El Problema del Conocimiento y el Giro Copernicano
El problema fundamental de la Crítica de la Razón Pura (CRP) es determinar los límites del conocimiento. Este planteamiento epistemológico llevará a Kant a situar al sujeto en el centro del proceso de conocimiento, en lo que se ha dado en llamar el “Giro Copernicano”, que sitúa al sujeto como constructor activo de los conceptos y juicios que expresan auténtico conocimiento científico.
Es de reseñar que Kant no cuestiona la verdad de los enunciados científicos: los toma como modelo de toda verdad universal, y lo que la CRP pretende dilucidar es si podemos y cómo podemos asegurar en los juicios metafísicos un grado de verdad igual al de las proposiciones científicas.
Sobre esta base, podemos formular uno de los objetivos principales de la CRP: ¿Es posible la metafísica como ciencia? Para responder a esta pregunta debemos, por una parte, determinar las condiciones que hacen verdaderos los enunciados científicos, y, por otra, definir convenientemente el concepto de metafísica, posicionándolo frente a los modelos metafísicos propuestos por los filósofos anteriores.
Universalidad y Necesidad del Conocimiento
En el supuesto de que el hombre alcance conocimiento científico sobre el mundo, tal conocimiento sólo merecerá este calificativo si cumple con los criterios de universalidad y necesidad. Un “conocimiento falso” (que incumpliera alguna de estas características) consistiría en realidad en una operación no autorizada o ilegítima de la razón.
Si las características del conocimiento verdadero son la universalidad y la necesidad, cabe preguntarse ahora en qué modo se expresan estas características. Kant responde a ello mediante una rígida estructuración de los tipos de juicios que expresan conocimiento. Todo conocimiento se expresa en juicios, que son, recordemos, el resultado del trabajo de la razón o facultad de juzgar (enlazar sujetos con predicados). Los juicios son enunciados que pueden ser verdaderos o falsos.
Clasificación de los Juicios
A partir de un análisis de los juicios Kant determina su doble clasificación:
- Juicios a priori y a posteriori:
- Un juicio es a posteriori si su verdad sólo puede ser establecida después de la experiencia. Esto es, si puede ser corroborado o falsado por ella. “La mesa es verde” es un juicio a posteriori, pues su contenido exige ir a la experiencia para ser comprobado.
- Un juicio es a priori si su verdad no depende de la experiencia, en el sentido de que es anterior e independiente de ella. Los juicios a priori son la expresión de la Razón Pura, es decir, de las capacidades innatas de la propia razón antes de cualquier operación empírica.
- Juicios analíticos y sintéticos:
- Los juicios analíticos son aquellos en los que el predicado está incluido en el sujeto (relaciones entre ideas); del análisis del sujeto se deduce el predicado sin recurrir a la experiencia.
- Los juicios sintéticos, por su parte, amplían el campo de la experiencia, pero por sí solos no son capaces de proporcionar a ésta la necesidad y universalidad exigidas por el criterio kantiano de verdad. Según Kant, este conocimiento está basado en meras generalizaciones empíricas, y debe ser complementado de algún modo para ser aceptado como modelo de conocimiento científico.
Juicios Sintéticos a Priori y la Metafísica
Kant intentará demostrar que existen otro tipo de juicios: los juicios sintéticos a priori, que son el modelo de conocimiento y fundamentan la ciencia. Tales juicios, por ser a priori, nos dan conocimiento necesario y universal, y por ser sintéticos, amplían nuestro conocimiento de la experiencia. Se expresan privilegiadamente en matemáticas y en la física teórica.
Materia y Forma de los Juicios
Para comprender cómo razona Kant debemos ahora ocuparnos de cómo construye la Razón los juicios. Según Kant, todo juicio es un compuesto de materia y forma.
- La materia es el contenido empírico del juicio.
- La forma es el modo en que la Razón estructura, organiza y construye el juicio.
En la Sensibilidad, la materia son las impresiones sensibles y la forma el Espacio y el Tiempo. De su síntesis surgen intuiciones o fenómenos. En el Entendimiento, la materia son los fenómenos creados por la Sensibilidad, y la forma las Categorías. De la síntesis entre materia y forma, es decir, entre experiencia y categorías a priori, surgen los conceptos y de su enlace los juicios. Las intuiciones sin conceptos son ciegas. Los conceptos sin intuiciones, vacíos. En la Sensibilidad se construyen, pues, los fenómenos. Y en el Entendimiento se produce la síntesis entre éstos y las Categorías, dando lugar a los conceptos.
Los Juicios Metafísicos y los Nóumenos
Ahora bien, los juicios sintéticos a priori no pueden existir en metafísica porque en la constitución de los conceptos metafísicos no se ha tomado en consideración la experiencia: no existe experiencia del alma, de la libertad o de Dios, por lo cual los juicios que contienen estos conceptos no pueden extender el campo de mi conocimiento de los mismos. En un juicio tal como “El alma es inmortal”, la construcción del sujeto (de la idea de alma) no ha recurrido en modo alguno a la experiencia; dicho de otro modo, el concepto no se refiere a datos sensibles, sino a una supuesta “esencia” que constituiría a los seres humanos, y a la que se denomina “alma”. En metafísica, pues, las operaciones del entendimiento y sus categorías se realizan, no sobre fenómenos, sino sobre supuestas realidades subyacentes o esencias, a las que Kant llama nóumenos, y de las cuales no puede tenerse noticia alguna, pues no pertenecen al ámbito de lo sensible. Las operaciones de la Razón pura sobre conceptos nouménicos producen los juicios metafísicos. Estos juicios “aparentan” ser similares a los juicios científicos, pero sólo lo aparentan.
Por tanto, los juicios metafísicos no tienen cabida, según el análisis de Kant, en el ámbito de la Razón Pura. Pero, a causa de la tendencia natural de la razón a producirlos (metaphysica naturalis), no pueden ser eliminados del sujeto. La solución de Kant será recuperarlos en la Razón Práctica, donde tienen una función regulativa, es decir, se convierten en conceptos rectores de la vida moral de los hombres.
Conclusión y Repercusiones
En conclusión, para Kant, una metafísica como ciencia no es posible, ya que rebasa el límite del conocimiento posible. Pero, por otra parte, debido a la estructura propia de la razón en su búsqueda de lo incondicionado y su labor sintetizante, nos encontramos siempre con una metafísica, simplemente no podemos evitarlo. Kant propone un uso regulativo de las ideas de la razón pura, es decir, como guías del conocimiento y de la investigación científica.
Por último, las repercusiones de la filosofía kantiana fueron innumerables. Su obra fue un punto de partida para la filosofía del siglo XIX; sus teorías sobre las estructuras del conocimiento fueron demostradas por la biología del siglo XX; y, a pesar de su crítica, la metafísica aún persiste hoy en día. Por otro lado, los postulados de la razón práctica fueron el punto de partida para el Romanticismo y para el idealismo hegeliano. Así mismo, su idea del hombre como fin, y no como un medio de producción, tuvo su más directa repercusión en Marx y sus teorías políticas.