Arquitectura Barroca Española
Al igual que en otras artes, el Barroco arquitectónico en España tuvo un carácter principalmente religioso y monárquico. La Contrarreforma influyó en el estilo de construcción de edificios. Sin embargo, un elemento diferenciador hizo que nuestra arquitectura fuera original en comparación con el resto de los Barrocos europeos: un estilo emotivo y alucinado, en contraste con el barroco elegante y clasicista de Francia e Italia.
Otra característica es la pobreza de materiales. El siglo XVII fue un siglo de crisis económica. El oro de América se había agotado, pero España se resistía a perder el papel preponderante del siglo anterior. La arquitectura barroca reflejaba este “querer y no poder”: se construían grandes iglesias y palacios, pero predominaba el ladrillo sobre la piedra o el mármol.
Destaca la enorme variedad de estilos y formas de esta época. Casi cada autor representaba un estilo distinto, lo que dificulta la agrupación por escuelas. Estructuralmente, no hubo grandes cambios. Se mantuvieron los esquemas fundamentales del edificio, sobre los que se diseñaba toda la fantasía ornamental. Las plantas y los espacios no variaron con respecto a los modelos clásicos. La innovación fue principalmente ornamental.
Juan Gómez de Mora y el Barroco Transicional
Juan Gómez de Mora representa los primeros años del Barroco transicional, con elementos de austeridad provenientes del estilo escurialense. Realizó el Convento de la Encarnación en Madrid, aunque sus obras principales son la Plaza Mayor y el Ayuntamiento de Madrid, ambos con reminiscencias herrerianas.
Escuelas Arquitectónicas del Siglo XVII
Para clarificar la producción arquitectónica del siglo XVII, dividimos a los autores en tres grandes escuelas: Castellana, Andaluza y Gallega.
3.1 Escuela Castellana
José de Churriguera fue el genio creador que rompió los moldes establecidos y alcanzó la auténtica libertad creadora, hasta el punto de que se ha denominado “churrigueresco” a todo el arte barroco caracterizado por la multiplicidad de ornatos y la ruptura de los elementos tradicionales.
Perteneció a una dinastía de Churrigueras que llenaron la geografía española con sus obras. Varios familiares trabajaban en una misma obra, y el estilo de José no se caracterizaba por una excesiva ornamentación. Fueron sus sucesores quienes multiplicaron la densidad ornamental casi con desesperación.
De José es el Retablo de San Esteban en Salamanca, donde introdujo las columnas salomónicas, símbolo de este arte en España. La estructura arquitectónica de este retablo aún es reconocible entre la enmarañada decoración vegetal. A sus sucesores pertenecen obras como la Plaza Mayor de Salamanca, donde las proporciones, el juego de vanos, arcos, entablamentos y cornisas, y el predominio de las líneas horizontales, la convierten en la plaza mayor más bella de España.
Otros arquitectos importantes de esta escuela son Narciso Tomé y Pedro Ribera. El primero, violentamente barroco, en su transparente en la girola de la catedral de Toledo intenta hacer realidad el ideal de artes integradas propio del Barroco. Perforando la plementería de la catedral, introduce un torrente de luz que resbala sobre un entramado arquitectónico, escultórico y pictórico de una ornamentación que llega al paroxismo.
Pedro Ribera trabajó en Madrid y utilizó todos los elementos decorativos del churrigueresco, con especial atención a los estípites. Destacan sus portadas en edificios laicos como la del Antiguo Hospicio y la casa-cuartel del Conde-Duque.
3.2 Escuelas Andaluza y Gallega
En Andalucía, la tradición morisco-mudejar, que no pudo aflorar en el Renacimiento, lo hizo en este momento de libertad expresiva (a nivel plástico, no iconográfico). Junto con reminiscencias platerescas, lo morisco y lo barroco se sintetizaron en un estilo peculiar. Su principal exponente es Antonio Miguel de Figueroa, y su obra principal es la iglesia de San Telmo.
En Galicia, especialmente en Santiago de Compostela, encontramos una escuela original. La dureza del granito obligó a los arquitectos a limitar la ornamentación y sustituirla por decoración arquitectónica en forma de figuras geométricas. El principal autor es Fernando de Casas Novoa, y su obra más importante es la Fachada del Obradoiro, una fachada telón que encubre el pasado románico de la catedral de Santiago.
Arquitectura Palaciega del Siglo XVIII
Finalmente, destaca la arquitectura palaciega introducida en España con la llegada de los Borbones en el siglo XVIII y el gusto por lo cortesano francés. Surgieron obras como el Palacio Real de Madrid (Juvara y Sachetti), la ampliación del Palacio de Aranjuez (Bonavia y Sabatini), la fachada del Palacio de la Granja (Juvara) y la introducción en este palacio del concepto de jardín versallesco (Le Nôtre).