Descartes: La Duda, Dios y la Realidad
El proceso de duda, exigido por el método de la razón cartesiana, conduce a la primera verdad: “yo soy”. Sobre esta verdad fundamental, Descartes construye su edificio del saber, demostrando que la realidad se compone de la sustancia infinita (Dios) y las sustancias finitas (pensamiento y extensión).
A partir de la primera verdad, se afirma la existencia del sujeto pensante. Descartes concluye que lo concebido con claridad y distinción es ser una cosa pensante, es decir, pensamiento. Este pensamiento contiene ideas, cuyo correlato con la realidad exterior aún no está garantizado.
Para demostrar la correspondencia entre las ideas y la realidad, Descartes necesita eliminar la hipótesis del genio maligno. Esto se logra demostrando la existencia de Dios, quien, al ser veraz, no permitiría el engaño.
Descartes analiza las ideas y busca una cuya causa no pueda ser él mismo. Encuentra la idea de Dios, cuya causa, argumenta, solo puede ser un ser actualmente infinito. De aquí se sigue la existencia de Dios.
Esta es la prueba principal de la existencia de Dios en la filosofía cartesiana. En la Meditación III, Descartes presenta otro argumento: la propia existencia del sujeto que tiene la idea de Dios depende de la existencia de Dios. En la Meditación V, recurre al argumento ontológico.
La demostración de la existencia de Dios es crucial en el sistema cartesiano. Prueba que existe algo más allá del yo pensante: la sustancia infinita, un Dios bueno y veraz. Elimina la hipótesis del genio maligno y abre el camino al conocimiento del mundo exterior.
Descartes concibe con claridad y distinción que las cosas del mundo son extensión. Define la sustancia como aquello que no necesita de otra cosa para existir. La realidad, en definitiva, está constituida por Dios y todo aquello que Dios causa: sustancias extensas y sustancias pensantes. El alma, el yo, se rige por el principio de la libertad.
Santo Tomás de Aquino: El Conocimiento, Dios y el Ser Humano
El Conocimiento
Siguiendo a Aristóteles, Santo Tomás afirma que ningún saber es innato. El conocimiento humano comienza con la sensación. El objeto del entendimiento es lo universal, mientras que el conocimiento de lo singular es indirecto y secundario.
Los datos de la experiencia son la materia del conocimiento, no el conocimiento mismo. El entendimiento, a través de la abstracción, “lee” en la experiencia la esencia general de las cosas, produciendo los conceptos que luego aplica a la experiencia.
Santo Tomás aborda la relación entre fe y razón. La razón, partiendo de la experiencia, no puede acceder a todas las verdades. Hay ámbitos, como los misterios del cristianismo, accesibles solo a través de la fe.
La razón puede demostrar la existencia de Dios, algunos atributos de su naturaleza, la inmortalidad del alma y la creación del mundo. Sin embargo, no puede acceder a misterios como la Trinidad.
Razón y fe son fuentes distintas de conocimiento que se ocupan de parcelas diferentes de la realidad. No debe haber conflicto entre ellas. Si lo hay, se debe al extravío de la razón. La fe actúa como criterio extrínseco negativo de la razón.
El Problema de Dios. Teología Natural
Para diferenciar a Dios del resto de los seres, Santo Tomás distingue entre esencia (características de algo) y existencia (el ser real de algo). En los seres creados, esencia y existencia son distintas. En Dios, ser necesario, coinciden.
La existencia de Dios, evidente en sí misma, necesita ser demostrada para nosotros. Santo Tomás propone cinco vías:
- Movimiento: Exige un motor inmóvil.
- Causas eficientes: Exigen una causa primera.
- Contingencia: Exige un ser necesario por sí mismo.
- Grados de perfección: Exigen una perfección máxima.
- Finalidad en seres sin conocimiento: Exige un ser inteligente que los dirija.
Estas vías tienen una estructura similar: se parte de un hecho evidente, se afirma un principio de causalidad, se argumenta contra la infinitud de las causas y se concluye la existencia de una causa primera (Dios).
La esencia de Dios es inaccesible a la razón humana. Solo podemos conocer algunos atributos de Dios de forma indirecta, por analogía, vía negativa (negando imperfecciones) y vía de la eminencia (atribuyendo perfecciones elevadas al infinito).
El Ser Humano
El ser humano es un ser natural finito, creado por Dios. Sin embargo, no es un ser natural más. Corona el orden natural y es fin intermedio respecto a las cosas naturales, creadas para su servicio y para manifestar a Dios.
Santo Tomás adopta la concepción aristotélica del ser humano, modificándola para hacerla compatible con el dogma cristiano. El ser humano es una sustancia compuesta de cuerpo y alma. El alma es la forma sustancial del cuerpo y el principio de las operaciones vitales. A diferencia del dualismo platónico, el alma, aunque tienda a unirse al cuerpo, puede existir independientemente de él.