservó, porque, con la reconquista, en los territorios donde se hablaba se impusieron los romances propios de cada uno de los reinos reconquistadores.
Conocemos este dialecto primitivo gracias a varios poemillas breves, llamados jarchas, que algunos poetas árabes introdujeron como estribillo en los poemas compuestos en su lengua. Las jarchas son las primeras manifestaciones literarias conservadas de los romances peninsulares.

Dialectos del Castellano

4. Dialectos Septentrionales y Meridionales

4.1. Los dialectos septentrionales

Se caracterizan por su tendencia conservadora y su estabilidad fonética. Están próximos al español estándar y se utilizan con bastante homogeneidad en la zona norte y centro peninsular.

Limitan al este con el catalán y al oeste con el gallego.

Rasgos más característicos:

  • Uso del laísmo, leísmo y loísmo.
  • Pronunciación de -d final de palabra como -z.
  • Empleo de la -s analógica en la segunda persona del singular.
  • Uso del infinitivo en el imperativo.
  • Enmudecimiento de la -d en la terminación -ado.

4.2. Los dialectos meridionales

Son las variedades lingüísticas que surgieron de la diferente asimilación del castellano en cada uno de los territorios de la mitad sur peninsular.

Estas variedades, nacidas en torno al s. XVI, proceden del castellano. Son dialectos en sentido estricto.

4.2.1. Andaluz

El castellano se extendió por Andalucía en el s. XIII y se generalizó a finales del s. XV al ser reconquistado el reino de Granada. Esta generalización tardía le confirió al andaluz algunos de los rasgos que le son característicos, entre ellos la abundancia de léxico procedente del árabe.

Entre los rasgos más sobresalientes:

  • Seseo.
  • Ceceo.
  • Yeísmo.
  • Articulación relajada de la -d- intervocálica.
  • Articulación relajada de la ch.
  • Confusión de la -r y -l en posición final de sílaba.
  • Articulación relajada de la -s en posición final.
  • Tendencia a la aspiración de la h- inicial.
  • Pérdida ocasional de la -r intervocálica.
  • Empleo casi exclusivo de ustedes como tratamiento para la segunda persona del plural.

Dentro del andaluz hay que diferenciar dos zonas: el área del seseo, que se extiende por el norte de Huelva y de Sevilla, mitad sur de Córdoba, etc. y el área del ceceo, que comprende la parte meridional de Andalucía, incluyendo el sur de Huelva y casi todo Sevilla.

También se distinguen la Andalucía Oriental donde no se produce aspiración de la h- inicial, frente a la Andalucía occidental donde sí.

4.2.2. Lenguas de tránsito
4.2.2.1. Extremeño

El castellano se introduce en Extremadura por caballeros leoneses y castellanos de manera que la zona de Cáceres comparte rasgos con el habla de León, sin embargo en Badajoz tiene mayor influencia el andaluz.

4.2.2.2. Murciano

El reino de Murcia se incorpora a Castilla durante el s. XIII y se instalan allí repobladores aragoneses y catalanes, pero cae bajo el dominio de Valencia que durará un siglo, así que el castellano que llega a Murcia se verá influenciado también por el valenciano y por el andaluz.

4.2.2.3. Canario

Se introduce el castellano en el s. XV, se relaciona con el andaluz. Características: aspiración de la h- inicial, aspiración de la -s al final de sílaba, yeísmo exagerado, seseo generalizado y pronunciación de la ch como y.