Hispania Romana
Organización y División Administrativa
Provincias
Inicialmente, existían dos provincias:
- Citerior: con capital en Tarraco.
- Ulterior: con capital primero en Cartago Nova y luego en Córduba.
Cada provincia era gobernada por un pretor o procónsul, quien comandaba una legión para mantener el orden. A este le asistía un questor, encargado de la recaudación de impuestos y labores judiciales.
En una segunda división:
- Ulterior se dividió en: Baetica (capital en Corduba) y Lusitania (capital en Emerita Augusta).
- Citerior se transformó en Tarraconensis (capital en Tarraco).
Dos siglos después, se creó la provincia Gallecia. A finales del siglo III, Hispania se dividió en seis provincias: Tarraconensis, Baetica, Lusitania, Gallecia, Carthaginensis y Mauritania Tingitana (capital en Tingis).
Otras divisiones administrativas
- Conventus: Subdivisiones de las provincias para facilitar la administración, justicia y recaudación de impuestos.
- Populus: Demarcaciones sin centros urbanos que mantenían la estructura indígena inicial, situadas en zonas menos romanizadas.
- Civitas: Ciudades. Las de mayor categoría eran las civitae liberae (libres), cuyos habitantes estaban exentos de impuestos y tenían los mismos derechos que un ciudadano en Roma.
- Colonias: Ciudades de nueva planta creadas por y para ciudadanos romanos afincados en Hispania.
- Ciudades Estipendiarias: Pagaban el stipendium o tributo a Roma por haberse opuesto a la conquista, en servicios, dinero o especie.
Economía
Los principales recursos eran: minas, productos agrícolas y ganaderos, y salazones. Minerales importantes: oro, plata, estaño, mercurio. Las minas eran explotadas por el Estado.
La tierra, inicialmente propiedad del Estado, pasó gradualmente a manos de terratenientes romanos, trabajada por mano de obra asalariada o esclava.
El sector artesanal desarrolló la cerámica, especialmente ánforas. Los romanos mejoraron las técnicas de trabajo tanto en el campo como en la artesanía.
Sociedad
En la cima social se encontraba una reducida aristocracia romana (senadores y caballeros), junto a la aristocracia local. Por debajo, la gran masa de trabajadores libres (campesinos, artesanos, soldados, escribanos) y esclavos.
Cultura y Arte
Los romanos introdujeron el latín. Una figura destacada fue el filósofo Séneca. Priorizaron la arquitectura civil sobre la religiosa:
- Arquitectura unitaria: puentes, murallas, acueductos, calzadas.
- Arquitectura lúdica: teatros, anfiteatros, circos, termas.
- Arquitectura conmemorativa: arcos del triunfo, templos.
- Arquitectura funeraria: tumbas.
Las ciudades estaban amuralladas. Las puertas norte y sur coincidían con el cardus, y las este y oeste con el decumanus. En su cruce se ubicaba la plaza mayor.
En religión, los romanos implantaron sus cultos, simultaneándolos con los dioses indígenas.
Crisis del Imperio (mediados del siglo III)
- Abandono de las explotaciones mineras.
- Disminución de las obras urbanas.
- Decadencia de las ciudades.
- Campesinos entregaron sus tierras a grandes propietarios, convirtiéndose en colonos.
- Escasez de esclavos y mejora de su situación.
Al-Ándalus
La conquista árabe de la Península Ibérica y la formación de Al-Ándalus marcaron el auge de la civilización árabe. Coexistió con los reinos cristianos entre periodos de guerra y paz. A partir del siglo XI, los reinos cristianos se expandieron, reduciendo el territorio musulmán hasta la desaparición del reino nazarí en 1492.
Invasión y Conquista (711-714)
Los musulmanes entraron en España, derrotando al rey visigodo Rodrigo en la batalla de Guadalete (711). Musa conquistó las principales ciudades visigodas entre 712 y 714. La ocupación fue rápida, ya que los visigodos prefirieron someterse para conservar su patrimonio. Los árabes se instalaron en las ciudades.
Emirato Dependiente (715-755)
Los árabes se asentaron en las ciudades del sur, con Sevilla como capital. Su expansión al norte de los Pirineos fue frenada en la batalla de Poitiers (732). También se destaca la batalla de Covadonga.
Emirato Independiente (755-756)
En 750, los abasíes destronaron a los omeyas. Abderramán I, un superviviente omeya, derrotó al gobernador y se autoproclamó Emir independiente. Impulsó el desarrollo de Córdoba e inició la construcción de su mezquita. Enfrentó la oposición de algunas familias, las comunidades cristianas y el descontento popular por la presión fiscal.
Califato de Córdoba (929-1031)
En 929, Abderramán III se proclamó Califa, uniendo el poder político y religioso. Pacificó el territorio y frenó el avance cristiano. Construyó Madinat al-Zahra como residencia califal.
Su hijo, Al-Hakam II, trajo una época de paz. El reinado de Hixam II estuvo dominado por Almanzor, quien reformó el ejército y realizó 55 expediciones contra los cristianos.
Su hijo, Abd al-Malik, continuó su línea, pero a su muerte estalló una crisis política. Madinat al-Zahra fue destruida y el califato se fragmentó en taifas.
Reinos de Taifas (1031-1090)
Al-Ándalus se dividió en reinos independientes con cierta prosperidad económica, pero débiles. Muchos pagaron tributos (parias) a los reyes cristianos. Ante el avance cristiano, pidieron ayuda a los almorávides.
Oleadas de Almorávides y Almohades (1090-1212)
Los almorávides detuvieron la expansión cristiana y unificaron el territorio. Años después, su dominio entró en crisis, volviendo a aumentar los impuestos. En 1144, el imperio almorávide se colapsó.
Los almohades sustituyeron a los almorávides. Se formaron las segundas taifas, dominadas hasta 1172.
Ofensiva de los Reinos Cristianos (1212-1248)
En 1212, los cristianos derrotaron a los musulmanes en las Navas de Tolosa. El reino almohade se desmoronó, marcando el fin de Al-Ándalus como unidad política.
Reino Nazarí (1248-1492)
Solo subsistió Granada, último dominio árabe en la península, bajo la dinastía nazarí. Su población era mayoritariamente árabe y se construyó la Alhambra. Pagaban tributos a los cristianos.
En 1482, con los Reyes Católicos, estalló la crisis definitiva. Las tropas castellanas avanzaron y, entre su superioridad militar y las luchas internas, las ciudades nazaríes cayeron hasta la toma de Granada en 1492, finalizando la presencia islámica en la península.