Crítica de la Razón Pura: El Giro Copernicano de Kant en la Metafísica

Prólogo a la Segunda Edición de la Crítica de la Razón Pura

En este texto, Kant introduce el prólogo de la Segunda Edición de la Crítica de la Razón Pura. Establece, en primer lugar, la diferencia entre los conocimientos científicos y los no científicos. Cuando la razón no puede llegar a su fin o encuentra múltiples contradicciones en el camino, no puede formar conocimiento científico. Es un logro de la razón abandonar los obstáculos para encontrar el camino correcto que conduce a la ciencia.

La Metafísica como Saber Práctico

La metafísica no puede ser una ciencia o conocimiento teórico de la razón. En la dialéctica trascendental, Kant “demuestra” el carácter especulativo de los juicios de la metafísica u ontología (ciencia del ser) que, según Wolff, tiene tres partes: psicología racional o ciencia del alma, cosmología racional o ciencia del mundo y teología racional o ciencia de Dios. Ninguna de las tres puede ser un saber teórico de la razón. Kant pretende dar un giro copernicano a la metafísica para convertirla en un saber práctico, no teórico.

Análisis de la Metafísica

Los objetos de la metafísica son Dios, Mundo y Alma, y no están dados en la experiencia. Son noúmenos. Ni la teología (estudio de Dios), ni la cosmología (estudio del Mundo), ni la psicología (estudio del Alma) pueden ser ciencias, ya que no se pueden aplicar a la experiencia. Kant los analiza con la dialéctica trascendental (discusión sin solución). Los juicios de Dios, el Mundo y el Alma son juicios especulativos, ya que no podemos determinar a priori ni comprobar a posteriori sus valores de verdad. Todo concepto proviene de una intuición sensible, porque es la forma dada en el entendimiento de los objetos dados en la experiencia. Dios, Mundo y Alma no están en los sentidos; luego, no están en el entendimiento, por lo que tienen que estar en la razón pura. No son conceptos, sino antinomias, paralogismos e ideales de la razón pura, meros conceptos que no tienen correlatos empíricos, sino que proceden de la lógica. La metafísica no puede ser una ciencia porque no es un conocimiento teórico, sino práctico. Hay que darle, entonces, un giro copernicano.

Las Matemáticas y la Física como Ciencias

Las matemáticas, estudiadas por la estética trascendental, son una ciencia que determina sus objetos a priori por estar incluidos en el espacio y el tiempo. El hombre tiene los elementos de la razón pura y aplica las formas a la experiencia. El espacio y el tiempo están dados en todos los seres humanos como formas trascendentales, universales ante rem. Son proyectados por el hombre para enmarcar la experiencia. La geometría, entonces, es una ciencia universal porque es el estudio del espacio, y la aritmética también, por ser el estudio del tiempo. Geometría y aritmética son el estudio y el análisis de intuiciones puras a priori no dadas en la experiencia, aunque aplicadas a ella.

La física, según la analítica trascendental, constituye también una ciencia que determina sus objetos solo de forma parcialmente pura. Estudia los fenómenos que se dan en el espacio. Tiene una parte pura, que son las categorías, pero que no pueden determinar enteramente a sus objetos porque no están incluidos en ellas. Implican la existencia de sujetos observadores. La forma no la determina completamente, sino que necesita una parte material en la que apoyarse.

Juicios Analíticos, Sintéticos y Especulativos

Kant distingue lenguaje analítico y sintético. Son operaciones mentales que constituyen dos tipos de lenguaje. Encontramos así juicios analíticos (describen la realidad, pero no aportan conocimiento ninguno), sintéticos (el predicado no es una consecuencia del objeto, sino que aporta información) y especulativos (incomprobables, ya que no se pueden comprobar en la experiencia ni aplicar a la experiencia). Los juicios sintéticos a posteriori constituyen la materia del lenguaje ordinario. Su valor de verdad depende de la experiencia y no constituyen conocimiento científico porque son juicios particulares. Pero hay otros juicios que, siendo sintéticos, son a priori, es decir, cuyo valor de verdad es independiente de su comprobación experimental. Las matemáticas y la física contienen estos juicios sintéticos a priori, y es por esto por lo que pueden ser consideradas como ciencias. La física estudia unos fenómenos por medio de unas redes ajenas a la experimentación: las categorías. Las matemáticas estudian el tiempo, que está en el sujeto trascendental y no en la experiencia.

El Giro Copernicano en las Matemáticas y la Física

Kant explica el giro copernicano de las matemáticas y la física, análogo al que más tarde aplicará a la metafísica. En lugar de pensar que el sujeto es un elemento pasivo que recibe las cosas de fuera, consideramos que es un elemento activo que influye en la configuración exterior. En matemáticas, quien fuera el griego que demostró las propiedades del triángulo isósceles vio que no bastaba con contemplar el diagrama visible de un triángulo ni la idea de ese diagrama presente en su memoria. Comprendió que tenía que demostrar las propiedades del triángulo mediante un proceso activo de construcción. En la física, la revolución llegó más tarde. Con los experimentos de Galileo, de Torricelli y de otros, los físicos comprendieron que, aunque el científico tiene que acercarse sin duda a la naturaleza para aprender de ella, no tiene que hacerlo con el mero estado de ánimo de un alumno. Tiene que acercarse a ella como un juez, obligándola a responder las preguntas que él mismo le plantea. El científico tiene que acercarse a la naturaleza con principios en una mano y experimentos en la otra para obligarla a responder a cuestiones propuestas de acuerdo con un plan u objetivo del investigador. Solo cuando los físicos comprendieron que había que obligar a la naturaleza, por así decirlo, a adecuarse a sus finalidades previas, se hizo posible el progreso real en esta ciencia.

Conocimiento Teórico y Práctico

Cuando los elementos a priori (de la razón pura) determinan su objeto, es decir, establecen hipótesis referidas a la experiencia, tenemos un conocimiento teórico de la razón. Cuando esos elementos a priori construyen la realidad, tenemos un conocimiento práctico. Los conocimientos teóricos son las matemáticas (porque determinan sus objetos en tanto que estos son espaciales y temporales) y la física (porque aplica las categorías de la razón, a través del entendimiento en conceptos, a los fenómenos empíricos externos). En cambio, la metafísica no constituye un conocimiento teórico.

El conocimiento práctico no determina nada a priori, sino que construye la realidad. Hay que convertir la metafísica en un saber práctico, por lo que se convierte en moral. Como actividad teórica, se convierte en el propio conocimiento: teoría del conocimiento y filosofía moral de la práctica humana.

Postulados de la Metafísica Práctica

En la metafísica, Kant da un giro copernicano análogo al que se había producido en las matemáticas y en la física, y establece los siguientes postulados:

  1. No puedo demostrar la existencia ni la no existencia de Dios, pero es conveniente que Dios exista.
  2. Si todo lo que hacemos es determinista, no puede haber una doctrina moral. No puedo demostrar ni libertad ni determinismo, pero postulo la libertad de conciencia.
  3. Postulo la inmortalidad del alma porque es más conveniente.

Estos postulados tienen un carácter práctico.

Juicios de la Metafísica Práctica

La metafísica práctica, tras el giro copernicano, se corresponde con la moral, que se basa en tres tipos de juicios: máximas, imperativos hipotéticos e imperativos categóricos. Una máxima es una norma individual de acciones hechas por uno mismo y válidas solo para él mismo. Los imperativos hipotéticos (si a → b) no son morales, sino un episodio más de la concatenación de los fenómenos. No hay libertad, sino heteronomía moral. Los imperativos categóricos (“actúa de forma que tu máxima individual pueda ser tomada por los demás como norma universal de conducta”) plantean que las voluntades individuales sean cumplir con la ley universal.