La Revolución Industrial: Del Campo a la Fábrica

El Desarrollo de la Industria

La Mecanización y el Sistema Fabril

El uso de máquinas sustituyó el trabajo humano y animal por la energía hidráulica o del carbón. Se crearon las fábricas y la producción artesanal fue progresivamente sustituida por el sistema fabril (producción en serie).

La mecanización del proceso productivo se inició en la industria textil con la lanzadera volante, las nuevas hiladoras y los telares mecánicos. Poco a poco, las máquinas se extendieron al sector agrícola, minero y metalúrgico. Estas máquinas empezaron a moverse gracias al uso de la energía hidráulica, mediante ruedas hidráulicas. La máquina de vapor, patentada por Watt en 1769, permitió abandonar esa dependencia.

Estos avances provocaron el aumento de la productividad y la producción, lo que permitió abaratar los costes y disminuir el precio.

La Industria Algodonera

El algodón, en grandes cantidades, resulta sumamente económico. Hasta el siglo XVIII, los tejidos de algodón se importaban de la India. Desde mediados del siglo XVIII, la industria británica abasteció el mercado interior y exportó. Las masivas importaciones de algodón en rama desde la India o desde Estados Unidos abastecieron de materia prima barata al sector. Inventos sencillos como la lanzadera volante y las máquinas de hilar incrementaron la productividad en el hilado.

El Carbón y el Hierro

El carbón se convirtió en el gran combustible del siglo XIX: alimentó la máquina de vapor y el proceso siderúrgico. La producción de carbón aumentó y la introducción de raíles y vagonetas facilitó la extracción y el transporte del mineral.

En la segunda mitad del siglo XVIII, la demanda creciente de hierro para barcos, munición y herramientas hizo que se buscase un sustituto más barato, así que se cambió el carbón vegetal por el carbón de coque, con mucho más poder calorífico, y su fundición en alto horno permitió el crecimiento de la producción de carbón y hierro en grandes cantidades.

La pudelación y el laminado del hierro, inventados por Cort, y el convertidor de Bessemer permitieron transformar el hierro fundido en acero. Esto permitió fabricar máquinas más precisas y duraderas. El mayor impulso provino de la gran demanda que comportó la construcción de la red ferroviaria, a partir de la década de 1830.

Los Nuevos Transportes

En Gran Bretaña, a mediados del siglo XVIII, se mejoraron los caminos y se construyeron canales para posibilitar la navegación fluvial. Pero fue el ferrocarril el que revolucionó el transporte, gracias a su rapidez, capacidad de carga, menor coste y mayor seguridad.

Stephenson inventó en 1829 la locomotora, una máquina de vapor capaz de trasladarse sobre raíles. La primera línea unió Liverpool y Manchester en 1830. A principios del siglo XIX, Fulton aplicó la máquina de vapor a la navegación.

La red ferroviaria, en la segunda mitad del siglo XIX, se extendió al resto de Europa.

El Impulso del Mercado

Se instauró una economía de mercado en la que se produce para la venta. El impulso inicial británico provino del mercado exterior y del mercado atlántico para la exportación de la producción. La mayor transformación fue el desarrollo de un mercado interior, que se nutrió del crecimiento de la población, del aumento de la capacidad adquisitiva del campesinado y de la mejora de los transportes.

La Industrialización del Continente

A lo largo del siglo XIX, el proceso industrializador se expandió por el continente europeo, Estados Unidos y Japón.

Se inició en Francia y Bélgica, donde se sustentó en la explotación de los ricos yacimientos de carbón, una agricultura desarrollada, una buena red de transportes y un activo comercio. Alemania cimentó su desarrollo industrial en la abundancia de carbón y hierro, y la concentración del capital financiero.

El crecimiento industrial fue más tardío y lento en Italia y España, y en zonas muy localizadas de los imperios austrohúngaro y ruso.

Liberalismo Económico y Capitalismo

El Liberalismo Económico

Los principios económicos del liberalismo fueron elaborados a finales del siglo XVIII. Adam Smith defendía la supremacía del individuo y consideraba que la búsqueda del propio interés era el motor del desarrollo económico. Los intereses contrapuestos se equilibran en el mercado mediante la oferta y la demanda. El Estado debe abstenerse de cualquier intervención y debe eliminar las barreras proteccionistas y los monopolios.

Malthus señaló que el crecimiento de la población desequilibraría su relación con los recursos existentes.

Capital, Trabajo y Mercado

Los instrumentos de producción (la tierra, las fábricas y la maquinaria), y lo que se produce con ellos, son propiedad privada de la burguesía o capitalistas. La mayoría, los asalariados o proletariado, no poseen más que su trabajo, fijándose el salario en función de la oferta y la demanda.

El capitalismo es un sistema de iniciativa libre no planificado, que tiene como objetivo la búsqueda del máximo beneficio individual, tratando de que los costes salariales sean los menores posibles.

Los desajustes entre oferta y demanda provocan crisis periódicas que se corrigen ajustando los costes (salarios) y la producción (oferta). En las situaciones de crisis económica, los productos no se venden, los precios caen, los beneficios bajan, las empresas cierran y el paro aumenta.

Proteccionismo y Librecambio

Gran Bretaña, como país avanzado industrialmente, se mostró partidaria del librecambio y de la no intervención estatal en el comercio internacional.

La irrupción en el mercado internacional de los productos británicos, de mayor o menor precio, afectó al resto de Europa. Para evitar la competencia de Gran Bretaña, países como Estados Unidos aplicaron medidas proteccionistas. El proteccionismo impuso aranceles a la entrada de productos extranjeros.

Las Consecuencias Sociales

El Proceso de Urbanización

La industrialización y la organización fabril obligaron a los trabajadores a concentrarse en torno a la fábrica y a trasladarse a las ciudades. Este proceso provocó un crecimiento de las ciudades (sociedad urbana).

La emigración interior procedió de las áreas rurales circundantes. La urbanización creció rápidamente. En Europa, a principios del siglo XIX, solo un 2% vivía en las ciudades, y a comienzos del siglo XX ya era el 78% de los británicos y el 60% de los alemanes.

La Segregación Urbana

El rápido crecimiento de las ciudades originó una fuerte segregación por barrios. La burguesía edificó barrios residenciales con grandes avenidas y servicios públicos.

Los barrios obreros crecieron rápidamente sin planificación: las calles no estaban pavimentadas, no había alcantarillado ni recogida de basura, no había agua corriente ni baños individuales…

La Nueva Sociedad Industrial

El triunfo de la industrialización y del capitalismo transformó la sociedad del Antiguo Régimen. El número de campesinos fue disminuyendo y la producción fabril arruinó a la mayor parte de los artesanos. Muchos campesinos y artesanos pasaron a formar parte del proletariado industrial.

La aristocracia ligada a la propiedad perdió parte de su relevancia social. La burguesía, vinculada a la propiedad de fábricas, disputó a la aristocracia su preeminencia social. Gracias a su riqueza, organizó la sociedad en función de sus ideas y sus valores.

Los nuevos valores burgueses se basaban en la exaltación de la propiedad privada, el trabajo, el ahorro y el individualismo. Sus hijos ocupaban los mejores cargos.

La familia continuó siendo el núcleo, y la vivienda familiar se convirtió en un símbolo de prosperidad y de estatus social.

La clase media no ejercía un trabajo manual y estaba formada por profesiones liberales como abogados, médicos, funcionarios y militares de alta graduación.

Los asalariados constituían el grueso de la fuerza de trabajo, necesaria para producir los bienes, con sueldos escasos y jornadas de trabajo muy prolongadas. La inmensa mayoría de la población vivió muy cerca del límite de la subsistencia.

Las Mujeres en la Sociedad Industrial

La mujer se orientaba hacia el matrimonio. La mujer casada tenía la obligación de obedecer al marido y necesitaba su permiso para cualquier acto legal.

La vida de las mujeres de clase media y alta transcurría en el hogar.

Las mujeres campesinas unían a las labores domésticas el trabajo agrícola, el cuidado del ganado, la siega, etc.

La mujer obrera realizaba largas jornadas de 10 a 12 horas y su remuneración era inferior a la del hombre.