Consecuencias y Efectos de la Guerra Civil Española

El fin de la guerra y el mantenimiento de la represión

Poco antes de finalizar la guerra, Franco dictó la Ley de Responsabilidades Políticas que estaba destinada a perseguir a quienes desde octubre de 1934 habían colaborado con la República. Para ello, se habrían de constituir tribunales especiales formados por el Ejército, la Judicatura y el Partido.

En los tribunales militares se partía del principio de culpabilidad. Todo aquel que no pudiera demostrar su inocencia era considerado culpable. Los tribunales especiales fueron menos radicales y su acción consistió en decretar penas de prisión o la separación de sus empleos de las personas consideradas culpables. Para que nadie pudiese quedar libre de sospecha, en marzo de 1940 se promulgó la Ley de Represión de la Masonería y el Comunismo. Esta ley se utilizó para condenar a todo aquel a quien no se le pudiese probar otra cosa. El régimen de Franco procedió a una represión sistemática y selectiva de todas aquellas personas que pudiesen hacer cualquier tipo de oposición. El número de personas ejecutadas como consecuencia de la represión que siguió a la Guerra Civil fue excesivo.

Consecuencias de la guerra

Consecuencias demográficas

Hubo una gran cantidad de muertos durante la guerra. También fueron importantes los fallecidos por enfermedad o malnutrición, los emigrados e incluso los no nacidos como consecuencia de la guerra.

Consecuencias económicas

La agricultura, que era insuficiente para abastecer la demanda interior, se redujo y la cabaña también. Esa reducción sometió a la población española de la postguerra al hambre y el racionamiento de los alimentos. La producción industrial se redujo. Su recuperación fue lenta y difícil. Las comunicaciones fueron gravemente dañadas por los adversarios de uno y otro signo.

Como consecuencia de las pérdidas en el sector productivo, fue el descenso de la renta nacional. Con respecto al bienestar social, se ha de destacar la destrucción de viviendas. Los gastos de guerra de ambos ejércitos fueron muy elevados.

Consecuencias sociales

La consecuencia más directa fue la carencia de alimentos, lo que obligó al racionamiento de estos. Se produjeron fenómenos de acaparamiento y venta en el mercado negro de productos esenciales, lo que enriqueció a unos cuantos, los nuevos ricos. Un aspecto importante del nuevo régimen establecido fueron las depuraciones: expulsión del empleo de aquellos funcionarios públicos que hubiesen permanecido fieles a la República o de quienes no se hubiesen mostrado defensores del nuevo régimen.

El exilio privó al país de un grupo importante de profesionales bien cualificados: médicos, ingenieros, abogados, profesores, etc.

Efectos de la guerra civil

Sobre la cultura

Durante la Guerra Civil, los intelectuales estuvieron sometidos a dos peligros: el miedo a la depuración, la toma de partido y la sumisión del propio pensamiento o la limitación de la creatividad. Aunque la guerra y las situaciones emocionales de ella potenciaron la creatividad, esta se vio limitada por el miedo. A pesar de esos peligros, las manifestaciones culturales fueron sorprendentes. El bando republicano tenía menos limitaciones a la libertad de expresión, la mayoría encaminadas a movilizar al pueblo contra el fascismo. En el nacionalista hubo menos originalidad, pero en ambos, el cartelismo estaba siempre presente.

La mayor y menor manifestación cultural de la Guerra Civil tuvo lugar en el pabellón de la República en la Exposición Internacional de Artes y Técnicas.

Sobre la enseñanza

La España nacionalista se distinguió por el fuerte adoctrinamiento al que se vio sometida la enseñanza. Se hizo obligatorio en todos los ámbitos educativos el estudio de la Religión Católica y el de la Formación del Espíritu Nacional. Se suprimió en la enseñanza el laicismo y la coeducación, se separaron los niños de las niñas, y se emplearon las lenguas vernáculas en los centros escolares. También se realizó una reforma del Bachillerato. El resultado fue la creación de un agobiante nacional-catolicismo que lo quería abarcar todo. Los libros de texto fueron sometidos a una dura censura.

Significación del exilio

Los miles de exiliados como consecuencia de la Guerra Civil supusieron una importante pérdida demográfica y supuso que muchos jóvenes altamente cualificados dejaran de prestar sus servicios al país. Por este aspecto, el exilio fue una importante pérdida económica para España. Los principales países de acogida fueron Francia, México y Rusia. En Francia había refugiados, maltratados y acogidos en campos de concentración en pésimas condiciones. El gobierno francés pidió a Franco que los acogiese y cuando se les aseguró una cierta impunidad, algunos regresaron. Quienes optaron por no regresar marcharon a Argelia. Quienes se encontraban en edad militar fueron presionados para alistarse en la Legión Extranjera. Al comenzar la II Guerra Mundial, volvieron unos 20,000. Los acogidos en Rusia fueron en mayoría niños evacuados. El México de Lázaro Cárdenas acogió las instituciones republicanas y unos 22,000 exiliados. De ellos, la mitad tenían una buena cualificación profesional. El SERE (Servicio de Emigración de los Republicanos Españoles) era comunista y el JARE (Junta de Auxilio a Republicanos Españoles) socialista.

Fuentes ideológicas y referencias exteriores del nuevo régimen

Las fuentes ideológicas del nuevo régimen fueron: el fascismo, el anticomunismo y el catolicismo.

  • Franco se inclinó hacia una fascistización de su sistema político. Mussolini estaba en la plenitud de su poder y el partido fascista dominaba Italia. Si Mussolini se apoyaba en un partido único, Franco decretó en 1937 la unificación forzosa de falangistas, carlistas y demás fuerzas de la derecha en lo que llamó Falange Española Tradicionalista y de Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista. Franco, que gobernaba sin Constitución y sin ser presidente ni rey y políticamente lo era todo, se hizo llamar Caudillo. El intento de fascistización del sistema franquista fracasó porque Franco carecía de las condiciones personales de sus modelos, y sobre todo porque en España el ejército tenía un papel más preponderante que el partido.
  • El anticomunismo era, al final de la Guerra Civil, una de las causas que justificaba su existencia. Se había hecho la guerra para evitar el triunfo de la revolución comunista que, según los sublevados, se estaba preparando. Poco antes de finalizar la Guerra, la España de Franco se adhirió al pacto frente a la Internacional Comunista, del que ya formaban parte Alemania e Italia. Después de acabada la Guerra Civil se firmó el Pacto de no agresión germano-soviético.
  • El catolicismo, desde el comienzo de la Guerra Civil, fue calificado de “Cruzada”. La convivencia entre franquismo e Iglesia católica fue casi perfecta. La iglesia recibió a cambio el control de una enseñanza, el restablecimiento de las retribuciones económicas a los eclesiásticos y el control de los profesores o de los políticos locales.

España ante la II Guerra Mundial

Las diversas fases de la actitud de España ante la II Guerra Mundial fueron:

  • Neutralidad: Un día antes de finalizar la Guerra Civil española, Franco firmó con Alemania un pacto de amistad en el cual España pasaba a ser país inmerso en el sistema político del nazismo. Cuando comenzó la II Guerra Mundial, España se mantuvo neutral.
  • No beligerancia: Con la entrada de Italia en la guerra antes de la capitulación francesa, en junio de 1940, España pasó de ser país neutral a país no beligerante, y ocupó Tánger, donde devolvió a Alemania los bienes de los que había sido desposeída por el Tratado de Versalles. Significaba que pasaba a ser combatiente de forma indirecta mediante ayudas materiales o facilidades estratégicas. España negoció con Alemania su entrada directa en la guerra, pero si no lo hizo fue porque Hitler le negó la ayuda económica solicitada y se opuso.
  • Beligerancia incompleta: El ataque alemán a la Unión Soviética venía a refrendar el anticomunismo del régimen franquista, por ese motivo se organizó en agosto de 1941 la División Azul, que estaba integrada oficialmente por voluntarios falangistas. Franco tuvo cuidado de hacer público que su participación en la guerra a través de la División Azul iba únicamente contra la Unión Soviética, pero no contra ningún otro país aliado.
  • Vuelta a la no beligerancia: Después de la entrada de los Estados Unidos en guerra, se vio clara la imposibilidad del Eje de ganar la guerra. Franco sacó del gobierno a Serrano Súñer, se volvió a la no beligerancia y recortaron las facilidades de aprovisionamiento que hasta entonces habían tenido los barcos de guerra alemanes en los puertos españoles.
  • Vuelta a la neutralidad: En julio de 1943, Mussolini fue depuesto por el rey de Italia y encarcelado. Si el ídolo inicial del régimen había caído, no era cuestión de seguir apoyando su política. En octubre se procedió a la disolución de la División Azul y se volvió a la neutralidad. En abril de 1945, España rompió sus relaciones con Japón.

El régimen franquista de 1945-1959

El aislamiento internacional

Una vez terminada la II Guerra Mundial, España quedó marginada internacionalmente. EE.UU., URSS y Gran Bretaña acordaron que España no sería admitida en la recién creada ONU por su pasada vinculación con la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini. La Asamblea General de la ONU aprobó en 1946 varias resoluciones condenando al gobierno de Franco, considerado una amenaza para la paz mundial, y recomendando a los países miembros de la ONU la ruptura de relaciones con España. Con estas medidas se pretendía presionar a Franco a abandonar el poder. Sin embargo, el aislamiento fue incompleto. El inicio de la Guerra Fría contribuyó a suavizar el rechazo de las democracias occidentales y la ONU reconoció de hecho al gobierno de Franco. EE.UU. comenzó a modificar su actitud valorando positivamente el anticomunismo del régimen español, iniciando los primeros acercamientos diplomáticos y financieros.

La reinserción en la vida internacional y los acuerdos con Estados Unidos

El gobierno de Franco consideraba esencial el reconocimiento diplomático del régimen y la normalización de su posición internacional. Para lograrlo parecía imprescindible un acercamiento hacia EE.UU. Esto sólo fue posible gracias a la tensión soviético-norteamericana que incrementó la importancia geoestratégica de la Península, pues EE.UU. podría utilizar el territorio español como punto de partida para una hipotética contraofensiva.

En 1953, la España de Franco conseguía romper su aislamiento y obtenía el respaldo del gobierno presidido por el general Eisenhower. Estos acuerdos favorecieron la consolidación del régimen franquista y contribuyeron a mejorar su imagen ante el mundo. El contenido de los convenios con EE.UU. era la apertura de cuatro bases aéreas y navales en la Península a cambio de suministros de material bélico con ayuda económica. Sin embargo, el gobierno de Washington quedaba autorizado a introducir armas atómicas en las bases y a utilizar libremente esas instalaciones militares para atacar desde allí al enemigo soviético. España quedaba expuesta a ataques, pero no recibía ninguna garantía de auxilio inmediato por parte del ejército estadounidense en caso de agresión. Poco después, España fue admitida en la ONU en 1955 y en el FMI tres años más tarde. El régimen franquista no pudo acceder a la CEE y la OTAN. España se vio obligada a reconocer la independencia marroquí en 1956 tras varias huelgas y violentas manifestaciones nacionalistas, pero se retuvo Sidi Ifni, Guinea Ecuatorial y el Sahara Occidental.

La política económica del régimen franquista

La destrucción material tras la Guerra Civil y la política económica autárquica e intervencionista practicada por el gobierno fueron los dos factores que provocaron el estancamiento económico español durante la década de 1940. Con las medidas autárquicas adoptadas se pretendía alcanzar el mayor grado de autoabastecimiento y autosuficiencia sin depender del exterior. Para conseguirlo se estableció una fuerte intervención del Estado en la economía. Algunas de las medidas que se tomaron fueron: limitación de las importaciones, organización de la producción y distribución de cereales, el racionamiento de los productos de consumo de primera necesidad, la constitución del Instituto Nacional de Industria, y la creación en 1941 de Renfe. La intervención del Estado franquista en la economía favoreció los intereses concretos de aquellos grupos sociales que habían contribuido a la victoria en la guerra: latifundistas, grandes empresarios y alta burguesía financiera.

Las repercusiones de la política autárquica fueron: el descenso de la renta per cápita, el retroceso de la producción industrial, la elevada inflación, el déficit comercial, el descenso del nivel de vida y la aparición del mercado negro.

A mediados de la década de 1950, se aceleró el crecimiento del sector secundario. Ese mismo año, Franco nombró ministros a varios tecnócratas pertenecientes al Opus Dei, que aprobaron entre 1957 y 1959 un conjunto de medidas legislativas de reforma económica conocidas con el nombre de Plan de Estabilización. Sus objetivos eran: abandonar completamente el modelo autárquico de España en el mercado internacional y modernizar, liberalizar, racionalizar y sanear la economía nacional. Para ello: devaluaron la peseta, limitaron el gasto público, congelaron los salarios, incrementaron los impuestos y concedieron facilidades a la inversión de capital extranjero en España.

El Plan de Estabilización redujo la inflación y salvó la bancarrota, pero disminuyó el nivel de consumo de los asalariados y creció el desempleo.

Fundamentos político-institucionales del régimen franquista

Las notas diferenciales del Estado franquista surgido tras la victoria en la Guerra Civil fueron: concentración total de poderes en manos de Franco, el rechazo de los principios democráticos y la negación del sufragio universal, del pluralismo político y de la separación de poderes, la restricción de las libertades de expresión, asociación y reunión, y la ausencia de una constitución escrita y lentitud en el proceso de institucionalización del régimen.

Antifranquismo

Entre 1944 y 1950, guerrilleros armados lucharon realizando ataques contra cuarteles, ayuntamientos y locales falangistas. Estos guerrilleros apenas encontraron apoyos entre la población. Al mismo tiempo, comenzaron las primeras huelgas en Barcelona, Madrid, País Vasco y Asturias como protesta contra el sistema político. En 1945 se creó el gobierno republicano con representantes socialistas, comunistas, anarquistas y nacionalistas. En cuanto a la oposición monárquica, organizada por Don Juan de Borbón, abandonó de pronto el enfrentamiento con el régimen.