Generación del 98, Modernismo y Vanguardias: Un recorrido por la literatura española

La Generación del 98: Definición y Características

Introducción

La crisis de fin de siglo en España dio lugar a dos movimientos: el Modernismo y la Generación del 98. Mientras algunos críticos estiman que esa diferenciación es innecesaria, otros entienden que, aunque ambos pertenecen a una misma generación histórica, el Modernismo se asocia con la preocupación estética y el refinamiento artístico, mientras que la Generación del 98 se decanta por una orientación más intelectual y filosófica, precursora del existencialismo.

Definición

Se dice que Azorín bautizó de ese modo, en una serie de artículos para el ABC, a un grupo de escritores que habían empezado a publicar hacia finales de siglo. Contemporáneos de los modernistas, compartían con estos una misma actitud de protesta contra la sociedad y contra el estado de la literatura, pero sus preocupaciones eran otras, tanto en su temática como en su escritura. Parece ser que el verdadero “inventor” de ese nombre fue el político Gabriel Maura y que Azorín se limitó a popularizarlo.

Como hechos que permiten hablar de generación literaria, merecen destacarse:

  • La escasa diferencia de edad (todos nacieron entre 1864 –Unamuno– y 1875 –Machado-).
  • Las relaciones personales entre ellos (frecuentaban los mismos ambientes y tertulias e incluso Azorín, Baroja y Maeztu formaron el grupo “de Los Tres”; algunos compartieron posturas revolucionarias en su juventud), si bien la trayectoria de unos y otros llegó a ser muy diferente.

El desastre del 98 es el acontecimiento generacional que los une y da nombre al grupo. Además, entre sus precursores cabe citar a los regeneracionistas, como Joaquín Costa, preocupados por sacar a España de la decadencia en que se encontraba, y a Ángel Ganivet. Como “director espiritual” situaríamos al propio Unamuno, que lidera el grupo sin pretenderlo.

En cuanto a su estilo, tienen en común el deseo de ruptura con el realismo anterior, además de la sobriedad, la naturalidad, el gusto por la descripción de paisajes.

Aunque no hay acuerdo en la lista de escritores que pertenecen a esta generación, discutida por muchos, los nombres más relevantes son Miguel de Unamuno, Pío Baroja, Azorín, Ramiro de Maeztu, Antonio Machado y Valle-Inclán.

Características de la Generación del 98

  • Su preocupación por el problema de España: Coincidiendo con el desastre del 98, se había extendido por todo el país una sensación generalizada de crisis y decadencia. Sin embargo, frente a los problemas económicos y sociales concretos, los autores del 98 buscaron en general respuestas abstractas y filosóficas, y la esencia de lo español en el idioma, en la tradición, en la literatura medieval, en las vidas de las gentes sin historia o en el paisaje castellano.
  • Las preocupaciones filosóficas: Cuestiones como el sentido de la existencia o el destino del hombre son fundamentales en muchas de sus obras. En estos temas se aprecia la influencia de Schopenhauer, Nietzsche y Kierkegaard.
  • La literatura se convierte en tema de sus obras: Y a menudo vuelven la mirada a los autores medievales (Berceo, Rojas…) y también, por supuesto, a Cervantes.
  • La historia de gente anónima: Gente que trabaja y lucha cada día sin alcanzar ninguna notoriedad. Es lo que Unamuno llamó la “intrahistoria”.

En lo que respecta al estilo, los rasgos comunes son:

  • Un intenso subjetivismo, puesto que la realidad no se percibe tal como es, sino a través de las sensaciones del autor. Hay una fusión entre el paisaje y el alma del autor, de modo que a menudo la descripción del primero supone la manifestación de profundas emociones y sentimientos.
  • Voluntad de renovación en todos los géneros literarios: el ensayo experimenta un gran auge por ser un cauce idóneo para sus preocupaciones patrióticas y existenciales. Por otra parte, desarrollan nuevas estructuras y técnicas narrativas, rechazando el realismo plano pero también el exceso de retórica, buscando la naturalidad y la precisión léxica.
  • Manifestaron un profundo interés por nuestro idioma.

El Modernismo: Definición y Características

En su origen, el término “modernista”, que nació para referirse a una corriente heterodoxa de renovación religiosa, fue usado con un matiz despectivo, en boca de los enemigos de las novedades a las que se asociaba. Sin embargo, hacia 1890, y sobre todo en el ámbito de las letras hispanoamericanas, Rubén Darío y otros asumen con orgullo esta denominación que, paulatinamente, acabará por bautizar un movimiento artístico caracterizado por su afán renovador, por su ansia de belleza y por su rechazo a las tendencias vigentes a finales del siglo XIX.

Efectivamente, el Modernismo es un movimiento renovador que, aunque generalmente se restringe al ámbito artístico, busca un cambio ideológico, político y social. Tiene sus orígenes en Hispanoamérica, hacia 1880, y llegó a España gracias a Rubén Darío, su principal representante, aunque los mejores poetas españoles mostraron rasgos singulares.

La nueva estética recoge elementos de otras corrientes literarias:

  • El Parnasianismo: Defienden los parnasianos “el arte por el arte”, es decir, el culto absoluto a la perfección formal. Depuran y seleccionan el léxico para escapar de toda fealdad o vulgaridad, y utilizan un lenguaje de gran plasticidad y cromatismo.
  • El Simbolismo: Basándose en la poesía de Baudelaire, Mallarmé o Verlaine, los simbolistas creen en la correspondencia entre las percepciones sensoriales y la vida espiritual, y consideran que la labor del poeta consiste en descifrar esos paralelismos ocultos. Quieren dotar a las palabras de un fuerte valor emotivo y, para ello, buscan el matiz, la sugerencia. El poeta se sirve para lograrlo de instrumentos como la sinestesia y el símbolo.
  • El Decadentismo: Sus seguidores reivindican el encanto de lo malsano, lo prohibido, lo escandaloso, lo ruinoso… Los modernistas también sentirán atracción por lo raro, lo singular.

Características

La Renovación Temática

Los modernistas recogieron un rico caudal que va de lo clásico a lo moderno, de lo medieval a lo romántico, sin que nada permaneciera ajeno a su sensibilidad, insistiendo en una serie de temas relacionados con su concepción del mundo:

  • La búsqueda de la belleza: Único medio de huir de la realidad cotidiana y mostrar su desacuerdo con ella, es el principal motivo artístico. Se manifiesta sobre todo en las evocaciones históricas y legendarias (evasión en el tiempo y en el espacio): el mundo oriental, la Edad Media, la mitología griega, el Renacimiento italiano, la América precolombina, etc. En estas evocaciones de tiempos pasados y ambientes exóticos y refinados abundan los motivos coloristas: ninfas y dioses, jardines, palacios y castillos, cisnes –símbolo de belleza-, princesas, salones cortesanos, fiestas galantes, etc.
  • En relación con lo anterior está el cosmopolitismo: París, ciudad cosmopolita por excelencia, símbolo de lo exquisito y aristocrático, se convierte en el centro del mundo modernista. Y, paradójicamente, otro de sus temas es lo indígena, lo autóctono: se valoran las culturas precolombinas de los pueblos hispanoamericanos, se expresa un sentimiento de nostalgia por un pasado legendario y se utilizan mitos guerreros como Caupolicán o el Cid.
  • La utilización del símbolo y el mito: Más que un tema, el símbolo constituye una manera de entender la creación poética. Los escritores modernistas utilizan símbolos para crear sensaciones y evocar lo inefable, lo que no puede expresarse por procedimientos racionales. Entre los símbolos preferidos por el Modernismo destacan el color azul y el cisne, que puede tener distintos significados: representa la belleza, la pureza, la elegancia, la aspiración ideal, lo aristocrático; es también el poeta, el encanto mágico, la gracia y el misterio. También recurren a mitos clásicos como fuente de inspiración: Venus, Adonis, Orfeo…
  • Lo oculto o religioso: Se recogen elementos del Budismo, el Cristianismo, y la filosofía y religión griegas. Como Pitágoras, se cree en el ritmo y la armonía universales. Al modernista le atraen el misterio, lo espiritual.
  • El amor y el erotismo: En unos casos se sublima el sentimiento amoroso y, en otros, se resaltan los aspectos más sensuales.

Las Vanguardias: Definición y Rasgos Comunes

Con el nombre de vanguardias se designa una serie de movimientos artísticos que se desarrollan en Europa durante el primer tercio del siglo XX. El término surge en Francia durante los años de la Primera Guerra Mundial [1914-1918]. Su origen está precisamente en el vocablo francés avant-garde, término de origen militar y político, que venía a reflejar el espíritu de lucha, de combate y de confrontación que el nuevo arte del siglo reivindicaba frente al llamado arte decimonónico o académico.

De hecho, el propósito común que anima a todos los movimientos vanguardistas es el de renovar radicalmente el arte y la literatura anteriores, abriendo nuevos caminos y creando nuevas formas estéticas. Desde el principio, el arte vanguardista adquiere una impronta provocadora contra lo antiguo, lo naturalista o lo que se relacionara con el arte burgués. Las primeras manifestaciones de estos vanguardismos están repletas de actos y gestos de impacto social, como expresión de un profundo rechazo a la llamada cultura burguesa.

Los llamados ismos se sucederán en el periodo de mayor intensidad social e ideológica del siglo XX, el de entreguerras: despuntan inmediatamente antes o durante la Primera Guerra, llegan a su apogeo en la década de los años 20, entran en crisis a partir de 1929 y desaparecen en la década de los 30. En su enfrentamiento con el mundo burgués, unos derivarán hacia posturas fascistas, como el futurismo de Marinetti; otros volcarán su rebeldía en el movimiento izquierdista, como el surrealismo francés y su apuesta por la revolución comunista.

Los ismos no forman un sistema coherente y cerrado; son muy diversos y, a veces, una vanguardia se enfrenta a la anterior. Sin embargo, podemos señalar algunos rasgos comunes a todos ellos:

  • Su carácter de ruptura y revolución artística contra el arte del pasado, en especial contra el realismo. Pero también reaccionan contra la sensibilidad romántica y hacen gala, como los novecentistas, de un marcado antisentimentalismo.
  • Es innegable su pretensión de originalidad y novedad absolutas, su rechazo de normas y tradiciones y, en consecuencia, la búsqueda y experimentación constante de nuevas técnicas expresivas, a menudo por la vía de la provocación. Los vanguardistas desprecian al gran público y a la burguesía, a la que buscan escandalizar con sus actitudes insolentes y agresivas. De lo anterior se deriva un alejamiento del gran público: el arte vanguardista es un arte para minorías.
  • Un rasgo común es su escasa duración: exceptuando el expresionismo y el surrealismo, los movimientos se siguen unos a otros en intervalos de pocos años y duran poco en el panorama artístico.
  • La conciencia de grupo se expresa a través de los respectivos manifiestos con los que se dan a conocer y que, además de impugnar la tradición cultural, dejan traslucir frecuentemente la idea de que la revolución estética forma parte de un cambio más profundo, de carácter moral y social.

Los vanguardismos más importantes fueron futurismo, cubismo, expresionismo, dadaísmo y surrealismo.

La Generación del 27: Definición, Características Generales y Evolución

Definición

Con el nombre de Generación o Grupo Poético del 27 se denomina a una serie de poetas que, asimilando la rica tradición literaria española e influidos por las nuevas corrientes de vanguardia, llegó a ser la más brillante promoción de la literatura española del siglo XX. El nombre surge a raíz de su participación en el tercer centenario de la muerte de Góngora, en el Ateneo de Sevilla, conmemoración que supuso el definitivo descubrimiento de la literatura barroca, que había ensalzado la libertad de la imaginación y la supremacía de la metáfora.

El grupo está formado por escritores que publican sus obras más representativas entre 1920 y 1935, y que se reúnen en torno a la Residencia de Estudiantes de Madrid y al Centro de Estudios Históricos.

Tradicionalmente se han incluido en la nómina del 27 los poetas Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Vicente Aleixandre, Luis Cernuda, Dámaso Alonso, Rafael Alberti, Federico García Lorca, Manuel Altolaguirre y Emilio Prados. Pero hemos de mencionar también, entre otras escritoras vinculadas a la generación, a las poetas Concha Méndez, Carmen Conde o Ernestina Champourcín. Las conocidas como Las Sin Sombrero, por un acto de irreverencia que llevaron a cabo en la Puerta del Sol: Maruja Mallo, Margarita Manso, Salvador Dalí y Federico García Lorca.

Comparten, todos o casi todos, rasgos que nos permiten agruparlos:

  • Cursaron estudios universitarios.
  • Fueron profesores y críticos literarios de gran prestigio.
  • Pertenecen a familias burguesas, lo que les posibilita una sólida educación.
  • Políticamente son, en su mayoría, liberales, afines a la República, o incluso marxistas, como Alberti.

Finalmente, como denominador común en lo que atañe al estilo, podría señalarse:

  • Su tendencia al equilibrio entre lo intelectual y lo sentimental, entre la pureza estética y la autenticidad humana, entre la inspiración y la técnica.
  • Asimismo, se muestran a medio camino entre lo minoritario y la “inmensa mayoría”, y entre lo universal y lo genuinamente español, porque, aunque abierta a muchos influjos exteriores, la generación está profundamente arraigada en la tradición literaria española.

Características Generales

Cada uno de los poetas del 27 cultiva la poesía con una voz muy original; sin embargo, todos ellos comparten esos rasgos comunes que pasamos a comentar con algo más de detalle:

Mezcla de Tradición y Modernidad

La pasión por la literatura clásica española, tanto culta como popular, posterior al siglo XV, se percibe en la influencia del romancero en Lorca y Gerardo Diego, de la poesía de cancionero en Alberti, o de Garcilaso de la Vega en Luis Cernuda. Fundamental la atracción que Góngora ejerció sobre el grupo por su lenguaje poblado de deslumbrantes metáforas. Asimismo, destaca la influencia de Bécquer, con su concepto depurado y hondo de la poesía, y también se interesan por Fray Luis, San Juan, Quevedo, Lope de Vega o Manrique.

Por otro lado, el influjo de Juan Ramón Jiménez y de los “ismos” se observa en la innovadora disposición tipográfica de algunos poemas y en la sustitución de la métrica clásica por el verso libre o los versos blancos. A esta estética vanguardista pertenecen obras como Manual de espumas, de Gerardo Diego, Sobre los ángeles, de R. Alberti, o Poeta en Nueva York, de F. García Lorca.

Cultivo Intenso de la Imagen y la Metáfora

Crean un vocabulario poético brillante y sugerente, con imágenes originales, influidos, además de Góngora, por Ramón y las vanguardias.

Variedad de Temas

Los encontramos vanguardistas, relacionados con la técnica, lo moderno y lo intelectualizado. Y otros tradicionales, más humanos, de raíz romántica y perspectiva existencial, incluso social:

  • El amor: Heredan la visión romántica del amor como entrega total. En Aleixandre y Cernuda, los cuerpos aparecen como objetos únicos e insustituibles de deseo. En Cernuda, el amor es un imposible que aboca a la soledad y al desengaño. En Aleixandre, se consuma. En Pedro Salinas, exige imaginación y esfuerzo cotidianos. En Carmen Conde hay un amor sensual, lleno de vitalidad. La obra de Ernestina Champourcín gira en torno al amor humano y divino.
  • La naturaleza y la ciudad: Son contempladores del mundo cotidiano, y a menudo enfrentan la deshumanización de las ciudades a la visión bucólica y panteísta de un mundo natural plagado de seres indefensos. A veces la naturaleza se convierte en símbolo: de la elevación espiritual, del amor, de la infancia perdida y feliz.
  • El tiempo perdido: Es frecuente la nostalgia por el paraíso perdido: geográfico.
  • La plenitud: El goce de lo presente, de lo instantáneo. Exaltan el orden y la armonía del universo. Destaca el tratamiento del tema en Jorge Guillén y en Salinas.
  • La soledad y la incomunicación: Temas frecuentes en la última etapa, acabada la guerra.

El Teatro de los Años 40: La Comedia Burguesa, el Teatro Cómico (Enrique Jardiel Poncela y Miguel Mihura)

Comparado con la riqueza del foráneo, el teatro español posterior a la guerra presenta evidentes limitaciones, debidas a los especiales condicionamientos políticos o culturales de la época, a los que hay que sumar la muerte o el exilio de autores y directores. El teatro de la primera posguerra cumplió básicamente dos funciones: entretener, pues el público prefería el esparcimiento a la evocación de la tragedia reciente, y transmitir ideología. Así se negaron las aportaciones más relevantes de la preguerra, como el teatro de Valle, Lorca o Alberti; se estrenaron obras que exaltaban los valores de los vencedores y se programaron clásicos, como referentes de épocas gloriosas. Se estableció un férreo control sobre las obras nuevas y los repertorios, ocasionando la consiguiente autocensura de los dramaturgos. Pese a ello, la actividad teatral fue muy abundante, aunque en general mediocre.

En toda esta producción cabe señalar las siguientes tendencias:

1. La Comedia Burguesa

En la línea del teatro benaventino. Cumplió la función de entretener y educar mediante el elogio de la virtud. Se caracteriza por la perfecta construcción y por su intrascendencia, con ciertas dosis de humor y ternura. Sobresalen los temas del amor y la exaltación de la familia, el matrimonio y el hogar, con personajes mayoritariamente burgueses, como su público. Autores y obras son, además del propio Benavente: José María Pemán, Joaquín Calvo Sotelo, Juan Ignacio Luca de Tena; Edgar Neville (El baile), y, en años posteriores, Alfonso Paso (Los pobrecitos).

Algunos críticos incluyen como continuador del teatro benaventino a Alejandro Casona, si bien lo dotó de imaginación y lirismo. Casona, como Alberti o Max Aub, publicó sus obras más importantes en el exilio: La sirena varada (1934), La dama del alba (1944), Los árboles mueren de pie (1949). Puso en conflicto lo real con lo onírico, logrando un tipo de drama en donde combinaba la sorpresa escénica con una depurada técnica que le garantizó el éxito tanto en su exilio en Buenos Aires como después, a su vuelta a España, durante el franquismo.

2. En el Teatro Humorístico Destacan Dos Autores

  • Enrique Jardiel Poncela: Con sus comedias de humor inverosímil, llenas de personajes en constante movimiento que representan una sociedad feliz cuyos objetivos son el amor y el dinero. Entremezcla en ellas el humor verbal (chistes, retruécanos…) y el de situación. Ya tuvo éxito en la preguerra con títulos como Angelina o el honor de un brigadier. Obras suyas de este período son: Eloísa está debajo de un almendro, Los ladrones somos gente honrada, Los habitantes de la casa deshabitada
  • Miguel Mihura: Cuyas comedias denuncian lo absurdo de la vida cotidiana, la vaciedad de los tópicos y las convenciones sociales que impiden al hombre ser feliz. Distorsiona la realidad por medio de la imaginación y la fantasía poética, y gusta de los asuntos policíacos. Al igual que Poncela, se convierte en un precedente del teatro del absurdo. Su obra más conocida es Tres sombreros de copa (estrenada en 1952, veinte años después de ser escrita). A ella se suman El caso de la señora estupenda, Melocotón en almíbar, Maribel y la extraña familia o Ninette y un señor de Murcia.

Al concluir esta década, comienza a revelarse un teatro grave, preocupado, inconformista, que se inserta, al principio, en una corriente existencial. Dos fechas resultan claves: 1949, con el insólito estreno de Historia de una escalera, de Buero Vallejo, y 1953, en que un teatro universitario presenta Escuadra hacia la muerte, de Alfonso Sastre. Con ellas nació una corriente realista que es lo más destacable de la década siguiente, y que se extiende más allá de los años 70.

Procedimientos de Formación de Palabras en Castellano

Según se van introduciendo nuevas realidades y conceptos, es preciso incorporar a la lengua nuevos vocablos. Estos son algunos de los procedimientos más comunes y productivos de nuestra lengua para formar palabras:

Procedimientos Morfológicos

Composición

Unión de dos o más lexemas (en realidad, dos o más palabras) para formar una nueva. Permite combinar las palabras de diferentes maneras:

  • En una sola unidad gráfica: se habla de compuestos propios o por yuxtaposición: aguardiente, hincapié, menoscabar, hispanohablante, pelirrojo…
  • En los compuestos sintagmáticos o procedimiento de contraposición, las palabras conservan su forma original: fisico-químico, buque-escuela…
  • Cuando se unen raíces prefijas y sufijas del griego o del latín se suele hablar de compuestos cultos: teléfono, hidrocefalia, hemiciclo…

Derivación

Se añaden morfemas derivativos a un lexema: inmoral, prejuicio, internacional, recoger, florero, compañerismo…

Parasíntesis

Se suelen considerar como tales dos procedimientos distintos:

  • El que consiste en unir dos o más lexemas y un sufijo en una sola palabra, empleando composición y derivación simultáneas: quinceañero.
  • Por prefijación y sufijación simultáneas. Permite la creación de numerosos verbos: endulzar, aterrizar, enloquecer, enlatar, afrontar…

Procedimientos Fónicos y Gráficos

Creación Onomatopéyica

Formación de palabras por imitación de sonidos naturales.

Acortamientos y Abreviaturas

En los acortamientos, una unidad léxica ve reducido su significante aunque mantiene el mismo significado y categoría gramatical: “poli” por “policía”, por ejemplo. Se acorta la palabra por apócope (eliminación de fonemas finales > “bici” por bicicleta; cine, foto, profe) o por aféresis (eliminación de los iniciales > “chacha” por muchacha, “bus” por autobús).

La abreviatura, por su parte, es la representación de una palabra en la escritura con una o varias de sus letras, por apócope (d. por don, tel. por teléfono) o por síncopo.

Siglas y Acrónimos

Palabras formadas a partir de las iniciales de otras. Se escriben en letras mayúsculas. Ejemplo: DGT (Dirección General de Tráfico). Hay dos clases de siglas según su pronunciación:

  1. Deletreadas: ONG.
  2. Silabeadas: AVE.

Este tipo de siglas silabeadas que se pronuncian como una palabra se suelen considerar acrónimos. También lo son las formadas por el comienzo de una palabra y el final de otra: ofimática, brexit, emoticono… Se tiende a abusar de su empleo.

Las palabras que constituyen nuestro léxico pueden ser, actualmente, más de 90.000, pero se trata de una cifra imposible de determinar con precisión, por lo que un diccionario nunca será una obra terminada.