El Contrato Social y la Legitimidad del Estado
El contrato social, según la filosofía política, no es un evento histórico, sino una hipótesis que explica cómo debe organizarse el Estado. Esta teoría sugiere que los individuos transitan del estado de naturaleza al estado civil. Si bien Kant, al igual que Hobbes, considera que el contrato social implica la sumisión a una autoridad para garantizar la paz social y el cumplimiento de las leyes jurídicas, también incorpora elementos de Rousseau. En el pensamiento kantiano, el individuo es a la vez súbdito y colegislador; ninguna ley puede ser aprobada sin su consentimiento. El gobernante, por lo tanto, debe dictar leyes como si emanaran de la voluntad general.
En contraste, Hobbes prioriza el estado civil y sus características: la paz social, las leyes jurídicas y el poder coercitivo. Rousseau, por su parte, valora el estado natural, donde existen derechos y libertades, pero sin garantías recíprocas, lo que dificulta su disfrute efectivo.
Empirismo vs. Racionalismo: Dos Perspectivas sobre el Conocimiento
El empirismo sostiene que el origen y límite del conocimiento es la experiencia sensible. Figuras clave del empirismo incluyen a Hobbes, Locke, Hume y Berkeley. Por otro lado, el racionalismo defiende que la razón es la única fuente válida de conocimiento, rechazando la revelación, la fe y los sentidos. El racionalismo, en su sentido filosófico moderno, se asocia con el siglo XVII y la obra de René Descartes.
Ambas corrientes difieren en el origen del conocimiento: para el empirismo, es la experiencia; para el racionalismo, la razón. El racionalismo postula que el conocimiento avanza de forma necesaria y a priori a partir de ideas innatas. El empirismo, en cambio, compara la mente a una “tabla rasa”, donde todas las ideas provienen de la experiencia.
La Libertad en la Filosofía Kantiana
Para Kant, al igual que para Rousseau, la libertad es un derecho natural inherente a todo individuo. Kant aboga por una libertad política positiva, donde cada persona participa en la creación de las leyes del Estado, actuando como colegislador. En este aspecto, Kant se distancia de Hobbes y se aproxima a la idea de autolegislación presente en la “voluntad general” de Rousseau. El gobernante debe legislar como si la voluntad unida del pueblo diera su consentimiento a las leyes.
Es importante destacar que la libertad jurídica, en la concepción kantiana, no implica desobediencia civil. Kant, al igual que Hobbes, considera la sumisión al poder del Estado como una condición necesaria para el orden social. Para prevenir los excesos del gobernante, Kant confía en la libertad de expresión.
La Ilusión Trascendental y los Límites del Conocimiento
El Noúmeno y el Fenómeno
En el ámbito de la teoría del conocimiento, la razón unifica y universaliza el saber humano, pero a través de ideas que se refieren a objetos reales. El uso práctico de la razón es necesario para referirnos al noúmeno (la cosa en sí). Sin embargo, intentar explicar los noúmenos desde la razón pura conduce a la ilusión trascendental, ya que no podemos aplicar las categorías del entendimiento a lo que está más allá de la experiencia.
Kant concluye que el conocimiento se limita al mundo de los fenómenos (lo que percibimos). Los contenidos metafísicos, al ser entes pensados sin experiencia sensible, son ideas sin referente real, carentes de contenido empírico demostrable. La ilusión trascendental, por lo tanto, intenta explicar lo metafísico a través de la sensibilidad y el entendimiento, facultades propias de la razón pura.
El Giro Copernicano de Kant en la Teoría del Conocimiento
Hasta la época de Kant, las teorías del conocimiento se centraban exclusivamente en el objeto cognoscible. Kant introduce un cambio de perspectiva al reconocer que el sujeto también interviene activamente en el proceso de conocimiento, aportando su forma de entender e integrar los objetos. El sujeto ya no es un receptor pasivo, sino que participa activamente en la construcción del conocimiento.
Kant se pregunta qué mecanismos intervienen en el acto de conocer y qué es lo que conocemos. A través de un análisis de la razón, distingue dos usos: la razón pura, que nos permite conocer los fenómenos, y la razón práctica, que nos permite acceder a los aspectos éticos y metafísicos (el noúmeno).
El Imperativo Categórico y la Ética Kantiana
La ética kantiana se fundamenta en el imperativo categórico, una ley moral autónoma y universal basada en el deber por el deber. Su formulación principal establece: “Obra solo según aquella máxima por la cual puedas querer que al mismo tiempo se convierta en ley universal”. Este principio no tiene un fin particular, sino que busca ser una guía universal para la conducta humana en cualquier circunstancia.
Kant postula la existencia de una ley moral independiente del ser humano, que cada individuo puede convertir en ley universal a través de su voluntad (similar a la regla de oro: “Haz a los demás lo que quieres que te hagan a ti”). A diferencia de Hume, quien sostenía que los sentimientos motivan la acción humana, Kant afirma que es la razón la que guía la conducta. Su ética se caracteriza por ser formal (basada en el imperativo categórico) y autónoma (la ley moral no es impuesta desde el exterior, sino que cada ser humano la crea).