Panorama de la poesía española a principios del siglo XX
Las tendencias poéticas a comienzos del siglo XX eran el Simbolismo y el Modernismo. Tras la Primera Guerra Mundial, se vislumbraron nuevos caminos: Neorromanticismo e Irracionalismo. Se pretendía despojar al arte de su raíz sentimental y confesional, en un proceso que se definió como la deshumanización del arte. La Generación del 14 y algunos jóvenes de la Generación del 27 dan un nuevo impulso a la poesía española.
En este momento confluyen dos tendencias: la vanguardia y la poesía pura. Las vanguardias se dan a conocer a través de las tertulias literarias y revistas, y repercuten en los miembros de la Generación del 27. Particular relevancia tienen el Ultraísmo, con Guillermo de Torre, y el Creacionismo, con Vicente Huidobro y Gerardo Diego. La poesía pura, cuya desnudez sentimental tiene en España como maestro a Juan Ramón Jiménez, también influye en ellos, así como la poesía intimista de Bécquer y la tradición literaria del Siglo de Oro.
La Generación del 27 se convirtió en la gran renovadora de la poesía española contemporánea, tomando como base la fusión entre las vanguardias y la tradición de la poesía popular y culta. Tres etapas marcadas por los cambios temáticos:
- Hasta 1927: Es notoria la influencia de Bécquer y algo del Modernismo. Se basa en la metáfora. Hay una gran influencia de los clásicos españoles, especialmente de Garcilaso y Góngora.
- Desde 1927 hasta 1937: La lírica se rehumaniza. Pasan a primer término los sentimientos del hombre: amor, ansia de plenitud, inquietud ante los problemas de la existencia…
- Después de la guerra: El grupo se dispersa y puede decirse que la Guerra Civil marcó el fin de la generación. Cada autor siguió un camino personal y estético, y los lazos que existían entre los autores de la generación se rompieron bruscamente. En el exilio, la nota dominante será la nostalgia de la patria perdida.
Miguel Hernández se corresponde en gran medida con estas etapas. En su primera formación influyeron tanto los clásicos como las obras de los poetas del 27: su primer poemario, Perito en lunas, fusiona Gongorismo, Simbolismo y Ultraísmo. Con El rayo que no cesa se adentra en el camino de la poesía impura. No deja de lado la tradición poética española. Con la llegada de la guerra se adentra en la poesía comprometida con Viento del pueblo y El hombre acecha.
Obra literaria
Miguel Hernández en su contexto literario
Dos tendencias: la Generación del 27 y la del 36.
Con la Generación del 27 coincide en Perito en lunas con las técnicas surrealistas y la poesía impura. La Generación del 27 presenta como característica principal el haber conseguido un equilibrio entre las vanguardias y la tradición. Están abiertos a todas las novedades. Pero la tradición poética del Siglo de Oro y de los maestros inmediatos va a equilibrar profundamente su poesía.
Factores estéticos:
- La filiación con Juan Ramón Jiménez, principalmente administrativa. Su importancia para la generación es de doble índole: por una parte, cimentó el entronque generacional con la lírica nacional anterior hacia una poesía depurada, sencilla e intelectual.
- La poesía pura tuvo poca aceptación, pero sí hubo un entusiasmo por lo que esas ideas representaban en cuanto al posible logro de una poesía libre de bagaje anecdótico y sentimental.
- El tercer factor es el Ultraísmo. Su importancia se deja sentir de una manera destacada en la poesía posterior. Desaparecidos el uso de neologismos pseudocientíficos, la supresión de la puntuación y los juegos de distribución tipográfica de vocablos, queda la principal característica: el cultivo de la imagen.
- Hay que señalar la importancia del Surrealismo, que influye en los poetas más jóvenes. Sigue la tendencia de otros movimientos de vanguardia de reafirmar la importancia de la imagen y suprimir las formas poéticas tradicionales, a lo que se añade una aún mayor libertad en el uso del verso libre. La corriente surrealista se centra en el mundo interior, dando cabida a la más extensa irrupción de las emanaciones emotivas del yo. Se trata, pues, de una honda humanización de la poesía.
Con la Generación del 36 comparte los versos de temática religiosa. Los poetas se replantean su actitud ante el poema y la aplicación del lenguaje para expresar su concepción de la realidad. Rasgos:
Desinterés por el uso de la imagen y la metáfora. Decrece la vigencia de la poesía pura, desaparece el interés por Góngora, a quien sustituye como guía Garcilaso de la Vega. Poesía que conlleva actitudes humanas profundamente sentidas, lírica amorosa, huye del verso libre. Utiliza un tono de cierta gravedad, y los asuntos tratados están más próximos a las preocupaciones fundamentales del hombre.
Miguel Hernández es un poeta intermedio.
Trayectoria poética: Evolución de su poesía
Etapa de la poesía pura
Como homenaje al estilo de Góngora escribe Perito en lunas, sucesión de acertijos poéticos. Los poemas describen objetos sencillos de la naturaleza y de la vida cotidiana.
El nexo común que da unidad al libro es la metáfora lunar; todos los objetos son comparados con la luna y las fases lunares. Subtemas: la vida real, junto al colorido de los frutos y vegetales y junto a objetos y animales cotidianos.
Perito en lunas revela resonancias de poetas clásicos. Igualmente, se perciben resonancias del Simbolismo francés y de poetas españoles contemporáneos. Temática campestre, empleo de la adivinanza y carácter juglaresco de la difusión de la obra.
Etapa de la poesía neorromántica
Después de Perito en lunas, Hernández compuso un nuevo libro. Libro lírico y moldeado en el clasicismo, núcleo del futuro poemario. Se ve el cambio de lo religioso a lo amoroso en El silbo vulnerado.
En El rayo que no cesa la estructura es: Un carnívoro cuchillo, Me llamo barro aunque Miguel me llame, la elegía a Ramón Sijé y soneto final.
La poesía neorromántica de El rayo que no cesa se manifiesta a través de la lírica de la angustia, de la sangre y del grito. Surgida del fruto del amor y que supone adentrarse en una angustia que se liga al sentimiento amoroso, lo transciende en forma de angustia metafísica y existencial.
Dos tensiones: expresiva y existencial.
La tensión expresiva se produce entre el desbordamiento emotivo y la tiranía del cauce formal empleado. La tensión vivencial se proyecta en el tema de la pena (toro). La pena dependería no del amor, sino de su no realización, al contenerse el deseo erótico por culpa de una moral estrecha.
A la vez que componía El rayo que no cesa, Miguel Hernández avanza hacia la poesía impura, extensión considerable. También resulta significante el empleo de formas más libres, y de imágenes nuevas que la aproximan en algún caso al Surrealismo.
Etapa de la literatura de urgencia
Durante los años de guerra, Miguel convierte el arte en un arma de combate (Viento del pueblo y El hombre acecha). Viento del pueblo son composiciones escritas a lo largo de doce meses y publicadas en diversos medios. En cuanto al contenido, se da varias tonalidades y diferentes niveles lingüísticos.
En El hombre acecha, el poeta combina las composiciones en verso largo junto con las formas tradicionales. Presenta un giro plenamente personal hacia el intimismo.
Etapa de la exploración interior
Ausencia (Cancionero y romancero de ausencias). A raíz de la muerte de su primer hijo, fue compuesto en la cárcel. Se profundizan dos temas: el del amor y el de la ausencia.
Ahora la poesía es el cauce del desconcierto emocional. En sus poemas se formulan metáforas muy singulares, en las que sobresale la proyección de lo trágico y del dolor.
Tradición y vanguardia en la poesía de Miguel Hernández
Hay varios factores que lo relacionan con la Generación del 27. El más importante es el de tradición e innovación en su obra.
La tradición española
Las primeras influencias fueron las obras clásicas a las que tenían acceso en la biblioteca. Sus versos reflejan el profundo conocimiento de los autores españoles desde los inicios de la literatura castellana.
- Clásicos españoles: El Gongorismo es una influencia muy temprana: en Perito en lunas, poesía pura, octava real y complejidad metafórica. En El rayo que no cesa se fusiona el Surrealismo y la métrica clásica, trascendiendo el tema del amor.
- Bécquer: La pureza, desnudez e inmediatez de Bécquer influyó igualmente en Miguel Hernández. Cancionero y romancero de ausencias se abre con el ambiente posromántico de Bécquer, continuará luego con Antonio Machado y dominará en el neopopularismo de la Generación del 27.
- Neopopularismo: Miguel emplea esta tendencia en Viento del pueblo. Usa formas regulares tradicionales para manifestar su entusiasmo combativo y llegar al pueblo. Con Cancionero y romancero de ausencias las formas poéticas se desnudan aún más para reflejar el dolor y la desolación.
La generación inmediatamente anterior
En la renovación de la poesía española moderna hay que destacar a Rubén Darío. Avanzado el siglo, Juan Ramón Jiménez marcó el devenir de la lírica. Percepción del mundo bucólico pastoril tamizado por el gusto por el Romanticismo y el Modernismo. Otro autor novecentista fue Ramón Gómez de la Serna.
La literatura contemporánea: Vanguardias literarias
Generación del 27:
- Primera etapa: La deshumanización del arte: Bajo el influjo de las vanguardias, poesía depurada, carente de sentimentalismo, que reflejase una belleza estética y artificiosa. La estética vanguardista es asumida por la Generación del 27 y por Miguel Hernández de un modo matizado: empleo de la metáfora. En Perito en lunas se aprecia un vanguardismo tardío, cubista y ultraísta. Hace que la poesía no pierda el contacto con la realidad.
- Segunda etapa: La rehumanización del arte: En los años treinta llega una nueva vanguardia, liberadora y humanizadora, que supondrá una renovación de la imagen poética y una reivindicación de la poesía impura: el Surrealismo. Este movimiento produce un nuevo romanticismo. En la poesía hernandiana, esto se produce en El rayo que no cesa y es fruto de la crisis personal que está viviendo. Viento del pueblo plasma con mayor evidencia el giro hacia la poesía impura. Pero es El hombre acecha la obra con la que se confirma esa tendencia. Se produce una simbiosis de tradición y vanguardia. El predominio de una u otra influencia viene determinado por la evolución del artista.
El compromiso social y político
Cuando Miguel Hernández viaja por segunda vez a Madrid, comienza para él una nueva etapa en la que se introducirá en la intelectualidad de la capital. Comenzará a colaborar en la revista Cruz y Raya, en la que escribe El rayo que no cesa. Será muy fructífero: conocerá a Vicente Aleixandre, colaborará con Pablo Neruda, con lo que se decantará por la poesía impura.
El estallido de la Guerra Civil lo obliga a dar el paso al compromiso político. Es nombrado jefe del departamento de cultura, propaga la poesía en el frente a través de altavoces. Viento del pueblo se trata de una poesía comprometida, de guerra y denuncia, y poesía de solidaridad con el pueblo.
Exaltación heroica de los hombres que luchan por la justicia y la libertad, llegando a una mitificación de los protagonistas poemáticos. El poeta se identifica con el pueblo y se convierte en intérprete de sus desdichas. Se manifiesta en la fusión entre el amor y el heroísmo. Entusiasmo por su lucha que le hace sentir la victoria y anunciarla proféticamente de la mano del hijo que espera, pero siempre con el ansia de que la guerra acabe para volver a ser solo esposo. Lamentación por las víctimas de los opresores. Reivindicación social para expresar la identificación íntima, solidaria, con los protagonistas, víctimas de la explotación contra la que se está luchando.
Exaltación del heroísmo de los que luchan por la libertad y la lamentación por las víctimas. Este radical contraste entre la exaltación del pueblo y la imprecación del tirano aparece dramáticamente articulado en “Las manos”.
Se funde con seres anónimos o grupos sociales que devienen arquetipos de los oprimidos y explotados. Y en esa labor de exaltar, lamentar, reivindicar e imprecar, donde domina la función apelativa. Hay distintos destinatarios: un tú al que insultar o provocar y un tú al que elogiar. El optimismo de Miguel Hernández comienza a diluirse al comprobar la insensibilidad de Europa hacia el drama que se vive en España. Provoca una profunda depresión e intensifica su vena antiburguesa pesimista, con lo que su fe en el hombre se va debilitando. La voz del poeta pasa del cantar al susurrar amargamente.
La crítica hacia los enemigos se extiende al hombre en general; el autor ya no se siente identificado con el pueblo, sino acosado por el hombre. En “Madre España”, el símbolo de España es la tierra como madre originaria, que asocia a la función maternal, la fecundación y la regeneración. Pero esa redención a la madre patria se imposibilita con el avance de la guerra y el desmoronamiento del bando republicano. Al salir de la cárcel, entregó a su esposa un cuaderno manuscrito que había titulado Cancionero y romancero de ausencias, con poemas que empezó a escribir con la muerte de su primer hijo. Con él, Miguel alcanza la madurez poética con una poesía desnuda, con la sencillez de la lírica popular. El poeta, como su pueblo, es una víctima que expresa su profundo dolor por las ausencias. La palabra libertad cobra una importancia fundamental y aparece ahora unida al amor.
Temas poéticos de Miguel Hernández
La naturaleza
Hernández está profundamente ligado a la naturaleza. De ella toma sus primeros conocimientos sobre la vida. Estas primeras composiciones están marcadas por el Modernismo caduco y el costumbrismo bucólico. En Perito en lunas, una naturaleza embellecida. El título ya remite al astro lunar, en cuanto a símbolo de la fecundidad; la belleza se manifiesta en las flores y la higuera, adquiere una connotación erótica. Igualmente aparece la fauna. Pero a partir de El rayo que no cesa ya no se trata solo de una fuente de inspiración, sino que se integra en la temática creando símbolos y sistemas de asociaciones. Así, vegetales, flores y vegas remiten al amor: el huerto, a la fecundidad; el oasis, a la amada. Algunos vegetales hacen referencia al deseo amoroso desde la ausencia. Lo mismo sucede con los fenómenos atmosféricos, que aparecen ligados a los sentimientos: viento, ansia de libertad; tormenta, símbolo de dolor.
Desde El rayo que no cesa se aprecia un paralelismo simbólico entre el poeta y el toro de lidia, destacando en ambos su destino trágico de dolor y de muerte, su virilidad, su corazón desmesurado, la fiereza y la pena. El buey es el vasallaje del enamorado; también representa la sumisión y cobardía. En El rayo que no cesa, el poeta es barro a los pies de la amada, pero desde Viento del pueblo en adelante, la tierra pasa a ser madre en cuanto a generadora de vida. La muerte está representada por el mar. Se puede señalar, con todo lo expuesto, que las metáforas y símbolos de la poesía de Hernández toman como base la realidad cotidiana: a partir de situaciones y objetos comunes de la vida diaria se produce una reelaboración que los convierte en elementos sublimados.
El amor
Encuentra en su voz su herida, la del amor, con El rayo que no cesa. El amor es pasión atormentada por el anhelo insatisfecho y unas ansias de posesión frustadas. El poeta depura su lenguaje a favor de metáforas fluidas e intensas, desgarradas, enérgicas e hirientes. La herida del amor se encarna en el símbolo del toro. El motivo central será el amor vivido como fatal tortura. Sus modelos quedan asumidos por su propia vivencia amorosa: la pasión amorosa, encendida y dolorosa por imposible; la esquivez, el recato y la distancia de la novia; y el amor como lejanía inalcanzable.
La estructura y los temas nos remiten al modelo del cancionero de la tradición del amor cortés. Tres tópicos dominantes: la queja dolorida, el desdén de la amada y el amor como muerte. La amada aparece siempre como inaccesible o esquiva, pero ante ese desdén, el poeta no duda en demostrar su sumisión. Vive a menudo la pena de amor como muerte, y aparecen poemas de circunstancias que recrean anécdotas o situaciones del juego amoroso.
Símbolos recurrentes: el toro, que representa la figura del amante: por un lado, la fuerza, y por otro lado, el destino trágico; los instrumentos de dolor y tortura, hirientes, símbolo de las heridas de amor.
El tono vigoroso, entusiasta y combativo de Viento del pueblo se atempera en El hombre acecha ante la realidad brutal del curso de la guerra: la voz del poeta pasa de cantar a susurrar amargamente, el lenguaje más sobrio, el tono más íntimo.
El amor frustrado por la ausencia, la soledad del amor vivido desde la cárcel, conllevan desolación y dolor. Ansia de salvarse del infortunio que busca sus raíces redentoras en el amor a la esposa. A su vez, el símbolo del agua es generador de vida frente a la sed en el desierto o el arenal. La sed es el símbolo del deseo de la amada y de libertad.
La vida y la muerte en la poesía de Miguel Hernández
Comienza con la vida más elemental, festiva, inconsciente y de ficción, que poco a poco acaba por deslizarse por la pendiente de la tragedia, de forma que la vida y la obra de Miguel Hernández aparecen como algo inseparable. La mayor parte de los primeros poemas contienen un soporte de cierta despreocupación y de optimismo natural. La muerte se representa poéticamente por medio de los atardeceres y con una intención puramente estética, como reflejo de la melancolía.
Las heridas hernandianas comienzan a sentirse en El rayo que no cesa, sentimiento trágico del amor y de la idea de que la vida es muerte por amor. Amor y muerte se plasman en los símbolos del toro y la sangre, a los que se unen los elementos cortantes e hirientes.
Con la guerra, en Viento del pueblo, la muerte se convierte en parte de la lucha por la victoria. Pero la solidaridad con los oprimidos y el optimismo de la lucha por la libertad derivan en dolor y pesimismo por la crudeza de la guerra y la pérdida de la esperanza en la victoria. En El hombre acecha, los muertos ya no son héroes, sino víctimas.
En Cancionero y romancero de ausencias habla de la muerte de su hijo; la pérdida de la guerra, el odio de la posguerra crean este poemario de la desolación, cercano a la desnudez de la verdad más dura y terrible. La esperanza de que por encima de todo queda el amor y la libertad.
El lenguaje poético de Miguel Hernández
Una primera etapa dominada por la poesía pura de Perito en lunas. Una segunda etapa que corresponde a la poética neorromántica de El rayo que no cesa. Una tercera etapa motivada por la situación política y social: Viento del pueblo y El hombre acecha. Una última etapa caracterizada por su encarcelamiento y la soledad, que da lugar a la exploración interior y a la poesía intimista de Cancionero y romancero de ausencias.
Su lenguaje atraviesa por las siguientes fases:
- El lenguaje próximo al Gongorismo, por la dificultad de su metaforismo. Mezcla este estilo con el lenguaje propio de la expresión de dolor.
- El lenguaje directo y claro de la poesía que tiene como finalidad defender su libertad, la clase trabajadora.
- El lenguaje sencillo y directo para la expresión de un sentimiento auténtico.
Los símbolos
- Huesos: En su primera etapa creativa, se citan los huesos cuando el poeta trata el tema de la muerte. En el período amoroso designa el erotismo.
- Lluvia: En su primera etapa es el fenómeno natural fundamental para la vida, elemento del que depende la vida del agricultor. En el período amoroso, la lluvia hace referencia a la pena y al dolor que provoca el amor. También se relaciona con el dolor provocado por la muerte de un ser querido. En los poemas de la etapa bélica, la lluvia es el esfuerzo del trabajador. La lluvia se transforma en símbolo apropiado para avivar los ánimos de los soldados. En el período carcelario, este símbolo vuelve a ser la imagen del dolor.
- Luna: En su primera etapa se relaciona con el paso del tiempo. Después es signo de fatalidad, de muerte.
- Rayo: El rayo es siempre el dolor, la pena amorosa, y suele asociarse a otros símbolos, como el cuchillo, la navaja o la espada. En los poemas de la etapa bélica pasa a ser la fuerza. En la última etapa, el rayo es el símbolo del reencuentro con la amada.
- Toro: En el primer período, el toro se asocia con la muerte; en el período amoroso, hay una doble interpretación: en libertad es un símbolo de virilidad, pero en la plaza se asocia a la fatalidad. En el período bélico, el toro se opone al buey.
- Viento: En la primera etapa, relacionado siempre con la naturaleza. En la amorosa, el viento simboliza la mujer amada. En la etapa bélica, el viento es la fuerza del pueblo y la voz del poeta. En la carcelaria, el viento se asocia al odio y al rencor.
- Tierra: Se asocia a la naturaleza y al mundo del trabajo. En la etapa amorosa, la tierra se relaciona con el amor. En la bélica, la aparición de la tierra remite a los pobres; en la última etapa, la tierra se asocia a la pérdida irreparable del hijo.
Figuras retóricas
Exageración, comparación, metáfora, sinestesia, personificación, interrogaciones y exclamaciones retóricas, hipérbaton, anáfora, paralelismo.