El Utilitarismo de John Stuart Mill
El utilitarismo equipara el placer, la ausencia de dolor, la satisfacción y la felicidad con lo útil y propone que la sociedad y el estado deben regirse por el principio de la máxima felicidad para el máximo número de personas. Esto permite caracterizar doblemente el utilitarismo como una concepción político-moral y como un programa de reformismo económico. Mill pone el énfasis en la noción de bien común con la obtención efectiva de esa suma más alta posible de satisfacción y de felicidad para el mayor número de personas. En consecuencia, las cuestiones de Estado deben juzgarse desde un cálculo utilitarista que maximice esta suma. Mill justifica en la psicología empirista el deseo general de la felicidad.
En consonancia con su noción de bien común, Mill establece una jerarquía de placeres que sitúa las satisfacciones intelectuales, el altruismo y los placeres emocionales por encima de los más vulgares y sensoriales. Además, afirma que el ideal utilitarista es el bienestar general y no el bienestar personal, ya que los humanos buscan los placeres fáciles de los sentidos en detrimento de su salud a pesar de que ellos se den cuenta perfectamente que la salud es un bien mayor. Lo ideal utilitarista no es el máximo bienestar del agente mismo sino la suma más grande del bienestar total. Además, reafirma que la auténtica felicidad sólo se da en un contexto de felicidad general.
El Reformismo Económico y Social
Como filósofo social, Mill considera inaceptable el embrutecimiento humano derivado del industrialismo y de la economía capitalista característicos de la Inglaterra de su tiempo.
Hay que recordar que la mecanización hace incrementar exponencialmente la producción. Los artesanos se arruinan porque no pueden competir en el nuevo mercado industrial y se añaden a los agricultores empobrecidos.
El liberalismo, que equipara la libertad con la total inexistencia de leyes e intervención estatal, es cuestionado por Mill. Él es el autor, con la colaboración de su mujer, de una nueva formulación de la economía política liberal que defiende la distribución más justa de la riqueza derivada de la cooperación social. De esta forma, sin cuestionar radicalmente el capitalismo, Mill polemiza sobre el derecho a la propiedad y ve aspectos tan positivos como negativos. Fue comenzar por la conquista y la violencia, pero la propiedad privada debe ser la garantía de los individuos a los frutos de sus propios trabajos y privaciones, y no de los demás. Además, esta propiedad, definida como derecho a lo que un individuo ha producido, es del todo imprescindible para el funcionamiento de la economía y de la libertad.
El reformismo social de Mill señala la educación y la formación cultural sólida como la garantía de la libertad que proporciona felicidad. Se trata pues de educar en el ejercicio de la libertad y hacer que el poder se apoye en el consenso y la persuasión, y no en el miedo y la fuerza.
Concepción Política y Moral
Es decir, la naturaleza y los límites del poder que puede ejercer legítimamente la sociedad sobre el individuo, la cuestión vital del futuro. Su filosofía política contiene una relación casi exhaustiva de las libertades políticas de manera que hoy constituyen una referencia para la filosofía política actual, especialmente para el liberalismo político del tiempo y los defensores de lo que hoy se llama sociedad abierta.
Mill apuesta por una política y una moral basadas en el valor fundamental de las libertades individuales. Es un defensor de la democracia por su valor educativo, ya que permite el libre desarrollo del individuo. Es un declarado protector de las minorías, ya que complementan la acción de un gobierno liberal. Un buen gobierno sólo puede hacer bien su labor en el contexto de una sociedad liberal. Ciertamente la democracia presenta defectos y carencias, los cuales se solucionan con más democracia.
Mill presenta sus ideas al partido radical, del que es líder intelectual. Mill conoce de cerca tanto las posibles objeciones intelectuales como las resistencias de orden práctico, los tabúes y los convencionalismos que despiertan sus propuestas.
La libertad, condición necesaria de la responsabilidad, se puede ver anulada tanto por la desigualdad social como por la tiranía política. Sobre la libertad declara que el tema de su ensayo es: La libertad civil o social, es decir, la naturaleza y los límites del poder que la sociedad puede legítimamente ejercer sobre el individuo. Los humanos tenemos la posibilidad de automejorarnos, y justamente nos humaniza ejerciendo nuestra capacidad para el bien y para mal.
Mill quiere defender el derecho de todo ciudadano a las libertades básicas (expresión o asociación), a la discrepancia pacífica y a no ser represaliado por sus opciones (derecho de huelga, libertad religiosa y elección educativa…). Las limitaciones legislativas a la libertad consistirían, por ejemplo, en la obligatoriedad de la educación (ya que el derecho al sufragio está suspendido para los analfabetos) o en la prohibición de trabajar más horas de lo que las leyes permiten. De esta manera sitúa la frontera de la intervención del Estado en el ámbito personal. Hay muchos paralelismos entre el positivismo de Comte y el utilitarismo de Mill. Ambos autores también propugnan la superación de las diferencias entre sexos, no se puedan establecer leyes seguras sobre el comportamiento humano y, por tanto, que no se puedan hacer predicciones. Detrás de esta afirmación está la tesis de Mill según la cual el hombre es espontáneo y libre, y va haciendo su propio carácter en la interacción con los otros hombres y sus propias decisiones.