Karl Marx: Alienación, Influencias y Contexto Histórico
Contextualización
La vida de Karl Marx (1818-1883) transcurrió en paralelo a la consolidación de la Revolución Industrial, un período marcado por el ascenso de la burguesía en busca de poder económico y político. En Alemania, la represión monárquica y la censura se agudizaron ante el auge de las ideas liberales. El liberalismo burgués defendía la propiedad privada y un Estado no intervencionista en la economía, mientras que la burguesía capitalista impulsaba una política colonial para expandir sus mercados. Marx cuestionó este sistema, denunciando la pobreza de la clase asalariada y la explotación colonial.
Culturalmente, el liberalismo y el nacionalismo se nutrieron de la importancia de la libertad propia del Romanticismo, movimiento que influyó en diversas artes. El Realismo y el Naturalismo reflejaron las problemáticas sociales de la época. Filosóficamente, el marxismo se nutrió de la economía política inglesa, la filosofía idealista alemana y el socialismo utópico francés. Marx mantuvo un diálogo crítico con autores como Hegel, Rousseau, Adam Smith e incluso Epicuro.
Influencia del Idealismo Hegeliano
El idealismo hegeliano, aunque opuesto al materialismo histórico de Marx, influyó en su pensamiento a través de conceptos como la alienación y la dialéctica. La izquierda hegeliana, con Feuerbach como figura destacada, criticó a Hegel argumentando que el ser humano no se define como espíritu. Marx coincidió con Feuerbach en la crítica a la religión como forma de alienación, pero la consideró secundaria frente a la alienación económica. Marx también conoció las ideas socialistas de Saint-Simon y Fourier, a las que criticó por su carácter utópico, y el anarquismo de Bakunin y Proudhon, con quienes tuvo discrepancias en la Primera Internacional.
En cuanto a la economía política, Marx criticó a Adam Smith y David Ricardo por no considerar las relaciones entre trabajador y producción, argumentando que el capital y la propiedad privada no debían ser divinizados.
Relación con Otros Autores
Feuerbach
El materialismo de Feuerbach invierte el idealismo hegeliano, afirmando que lo divino es un reflejo de la realidad material. Para Feuerbach, el punto de partida es el hombre material, no el espíritu. Marx, también materialista, se remonta a Demócrito y Epicuro.
Marx critica a Feuerbach por considerar al hombre pasivo ante la realidad, argumentando que este es capaz de transformarla. El materialismo de Marx deriva en ateísmo, característica que comparte con Nietzsche. Feuerbach plantea la alienación religiosa, donde Dios es una proyección de la esencia humana, alienando al hombre al renunciar a su propia esencia. Marx coincide con la crítica a la religión, pero considera que su superación requiere una transformación material, no solo intelectual.
Hegel
Para Hegel, el Espíritu es el motor de la historia, reflejándose en la cultura de cada época. Marx, en cambio, afirma que las relaciones de producción y la superestructura son generadas y transformadas por las fuerzas productivas.
Hegel vincula el Derecho y el Estado a la evolución del Espíritu, mientras que Marx los relaciona con las condiciones materiales de vida, cuya esencia se encuentra en la economía política. La dialéctica hegeliana, un proceso de tesis, antítesis y síntesis, tiene como sujeto al Espíritu. Marx adopta la dialéctica, pero su sujeto es la humanidad, eliminando la interpretación religiosa.
La alienación en Hegel es el segundo momento de la dialéctica, donde la Idea se convierte en Naturaleza. Marx retoma el concepto, liberándolo de connotaciones teológicas, y lo aplica a la clase oprimida en el sistema capitalista. La alienación en Marx es la explotación del hombre por el hombre, causada por la propiedad privada de los medios de producción.
¿En qué Consiste la Alienación del Trabajo?
La alienación, según Hegel, es el proceso por el cual la Idea se convierte en Naturaleza. Feuerbach la aplica a la religión, considerándola una alienación de la esencia humana. Marx extiende la alienación a todas las esferas de la actividad humana, especialmente a la producción.
El trabajo es la actividad esencial del ser humano, que lo distingue de los animales. Producir implica transformar la naturaleza, expresando la humanidad del individuo. En la sociedad industrial, el trabajador no controla el producto de su trabajo, que se convierte en algo ajeno a él. El trabajo se convierte en una actividad alienada y alienante, ya que el trabajador no ejerce control sobre lo que produce, siendo despojado de ello.
La alienación económica surge cuando el trabajo se convierte en una mercancía, cosificando al trabajador. El capitalista se apropia del producto y de la actividad del trabajador, enriqueciéndose a costa de su alienación. El objeto producido se vuelve contra su creador, aumentando el poder del capitalista sobre el proletario.
Las relaciones humanas se vuelven competitivas, reemplazando el amor y la confianza por el intercambio mercantil. La humanidad se divide en clases, que no reconocen su común naturaleza. La explotación del trabajador es doble: el capitalista se apropia de la plusvalía y lo considera un apéndice de la maquinaria. El trabajador pierde autonomía y satisfacción en el trabajo.
Además de la alienación económica, existen otras formas de alienación: social (división en clases), política (división entre sociedad civil y Estado) e ideológica (religiosa y filosófica). Estas buscan justificar la miseria y crear una falsa conciencia.
La alienación ideológica es la última fase, donde el trabajador considera legítima la apropiación de la plusvalía por el capitalista. La ideología es una falsa conciencia que naturaliza las condiciones de vida de los explotados, presentando la explotación como algo natural e inevitable.
Análisis de la Mercancía y el Concepto de Plusvalía
Marx analiza el modo de producción burgués en El Capital, criticando la economía política y el capitalismo como sistema de explotación. Para ello, se basa en los análisis de economistas clásicos como David Ricardo, Adam Smith y Say.
Marx define la mercancía como un producto intercambiable en el mercado, con un valor de uso (satisfacción de una necesidad) y un valor de cambio (proporción en que se intercambia por otra mercancía o dinero). El valor de cambio expresa una relación cuantitativa entre mercancías, que implica un valor intrínseco. El valor de una mercancía se basa en el trabajo incorporado en ella, expresado en el tiempo de trabajo socialmente necesario para producirla.
Marx distingue entre valor y precio, siendo el primero la esencia y el segundo el fenómeno. El valor se funda en el trabajo, no en el precio. También diferencia entre trabajo y fuerza de trabajo, siendo esta última el conjunto de facultades del trabajador que se ponen en movimiento al producir. El salario es el precio de la fuerza de trabajo.
La fuerza de trabajo crea un valor mayor que su propio valor, generando un excedente llamado plusvalía, que es la ganancia del capitalista. La plusvalía se origina en la producción, no en el mercado. La tasa de plusvalía puede aumentar alargando la jornada laboral (plusvalía absoluta) o disminuyendo el tiempo de trabajo necesario mediante el aumento de la productividad (plusvalía relativa).
Influencias del Socialismo Utópico, la Izquierda Hegeliana y la Economía Política
El marxismo se nutre de tres fuentes intelectuales:
- La filosofía idealista alemana, especialmente Hegel y Feuerbach. Marx critica el idealismo hegeliano, pero adopta la dialéctica como principio motor. La izquierda hegeliana, con Strauss y Feuerbach, criticó el cristianismo. Feuerbach descubre la alienación religiosa, pero Marx la considera un reflejo de la alienación económica. Marx se opone a las filosofías especulativas, defendiendo la unión de teoría y praxis, con primacía de la praxis.
- La economía política inglesa, con Adam Smith y David Ricardo. Marx critica a estos autores en El Capital, creando un nuevo sistema económico que defiende a la clase obrera.
- El socialismo francés, con Proudhon, Fourier y Saint-Simon. Marx critica este socialismo”utópic” por basarse en postulados morales, oponiéndole su”socialismo científic” basado en el análisis de la historia.
El Nacimiento de las Ciencias Sociales
La Revolución Industrial impulsó la investigación científica y la experimentación técnica. El éxito de las matemáticas y la física inspiró a otras disciplinas, como la psicología y la sociología, que buscaban un conocimiento riguroso del ser humano y la sociedad.
El positivismo de Comte proponía una nueva ciencia, la sociología, y una filosofía”positiv” basada en los hechos y el método científico. Comte creía en el orden y el progreso, depositando su confianza en la ciencia natural. Para Comte, la humanidad había pasado por dos estadios (religioso y metafísico) y se encontraba en el estadio científico-positivo. Marx también creía en una interpretación científica de la historia, con leyes y regularidades.
Revolución Industrial y Movimiento Obrero
El marxismo surge en el apogeo del capitalismo industrial de libre competencia (1830-1870). La Revolución Industrial se extendió por Europa y Estados Unidos, consolidando el capitalismo a escala mundial. La burguesía industrial se convirtió en la clase dominante, mientras que la proletarización generó una nueva clase obrera explotada.
El capitalismo generaba riqueza para la burguesía y miseria para los trabajadores. La clase obrera se organizó en un movimiento obrero, apoyado por intelectuales radicales que criticaban el capitalismo. El socialismo científico de Marx y Engels buscaba una respuesta al problema social generado por la Revolución Industrial. Marx y Engels, intelectuales burgueses comprometidos con la clase obrera, vincularon su vida y obra a las luchas del movimiento obrero.
El Materialismo Histórico
El materialismo histórico es una teoría científica sobre la historia y la sociedad. Marx pretendía ser el Galileo del mundo histórico-social, creando una nueva ciencia de la historia.
Marx critica la filosofía idealista de la historia de Hegel, afirmando que la producción material, no las ideas, dirige la historia. Lo importante es la vida material, la producción y sus instrumentos.
La historia humana es una sucesión dialéctica de modos de producción: asiático, antiguo, feudal y capitalista. Un modo de producción es la forma que adopta la producción en una época determinada, comprendiendo la infraestructura económica (base material) y la superestructura (estructura ideológica).
La infraestructura económica se compone de las fuerzas productivas (medios de producción y productores) y las relaciones de producción (entre propietarios y productores). Las relaciones de producción son de explotadores-explotados en las sociedades clasistas.
La superestructura se compone de la estructura jurídico-política (Estado, Derecho) y la estructura ideológica (arte, religión, filosofía, moral). El materialismo histórico afirma que la infraestructura económica determina la superestructura ideológica. El ser social determina la conciencia.
El motor del cambio histórico es la contradicción entre fuerzas productivas y relaciones de producción. Las fuerzas productivas avanzan más rápido, generando una revolución social que da paso a una nueva formación social.
La contradicción entre fuerzas productivas y relaciones de producción se manifiesta como lucha de clases. Marx vincula las clases a las fases históricas de la producción. Las clases son grupos sociales antagónicos definidos por su lugar en la producción y la propiedad de los medios de producción.
La superestructura se compone de dos niveles:
- La estructura jurídico-política: el Estado es un instrumento de dominación de la clase dominante para mantener sus intereses. Marx critica la visión hegeliana del Estado como encarnación de la razón, considerándolo una expresión de la dominación de clase.
- La estructura ideológica: las ideologías expresan los intereses de la clase dominante como valores universales. La economía política clásica es una ideología que justifica el capitalismo.