David Hume: Empirismo y Escepticismo
El Naturalismo de Hume
El empirismo, para Hume, significa naturalismo. No solo buscaba escribir sobre los límites y principios del entendimiento humano, sino elaborar una ciencia sistemática de la naturaleza humana, base para fundamentar las demás ciencias.
Hume entendía que cualquier conocimiento y forma de organización social dependen estrechamente del ser humano, al cual le atribuye principios y formas de pensar o actuar comunes a lo largo del tiempo. Estos principios constantes y universales eran el fundamento último de todo saber y toda ciencia. Ajustándose a ellos se podría aumentar el saber, aunque al mismo tiempo nos indican dónde están sus límites. Una vez traspasados estos límites, entramos en el ámbito de la metafísica (Hume no creía en la metafísica).
El enfoque empirista de Hume aludía a la experiencia registrada por la observación. No solo criticó las ideas de la metafísica, sino que dio un paso más al investigar cuáles eran los orígenes de tales ideas, sin las cuales no podríamos vivir.
Teoría del Conocimiento
Existen dos tipos de percepciones (todo aquello que pueda tener presente la mente): impresiones e ideas.
- Las impresiones son las percepciones que nos transmiten los sentidos al conocer objetos. Son inmediatas y vivaces (dolor al golpearse).
- Las ideas son copias de las impresiones en el pensamiento, ausente el objeto que creó la impresión. Son mediatas y más débiles que las impresiones (recuerdo del dolor).
Todas las ideas se originan en impresiones que siempre proceden de la experiencia. La impresión crea la idea, y Hume piensa que el mejor filósofo es el niño, ya que casi no emplea la razón.
Tanto las impresiones como las ideas pueden ser simples o complejas.
- Simples: blanco de la nieve y su recuerdo.
- Complejas: ciudad nevada (nieve, casas, gente, luces) y su recuerdo.
Puede haber ideas falsas, pero no impresiones falsas (montaña dorada). No podemos conocer más allá de nuestras impresiones; para saber si una idea representa algo, tenemos que encontrar la impresión desde la que se originó. Las ideas sin impresiones son ficciones, fantasías.
¿Cómo se relacionan las ideas?
Las ideas siguen un orden. La memoria conserva el momento de aparición y la posición de las ideas, y la imaginación las conserva de modo más libre. Existe una “fuerza suave” en la naturaleza humana que relaciona las ideas según tres principios:
- Semejanza
- Cercanía
- Causalidad
“Una pintura conduce, naturalmente, nuestros pensamientos al original. Cuando hablamos de la habitación de un edificio, naturalmente, introduce una pregunta acerca de las demás habitaciones, y si pensamos en una herida, difícilmente nos abstendremos de pensar en el dolor subsiguiente.”
¿Cuáles son los tipos de conocimiento?
- Relaciones de ideas: se corresponden con los juicios de las matemáticas (geometría, álgebra, aritmética) y no tienen relación con el mundo real. Un triángulo tiene 3 lados siempre, su verdad es a priori.
- Cuestiones/conocimiento de hecho: el conocimiento al cual llegamos tras la experiencia: mañana va a salir el sol. No da la misma certeza que las relaciones de ideas, ya que lo contrario de cualquier cuestión de hecho es posible (no saldrá el sol).
Consecuencias de la Teoría del Conocimiento de Hume
1. Aplicado a la idea de causa y al conocimiento de hechos:
A) Nuestro conocimiento de hechos queda limitado a las impresiones actuales (lo que vemos, oímos, etc.) y a nuestros recuerdos de impresiones pasadas. No puede haber conocimiento cierto del futuro porque no tenemos impresiones de lo que ocurrirá en el futuro. Según Hume, no hay razonamiento lógico capaz de vincular el pasado o el presente con el futuro. Sin embargo, continuamente hacemos predicciones sobre el futuro; tenemos el hábito de realizar con normalidad inferencias causales. Por tanto:
B) La idea de causa es la base de todas nuestras inferencias acerca de hechos de los que no tenemos impresión, y entendemos la conexión causal como una conexión necesaria entre causa y efecto. Ej.: hemos visto que el fuego calienta en muchas ocasiones, por lo que podemos predecir que si ponemos agua sobre el fuego, hervirá. Dicho efecto se seguirá necesariamente de su causa.
C) Sin embargo, nuestra experiencia no justifica el establecimiento de conexiones entre fenómenos: la idea de este establecimiento se basa en el número de veces que hemos visto que una causa se seguía de un mismo efecto, pero esto solo significa que en el pasado, después de un fenómeno, vino otro, no que siempre va a ser igual. Hume llama a estas relaciones “pruebas”, y constituyen evidencias sobre las que los seres humanos desarrollamos el sentido común.
D) No sabemos que una causa va a estar seguida de un efecto, solo lo creemos, por lo que nuestro pretendido conocimiento del futuro es solo una suposición, aunque el hábito y la costumbre nos hagan estar seguros de que tales efectos sucederán. El ser humano da mucha importancia a las repeticiones que observa y las destaca para afianzar un sentimiento de orden y seguridad ante los acontecimientos.
2. Aplicado a los límites de la inferencia causal:
Aunque nuestro conocimiento de hechos observados se base en creencias, esto resulta suficiente para vivir sin problemas, pero al científico le interesa saber hasta dónde puede llevar sus inferencias causales para obtener verdadero conocimiento sobre la realidad. Hume recurre a la costumbre para averiguar hasta dónde pueden llegar nuestras inferencias causales: “De unas impresiones podemos inferir otras, pero no podemos pasar de una impresión a otra cosa de la que nunca hemos tenido impresión.”
3. Aplicado a la existencia de una realidad exterior:
La creencia de cuerpos y objetos exteriores que existen de forma continua, más allá del tiempo en que recibimos impresiones de ellos, se debe a la imaginación, ya que creemos que estos existen incluso cuando dejamos de percibirlos. Ninguna discontinuidad puede producir la continuidad. El funcionamiento de la imaginación responde al hecho de que algunas impresiones se repiten regularmente, y aunque haya cambios, estos revelan una cierta coherencia y dependencia mutua, que es lo que la imaginación refuerza. Esta función proyectiva de la imaginación da como resultado la idea de una existencia continua de los objetos físicos más allá de nuestras percepciones y justifica la creencia en que nuestras percepciones discontinuas se conectan mediante el hábito con la idea de objetos exteriores en una realidad exterior. Por ende, creer que existe una realidad física distinta de nuestras impresiones no puede justificarse apelando a la idea de causa o a impresiones, por constantes que nos parezcan, sino a la imaginación.
4. Aplicado a la demostración de la existencia de Dios:
Al igual que Descartes, recurrió al principio de causalidad para demostrar que existe Dios, pero Hume consideró inválidos sus argumentos, ya que pretendían dar el salto de impresiones particulares a Dios. Para Hume es imposible averiguar si existe Dios; nuestras nociones de él son un misterio y constituyen el límite de nuestro conocimiento.
5. Aplicado a la noción de Yo e identidad personal:
Racionalistas y empiristas consideraban indudable la existencia de un yo pensante, cuya existencia resultaba evidente por intuición inmediata, pero Hume halla un punto débil en esta argumentación:
A) Si tuviésemos una impresión del yo, permanecería invariable y constante durante toda la vida, pues hablamos del yo como sustrato permanente de nuestras conductas y procesos mentales. Pero no existen impresiones constantes e invariables; todos experimentamos una evolución y cambios radicales, desordenados e inconstantes a lo largo de nuestra vida.
B) No existe un yo como sustancia distinta de nuestras impresiones e ideas. Aunque todos tenemos conciencia de identidad personal mantenida a lo largo del tiempo y a través de cambios, esto no es más que un efecto de la memoria, que nos permite recordar la conexión existente entre las múltiples impresiones pasadas y presentes.
C) La memoria adquiere un papel fundamental, hasta tal punto de que sin ella no sería viable ni nuestra idea de ser humano, ni la costumbre, el hábito o la imaginación, ni podríamos hablar del mundo externo ni de la causalidad.
Fenomenismo y Escepticismo
El empirismo radical de Hume lo llevó al fenomenismo y al escepticismo: las impresiones aisladas son el punto de partida absoluto de nuestro conocimiento, la única realidad incuestionable, y entre las impresiones no se establece más conexión que su continuidad.
- Es imposible encontrar un fundamento real a la conexión entre percepciones o impresiones: ni conocemos una realidad externa ni un sujeto con identidad personal: la realidad queda reducida a mera sucesión de fenómenos (lo que aparece o se muestra).
- El fenomenismo lleva a una actitud escéptica respecto a las capacidades de nuestro entendimiento: no podemos conocer más allá de las impresiones, ni establecer conexiones verdaderas y firmes entre ideas o fenómenos.
Fundamentos de la Moral: Emotivismo y Simpatia
Hume opinaba que el conocimiento intelectual no podía ser el fundamento de los juicios morales, porque la razón no siempre puede determinar o impedir nuestro comportamiento:
- El conocimiento de hechos o de relaciones entre ideas es útil para la vida, pero no impulsa por sí mismo a actuar.
- El conocimiento de los hechos simplemente nos informa de lo que sucede, no de lo que debe suceder o de su valoración moral.
- El único hecho del que tenemos impresión clara es del sentimiento interior de aprobación o reprobación que ciertas conductas provocan en nosotros, pero tenemos impresión de su justificación o fundamento racional.
- A la capacidad de dejarnos impresionar por lo que sucede a otros seres humanos, Hume le llama simpatía. La simpatía es la noción indispensable para la existencia en sociedad y para la conducta moral.
El Sentimiento, Único Fundamento para los Juicios Morales
Solo el sentimiento es capaz de explicar por qué actuamos como lo hacemos y hace comprensibles nuestras decisiones. Ante ciertas acciones, sentimos aprobación o reprobación espontáneamente. El sentimiento que sirve de base a la moral no está producido por objetos o acciones, sino que forma parte de la forma de ser de los humanos. La valoración moral surge del juicio por el cual interpretamos una acción como resultado de la intención de alguien y nos ponemos en situación de imitarla, comprobando así que nuestro carácter nos induce a considerarla virtuosa o deplorable.
Hume cree que cualquier persona puede ponerse en el lugar de otra y coincidir en su valoración moral con la de otro hombre. Existen virtudes y deberes naturales que podemos considerar universales porque persiguen la consecución de valores universales.
- Deberes naturales: acciones a las que nos sentimos impulsados por nuestro instinto: gratitud, compasión, protección de los hijos…
- Deberes producto de la reflexión: tienen por finalidad conseguir la felicidad de los demás: justicia.
Tras estos fundamentos de la moral se latía un profundo optimismo, claramente ilustrado, en las inclinaciones naturales del ser humano. El deber moral depende estrechamente de aceptar lo que somos, pero no se limita simplemente a seguir nuestras inclinaciones naturales; surge, sobre todo, desde el compromiso con una forma de vida que consideramos ideal y concretamos en una ley o norma moral.
Negación del Deismo y de la Religión Natural
Hume niega que exista una naturaleza humana; solo son un complejo de impulsos, instintos y pasiones, ordenados y fijados de cierta manera por unos principios cuya naturaleza en sí misma es inexplicable.
- A la religión no se le puede encontrar ni fundamento ni explicación racional. Surge de los sentimientos, y son el temor, la ignorancia y el miedo a lo desconocido lo que la alimenta.
- Las creencias y los principios religiosos no son más que “sueños de hombres enfermos”.
- No existe una respuesta tajante y categórica al problema de la religión: constituye un enigma, un misterio. El escepticismo y la incapacidad de ir más allá de lo que él considera límites naturales del conocimiento humano.