Pintura Italiana y Flamenca del Siglo XIV al XVI

Pintura Italiana del Treccento: Siena y Florencia

Los italianos denominaron al siglo XIV el treccento, al XV el quattrocento y al XVI el cinqueccento. A finales del treccento, Cennino Cennini escribió un tratado titulado El Libro del Arte, donde resumía las características de las dos escuelas que dominaban el panorama pictórico: la sienesa y la florentina.

La Escuela Sienesa y Simone Martini

Los teóricos medievales del arte entendían por “manera griega” la representación de iconos recortados sobre fondos dorados, pero Simone Martini la renovó con las novedades llegadas de Francia. Sus primeras obras fueron encargos municipales para decorar al fresco el salón de plenos del ayuntamiento de Siena. También realizó pinturas ecuestres como Guidoriccio da Fogliano, que había salvado la independencia de la república sienesa. Pero la obra cumbre de Simone Martini fue el Retablo de la Anunciación, destinado inicialmente a la capilla de San Ansano en la catedral de Siena, donde fue convencional el fondo dorado bizantino. La Virgen y el ángel muestran unas elegantes y refinadas siluetas.

La Escuela Florentina y Giotto

Giotto rompe con la “manera griega” y abre las puertas a la “manera latina”, que representa un lenguaje pictórico moderno en el que triunfan el volumen, el paisaje y la gravedad humana. Estas novedades comienzan a materializarse con las Historias Franciscanas de la basílica de Asís, y con los frescos que pinta sobre la vida de San Francisco de Asís. En algunas de estas escenas, incorpora imágenes de animales y en otras, edificios “cortados” a propósito a fin de ver lo que dentro de ellos ocurre. El prestigio que alcanzó en Asís motivó que la burguesía reclamara sus servicios para decorar capillas funerarias. De este modo, pinta la capilla de la Arena o Capilla Scrovegni con episodios evangélicos donde los personajes intercambian gestos de gran dramatismo.

Los Primitivos Flamencos: Los Hermanos Van Eyck, Roger Van der Weyden y El Bosco

Las obras de Van Eyck reflejan el realismo que la burguesía reclamaba. Estas preferencias se resumían en la observación concreta del hombre y de la naturaleza, la invitación a poder tocar los objetos, ya que todo ello estaba captado con la técnica revolucionaria del óleo secante y plasmado en madera de roble. El uso de la perspectiva y el sombreado terminó por dar a los cuadros un efecto tridimensional.

Los Hermanos Van Eyck

De Hubert van Eyck (pintor del Políptico del Cordero) no se conoce perfil biográfico alguno, pero de su hermano Jan sí. Siendo ya un pintor consagrado, entra al servicio del duque de Borgoña, se establece en Brujas y firma encargos como la prodigiosa Virgen en una iglesia, convirtiéndose así en uno de los pintores más importantes de todos los tiempos. El mencionado Políptico del Cordero fue costeado por el regidor Jodocus Vijd y su esposa, que figuran arrodillados en las puertas exteriores del retablo. Cuando el políptico se abre, llama la atención una fulgurante imagen de Dios entronizado y vestido con ropajes rojizos, escoltado por la Virgen, el Bautista, Adán y Eva. Mientras, en el cuerpo inferior del retablo, se despliega un desfile de reyes, reinas, caballeros y profetas que convergen hacia el cordero, símbolo eucarístico del sacrificio de Cristo.

El Matrimonio Arnolfini es un cuadro de interior que representa el rito del casamiento. El italiano Giovanni Arnolfini, un banquero, promete fidelidad a su esposa en la alcoba de su mansión. Los dos hombres que se reflejan en el espejo son los testigos del enlace, uno de ellos es el propio pintor. En el siglo XVI, este cuadro llegó a España, donde permaneció hasta la invasión francesa.

En obras posteriores, el pintor realiza una serie de retratos religiosos donde el cliente aparece entre los seres divinos entablando una sacra conversación, como se puede observar en el cuadro de La Virgen del canciller Rolin, que ora en el reclinatorio frente a la Virgen que está siendo coronada con el Niño en brazos, o en La Virgen del canónico Van der Paele, donde el eclesiástico es presentado a María por San Jorge y San Donaciano.

Roger Van der Weyden

Jan van Eyck fue admirado en toda Europa, recogiendo el testigo el singular y dramático artista Roger van der Weyden. El belga fue el maestro más prestigioso de Flandes. Se estableció en Bruselas como pintor municipal sin abandonar esta ciudad de por vida. Se especializó en la representación de dos temas dolorosos de la Virgen al pie del Calvario: La Quinta Angustia y La Piedad. La primera expresa el desmayo de María durante el descendimiento de Cristo al no poder controlar sus emociones. Por otro lado, en La Piedad, plasma la desolación de una madre mientras abraza el cadáver maltrecho de su hijo, que yace sobre sus rodillas. Sus composiciones se ordenan siguiendo un eje vertical de simetría y construye a los personajes en relieve, vistiéndolos con ropajes que se doblan en pliegues, mezclándolo con rostros compungidos y bañados en lágrimas. La brillantez del colorido, el minucioso detallismo y la intensa devoción que suscitaban sus obras le granjearon una enorme fama internacional.

El Bosco

Entre los admiradores de Roger van der Weyden se encontraba la monarquía española, identificada en Felipe II, que polarizó su gusto entre el mundo italiano y flamenco. De los artistas flamencos, su favorito fue El Bosco. Este utilizaba la técnica miniaturista con un abundante significado simbólico que en su época era de fácil interpretación. Refleja en ocasiones una visión pesimista de la existencia humana y el descontrol de esta sobre sus vicios e inclinaciones. Una de sus obras más célebres fue El carro de heno o El jardín de las delicias, dos trípticos que resumen la filosofía moralizante de El Bosco. Ambos conjuntos presentan en el panel izquierdo el paraíso terrenal, donde el hombre gozaría de una existencia feliz hasta la caída de la gracia por el engaño del demonio. En el centro refleja los pecados capitales. En El jardín de las delicias denuncia la lujuria y la promiscuidad sexual de los humanos, y finalmente, en la puerta derecha, los trípticos representan el infierno y la condenación eterna. La producción de El Bosco sobrepasó la esfera anterior y agrega a su catálogo temas de la Pasión, donde Cristo aparece rodeado de sayones con rostros cómicos. También profundizó en la demencia del hombre en el cuadro de La extracción de la piedra de la locura o La nave de los locos. Los surrealistas le consideran el precursor de este arte y los psicoanalistas, el descubridor del subconsciente.