La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1931)
1.- Introducción
Con la dictadura de Primo de Rivera se consuma la quiebra del Estado Liberal. El régimen impuesto tras el golpe de Estado del año 1923 representa el fin de un proceso de crisis, que ya había manifestado sus primeros síntomas en la Semana Trágica para entrar en situación agónica tras la crisis de 1917. Entre 1922 y 1923, la monarquía de Alfonso XIII tenía solo dos alternativas para mantenerse: una democratización real del sistema o el establecimiento de un régimen autoritario.
Por otra parte, los regímenes dictatoriales fueron una constante en la Europa de los años 20, especialmente en los países agrarios y más atrasados del continente. El caso de España no fue una excepción. El 13 de septiembre de 1923, el general Primo de Rivera, capitán general de Cataluña, dio un golpe de Estado. El Gobierno, presidido por García Prieto, dimitió al día siguiente. El rey accedió a entregar el poder a Primo de Rivera. Lo que ocurrió durante el periodo primorriverista fue que la solución de algunos problemas conllevó la aparición de otros y, con ellos, el fin de la dictadura. Con ella cayó también la Monarquía, tras lo cual se produjo el advenimiento de la Segunda República. El General Primo de Rivera era un militar estricto, sin cultura política, pero dotado de una gran intuición e instinto político. Primo de Rivera era un hombre espontáneo, nada cruel, dotado de un cierto sentido populista, cuando no campechano, y de un sincero patriotismo. Él mismo se consideraba regeneracionista, tanto en lo que atañe a la regeneración y el desarrollo material como a la depuración de la corrupción política. Por eso entendió, en principio, a la dictadura como un paréntesis entre quirúrgico y mesiánico, un régimen temporal que pondría en ejecución los proyectos regeneracionistas de Costa, Mallada, Macías Picabea. Un atajo, en definitiva, para lograr un sistema liberal más auténtico tras la corrección de sus vicios o desviaciones. Lo que ocurrió durante el periodo primorriverista fue que la solución de algunos problemas conllevó la aparición de otros y, con ellos, el fin de la dictadura. Con ella cayó también la Monarquía, tras lo cual se produjo el advenimiento de la Segunda República.
2.- Las Causas del Golpe de Estado
Para entender correctamente el porqué del golpe de estado militar que dio paso a la primera dictadura del siglo XX en España, hay que situarlo con precisión en todas las circunstancias políticas que lo hicieron posible.
Desde el punto de vista internacional, hay que destacar el triunfo de la revolución bolchevique en Rusia, que generó un justificado temor entre las clases burguesas a que el contagio revolucionario se propagara a sus propios países y, en 1921, se había fundado en España el Partido Comunista, a partir de una escisión del PSOE. La crisis de la democracia y el surgimiento inmediato del fascismo italiano. En Europa Central, Japón y en los Balcanes se habían instaurado también regímenes autoritarios y en Alemania ya planeaba la sombra de Hitler, quien en octubre de ese mismo año protagonizó el “Putsch” o fracasado intento golpista de Munich contra la república de Weimar, el régimen democrático instaurado en Alemania tras su derrota en la Gran Guerra. Solo Francia, Gran Bretaña y los Estados Unidos, por mencionar a los países más importantes, apostaban por el mantenimiento de la democracia.
En España hay que destacar, en primer lugar, el agotamiento del sistema de la Restauración y la crisis de la monarquía parlamentaria. En segundo lugar, la agitación social y, en tercer lugar, el creciente protagonismo del ejército en la vida política del país, que ya se había manifestado en la crisis de 1917. El desastre de Annual fue la última humillación militar sufrida por el ejército, la más importante desde el Desastre de 1898. Las casi 13.000 bajas padecidas en la descabellada e imprudente operación estratégica del general Silvestre gravitaron pesadamente sobre la opinión pública española y sobre los militares, quienes culpaban al poder civil del desastre padecido. La corrupción política, el alza de los precios y la sangría permanente de Marruecos reclamaban, según algunos, una solución drástica al problema; una política quirúrgica que hundiera el bisturí en los males que aquejaban a la nación. La idea regeneracionista del “cirujano de hierro”, que acuñó Joaquín Costa, fue aireada por la prensa, tanto de izquierda como de derecha, y empezó a abrirse paso entre los españoles. Por último, el auge de los nacionalismos periféricos alarmaba a las fuerzas más sensibles del país. El nacionalismo catalán y vasco era visto con repugnancia tanto por el ejército como por los grupos de ideología derechista, a pesar de que el catalanismo era en aquel momento muy moderado.
3.- El Golpe de Estado del 12 de Septiembre
Desde principios de la primavera de 1923, la idea del golpe militar se notaba en el ambiente de los cuarteles, incluso entre los medios civiles. Este, que se quiso hacer en principio de acuerdo con el Rey, al final lo llevó a efecto el Capitán General de Cataluña, don Miguel Primo de Rivera, quien contaba con el apoyo de la burguesía catalana, acosada por el terrorismo anarquista. La mano dura de Martínez Anido y del propio Primo de Rivera frente a los anarquistas les granjeó el apoyo de este influyente sector catalán. El significativo silencio del Rey proporcionó a los golpistas el estímulo y la señal que necesitaban para el inicio de la acción. Alfonso XIII, que se encontraba veraneando en San Sebastián, regresó inmediatamente a Madrid para encargar a Primo de Rivera la formación de un nuevo gobierno.
3.1.- El Directorio Militar (septiembre 1923 a diciembre 1925)
El Directorio Militar, que así se llamó al gobierno formado por encargo real inmediatamente después del golpe de Estado del 12 de septiembre, estaba formado exclusivamente por oficiales de alta graduación. Las medidas políticas que se tomaron inmediatamente fueron las siguientes:
- La publicación de un manifiesto a los españoles, en donde de una manera poco concreta (era una declaración de intenciones más que un programa político) se exponían las directrices de su política, las más importantes de las cuales eran la lucha contra el caciquismo, la restauración del orden público y el regeneracionismo.
- Se inicia el desmantelamiento de las instituciones, salvo la monarquía:
- El control por parte del ejército de todos los resortes de la vida del país, porque a pesar de su carácter militar, el Directorio como tal era un organismo consultivo. Nada más tomar el poder se declaró el estado de guerra en todo el territorio nacional y se sustituyeron los gobernadores civiles por militares.
- Suspensión de la Constitución.
- Disolución del Congreso y la parte electiva del Senado, así como la suspensión de las garantías constitucionales relativas al “Habeas corpus” y otras libertades o garantías, tales como el derecho de asociación y reunión. Se restringió también el derecho de información al declarar una rigurosa censura de prensa, en virtud de lo cual quedaba prohibida cualquier crítica a la dictadura.
- Ilegalización de los partidos políticos.
A principios del año 1924 se inició el proceso de institucionalización que se prolongaría hasta finales del año siguiente (diciembre de 1925), momento en el que finaliza el Directorio Militar para dar paso a la segunda fase de la Dictadura: el Directorio Civil.
- Reforma de la administración con la promulgación del Estatuto Municipal de 1924, era el arma fundamental para la lucha contra el caciquismo. El estatuto, que pretendía la autonomía de los ayuntamientos y con ella la descentralización de la administración, resultó inoperante al otorgarse a los Gobiernos civiles, que eran militares, demasiadas atribuciones sobre los municipios.
- Frente al problema del orden público, la actuación contra los desórdenes públicos produjo sus efectos inmediatamente. La prohibición de manifestaciones y la censura de prensa fueron los dos instrumentos utilizados para reprimir lo que se entendía como delincuencia. Tras la detención o encarcelamiento de algunos responsables obreros, las protestas desaparecieron. Después, la represión se ejerció sobre los nacionalismos, los intelectuales, la prensa y la CNT.
Para auxiliar a las fuerzas del orden público, Primo de Rivera intentó extender a toda España la institución catalana del Somatén. Esta formación, que resultó escasamente operativa, era en realidad un cuerpo paramilitar contrarrevolucionario y adicto al régimen. Aunque su origen se remontaba muchos años atrás, su nueva versión parecía guardar semejanzas con los “camisas negras” italianas, cuerpo paramilitar fascista de apoyo a Mussolini.
Con respecto al problema de los nacionalismos, la burguesía catalana, e incluso la catalanista, había prestado su apoyo al golpe militar de septiembre. Sin embargo, una vez instalado en el poder, Primo de Rivera se mostró tan torpe como remiso a reconocer el hecho diferencial catalán. Suprimió la Senyera (bandera de Cataluña), el himno catalán, Els Segadors, y decretó medidas sobre el uso de la lengua catalana, a la que intentó relegar al ámbito doméstico. Se suspendió la enseñanza del catalán y hasta se castellanizó el nombre de las calles. La prevención anticatalanista le llevó, incluso, a clausurar el Fútbol Club Barcelona y el Orfeó Catalá. Con estas actitudes, la Lliga, que era un firme apoyo monárquico en Cataluña, se fue debilitando mientras crecía otras formas más radicales: el catalanismo insurreccional del Estat Catalá. Francesc Macià, es el líder de Estat Catalá y será quien encarne mejor esta tendencia. Estas actitudes llevaron a la burguesía catalana a retirar su apoyo a la dictadura, radicalizándose algunos sectores en una dirección más declaradamente nacionalista y a manifestarse a favor de la República.
En el País Vasco, la actitud de la dictadura fue muy similar, llegándose incluso a clausurar Aberri, el periódico del Partido Nacionalista Vasco. De todo ello se deduce que la política primorriverista respecto al problema nacionalista fue muy torpe y, lejos de eliminar el nacionalismo, lo enfrentó con la monarquía, lo que contribuyó en buena medida a su caída en 1931.
3.2.- El Directorio Civil (diciembre 1925 – enero 1930)
Uno de los logros más populares de la dictadura fue la resolución del problema marroquí, gracias a la ofensiva conjunta hispano-francesa. El éxito del desembarco en la bahía de Alhucemas (1925) significó la rendición de Abd-el-Krim y la ocupación del territorio rifeño (1927). Además, ello potenció la influencia del sector “africanista” dentro del ejército. Después de este éxito militar, Primo de Rivera creó el Directorio Civil, que vendría a sustituir al militar. Esta decisión representaba un hecho nuevo: la dictadura, que nació con una idea de provisionalidad, parecía querer estabilizarse como régimen permanente. Al desembarco de Alhucemas y a la resolución victoriosa del problema de Marruecos se sumaban los éxitos económicos obtenidos durante el escaso tiempo de dos años del Directorio Militar. Los elementos clave para la ejecución de la política de la dictadura, transformada parcialmente de militar en civil, eran la Unión Patriótica y la Asamblea Nacional Consultiva.
- La Unión Patriótica. Era un movimiento más que un partido, que intentaba agrupar a las gentes de buena fe, en palabras del dictador, en torno a un ideario monárquico y democrático. Su origen y la heterogeneidad de las fuerzas que lo componían hizo que unas y otras se sintieran postergadas en algún momento, al no atender la Dictadura sus respectivos planteamientos, por lo que a corto plazo también rompieron con el régimen. No obstante, de la Unión Patriótica saldrían los representantes de la Asamblea Nacional que debía elaborar una nueva Constitución, con lo que quedaba roto el pilar fundamental del sistema de la Restauración.
- La Asamblea Nacional Consultiva. Los éxitos de la dictadura en el terreno militar, económico y educativo llevaron a la idea de institucionalizarla, de crear un régimen nuevo que reemplazara a la Restauración. Con el plebiscito de 1926 se abrió paso a la Asamblea Nacional Consultiva, cuyo cometido más importante debería ser la elaboración de una nueva constitución de la dictadura. El anteproyecto de constitución fue muy laborioso, duró año y medio y se encontró con serias dificultades, pero al final no prosperó.
4.- Economía, Sociedad y Cultura Durante la Dictadura
El éxito económico de la dictadura hay que buscarlo en la bonanza económica mundial de los años veinte, una onda expansiva típica de los ciclos capitalistas, y también en la paz social que trajo la dictadura y en la política económica llevada a cabo durante y después del Directorio Militar. Esta política fue, no obstante, coyuntural, es decir, con expectativas a corto plazo, sin que se acometieran las reformas de las estructuras ni se resolviera el problema secular del latifundismo con la reforma agraria. La práctica económica de la Dictadura tuvo un fuerte carácter proteccionista, fomento de las obras públicas y tendencia a la creación de monopolios, entre los que cabe destacar la Compañía Telefónica Nacional de España y CAMPSA. La creación de las Confederaciones Hidrográficas fue uno de los logros más importantes de la dictadura en materia de política hidráulica. Las confederaciones pretendían el aprovechamiento integral de todos los recursos hidráulicos (regadíos, energía hidroeléctrica, regulación de cuencas, etc.).
Del acierto de esta medida habla el hecho de su supervivencia a través de los diferentes regímenes. Hoy constituyen la piedra angular del Plan Hidrológico Nacional, en el que también pensaron los técnicos de la dictadura. Las dificultades de los años treinta y la Guerra Civil hicieron que las realizaciones hidráulicas más urgentes quedaran reservadas a la otra dictadura, la del General Franco.
La ampliación y mejora de las comunicaciones constituye otro de los logros de la Dictadura.
Las autoridades comprendieron que uno de los obstáculos más graves para el despegue de la economía nacional era la insuficiencia de la red viaria y de infraestructuras en general. Las comunicaciones ferroviarias recibieron un notable impulso con el Estatuto Ferroviario, que contemplaba la mejora y la ampliación de los ferrocarriles. Los resultados de la gestión económica fueron muy positivos, lo que contribuyó a la paz social de la década de los años veinte. De hecho, el proletariado industrial estuvo bastante tranquilo hasta el final de la década, colaborando incluso con el régimen en algunos momentos. Los índices económicos mejoraron en todos los aspectos, siendo de destacar la progresiva disminución del peso de la agricultura en el conjunto de la economía. Este auge económico se mostró al mundo en dos magníficos escaparates: la Exposición Universal de Barcelona y la Exposición Iberoamericana de Sevilla (ambas en 1929).
El mundo del trabajo lo configuró la dictadura siguiendo el modelo de estado corporativo fascista de Italia. Se creó la Organización Corporativa del Trabajo y la creación de comités paritarios, que tenían una composición mixta (patronos-obreros), para la regulación de los problemas laborales. Estos comités se hallaban bajo la tutela del Estado. La Organización Corporativa del Trabajo contó con el silencio expectante del PSOE (Largo Caballero) y con la colaboración de la Unión General de Trabajadores. Sin embargo, la Organización sufrió las críticas de la derecha y de la patronal al considerarla como un reducto del socialismo y de los partidos o fuerzas de izquierda marxista y anarquista, al considerar que esta estructura sindical impedía el surgimiento del sindicalismo de clase. La Organización Corporativa del Trabajo serviría de modelo a los sindicatos verticales del periodo franquista.
La educación y la cultura también tuvieron un gran impulso, como lo acredita el número de escuelas que se levantaron en todo el territorio español. Se construyeron, además, muchas escuelas Normales para la formación de los maestros. No obstante, la dictadura entró rápidamente en conflicto con los educadores, con los estudiantes y con las fuerzas progresistas en general, en virtud de las restricciones a la libertad de cátedra y a la actividad universitaria. Algunos intelectuales de renombre, como Miguel de Unamuno, pagaron con el destierro (en este caso a Formentera) su actitud crítica. En 1929, cuando la dictadura iniciaba su declive irreversible, se produjeron choques entre estudiantes y las fuerzas del orden público, lo que obligó al cierre de la Universidad.
5.- Efímero Regreso a la Monarquía Parlamentaria (1930-31)
La crisis de 1929, que se inició con el “Crack de Wall Street”, también llegó a España. El valor de la peseta descendió a límites alarmantes y la inflación se disparó. El “milagro económico” del régimen se derrumbaba estrepitosamente, pues la mayoría de los logros económicos de la dictadura estaban sustentados sobre bases poco sólidas, al no atacar las verdaderas reformas estructurales que necesitaba la economía española, como la estructura de la propiedad y el sistema impositivo. Las fuerzas políticas y sociales se movilizaron, acelerando la descomposición de la dictadura.
En febrero de 1929, además, se había producido una sublevación del ejército (artillería). Primo de Rivera disolvió el Arma de Artillería, actitud que ponía de manifiesto, más allá del error cometido, el descontento del ejército, un pilar fundamental para el sostenimiento de la dictadura.
La Dictablanda y el Error Berenguer
El Rey no tardó en darse cuenta de que la dictadura estaba agotada, por lo que encargó la formación de gobierno al general Dámaso Berenguer para cerrar la página del régimen y volver a la fase anterior a 1923. Este fue el “error Berenguer”, o tal vez borbónico: el querer actuar “como si nada hubiera pasado” desde el golpe de Estado de Primo de Rivera. La gestión de la Dictablanda (apelativo irónico de la prensa a este periodo) fue vacilante y contradictoria en el restablecimiento de los derechos y libertades, lo que trajo el descontento de todos los grupos sociales. Esta oposición se manifestaba ya abiertamente republicana. El auge de los movimientos republicanos fue manifiesto durante ese año, sumándose políticos de ideología derechista como Alcalá Zamora o Miguel Maura, junto con los liberales y los grupos nacionalistas. Todos los grupos del movimiento obrero (PSOE, UGT, CNT) se sumaron al movimiento republicano. Incluso una parte del ejército, dividido por la cuestión artillera, empezaba a tomar partido por una España republicana que se ponía de acuerdo en el “Pacto de San Sebastián” (agosto 1930). Tras este pacto, se creó un comité revolucionario que formaría el gobierno Provisional de la República tras la desaparición de la monarquía.
En diciembre hubo un pronunciamiento en Jaca de los capitanes García Hernández y Fermín Galán, que precipitó los acontecimientos. Este pronunciamiento a favor de la República fracasó. García y Galán fueron fusilados e inmediatamente detenidos y encarcelados la mayor parte de los miembros del Comité Revolucionario; los restantes pasaron a la clandestinidad. El 15 de diciembre tuvo lugar un nuevo golpe militar en Cuatro Vientos, que también fracasó, pero sirvió para decantar masivamente a la opinión pública y a los intelectuales (Ortega y Gasset, Marañón, Pérez de Ayala) a favor de la causa republicana; estos publicaron un manifiesto de apoyo a la República. Berenguer, que comprendió la magnitud del fenómeno, dimitió el 14 de febrero de 1931.
El Epílogo de la Monarquía: el Gobierno de Aznar
El Rey encargó la formación de gobierno al almirante Aznar, cuya tarea resultó complicada: pocos personajes estaban dispuestos a formar parte de algo que estaba en proceso de liquidación. El error de Aznar fue convocar elecciones municipales el 1 de abril de 1931. Aznar quiso aprovechar las elecciones para sondear la opinión del país y, de paso, desbloquear la situación en dirección a la salida más conveniente. Incluso el Rey participaba de esta opinión. Las elecciones se celebraron con toda normalidad, pero el resultado dio lugar a diversas lecturas. En las municipales fue superior el número de concejales monárquicos elegidos, pero lo habían sido en las zonas rurales, donde el caciquismo aún forzaba los resultados. En las ciudades y núcleos más importantes, el triunfo republicano parecía indiscutible. Inmediatamente, la bandera republicana ondeaba en algunas ciudades: la dictadura y la monarquía tocaban a su fin.
Conclusión
La dictadura de Primo de Rivera constituyó un fracaso ya desde su propio planteamiento. De los tres objetivos originales del general, solo uno (la solución del problema marroquí) había sido cumplido, aunque de manera diametralmente opuesta a sus intenciones. En cuanto a los dos restantes, es posible que se restaurara el orden con carácter temporal, pero las tensiones básicas que habían conducido a las tormentas de 1918-1923 no se aliviaron en lo más mínimo; por su parte, el caciquismo, en lugar de erradicado, fue integrado en la estructura de la Dictadura. Si de verdad, de una manera más general, Primo de Rivera se había propuesto entorpecer el movimiento que abogaba por una democracia, la Dictadura no había hecho más que empeorar las cosas, pues la aceleración de la tasa de urbanización, el mayor grado de movilización política y la mejora de las comunicaciones y la educación que trajo consigo redujeron el margen de maniobra y manipulación de la oligarquía. En suma, el notable perfeccionamiento de la infraestructura española, que constituyó el adelanto más positivo, constituyó por lo tanto un arma de doble filo. Esta dictadura será el precedente de la de Franco, que en algunos aspectos tuvo mucho en que fijarse. El intento de implantar en la sociedad los valores del ejército, la formación de un movimiento patriótico nacional, el uso del lenguaje de la cruzada o la demonización del liberalismo, el anarquismo, el socialismo, el comunismo y el separatismo. En todos estos ámbitos, la Dictadura de Primo de Rivera preludió la de Francisco Franco. Al tiempo que abría la senda para el advenimiento de la Segunda República, llevaba en su seno las instrucciones para destruirla.