1. Crítica a la Sociedad y a la Civilización
Influencia negativa de la civilización. Rousseau se opone a la fe en el progreso de los ilustrados. Según él, el ser humano es bueno por naturaleza, pero se corrompe en sociedad. En el estado de naturaleza, anterior a la vida social, los seres humanos eran pocos y vagaban libremente por la naturaleza.
El origen de la desigualdad y de la injusticia es la propiedad privada, con la cual se formaron sociedades más complejas. En ellas, los impostores se adueñaron de la tierra y de sus frutos, que son de todos, y aniquilaron la igualdad natural.
La civilización utiliza las ciencias y las artes como instrumentos de sometimiento; usa la cultura, las normas y la educación para uniformar a los ciudadanos, eliminar los sentimientos y la libertad naturales, e incluso para amar la esclavitud.
2. El Contrato Social
Para Rousseau, es imposible retornar a la situación de libertad, igualdad y felicidad originarias. Pero es posible y necesario establecer un nuevo modelo de estado y de sociedad que restaure en parte la situación originaria. Para lograr este objetivo, propone un nuevo pacto, una forma de contrato social que vincula a la comunidad con el individuo y viceversa, de manera que cada individuo, al asociarse a los demás, permanezca tan libre como antes. Cada asociado se une a todos, pero no a nadie en particular. Este nuevo contrato garantiza el máximo grado posible de libertad en el marco del Estado de Derecho. Por el contrato social, el hombre se transforma en ciudadano.
El contrato social se plasma en la voluntad general: es un acuerdo entre voluntades libres, por el que cada individuo se entrega a una voluntad general. La voluntad general es colectiva, soberana e inalienable. Emana directamente del pueblo y tiene como objetivo el bien común. La voluntad general no supone una cesión de derechos o el sometimiento a una autoridad superior, como pretendía Hobbes, sino que es un pacto entre iguales, donde el gobierno se delega, no se cede.
La voluntad general se basa en el bien común, pero se diferencia de la voluntad de todos, o de la mayoría, que es la suma de intereses particulares y no siempre busca el bien común. Tiene un carácter cualitativo (no queda claramente especificado en Rousseau). La voluntad general es soberana; su poder carece de límites. Las leyes que emanan de la voluntad general son sagradas.
La voluntad general se ejerce como soberanía directa: todo el cuerpo social de ciudadanos vota las leyes (Rousseau tiene en mente el modelo de ciudad-estado griega, autosuficiente, pero no excesivamente grande). Se opone a la democracia representativa. El poder político tiene que ser ejercido por todos los ciudadanos, que se convierten al mismo tiempo en soberanos (al promulgar las leyes) y en súbditos (al cumplirlas).
No admite la división de poderes. El poder emana del pueblo, es indivisible y es sustentado por el propio pueblo; reside en la voluntad general. La voluntad general decide la forma de gobierno y nombra a los gobernantes, que son meros representantes o delegados. El pueblo puede deponer a los gobernantes o delegados cuando lo desee. La forma ideal de gobierno es la república, en un territorio pequeño, que permita la participación directa de los ciudadanos.
Conviene que no haya partidos políticos (pues estos defienden intereses particulares) y que cada ciudadano opine según él solo piensa.
Rousseau se opone a la existencia de unos derechos naturales e inalienables (esta es su tesis más discutida). Para lograr la auténtica libertad, hay que renunciar a los derechos individuales en beneficio de la comunidad. Solo la voluntad general puede determinar los derechos de los individuos. Puesto que la voluntad general busca el mayor beneficio para cada individuo, obedeciéndola se está uno obedeciendo a sí mismo. La voluntad general es garantía de mi libertad, aún en contra de mi opinión particular y de mi voto.
3. La Educación
Como ya se ha visto, el regreso al estado de naturaleza no es posible. Pero sí es posible recuperarlo en parte suprimiendo las barreras que la sociedad y la educación han levantado entre los hombres. En el Emilio, Rousseau presenta la educación como un primer paso para reformar la sociedad, para transformar al individuo mediante una educación natural no represiva.
En esta obra, nos muestra un sistema ideal de educación. El protagonista es Emilio, un joven huérfano que se educa en el campo, alejado de la sociedad y sin más ayuda que la de un preceptor.
Esta obra se fundamenta en la bondad natural del ser humano; por eso, hay que educar al niño en la libertad, en la naturaleza y en la soledad (la sociedad corrompe). Se debe utilizar un método activo, basado en la espontaneidad, la experiencia y la autonomía. El niño debe aprender por sí mismo, mediante la experiencia; el aprendizaje no debe ser una mera transmisión-recepción pasiva de conocimientos. El maestro debe dejar que el niño se guíe por sí mismo, aprovechando la espontaneidad y curiosidad hacia el saber, para facilitar su desarrollo natural. Es el maestro quien debe realizar un esfuerzo de adaptación al niño, y no al revés.
Se deben evitar los castigos, las imposiciones y el aprendizaje basado en la erudición, ya que solo fomentan la rebeldía o la apatía. Hay que liberarlo de conocimientos inútiles.
El objetivo de la educación es primero hacer un ser humano y después un ciudadano, que aprenda a vivir libremente, conviviendo en tolerancia con los demás seres humanos. La educación tiene que atender igualmente a la moral y a la religión. Ambas han de ser naturales. Todo ha de brotar del corazón; hay que educar sus pasiones, pero sin destruirlas. La moral se reduce a una regla: no hacer mal a nadie.
4. Antropología y Conocimiento
a) Antropología
Optimismo antropológico: el ser humano es bueno por naturaleza; es la sociedad la que lo corrompe. La libertad y la igualdad son valores fundamentales.
Razón y pasión. Frente a la idea dominante de la Ilustración, Rousseau afirma el predominio originario de los sentimientos, de los instintos naturales. El ser humano en su estado de naturaleza se guía básicamente por sus instintos y sentimientos, que son buenos y suficientes para vivir libre y felizmente. No obstante, debe existir una armonía entre razón y pasión.
Los dos sentimientos naturales más importantes son el amor a sí mismo (no es egoísmo) y la piedad. El amor propio o egoísmo es un producto de la civilización, que produce competencia, avaricia, ansia de dominio e insolidaridad. El amor a sí mismo es bueno y necesario, da lugar a la piedad, o amor a los demás, y es el fundamento de la vida moral.
Sociabilidad. El ser humano no es sociable por naturaleza; no tiene una tendencia natural a vivir en sociedad. En su estado natural, no necesita ni busca la vida en sociedad. La sociedad fue un artificio y una imposición histórica, formada a partir de la propiedad privada.
Contra el materialismo. El alma es espiritual e inmortal. La materia es algo inerte, incapaz de producir la complejidad del pensamiento. Rousseau argumenta basándose en que la injusticia real de este mundo constituye un atentado contra el orden moral. La inmortalidad del alma es una condición necesaria para restaurar la justicia y que prevalezca sobre el mal.
b) Conocimiento
La concepción de Rousseau se opone al empirismo y al racionalismo, pues concede prioridad al sentimiento, entendido como intuición interior, como conciencia y guía de nuestra conducta (se aplica sobre todo al ámbito moral y religioso). Por un lado, el yo solo encontrará la verdad si logra permanecer al margen de los sentidos. Por otro lado, no suprime la intervención de la razón en la aprehensión del bien, pero acentúa el papel del sentimiento como experiencia determinante.
La intuición, o aprehensión interior, es la que nos revela de forma indubitable la existencia de Dios. Dios es la garantía; sin ese Dios que impone orden y finalidad, sería imposible confiar en la capacidad del yo para identificar la verdad.
5. Dios y la Religión
Rousseau defiende la posición ilustrada del deísmo o religión natural y racional. Rechaza las religiones positivas, sus ritos, los milagros y la autoridad de la Iglesia. Niega los castigos eternos.
Pero es un deísmo peculiar, ya que, contra Voltaire, por ejemplo, defiende la providencia divina (Dios se ocupa del orden y la armonía del mundo) y el valor del culto íntimo, privado.
Rousseau afirma la existencia de Dios basándose en la prueba cosmológica (como causa primera) y la teleológica (Dios es la causa del orden del mundo): el orden del mundo, la organización de los seres vivos, la inteligencia y voluntad humanas no pueden deberse al azar.
Pero Rousseau apela, sobre todo, a la luz interior de la conciencia, incluso al sentimiento interno, a la emoción, que muestran de forma irrefutable la necesidad de Dios como única explicación posible del orden, armonía y grandeza del universo.
6. Rousseau y la Ilustración
Por una parte, Rousseau es uno de los principales representantes de la Ilustración, pues comparte con otros destacados filósofos de la época los ideales de tolerancia y libertad. Pero, por otra parte, también es uno de los críticos más duros, pues defiende la primacía del sentimiento sobre la razón y defiende que el avance de la cultura, las ciencias y las artes, en lugar de contribuir al progreso de la humanidad, han contribuido a su perversión e infelicidad.