Características del Siglo de Oro
La literatura del siglo XVIII no es solo neoclásica, sino que predominó también la corriente posbarroca.
Buen gusto: la facultad de aceptar lo bello y rechazar lo feo, además de separar lo verosímil de lo inverosímil. La imitación de los modelos clásicos (tanto grecolatinos como españoles) y la imposición de reglas era la mejor manera de alcanzarlo.
- Predominio de la razón: disposición del arte a los postulados de la Ilustración, y se diversifica la creación literaria con elementos filosóficos, científicos o históricos. La aparición de academias, preceptivas, diccionarios y gramáticas es también un intento de racionalizar el saber en general y la lengua y la literatura en particular.
- Carácter moralizador: es un rasgo propio de los ilustrados, que pretenden educar al pueblo en los nuevos valores éticos, estéticos y científicos, por lo que estos contenidos se insertan no solo en las obras académicas y pedagógicas, sino también en las obras literarias.
- Utilidad: del carácter pragmático de los ilustrados nace esta característica, que supedita la belleza formal a la finalidad de las obras literarias, que no es otra que lograr la felicidad y mejorar el estado de la sociedad de su época. Lo podemos ver en la amplia difusión del género ensayístico y en el nacimiento de la prensa escrita.
La Lengua Literaria
El español moderno se forja en este siglo y a ello contribuye en gran medida la creación de la Real Academia Española, que ha hecho de la lengua un elemento de comunicación apto no solo para la literatura, sino para la ciencia y cualquier otra disciplina.
En la lengua del siglo XVIII priman la sencillez, la claridad y la facilidad de comunicación, favoreciendo una literatura de reflexión, de tipo ensayístico, más que de creación ficcional. Los nuevos ideales se basan en la razón, el buen gusto, la verosimilitud y la pureza de dicción. Garcilaso es el ejemplo más representativo de clásico al que imitar; por el contrario, Góngora es el paradigma del estilo oscuro y artificioso del que hay que huir.
El Ensayo
El ensayo, con la creación de una prosa clara y precisa, fue un eficaz instrumento para difundir las ideas ilustradas. Su estilo expositivo, en el que se ha eliminado todo lo superfluo para una mayor claridad, lo convierte en el género dieciochesco por excelencia. El ilustrado desea participar como ciudadano en la proposición de soluciones útiles para la sociedad.
Características del Ensayo
- No encaja ni en los géneros literarios ni en la didáctica tradicionales.
- Gran variedad de temas: cotidianos, filosóficos, morales, políticos o religiosos.
- Evita conclusiones definitivas.
- Presenta un espíritu escéptico y está fuera del contexto académico.
- Las formas más utilizadas son los diálogos.
Autores
- Feijoo: gran representante del ensayo. Teatro crítico universal, obra que con humor e ironía arremete contra los prejuicios y supersticiones de la sociedad de la época. Cartas eruditas y curiosas aborda los mismos temas como si se tratara de correspondencia real.
- Cadalso: Cartas marruecas, con un mínimo armazón narrativo: las cartas que se intercambian dos marroquíes. Es una obra de carácter fragmentario donde se mezclan el informe de un viaje, el diálogo pedagógico o las reflexiones sobre la historia de España (historia narrativa). Importa más la crítica de las costumbres que la narración, vista desde el punto de vista de los extranjeros.
- Jovellanos: Informe sobre la ley agraria, que plantea los defectos e insuficiencias de España y propone reformas en educación como solución a los problemas nacionales.
El Teatro
Durante la primera mitad del siglo XVIII, el teatro imita los modelos del siglo anterior. Por un lado, estaban los partidarios del teatro barroco, que defendían la libertad absoluta del creador y rechazaban las reglas de esta poética. Los clasicistas se inclinaban por acatar los dictados preceptistas. Se cultivaron diversas fórmulas:
- El teatro barroquizante: obras dramáticas y representaciones teatrales del siglo XVIII hasta 1750 estuvieron marcadas por los modelos del teatro barroco y, sobre todo, por la figura de Calderón de la Barca. Dos autores serán representativos en esta tendencia imitativa: Antonio de Zamora con su obra “No hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague” y José Cañizares.
- Renovación teatral: los hombres de la Ilustración tomaron como valores supremos la razón, la moral pública y el orden social, y buscaron el equilibrio de enseñar deleitando. Para ello, el teatro era un mecanismo ideal para inculcar sus ideas reformistas, pero antes debían separar claramente los géneros tragedia y comedia y respetar la regla de las tres unidades (lugar, tiempo, acción).
- Comedia neoclásica: es una comedia de costumbres burguesas con una discreta sátira social y abundantes toques sentimentales que busca la verosimilitud y el didactismo. Alcanzará el éxito gracias a Leandro Fernández de Moratín. Otros autores reseñables son Nicolás Fernández de Moratín y Tomás de Iriarte.
Leandro Fernández de Moratín
El teatro de Moratín es el representante genuino del teatro neoclásico. En sus comedias refleja los problemas de la clase media burguesa con buen gusto y mesura. La comedia moratiniana nace de una combinación de las comedias neoclásicas de costumbres y sentimentales, en las que se plasma, con toques de sensibilidad, una crítica a ciertos comportamientos sociales como la hipocresía.
Sus cinco obras teatrales pueden ser clasificadas por su temática en dos grupos: acuerdos matrimoniales, como El sí de las niñas, y la crítica de los usos teatrales. La comedia nueva está dividida en dos actos en prosa y se ciñe a las reglas de unidad neoclásicas: todo ocurre en un café aledaño a un teatro donde se va a representar una comedia heroica. El sí de las niñas es considerada la culminación de la producción dramática de Moratín. Toda la obra transcurre en una posada de la ciudad de Alcalá de Henares, a lo largo de diez horas, y la acción se centra casi exclusivamente en la concertación de la boda de Francisca. La obra trata de la falsedad de los matrimonios concertados sin la voluntad de los que se van a casar.