El Sistema Político de la Restauración en España (1874-1923)

1. El Régimen Político de la Restauración y sus Fundamentos Sociales

Introducción

La Restauración, periodo comprendido entre 1874 y 1923, abarca los reinados de Alfonso XII y Alfonso XIII hasta el golpe de Estado del general Miguel Primo de Rivera. Se denomina así por el retorno de la dinastía borbónica con Alfonso XII, hijo de Isabel II.

La caída de Isabel II tras la Revolución de 1868 dio paso a la monarquía de Amadeo de Saboya y, posteriormente, a la I República. Durante este periodo, conocido como Sexenio Revolucionario, las fuerzas monárquicas prepararon el regreso de los Borbones. El pronunciamiento de Martínez Campos precipitó los acontecimientos y la llegada de Alfonso XII. Tras su muerte prematura, la reina María Cristina, embarazada del futuro Alfonso XIII, asumió la regencia. El retorno de la monarquía fue orquestado por Antonio Cánovas del Castillo, artífice del sistema de la Restauración.

El Sistema Canovista: La Constitución de 1876 y el Turno de Partidos

Antonio Cánovas del Castillo (1828-1897) ideó un sistema político basado en la alternancia pacífica de dos partidos, el conservador y el liberal, para evitar los enfrentamientos del pasado y la intervención del ejército. Inspirado en el modelo inglés, estableció el bipartidismo y el turnismo. Las bases del sistema fueron:

La Constitución de 1876

En julio de 1876, las Cortes aprobaron la Constitución que más tiempo ha estado vigente en España. La soberanía se compartía entre el rey y las Cortes, con preeminencia del monarca, quien designaba al jefe del ejecutivo, convocaba y disolvía las Cortes, y poseía derecho de veto suspensivo. Los artículos referentes a sus poderes eran inviolables y no podían ser debatidos. El rey también tenía amplias facultades en el ejército.

Las Cortes eran bicamerales. El sistema electoral, basado en el sufragio censitario, se regulaba por ley ordinaria. El Congreso se integraba por representantes elegidos por cada 50.000 habitantes en distritos unipersonales. El Senado constaba de senadores vitalicios, de designación real y elegidos por corporaciones y mayores contribuyentes.

La declaración de derechos seguía la forma de la de 1869, pero recortaba algunos y regulaba otros por leyes ordinarias, lo que permitía que su aplicación dependiera del gobierno. El catolicismo se declaraba religión oficial, permitiendo el culto privado de otras religiones (Ley de Tolerancia Religiosa).

El Sistema Canovista: Bipartidismo, Turnismo y Caciquismo

Para evitar vacíos de poder, se instauró un sistema bipartidista. El rey nombraba alternativamente (turnismo) al presidente de gobierno entre los líderes de los dos partidos principales.

  • Partido Liberal Conservador, liderado por Cánovas, agrupaba a miembros del antiguo Partido Moderado y de la Unión Liberal, representando a latifundistas, grandes empresarios y sectores católicos.
  • Partido Liberal Fusionista, liderado por Práxedes Mateo Sagasta, aglutinaba a antiguos progresistas, demócratas, radicales y republicanos moderados, representando a profesionales liberales, comerciantes, banqueros, militares y funcionarios.

El sistema electoral estaba dominado por el caciquismo, que implicaba la falsificación de la voluntad popular. El gobierno no dependía de las Cortes, sino al revés. Los partidos contaban con caciques (notables locales) que, junto al gobernador civil, elaboraban las listas de candidatos gubernamentales y aseguraban su victoria. El partido en la oposición mantenía una minoría importante de diputados.

El dominio electoral se lograba mediante distritos electorales pequeños, mayor número de distritos rurales que urbanos, y la presión de los caciques, quienes utilizaban amenazas y favores para obtener votos. Existían diversos mecanismos fraudulentos, como el “encasillado” (asignación previa de escaños), trabas burocráticas, manipulación del censo y el “pucherazo”.

Bases Sociales e Institucionales

El sistema canovista, de carácter moderado y conservador, contó con el apoyo de la burguesía urbana y terrateniente, hombres de negocios, industriales, profesionales liberales, militares y altos cargos de la administración, quienes buscaban orden y estabilidad tras el Sexenio Revolucionario.

Institucionalmente, contó con el apoyo de la Iglesia y el ejército. La Iglesia recuperó prestigio, especialmente en la enseñanza, gracias a la confesionalidad del Estado. El ejército, tras la amenaza a su protagonismo durante el Sexenio, recuperó la confianza en la monarquía, se profesionalizó y se convirtió en garante del orden público.

El Caciquismo y sus Consecuencias

Terratenientes y burgueses adinerados formaban la oligarquía, que participaba en la corrupción electoral. El cacique, con gran poder económico local, dominaba políticamente a los habitantes de su zona. El caciquismo y el fraude electoral contenían el germen de la crisis del sistema. A partir de 1898, se le consideró uno de los “males de la patria”.

El caciquismo generaba un poder arbitrario con consecuencias nefastas: enchufismo, padrinazgo, subordinación y corrupción generalizada. Se convirtió en tema predilecto de los escritores regeneracionistas, como Pérez Galdós y Leopoldo Alas “Clarín”, quienes abogaban por la modernización de España y el fin de la oligarquía y el caciquismo.