El Romanticismo en la Literatura Europea del Siglo XIX

Contexto Histórico y Auge de la Poesía

A finales del siglo XVIII y en la primera mitad del siglo XIX, surge en las culturas europeas el movimiento romántico, difundido inicialmente por los gobiernos de la restauración y posteriormente adoptado como ideología de los revolucionarios. La poesía resurge en el siglo XIX con el romanticismo, convirtiéndose en el principal medio de expresión para los escritores, quienes se centraban en los sentimientos y la expresión del yo. Esta nueva concepción del yo defiende la condición infinita y supraindividual, conciliando el yo con el no-yo en un yo absoluto. Esto nos permite comprender la importancia del sentimiento como motor vital.

Junto a la poesía lírica, se recupera la poesía narrativa, que relata leyendas y sucesos históricos. En España, destacan figuras como José de Espronceda y Gustavo Adolfo Bécquer, quienes impulsaron una revolución tanto formal como temática en la poesía.

Características del Romanticismo

El espíritu romántico aspira a romper los límites que lo constriñen en la búsqueda del Absoluto, una meta siempre inalcanzable. Esta imposibilidad genera escepticismo y da lugar al pesimismo, la melancolía y la desesperación que caracterizan a los poetas románticos. Los temas recurrentes son:

  • El amor: concebido como un sentimiento sublime y trágico.
  • La existencia: con la muerte vista como liberación de una vida agónica.
  • La naturaleza: como proyección de los sentimientos.
  • La evasión: el poeta huye de la realidad a través del desengaño vital.
  • La libertad: anhelada y defendida con rebeldía.
  • La patria: se exalta la cultura autóctona.

Formalmente, la poesía romántica introduce nuevas métricas adaptadas a la expresión del sentimiento, rima constante, estilo enfático con figuras retóricas, y símbolos como imágenes y metáforas que representan el ansia de libertad.

Romanticismo Intimista e Impetuoso en España

En la primera mitad del siglo XIX, la poesía española refleja el frenesí romántico con el romanticismo impetuoso, encarnado por José de Espronceda, cuya obra lírica se encuentra recogida en Poesías.

En la segunda mitad del siglo XIX, se desarrolla el romanticismo intimista, con una lírica más introspectiva. Gustavo Adolfo Bécquer, con sus Rimas, depura la poesía romántica con un estilo sereno y sencillo.

La imaginación se convierte en una fuerza creadora, capaz de liberar al hombre de los límites del mundo sensible. Los estados de ensueño se consideran ideales para la creación poética, a veces inducidos artificialmente.

El Teatro Romántico

Con el romanticismo, desaparece la intención didáctica del teatro neoclásico. El dramaturgo romántico busca emocionar, no educar. Se caracteriza por:

  • Libertad creativa: No se respetan las unidades de acción, tiempo y espacio. Se mezcla lo cómico y lo trágico, la prosa y el verso, y abundan las acotaciones descriptivas.
  • Temática: Leyendas, historia idealizada de España, amores imposibles.
  • Personajes: Atormentados por la pasión. El héroe, atractivo y de origen oscuro; la heroína, dulce, tierna e inocente.
  • Escenografía: Efectos visuales, ambientes abruptos y lúgubres, efectos sonoros e iluminación.

Destacan el Duque de Rivas, con Don Álvaro o la fuerza del sino, un drama romántico que mezcla prosa y verso, rompe la regla de las tres unidades, utiliza escenas costumbristas y desarrolla temas típicos del romanticismo; y José Zorrilla, con Don Juan Tenorio, obra con motivos románticos como lugares tenebrosos, presencias sobrenaturales, evasión a tiempos pasados y ruptura de las normas morales.

Conclusión

A pesar de las similitudes, los diferentes movimientos románticos presentan rasgos distintivos. El romanticismo fue una literatura de evasión y combate, atraída por el pasado pero con una clara manifestación moderna.