1. La lucha antifascista
El fracaso del golpe militar desencadenó una verdadera revolución social en la zona republicana. “Trabajadores, antifascistas, pueblo laborioso: todos en pie a defender la República” (Doc. 1).
Los comités de los partidos y sindicatos obreros tomaron el control de elementos esenciales de la economía: transportes, suministros militares y centros de producción. El gobierno se limitaba a ratificar legalmente las acciones de los comités.
En el campo, se produjo una ocupación masiva de fincas, incluyendo grandes, medianas y pequeñas propiedades. En las zonas socialistas, se socializó la tierra y su producción. En las zonas anarquistas, se colectivizó la propiedad, e incluso se llegó a abolir el dinero.
En septiembre de 1936, se formó un gobierno de unidad presidido por el socialista Largo Caballero, con ministros del PSOE, PCE, Izquierda Republicana y grupos nacionalistas vascos y catalanes.
El reto del gobierno era recuperar el control y centralizar el poder para dirigir el esfuerzo de guerra. La tarea era compleja. El poder real residía en comités obreros y milicias. En Cataluña, el Comité de Milicias Antifascistas (CNT) dictaba medidas que la Generalitat aprobaba. Los gobiernos autónomos, como el vasco, que apoyó a la República y aprobó su Estatuto en octubre de 1936 con José Antonio Aguirre como primer lehendakari, también contribuían a la disgregación del poder.
2. La lucha anticomunista
La muerte del general Sanjurjo el 20 de julio de 1936 dejó a la insurrección sin un líder claro.
El 24 de julio, los generales insurrectos en Burgos crearon la Junta de Defensa Nacional, órgano de gobierno provisional de la zona nacional.
Se tomaron medidas drásticas: estado de guerra, supresión de libertades y disolución de partidos políticos, excepto Falange y requetés carlistas. “Falange y Requetés (…) política de carácter nacional” (Doc. 6).
La propaganda nacionalista justificó el golpe contra el gobierno democrático como un Alzamiento Nacional contra una República “marxista” y “antiespañola”. “Nuestra acción en España es una prueba efectiva de nuestra participación en la lucha antibolchevique” (Doc. 2).
Las medidas económicas cancelaron las reformas republicanas e intervinieron la economía según la ideología fascista. Hubo represión contra republicanos: juicios sumarios, ejecuciones y fusilamientos de generales, escritores, maestros, etc.
3. La participación extranjera
La desigual ayuda exterior influyó en la victoria nacional.
El bando nacional recibió apoyo de Hitler y Mussolini. Mussolini envió soldados, munición y material de guerra. Hitler envió la Legión Cóndor, que aumentó la superioridad aérea de Franco. Portugal permitió el paso de armas por su territorio. Tropas marroquíes integraron el Ejército franquista.
La República recibió escasas armas de Francia al inicio del conflicto. La ayuda cesó tras el Pacto de No Intervención.
“Con uno están alemanes e italianos; con otro franceses, belgas y rusos” (Doc. 2).
La ayuda soviética, aunque importante, fue menor y de peor calidad que la de Franco. Las Brigadas Internacionales, voluntarios reclutados por la Internacional Comunista, defendieron Madrid, el Jarama y Teruel.
La presión del Comité de No Intervención y el desinterés de Stalin llevaron a Negrín a aceptar la salida de las Brigadas Internacionales a finales de 1938. El Comité no logró que las tropas italianas abandonaran España.
4. La evolución política de las dos zonas
El golpe y la guerra destruyeron las estructuras estatales de la II República.
En la zona nacional, el poder recayó en generales que establecieron un estado autoritario y militarizado.
En la zona republicana, el gobierno perdió el control. Comités obreros de partidos y sindicatos, sin poder centralizado, tomaron el control. La CNT-FAI y el POUM colectivizaron tierras y fábricas (“Revolución y guerra al mismo tiempo” – Doc. 3). El PSOE y el PCE buscaban restaurar el orden y centralizar las decisiones, respetando la pequeña y mediana propiedad (“Primero la guerra y después la revolución” – Doc. 5).
Hubo represión en ambos bandos. En la zona nacional, se persiguió a obreros, campesinos e intelectuales como Federico García Lorca. La represión, organizada por militares, tuvo excesos de falangistas. En la zona republicana, la violencia afectó a sacerdotes y clases adineradas. José Antonio Primo de Rivera fue ejecutado. El gobierno republicano controló la situación y atenuó la represión.
5. La victoria de Franco y su ascenso al poder
Abandonada por las potencias europeas, la República agonizaba desde finales de 1938. Tras la caída de Barcelona en 1939, la República perdió la frontera francesa, industrias y suministros. La inferioridad bélica republicana era evidente.
El 26 de febrero de 1939, Franco triunfó internacionalmente. “En el día de hoy, cautivo y desarmado el ejército rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado” (Doc. 7). Francisco Franco, al frente del Movimiento Nacional, acumuló los principales cargos del nuevo Estado.