San Lorenzo de El Escorial
1. Identificación
Esta obra arquitectónica es conocida como San Lorenzo de El Escorial. Sus arquitectos fueron Juan Bautista de Toledo y Juan de Herrera. Data de una cronología de 1563-1584, se localiza en El Escorial, Madrid, y su estilo es renacentista manierista.
2. Análisis
El material utilizado es granito y pizarra. Austero, sólido, hermético e, incluso, impenetrable. Miles de ventanas cuadradas sin molduras ni cornisas se suceden de forma interminable por la fachada de granito, que incorpora cuatro torres en los extremos. Completan la monotonía las pronunciadas cubiertas de pizarra negra, y rompen con ellas las numerosas bolas y los chapiteles (acabamientos en forma piramidal propios de la arquitectura de los Austrias) de las torres.
En el acceso de la fachada principal, al oeste, se rompe la austeridad con un cuerpo que sobresale ligeramente, avanzadilla de la fachada basilical, presidida por un doble piso de columnas dóricas gigantes y rematada por un frontón.
La iglesia, bajo cuyo altar mayor se halla el Panteón de los Reyes, es el punto neurálgico de El Escorial. Inspirada en la primera basílica de San Pedro del Vaticano, tiene planta de cruz griega con una cúpula central que sobresale por encima de todo el conjunto monumental para dejar clara su vocación religiosa. El ábside que remata la planta es cuadrado y está físicamente unido a las dependencias privadas de Felipe II, desde cuyo lecho podía observar el altar mayor de la basílica.
La fachada de la iglesia se inscribe en los parámetros del dórico gracias a seis semicolumnas gigantes que se corresponden, en el nivel superior, con el pedestal que lucen seis esculturas de los reyes de Israel (de ahí el nombre de Patio de los Reyes). Culmina en un frontón, cuya base es interrumpida por un gran vano.
El claustro de los Evangelistas es una galería de doble piso, con semicolumnas clásicas, inspirada en los patios romanos, pero con el toque “moderno” que le dan su gran amplitud y la horizontalidad resultante. El trazado del jardín simboliza el Edén, y en el centro, la fuente de los Evangelistas es una muestra excepcional del clasicismo herreriano.
El Escorial fue erigido cerca de Madrid, capital del recién instaurado Estado español. España era entonces la primera potencia económica y militar del mundo, y la monumentalidad de esta obra arquitectónica respondía a su esplendor. Su concepción estaba, asimismo, impregnada de la nueva religiosidad que acababa de implantar el Concilio de Trento, de la cual Felipe II fue valedor.
En el marco religioso de la España católica del siglo XVI, no es extraño que el rey dotara al monasterio de un panteón imperial para que sus miembros (eligió la congregación de los Jerónimos) oraran constantemente. Felipe II encargó 62,000 misas para los diez días posteriores a su defunción. Además, según la tradición española, los monasterios debían disponer habitaciones para la realeza; de ahí, la conveniencia de un palacio privado y de uno público para alojar a la corte.
3. Comentario
El Escorial está profundamente vinculado a la tradición arquitectónica española. Buscó también la universalidad al adoptar una faceta doblemente clasicista, que tanto se refería a la antigüedad clásica como a su manifestación moderna, el Renacimiento. La cúpula presenta una estética renacentista; en cambio, el claustro de los Evangelistas remite a los patios romanos.
Juan Bautista de Toledo, uno de los introductores del Renacimiento arquitectónico italiano en España, impulsó, en colaboración con Felipe II, la “traza universal” de El Escorial, que establecía la planta reticular presidida por la basílica; murió, sin embargo, cuando la obra estaba en los cimientos.
Juan de Herrera adaptó el proyecto original al gusto español y, de acuerdo con su formación matemática, le confirió una estructura más unitaria y simétrica. Su estilo propio de corte manierista, llamado en su honor “herreriano” e imitado hasta bien entrado el siglo XVII, se caracteriza por la austeridad decorativa, la geometría y la perfecta sintonía con la sobriedad pugnada por el catolicismo español.
Juan Bautista de Toledo colaboró con Miguel Ángel en la basílica de San Pedro del Vaticano. Juan de Herrera viajó por Europa con el séquito del príncipe Felipe e inventó máquinas para el levantamiento de piedras e instrumentos de medición neumática. Felipe II se involucró en el proyecto de El Escorial hasta el punto de tomar decisiones no compartidas por sus arquitectos.
La Biblioteca de El Escorial
El 7 de junio de 1671 se produjo un gran incendio que supuso grandes pérdidas para la Biblioteca y para el conjunto del Monasterio. Pese a que, según las fuentes, el esfuerzo humano por sofocar las llamas fue enorme, se perdieron más de 4,000 códices en todos los idiomas, originales y copias. Entre las pérdidas más importantes se hallan los Concilios visigóticos, así como la Historia Natural de las Indias, una obra de 19 volúmenes de Francisco Hernández de Toledo.
Durante el incendio, el procedimiento para salvar libros fue simplemente retirar cuantos más, mejor. Una vez sofocado el fuego, los códices quedaron hacinados en una misma sala, y siguieron desordenados durante aproximadamente medio siglo sin que nadie se decidiera a poner fin a esta aleatoriedad. Finalmente, en 1725 se nombró bibliotecario al padre Antonio de San José, que dedicó un cuarto de siglo a reordenar, reclasificar y recatalogar todos los volúmenes. En total, el nuevo inventario aporta la cifra de 4,500 ejemplares como la lista de supervivientes al incendio.