Reinado de Isabel II
Oposición al Liberalismo: Carlismo y Guerra Civil
El siglo XIX español estuvo marcado por conflictos como la Guerra de la Independencia (1808-1814) y el reinado de Fernando VII (1814-1833). Durante este periodo, se produjo el resquebrajamiento de las estructuras del Antiguo Régimen y la enunciación de un modelo liberal, con la obra de las Cortes de Cádiz (1810-1813) como referente legislativo fundamental. Sin embargo, la consolidación de este modelo se dio progresivamente durante el reinado de Isabel II, quien ascendió al trono tras la abolición de la Ley Sálica por su padre, Fernando VII, en contra del hasta entonces heredero, Carlos María Isidro.
La Cuestión Sucesoria
Durante el reinado de Fernando VII, nació Isabel II. Hasta entonces, el heredero legítimo del trono español era el hermano del monarca, Carlos María Isidro. En 1833, Fernando VII abolió la Ley Sálica, que impedía a las mujeres acceder al trono, facilitando así el acceso de su hija Isabel. Los carlistas cuestionaron la legitimidad de Isabel como reina y la de su madre, María Cristina, como regente, argumentando que la Ley Sálica no había sido derogada.
El Enfrentamiento Ideológico
No se trataba solo de quién ocuparía el trono, sino de dos modelos distintos de organización de España. El carlismo representaba a los sectores más conservadores, con el lema “Dios, Patria, Rey”. Defendían el Antiguo Régimen, el tradicionalismo, una sociedad rural y la monarquía de origen divino. Los liberales, o isabelinos, apoyaban las libertades económicas, políticas y sociales, la laicización y la uniformidad territorial. Los carlistas también reivindicaban el mantenimiento de los fueros, con instituciones de gobierno autónomas, sistema judicial propio y exención fiscal y de quintas, lo cual chocaba con la política centralizadora liberal.
Apoyos en Conflicto
En los conflictos armados, ambos bandos contaron con diferentes apoyos:
- Bando Carlista: A nivel nacional, campesinos, baja nobleza del norte, sectores conservadores de la Iglesia, artesanos, algunos oficiales del ejército y áreas rurales del País Vasco, Navarra, norte de Cataluña y Maestrazgo. A nivel internacional, Austria, Rusia, Prusia, Nápoles y los Estados Pontificios.
- Bando Isabelino: A nivel interno, grandes ciudades, burguesía, trabajadores urbanos, altas jerarquías eclesiásticas, alta nobleza y la mayor parte del ejército. A nivel internacional, Francia, Portugal y Reino Unido.
Las Guerras Carlistas
Se desarrollaron tres guerras carlistas:
I Guerra Carlista (1833-1840)
La más extensa, con cuatro fases:
1. Formación del foco vasconavarro (1833-1835)
Los carlistas intentaron una revuelta generalizada sin éxito, consolidándose en País Vasco y Navarra.
2. Las expediciones nacionales (1836-1837)
Con el general Cabrera, ocuparon el Maestrazgo e intentaron incursiones fuera de sus núcleos.
3. Iniciativa isabelina y Convenio de Vergara (1837-1839)
Espartero lideró a los isabelinos, culminando en el Convenio de Vergara con Maroto, que puso fin al conflicto en el norte.
4. Final en el Maestrazgo (1839-1840)
La resistencia carlista terminó con la toma de Morella.
La división entre liberales progresistas y moderados se dejó de lado para enfrentar al carlismo, reflejado en la Constitución de 1837.
II Guerra Carlista (1846-1849)
Conocida como “Guerra de los Madrugadores”, se desarrolló en Cataluña.
III Guerra Carlista (1872-1876)
Revitalizada tras el derrocamiento de Isabel II, enfrentándose a Amadeo I y la I República.
La Restauración borbónica con Alfonso XII marcó el declive del carlismo. En el siglo XX, apoyaron el golpe de Estado de 1936.
Consecuencias
Las guerras carlistas tuvieron un alto coste humano y económico, llevando a la desamortización de Mendizábal. Se identificó a la monarquía isabelina con el liberalismo y aumentó el protagonismo político de los militares.