Contexto de la Posguerra
Tras la Guerra Civil, el teatro español se enfrentó a limitaciones políticas, sociales y culturales, incluyendo el exilio de autores como Rafael Alberti y Federico García Lorca, y la censura. La influencia comercial favoreció obras conservadoras, alejadas de las tendencias europeas. A pesar de ello, algunos dramaturgos buscaron reflejar las preocupaciones de la época y explorar nuevas formas de expresión, aunque la prioridad de la audiencia burguesa era el entretenimiento y la evasión.
Años 40: Teatro de Evasión
En la década de 1940, predominó un teatro dirigido a entretener al público burgués que buscaba evadirse de la tragedia reciente a través de la risa. Las nuevas creaciones presentaban las costumbres y problemas de la clase media, con un ligero tono crítico y humorístico.
Alejandro Casona
Alejandro Casona, exiliado en Hispanoamérica, destacó por su estilo poético y didáctico, combinando elementos sobrenaturales con los tradicionales, y planteando un conflicto entre realidad y fantasía, como en “La dama del alba”.
Años 50: Teatro Existencial y Social
En los años 50, nuevos dramaturgos abordaron problemas reales, alejándose del teatro de evasión, aunque la censura y el interés económico dificultaban su llegada a los escenarios principales.
Antonio Buero Vallejo
Antonio Buero Vallejo destacó en este período, inaugurando el teatro existencial con obras como “Historia de una escalera”, centradas en la defensa de la dignidad humana y con esperanza en el futuro, como en “En la ardiente oscuridad” y “La Fundación”.
Alfonso Sastre
Alfonso Sastre, creador del Teatro de Agitación Social y del Grupo de Teatro Realista, priorizó el tema, la protesta y la denuncia sobre la forma de la obra, recogiendo influencias del teatro épico de Brecht y el esperpento valleinclanesco en obras como “Escuadra hacia la muerte”.
Años 60: Teatro de Denuncia y Experimentación
En los años 60, autores como Lauro Olmo y José María Rodríguez Méndez continuaron con el enfoque realista y social, utilizando un lenguaje directo y provocativo en obras como “La camisa” y “El círculo de tiza de Cartagena”, abordando temas de denuncia social y explotación humana. Antonio Gala, con obras como “Anillos para una dama”, se situó entre este tipo de teatro y el comercial representado por autores como Alfonso Paso o Ana Diosdado.
Desde finales de los años sesenta, la censura se volvió más permisiva, lo que permitió la creación de obras más innovadoras en cuanto a temas y técnicas escenográficas.
Fernando Arrabal
Destaca la obra de Fernando Arrabal, quien creó el teatro pánico, combinando estilos como el esperpento de Valle-Inclán, el surrealismo, el teatro de la crueldad y el teatro del absurdo para mostrar lo absurdo e ilógico del mundo en obras como “Pic-nic”, “El triciclo” y “El cementerio de automóviles”.
Francisco Nieva y José Ruibal
Francisco Nieva, con “El combate de Ópalos”, y José Ruibal, con “El hombre y la mosca”, expresaron la imposibilidad del desarrollo humano debido a la represión social y espiritual. En esta época, surgieron tendencias experimentalistas que criticaban la sociedad pero enfrentaban dificultades para ser representadas debido a la censura y la falta de interés del público. Estas obras consideraban al teatro como un espectáculo completo, dando importancia a elementos como la luz, el sonido y la decoración del escenario, eliminando la separación entre el escenario y los espectadores.
Grupos Independientes
Grupos independientes, influenciados por las vanguardias europeas, como Els Comediants, Els Joglars, La Fura dels Baus, Dagoll Dagom, Teatre Lliure y el TEU de Murcia, emergieron en este contexto y continuaron activos hasta la actualidad con apoyo institucional.
Teatro Comercial
Se distinguen dos tendencias: la comedia burguesa o alta comedia, que trataba problemas de la burguesía urbana (matrimonio, trabajo, autoridad y religión), y que alcanzó un gran éxito de público; y el teatro humorístico e innovador, que buscaba una renovación del lenguaje dramático, del humor y de lo inverosímil. En la comedia burguesa destacan José María Pemán, con El divino impaciente, y Joaquín Calvo Sotelo con La muralla. En el teatro humorístico destacan Enrique Jardiel Poncela con obras como Eloísa está debajo de un almendro y Los ladrones somos gente honrada, y Miguel Mihura con Tres sombreros de copa y Ninette y un señor de Murcia.
Autores Relevantes
Otros autores que realizaron aportaciones valiosas a la escena española y que prosiguieron su trabajo después de 1975 fueron: Fernando Fernán Gómez con Las bicicletas son para el verano, Sanchís Sinisterra con ¡Ay, Carmela!, José Luis Alonso de Santos con La estanquera de Vallecas, Ignacio Amestoy con Ederra, y Adolfo Marsillach con Yo me bajo en la próxima, ¿y usted?.
Después de la Dictadura
Tras la dictadura y la desaparición de la censura, el teatro recibió apoyo gubernamental. Volvieron a representarse obras de autores previamente prohibidos, como García Lorca y Valle-Inclán. Surgieron grupos de teatro independientes y el teatro callejero se popularizó. Hoy día el teatro compite con múltiples espectáculos, destacando la popularidad de los musicales y obras teatrales diversas para todo tipo de público.