El Reinado de Felipe II
Política Interior
Felipe II, figura controvertida, se caracterizó por su gran capacidad de trabajo, la centralización del aparato estatal y una excesiva burocratización concentrada en Madrid. A pesar de construir la mayor potencia política de la edad moderna, su visión universal siempre estuvo teñida por el prisma español, convirtiendo a Madrid en el centro de la política mundial. Las ausencias de su padre, Carlos V, por sus responsabilidades imperiales y religiosas, le llevaron a ejercer la regencia desde 1543. La abdicación de Carlos V en 1555-1556, motivada por problemas de salud, le otorgó el trono. Tras viajar por Italia y los Países Bajos, y ser reconocido como sucesor por las Cortes castellanas, aragonesas y navarras, Felipe II gobernó desde Madrid con gran actividad y celo.
Su monarquía personal se apoyaba en un gobierno a través de consejos y secretarios reales, con una poderosa administración centralizada. Sin embargo, las bancarrotas, las dificultades hacendísticas y los problemas fiscales (como la creación del impuesto de Millones) fueron recurrentes durante su reinado. El Tribunal de la Inquisición fue utilizado con frecuencia, especialmente para sofocar el protestantismo en Castilla. La unidad religiosa era fundamental para Felipe II, quien se valió de los autos de fe en Valladolid para afianzar la Contrarreforma católica.
El Consejo de Estado, el más importante en la jerarquía política, asesoraba al rey en asuntos de Estado y política internacional. Presidido por el rey (aunque raramente asistía), estaba compuesto por aristócratas y altos eclesiásticos con amplia experiencia en virreinatos, gobiernos territoriales o embajadas.
Dos importantes conflictos internos marcaron su reinado:
- Sublevación de las Alpujarras (1568-1571): El fracaso de la asimilación de los moriscos granadinos desembocó en una sublevación. Tras la derrota, los moriscos fueron deportados y Granada repoblada por españoles.
- Alteraciones de Aragón (1590): Antonio Pérez, acusado del asesinato de Juan de Escobedo (1578), huyó a Aragón acogiéndose al Privilegio de Manifestación. Su detención por la Inquisición provocó un motín popular. Felipe II, celoso de su poder, limitó los fueros aragoneses.
Otros problemas internos
- La muerte del príncipe Carlos en 1568, tras ser arrestado por supuesta conspiración.
- La influencia de Antonio Pérez hasta su caída en 1579.
Estos eventos contribuyeron a la ‘leyenda negra’ antiespañola. Para mantener su imperio, Felipe II se involucró en numerosos conflictos europeos, contrayendo matrimonio con María de Portugal, María I de Inglaterra, Isabel de Valois y Ana de Austria.
Política Exterior
Felipe II heredó la guerra contra Francia. A pesar de la Tregua de Vaucelles (1556), la lucha por Nápoles y Milán continuó. El duque de Alba defendió las plazas italianas, mientras los ejércitos españoles vencían en San Quintín y Gravelinas (1557-1558), lo que llevó al Tratado de Cateau-Cambrésis (1559). La pugna continuó con la intervención en las guerras de religión francesas, hasta la Paz de Vervins (1598).
La piratería berberisca y turca en el Mediterráneo fue otro problema. Felipe II formó la Liga Santa, que logró la victoria de Lepanto (1571). Las relaciones con Inglaterra se deterioraron tras la muerte de María Tudor. El apoyo de Isabel I a la piratería y a los rebeldes holandeses, culminó con la derrota de la Armada Invencible (1588).
En los Países Bajos, ni Margarita de Parma, ni el duque de Alba, ni Luis de Requesens, ni don Juan de Austria, ni Alejandro Farnesio lograron sofocar la rebelión, que llevó a la independencia de Holanda y otras provincias.
Felipe II logró la unión ibérica con la anexión de Portugal en 1581.