Inmanuel Kant
El Problema del Hombre
Kant concluye que la metafísica no es una ciencia porque no es posible conocer objetos situados más allá de la experiencia. Se pregunta entonces si es posible un conocimiento práctico de dichos objetos, entendiendo por conocimiento práctico el conocimiento moral. Según Kant, la razón tiene un uso teórico, que se ocupa de conocer cómo son las cosas (ciencia), y un uso práctico, que se ocupa de cómo debemos obrar (ética). La razón teórica o especulativa formula juicios y razonamientos; la razón práctica formula imperativos o mandatos.
La ciencia incluye una concepción de leyes causales que no admite el libre albedrío. El ser humano, considerado como ser natural, no es una excepción a esas leyes. Pero el conocimiento científico está limitado al ámbito de los fenómenos. No hay razón válida para afirmar que los límites de nuestro conocimiento científico coincidan con los límites de la realidad. La conciencia moral nos lleva más allá de la esfera de lo sensible.
Como ser físico (como fenómeno), el hombre está sujeto a las leyes causales y determinado; pero la conciencia moral, que es ella misma una realidad, implica la idea de libertad (noúmeno). Así, aunque no podemos probar científicamente que el hombre es libre, la conciencia moral exige fe en la libertad. Por lo tanto, debemos hablar del ser humano como un ser fenoménicamente determinado y nouménicamente libre. Kant afirma haber derribado el conocimiento para dar lugar a la fe, y que su crítica de la metafísica como ciencia es un ataque al materialismo, el fatalismo y el ateísmo.
Las verdades de que hay un alma espiritual, que el hombre es libre y que Dios existe no descansan ya en argumentos falaces. Ahora pertenecen a la esfera de la razón práctica o moral y son objetos de fe (fe racional), no de conocimiento teórico. La libertad, la inmortalidad y Dios quedan fuera del ámbito del conocimiento científico, despejando el camino hacia una fe práctica o moral basada en la conciencia moral. Estos tres objetos de la metafísica (libertad, inmortalidad del alma y Dios) son los postulados de la razón práctica. Kant los denomina postulados porque, al no ser demostrables, deben ser supuestos como condiciones necesarias de la moralidad.
La exigencia moral de obrar por respeto al deber supone la existencia de la libertad. La razón nos ordena aspirar a la concordancia perfecta entre nuestra voluntad y la ley moral, una perfección inalcanzable en una existencia limitada y que exige la inmortalidad. Finalmente, la disconformidad entre el ser y el deber ser exige la existencia de Dios como la realidad donde ambos se identifican.
El Problema de Dios
Kant pensaba que la metafísica nace de una disposición natural del espíritu humano, que arranca de la facultad de razonar (razón), distinta de la facultad de juzgar (entendimiento). La razón produce las ideas trascendentales, objetos necesarios de la razón sin objeto correspondiente en los sentidos. Las tres ideas trascendentales son: alma, mundo y Dios, que constituyen las tres sustancias de la metafísica racionalista. Según Kant, no podemos tener un concepto válido de estas ideas, sino sólo un concepto problemático.
Las ideas trascendentales no aumentan el conocimiento científico, pero cumplen una función reguladora. El conocimiento consiste en reunir lo diverso en una unidad: el entendimiento unifica los fenómenos en juicios, mientras que la razón intenta unificar los juicios bajo un principio superior, buscando una síntesis mayor del conocimiento y tendiendo hacia lo incondicionado (principio explicativo absoluto).
Delimitar las fronteras del conocimiento científico no implica que, por ejemplo, el término Dios sea un sinsentido. Solo sitúa la libertad, la inmortalidad y Dios fuera del ámbito del conocimiento científico, abriendo el camino a una fe práctica o moral. Kant derribó el conocimiento para dar lugar a la fe, y su crítica a la metafísica como ciencia ataca las raíces del materialismo, el fatalismo y el ateísmo. Las verdades de la existencia del alma, la libertad del hombre y la existencia de Dios pertenecen a la razón práctica o moral, como objetos de fe racional, no de conocimiento teórico.
Libertad, inmortalidad del alma y Dios son los postulados de la razón práctica, supuestos necesarios para la moralidad. Obrar por respeto al deber supone la libertad. Aspirar a la concordancia entre voluntad y ley moral exige la inmortalidad. La ley moral busca el sumo bien (unión de virtud y felicidad), que no está garantizado en este mundo, por lo que debe existir un Ser Supremo (Dios) que lo garantice.
El Problema de la Virtud: El Deber Moral (Ética)
Para Kant, la Ilustración es la salida del hombre de su minoría de edad, entendida como la incapacidad de usar el propio entendimiento sin la guía de otro. Esta minoría de edad es autoculpable cuando se debe a la falta de decisión y valor, no a la falta de entendimiento. El lema de la Ilustración es: ¡Sapere aude! ¡Ten valor de servirte de tu propio entendimiento!
Solo las acciones hechas por deber, sin considerar intereses o inclinaciones, tienen valor moral. El deber es la necesidad de una acción por respeto a la ley, cuya característica esencial es la universalidad estricta.
Si nuestras voluntades fueran santas, habría coincidencia entre los principios subjetivos de nuestras acciones (máximas) y los principios objetivos de la moralidad. Pero, al haber discrepancia, los principios objetivos se presentan como mandamientos o imperativos. La obligación y el deber implican libertad: la libertad de obedecer o desobedecer la ley. Libertad y ley moral se condicionan mutuamente.
Los imperativos son hipotéticos cuando las acciones ordenadas son buenas para un fin. El imperativo moral, sin embargo, es categórico: ordena acciones buenas en sí mismas, no como medios para un fin. Solo hay un imperativo categórico: Obra sólo según la máxima que te permita al mismo tiempo querer que esa máxima se convierta en ley universal.
El hombre, como ser racional, es un fin en sí mismo, no un medio. Los seres irracionales de la naturaleza tienen valor relativo como medios (cosas), mientras que los seres racionales (personas) son fines en sí mismos. El imperativo categórico se formula también como: obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin al mismo tiempo y nunca solamente como un medio.
La voluntad del hombre racional debe respetarse como fuente del derecho (principio de autonomía de la voluntad). La voluntad moral, que obedece al imperativo categórico, es autónoma: se da a sí misma la ley. Esta autonomía de la voluntad es el principio supremo de la moralidad.
Libertad, inmortalidad del alma y Dios son postulados de la razón práctica, condiciones necesarias para la moralidad. Obrar por respeto al deber supone la libertad. Aspirar a la concordancia entre voluntad y ley moral exige la inmortalidad. La disconformidad entre ser y deber ser exige la existencia de Dios, donde ambos se identifican.
El Problema de la Sociedad (Política)
La filosofía política kantiana se basa en el estado de naturaleza y las teorías del contrato social. Existe una naturaleza anterior a la política, fuente de derechos universales que no se pueden legislar y que organizan la vida política. Además de los derechos naturales, el legislador crea leyes (derecho positivo) según las necesidades históricas de la sociedad civil.
En el estado de naturaleza, los seres humanos viven en inseguridad constante, amenazados por otros que, por derecho natural, siguen su propia voluntad. En familias o pequeñas comunidades, están a merced de la violencia de otros grupos. Dentro del grupo hay normas de convivencia (derecho privado) y una autoridad, pero no hay una autoridad común a todos los grupos. El Estado civil, instaurado por contrato, implica la sumisión a una autoridad común, garantizando la seguridad y el derecho. El paso del estado natural al civil no es una ruptura, sino una continuidad: la autoridad común permite ejercer con seguridad los derechos naturales preexistentes.
Kant admite un solo derecho natural: la libertad, de la que derivan la igualdad y la autonomía. El derecho a la libertad, garantizado, está limitado por el derecho de los demás, según la voluntad pública. Esta idea, rousseauniana, representa en Kant la garantía de la libertad individual, no el interés común.
El estado de naturaleza es un concepto teórico, una hipótesis metodológica para explicar el origen de la sociedad política mediante un contrato. Kant coincide con Hobbes en que la paz no es natural, sino una conquista de la voluntad. El tránsito del estado natural a la sociedad civil (de la guerra a la paz) se realiza mediante un contrato. El siguiente paso es la asociación de Estados y la constitución de un Estado mundial que regule las relaciones internacionales, eliminando la guerra y logrando la paz perpetua.
Las condiciones previas para la paz son la buena fe, el desarme progresivo y la no intervención violenta entre Estados. Las condiciones definitivas son:
- Una constitución civil republicana, representativa y con división de poderes.
- Un federalismo de Estados libres, hasta llegar al Estado mundial.
- Hospitalidad universal: libre circulación de personas y bienes.