Evolución Política, Económica y Social de España (1957-1973) y la Oposición al Franquismo

1. La Autarquía en la Posguerra Española

Importar trigo de Argentina. El hambre y la indigencia se extendieron como nunca se había conocido en España, haciéndose famoso el Auxilio Social, que repartía comida y ropa para paliar las necesidades. Las enormes ganancias del estraperlo permitieron efectuar un trasvase de capital desde el sector primario a la industria, pero a costa de enormes sacrificios de toda la población. El intervencionismo estatal se hizo patente en la industria mediante la creación, en 1941, del Instituto Nacional de Industria (INI).

Organizado como un holding estatal, tenía como finalidad favorecer la defensa nacional y la autarquía económica; gracias al mismo, el Estado participaba directamente como inversor y empresario en el proceso de industrialización, sustituyendo a la empresa privada en actividades poco rentables o que requerían fuertes inversiones. El INI facilitó el desarrollo de ciertos sectores industriales, como la siderurgia, y dio lugar a importantes empresas dedicadas al refinamiento del petróleo, astilleros, aviación, camiones, automóviles y fabricación de aparatos de radio.

2. Evolución Política, Económica y Social (1957-1973)

2.1 Los Tecnócratas en el Poder

Esta nueva etapa inició su andadura política con la formación del gobierno que Franco nombró en febrero de 1957 y estuvo muy marcada por el ascenso que en la vida pública lograron los tecnócratas vinculados al Opus Dei. Alberto Ullastres y Mariano Navarro Rubio ocuparon las principales carteras económicas del nuevo ejecutivo, y Laureano López Rodó presidió la Oficina de Coordinación y Planificación Económica, desde donde se impulsó el Plan de Estabilización.

Los tecnócratas, muy respaldados por Carrero Blanco, reforzaron progresivamente sus posiciones con los sucesivos cambios de gobierno. Pusieron en marcha, entre 1957 y 1965, una amplia reforma de la administración pública, siempre sin poner en cuestión los fundamentos políticos del régimen y sin generar conflictos entre las distintas familias franquistas, e ideada también para evitar cualquier tipo de reforma política.

Después consiguieron que Franco aceptara completar la institucionalización del régimen mediante la promulgación de la Ley Orgánica del Estado (1967). Era la séptima y última de las Leyes Fundamentales del franquismo. Estaba pensada para asegurar el futuro del régimen. Sustituyó el típico lenguaje fascistizante por una terminología más aséptica y eliminó las contradicciones que se contenían en las anteriores seis Leyes Fundamentales:

  • Separó los cargos de jefe del Estado y presidente del Gobierno.
  • La institución monárquica quedó asentada.
  • El Consejo del Reino se amplió a 16 miembros e incrementó sus funciones.
  • Abría la posibilidad de que se pudieran crear asociaciones de acción política.

Franco, por fin, nombró sucesor en 1969, en la figura de Juan Carlos de Borbón, quien juró el cargo el 23 de julio. Esta monarquía, aprobada en Cortes, no se basaba en la legitimidad dinástica, sino que nacía de las mismas entrañas de la dictadura y tenía como objetivo fundamental garantizar el funcionamiento de las instituciones franquistas después de la muerte del dictador.

Una política de cierta liberalización en relación con la cultura y los medios de comunicación, hizo que en 1966 se aprobara la Ley de Prensa e Imprenta, elaborada por Manuel Fraga Iribarne, siendo ministro de Información y Turismo. Esta ley abolió la censura previa y concedió cierta libertad de prensa, con la cual la oposición incrementó su capacidad de expresarse, siempre y cuando no se atentase contra el jefe del Estado, los principios del Movimiento, las Leyes Fundamentales, la seguridad nacional y el orden público.

2.2 El Desarrollismo

Si se quería integrar la economía española en el concierto económico internacional, era necesario romper con todos los vestigios de la autarquía. Para ello, los tecnócratas pusieron en marcha un conjunto de medidas económicas con el fin de frenar la inflación y de corregir los desequilibrios sectoriales existentes. Dicho paquete de medidas se conoce como el Plan de Estabilización de 1959, y consiguió moderar los precios, frenar los gastos y contener la demanda. A la vez, se tomaron medidas liberalizadoras para favorecer la exportación y la importación, y propiciar la inversión de capitales extranjeros.

Los resultados fueron halagüeños, pero exigieron grandes sacrificios de la población. El éxito del Plan de Estabilización de 1959 permitió crear en España las bases de un importante crecimiento económico que se llevó a cabo durante los años sesenta y parte de los setenta. Fue de tal envergadura que la economía española creció a un ritmo sólo superado por Japón. España se convirtió en un país industrializado.

A partir de 1962, bajo la dirección de López Rodó, se pusieron en marcha los Planes de Desarrollo, una serie de medidas destinadas a estimular la economía española. Dichos planes tenían un carácter indicativo, y contemplaban la creación de Polos de Desarrollo en las regiones industrializadas. Se sucedieron tres planes cuatrienales: el primero de 1964 a 1967, el segundo de 1968 a 1971, y el tercero de 1972 a 1975; aunque este último quedó interrumpido por la crisis de 1973.

Muy importante, por las grandes ventajas económicas que reportó, fue la firma, en 1970, de un Acuerdo Preferencial con la CEE por el entonces ministro de Asuntos Exteriores, Gregorio López Bravo.

El desarrollo afectó principalmente a la industria, con lo que cambió el signo de la exportación española: de ser un país exportador de productos agrícolas y de materias primas, España pasó a exportar productos industriales como buques, maquinaria y herramientas; sin embargo, el crecimiento fue tan descontrolado que se acentuaron los desequilibrios sectoriales y, sobre todo, los regionales. Se dibujó así una España industrial y rica, frente a otra agrícola, subdesarrollada y pobre. Por eso se ha denominado “desarrollismo” el irregular crecimiento operado en España durante los años sesenta.

Varios fueron los factores que concurrieron para que tuviera lugar ese importante crecimiento:

  • El desarrollo español se explica dentro del esplendor económico que vivió el mundo occidental en la llamada “Década Prodigiosa”.
  • España se convierte en uno de los grandes destinos turísticos de Europa. El “boom” turístico significó un importante aporte de divisas.
  • La emigración española a otros países de Europa occidental supuso el envío, por parte de los emigrantes, de cuantiosas sumas de dinero en forma de divisas, que ayudaron a crear un mercado nacional.
  • El capital extranjero realizó grandes inversiones en la Bolsa y en la industria española.

3. La Oposición al Franquismo

Durante los cuarenta años de franquismo, fueron muy diversas las fuerzas de oposición al régimen, tanto fuera como dentro de España. Resumimos aquí las más importantes:

  • La República en el exilio. En el exilio se desarrolló una parte muy importante de la oposición política al franquismo. En México, en 1945, se reanudó la actividad de la República española en el exilio gracias al apoyo del gobierno mexicano. Allí se celebraron las Cortes republicanas de 1945 y se eligió un gobierno republicano en el exilio, una institución que se mantuvo hasta 1977.
  • El movimiento maquis. Durante casi toda la década de los 40, los anarquistas y comunistas que se quedaron en España, mantuvieron una importante actividad guerrillera. En 1944 intentaron una invasión desde Francia por el Valle de Arán. Tuvieron que retirarse, ante la evidencia de que las democracias occidentales no respaldarían su acción. Aunque grupos dispersos de guerrilla rural y urbana continuaron actuando hasta los 50, se hizo evidente la imposibilidad de una resistencia armada.
  • El contubernio de Munich. En junio de 1962 se reunieron en Munich varios grupos de la oposición con motivo del IV Congreso del Movimiento Europeo. Llegaron a un acuerdo acerca de los cambios que España necesitaba efectuar para pedir con éxito la entrada en el Mercado Común: existencia de instituciones democráticas y garantía de derechos y libertades sindicales, políticos y de opinión. Rehuyeron pronunciarse sobre la futura forma de gobierno (monarquía o república). El régimen reaccionó con una desproporcionada campaña de prensa contra lo que denominó el “contubernio de Munich” y llevó a cabo represalias contra los asistentes al mismo.