La Narrativa Española desde 1975: Tendencias y Características

La Narrativa Española desde 1975

La Transición y la Consolidación de la Democracia (1975-1982)

En 1975, tras la muerte de Franco, es proclamado rey Juan Carlos I. Adolfo Suárez, presidente del gobierno, es el principal protagonista de la llamada Transición. Se legalizan los partidos políticos prohibidos y muchos escritores exiliados regresan al país. Además, tienen lugar las primeras elecciones generales y en 1978 se firma la Constitución.

La novela es el género por excelencia de esta época que se transforma en un objeto de consumo. El peso del mercado condiciona la creación literaria, por lo que muchos autores se van a ver dominados por las exigencias editoriales, el volumen de las ventas, la publicidad de las obras y la propaganda que suponen los premios.

La novela contemporánea tiene un carácter aglutinador, pues acoge todas las tendencias, estilos y experiencias personales, y se impone la individualidad creadora: cada novelista busca su propio estilo y aporta su visión personal del mundo. En general, los autores a partir de 1975 rechazan el experimentalismo último y vuelven los ojos a la tradición, recuperan muchos de sus procedimientos narrativos y escriben historias que conectan con los lectores, los cuales se multiplican en número.

La novela que inaugura esta nueva etapa es La verdad sobre el caso Savolta (1975), de Eduardo Mendoza.

El Panorama Literario en la Década de los Ochenta

El panorama general en la década de los ochenta es complejo, pero se pueden destacar estas novedades:

  1. La publicación de obras censuradas en España (editadas en el extranjero con anterioridad) o la reedición de textos íntegros (antes mutilados). Se recupera la narrativa de los exiliados.
  2. Coexistencia de distintas generaciones de escritores: novelistas del realismo social (Miguel Delibes, Carmen Martín Gaite), experimentalistas (Juan Marsé y Juan Benet) y las nuevas generaciones de escritores que se dan a conocer después del franquismo (Julio Llamazares, Antonio Muñoz Molina…).
  3. Expansión de los grupos editoriales y de los premios literarios, lo que propicia la promoción de autores y obras. El escritor, gracias a este apoyo comercial y de marketing, se convierte en creador de opinión a través de los distintos medios de comunicación.
  4. Incorporación de numerosas mujeres escritoras, que aportan nuevos enfoques a la literatura. Conviven escritoras de distintas generaciones, desde Ana María Matute y Josefina Aldecoa hasta Rosa Montero, Almudena Grandes o Dulce Chacón.

Características de la Novela a partir de 1975

En las novelas publicadas a partir de 1975, están presentes estas características:

  1. Variedad temática y estilística. Junto al neorrealismo acorde a los nuevos tiempos, aparece también la fantasía y la subjetividad en los relatos. Conviven novelas ambientadas en el pasado y en el presente, el relato fantástico, social, policiaco, de humor, erótico, paródico…
  2. Simplificación de estructuras narrativas. La novela simplifica sus técnicas y procedimientos narrativos. Se elimina la complejidad textual anterior, el ritmo discontinuo, las rupturas temporales y los puntos de vista múltiples, y se prefiere la estructura lineal del relato.
  3. Recuperación del argumento. Los autores quieren crear y contar historias: recuperan la trama y los personajes, las historias cerradas y la reconstrucción de ambientes.
  4. Uso de las personas narrativas tradicionales, primera y tercera, sin mezcla de ambas.
  5. Resurgimiento de las novelas de género: policiacas, sentimentales, eróticas, históricas, de aventuras…
  6. Abandono de la intencionalidad ideológica y el compromiso social, aunque se recrean situaciones cotidianas y reales.
  7. Fusión de géneros y construcción de textos sorprendentes que reinventan la tradición reescribiendo textos conocidos.

Tendencias Temáticas

Aunque en esta época no resulta fácil identificar corrientes o escuelas, sí se puede hablar de triunfo de la novela de género e identificar ciertas tendencias temáticas. Las más relevantes son estas:

Novela Policiaca y de Intriga

Este subgénero resurge con especial fuerza. Entre sus cultivadores destacan Manuel Vázquez Montalbán, autor de una serie protagonizada por el detective privado Pepe Carvalho. A esta tendencia pertenecen también algunas novelas de Antonio Muñoz Molina: El invierno en Lisboa o Plenilunio.

Novela Histórica

Se pueden citar El hereje (1998), de Miguel Delibes, así como la saga protagonizada por el capitán Alatriste, de Arturo Pérez-Reverte, ambientada en el Siglo de Oro. En los últimos años son frecuentes las novelas históricas contextualizadas en épocas cercanas, especialmente en la Guerra Civil, como Soldados de Salamina (2001), de Javier Cercas; La voz dormida (2002), de Dulce Chacón, o los relatos breves que componen Los girasoles ciegos de Alberto Méndez. Especial mención merecen el proyecto narrativo Episodios de una guerra interminable de la autora Almudena Grandes formada por seis novelas independientes que narran momentos significativos de la resistencia antifranquista o la novela de Fernando Aramburu, Patria (2017), sobre el terrorismo de ETA, de la que se ha realizado una serie recientemente.

Novela de la Reflexión Íntima

Este tipo de narrativa se centra en la búsqueda personal y la reflexión sobre la propia existencia. Obras representativas de esta tendencia son Mortal y rosa (1975), de Francisco Umbral, sentida reflexión sobre la muerte escrita con brillante estilo, o El desorden de tu nombre, de Juan José Millás, que combina la introspección psicológica con la reflexión literaria. En La lluvia amarilla (1988), Julio Llamazares narra el abandono de los pueblos a través de un largo y emocionado monólogo.

Novela de la Memoria y del Testimonio

La memoria de una generación y el compromiso son los temas básicos de esta corriente, en la que se encuadran novelistas como Rosa Montero, con Te trataré como a una reina (1981), defensa de la condición femenina, y la producción novelística de Luis Mateo Díez (La fuente de la edad). En las novelas de Javier Marías destacan el misterio de la identidad personal y la reflexión sobre el tiempo: Corazón tan blanco (1992) y Mañana en la batalla piensa en mí (1994).

Novela de Realismo Crítico y Social

Plasma el conflicto entre los personajes y el mundo, en espacios urbanos y rurales, y ofrecen una visión crítica y comprometida con la realidad histórica de la época: Luis Landero (Juegos de la edad tardía, 2012) y Rafael Chirbes (Crematorio, 2007).

Novela Erótica

En los años ochenta y noventa triunfa una novela de contenido erótico propiciada por el premio “La sonrisa vertical”. Entre las obras de este subgénero sobresale Las edades de Lulú (1989) de Almudena Grandes.

Novela Fantástica y de Ciencia Ficción

Incorpora lo irracional, lo fantástico, lo soñado y lo simbólico a la trama. Encontramos a Ana María Matute (Olvidado rey Gudú, 1997) y Rosa Montero con la serie Bruna Husky: Los tiempos del odio (2018).

Novela de Aventuras

Utilizan la intriga, el suspense, la sentimentalidad y la ambientación: Arturo Pérez-Reverte (El maestro de esgrima, 1988) y Carlos Ruiz Zafón (La sombra del viento, 2001).

Novela Culturalista

En los últimos años han aparecido una serie de autores jóvenes que hacen una novela que se ocupa de analizar y explicar diferentes aspectos de la cultura occidental desde unas posturas bastante eruditas. Eso es lo que hace Juan Manuel de Prada con La tempestad.

Otras Tendencias

En la novela de los autores más jóvenes es la de hacer una novela que trata los problemas de la juventud urbana con una estética muy cercana a la contracultura (Historias del Kronen, de José Ángel Mañas o Lucía Etxebarría en Sexo, prozac y dudas).