La Represión Institucionalizada del Franquismo
El franquismo nunca mostró interés en la reconciliación con los vencidos. Su objetivo fue destruir o someter a la oposición al régimen.
Los Instrumentos de la Represión
Los sublevados manifestaron su voluntad de eliminar a quienes se opusieron a la sublevación militar, a los que calificaban de enemigos de España. Desataron una violencia indiscriminada contra los republicanos.
Se institucionalizó la represión mediante leyes. La primera fue la Ley de Responsabilidades Políticas (1939), que pretendía la depuración total de quienes colaboraron con la República. En 1940, se añadió la Ley de Represión del Comunismo y la Masonería, que incoaba expediente a los acusados de “defender ideas contrarias a la religión, la patria y sus instituciones fundamentales”.
El ejército fue el principal ejecutor de la represión. Se creó el Tribunal de Orden Público (TOP), una jurisdicción civil especial para delitos políticos. La mayoría de las causas fueron juzgadas por tribunales militares en consejos de guerra.
Se calcula que hubo aproximadamente 150.000 ejecutados por razones políticas, 50.000 de ellos durante la posguerra. Se estima que hubo 280.000 presos, incluyendo 23.300 mujeres. La saturación de las prisiones llevó a habilitar campos de concentración. Muchos condenados fueron enviados a batallones de trabajadores, incluyendo los Batallones Disciplinarios de Soldados Trabajadores, formados por reclutas considerados “desafectos”. Estos batallones se dedicaban a obras de reconstrucción (carreteras, puentes, líneas ferroviarias, obras hidráulicas) o trabajaban en canteras, minas y edificios públicos. Fue un “tiempo de miedo” y de “silencio”.
Confiscación de Bienes y Depuraciones
La represión incluyó la confiscación y expolio del patrimonio de los vencidos. Se requisaron las propiedades de exiliados y políticos republicanos, así como los bienes de partidos, sindicatos, asociaciones y entidades vinculadas a la República, que pasaron a engrandecer el patrimonio de las instituciones del régimen.
El franquismo expulsó del mundo laboral a quienes apoyaron la República. Hubo una depuración generalizada de funcionarios y trabajadores de las administraciones públicas, con presiones para que se hiciera lo mismo en el sector privado. El ejército y ciertas profesiones liberales fueron objeto de control mediante depuraciones en colegios profesionales (médicos, abogados, periodistas). Se dio de baja automáticamente a exiliados y procesados. En empresas privadas, las autoridades ordenaron el despido de exiliados y detenidos por “abandono del puesto de trabajo”.
La Represión sobre los Nacionalismos
Se prohibieron y persiguieron las manifestaciones lingüísticas y culturales no castellanas. El catalán, el vasco y el gallego fueron considerados dialectos, inapropiados para la vida pública. Se publicaron normativas que los desterraban de la enseñanza, la administración pública, los medios de comunicación, el lenguaje comercial e incluso los espectáculos públicos.
Sin embargo, el franquismo no logró anular los sentimientos nacionalistas ni que la población dejara de hablar su lengua en el ámbito privado. La represión obligó al exilio a intelectuales, profesores y profesionales comprometidos con el nacionalismo catalán, vasco y gallego.