Características del Fascismo
En la historia contemporánea, el término fascismo se asocia a Benito Mussolini y a la organización que creó: Los Fasci Italiani di Combatimento, conocidos como los “camisas negras”. Los fasci eran grupos paramilitares formados por excombatientes de la Primera Guerra Mundial que se hicieron conocidos por atacar manifestaciones y a destacados demócratas. A partir de entonces, la palabra fascismo se utilizó para designar a otras organizaciones y regímenes políticos similares.
El fascismo fue una doctrina política que rompió con el pensamiento ilustrado y negó los principios esenciales de la Ilustración (la razón, la igualdad entre los hombres, los derechos humanos y el principio de soberanía nacional). Sus características principales son:
- Nacionalismo radical: Surgido del sentimiento de humillación tras la Primera Guerra Mundial, el fascismo italiano reafirmó los valores de la nación por encima de otras, considerando que Italia tenía una misión superior en la historia y debía extender sus valores a otros territorios, lo que condujo a una política imperialista.
- Negación de los derechos y libertades individuales: El fascismo negó los derechos humanos defendidos por la Ilustración y el liberalismo, como la libertad de conciencia, expresión, reunión y asociación, afirmando que el individuo debía someterse a los intereses del Estado.
- Antiliberalismo y racismo: El fascismo se opuso al liberalismo, argumentando que los gobiernos liberales fomentaban las divisiones internas y debilitaban la nación. Consideraba que el gobierno debía estar en manos de una minoría de individuos “superiores” y justificaba el racismo.
- Culto al líder: El fascismo promovía la existencia de un líder absoluto con todos los poderes, como Mussolini (Duce) en Italia o Hitler (Führer) en Alemania.
- Desconfianza en la razón y exaltación del fanatismo: El fascismo desconfiaba de la razón y de los intelectuales, prefiriendo apelar al fanatismo y a los sentimientos más primitivos para lograr sus objetivos.
Italia tras la Gran Guerra
Tras la Primera Guerra Mundial, Italia, a pesar de pertenecer al bando vencedor, sufrió una grave decepción política por los tratados de paz. El país experimentó dificultades económicas, con la necesidad de reconvertir la industria armamentística y una crisis en el campo. La inflación, el desempleo y el descontento social generaron agitaciones y revueltas, exacerbadas por el temor a una revolución similar a la rusa.
En este contexto, Mussolini creó en 1919 los Fasci Italiani di Combatimento, grupos paramilitares que actuaban violentamente contra demócratas y personas de izquierda. Con el apoyo financiero de los empresarios y el respaldo político de sectores liberales conservadores, Mussolini fundó el Partido Nacional Fascista (PNF), que fue ganando adeptos en el país.
Mussolini accede al poder
En 1922, Mussolini ganó prestigio al frustrar una huelga general organizada por sectores populares. Exigió el poder al gobierno liberal, que finalmente dimitió. El rey Víctor Manuel III nombró a Mussolini primer ministro.
Entre 1922 y 1924, Mussolini mantuvo una apariencia de legalidad democrática, formando un gobierno con fascistas y liberales conservadores. Tras obtener plenos poderes del Parlamento, el PNF ganó las elecciones de 1924 con el 65% de los votos, en medio de acusaciones de fraude. El asesinato del diputado socialista Giacomo Matteotti, que había denunciado el fraude electoral, marcó el inicio de la dictadura fascista.
La obra del fascismo
La transformación de Italia en una dictadura se llevó a cabo mediante diversas medidas:
- Prohibición de partidos políticos y persecución de opositores.
- Censura de prensa y control de la información.
- Espurgos en bibliotecas y quema de libros.
- Creación de un Estado totalitario con el Duce al frente.
- Control del Estado por parte del PNF.
- Culto a la personalidad de Mussolini (“El Duce tiene siempre la razón”).
- Control del sistema educativo.
Para impulsar el desarrollo económico, Mussolini promovió obras públicas (autopistas, ferrocarriles, edificios públicos) y reestructuró la relación con los sindicatos, eliminándolos y estableciendo el Estado como árbitro en los conflictos laborales. Se implementaron medidas de seguridad social y beneficios para los trabajadores con el fin de obtener su apoyo.
Entre 1930 y 1940, la dictadura fascista se consolidó en Italia y fue reconocida internacionalmente. Sin embargo, el país no logró alcanzar el nivel de desarrollo de las principales potencias europeas y continuó con un marcado atraso económico.