Antropología Marxista
Karl Marx, filósofo alemán del siglo XIX, junto a Friedrich Engels, desarrolló el marxismo y el materialismo histórico. Marx es uno de los filósofos más influyentes de la época contemporánea, cuyo pensamiento impactó en movimientos como el existencialismo y el estructuralismo. Se opuso a la filosofía de Hegel, predominante en su época, y junto a Feuerbach, formó parte de la izquierda hegeliana. Marx, Nietzsche y Freud son considerados “filósofos de la sospecha“, polos de referencia del pensamiento y los movimientos sociales del siglo XX.
Su interpretación de la historia y el análisis del sistema capitalista sirvieron de base para las grandes revoluciones del siglo XX y la ideología socialista. El socialismo científico (comunismo y socialdemocracia) como modelo social, se debe en gran medida a Marx.
Teoría Antropológica Marxista
La concepción marxista del ser humano se encuentra en sus primeros escritos, particularmente en los Manuscritos económico-filosóficos, en la Crítica de la filosofía del derecho de Hegel y las Tesis sobre Feuerbach, núcleo del llamado “humanismo marxista“. La crítica marxista se concreta en estos tres puntos:
- Respecto al ser humano hegeliano, que es autoconciencia y pensamiento, para Marx debe primar la actividad.
- En el polo opuesto, entender al ser humano únicamente como actividad y trabajo, lleva a la cosificación por parte de la economía política, robándole su capacidad de tomar decisiones y de “hacerse a sí mismo“.
- En cuanto a Feuerbach, su concepción del ser humano sigue siendo demasiado abstracta y teórica. Se olvida del lado práctico del ser humano, alejándose del hombre concreto para ocuparse de una esencia tan abstracta como inútil. Para Marx, todas las ideas que la razón del hombre posee están condicionadas o generadas por el modo de producción; esto es la superestructura. Frente a la antropología idealista que cree en la existencia de ideas innatas, Marx afirma que el hombre es materia y fruto de las relaciones materiales, de las ideas que posee.
Marx defiende que no existe una esencia de “ser humano” que deba ser realizada, sino que el hombre es trabajo, actividad. El ser humano se hace a sí mismo en sus propias acciones y decisiones, sin realizar ningún modelo previo. El hombre es un ser activo, y su dimensión práctica es más importante que la teórica. El hombre no puede entenderse solo como un “animal racional“: si la capacidad de pensamiento domina sobre la capacidad de acción, se reproduce una concepción injusta heredada de las sociedades esclavistas. El trabajo y la acción ponen en contacto al ser humano con la naturaleza y con el resto de los seres humanos. A través del trabajo, el hombre transforma la naturaleza y ocupa un puesto determinado en la sociedad. Por todo esto, Marx dirá en la sexta tesis sobre Feuerbach que “la esencia humana no es algo abstracto inherente a cada individuo; es, en realidad, el conjunto de las relaciones sociales“. El hombre tiene sentido en la medida en que es relación con los otros y pertenece a la sociedad. El hombre como ser personal, aislado, no tiene relevancia.
Alienación
Tomando como referencia este cambio en la concepción del ser humano, Marx reforma el concepto de alienación, heredado de Hegel y Feuerbach. Podríamos definirlo como aquel proceso o situación social por la cual el hombre se convierte en algo distinto, ajeno o extraño a lo que debería ser. Marx entiende que esta alienación se da precisamente en el trabajo: aquello que debería realizar al hombre (no olvidemos que éste es actividad) es precisamente lo que le termina cosificando, lo que le esclaviza, lo que le convierte en algo inhumano, por tanto en algo distinto de lo que el hombre es.
En la medida en que el trabajo no humanice al ser humano, se tratará de un trabajo alienante, y estará en el punto de mira de la crítica marxista. La alienación se da porque la sociedad, desde que el hombre ha dejado la economía recolectora, se ha dividido en explotadores y explotados, según demuestra Marx con el materialismo histórico y su evolución en los distintos modos de producción que se transforman dialécticamente por sus contradicciones internas.
Marx no se refiere al hombre abstracto, sino al hombre determinado por las relaciones de producción. Las relaciones de producción históricas son:
- Amo/esclavo, en el mundo antiguo.
- Campesino/señor, en la Edad Media.
- Oficial/maestro, en el Renacimiento.
- Obrero/empresario, en la sociedad capitalista.
Para Marx, la causa de este estado de alienación está en la propiedad de los medios de producción y quien los controla: el capital (instalaciones, máquinas, tierras, etc.) y el trabajo son controlados por el capitalista. De esta superioridad se desprende el mal reparto de la plusvalía, de la que siempre saldrá más beneficiado el capitalista. La plusvalía es inherente al capitalismo donde todo se convierte en mercancía y queda supeditado a la oferta y la demanda, incluso el trabajo humano.
Del estado de alienación serán víctimas proletarios y capitalistas, aunque unos se verán forzados al cambio porque su situación será insostenible.
Dimensiones de la Alienación
- Respecto a la naturaleza: ésta deja de ser un patrimonio común y se convierte en propiedad privada, en materia prima que se puede comprar y vender.
- Respecto al trabajo mismo: no le pertenece al proletario sino al burgués, que aprovecha la situación de superioridad. Es una actividad no elegida, ni libre ni creativa, a menudo una mecanización del ser humano. El proletario no elige su trabajo y se ve obligado a venderse a sí mismo como trabajo, lo que le hace sentirse extraño, insatisfecho, explotado. “Está en lo suyo cuando no trabaja, y cuando trabaja no está en lo suyo“, decía Marx, para quien la libertad del proletariado queda limitada “a sus funciones animales, en el comer, beber, engendrar, y todo lo más en aquello que toca a la habitación y el atavío, y en cambio en sus funciones humanas se siente como animal.”
- Respecto al producto de su trabajo: tampoco le pertenece, sino que es la mercancía, el capital que será vendido para beneficio exclusivo del burgués. Esto aumenta el abismo de desigualdad entre la burguesía y el proletariado. El producto final termina esclavizando a su productor, que no ejerce ningún tipo de poder sobre él.
- Respecto a la sociedad: la alienación del trabajo es el origen de las clases sociales. El lugar del trabajo es sinónimo del lugar que se ocupa en la sociedad, lo que determina todas las posibles relaciones sociales. La división de clases según la posesión de los medios de producción comporta el reconocimiento de los privilegios sociales. El trabajo propio del capitalismo genera competencia y desigualdad: el otro no es visto como un compañero, sino como un rival.
- Alienación religiosa: además de las penurias económicas, los trabajadores se ven privados del reconocimiento de su dignidad. “La religión es el opio del pueblo“. La promesa de un más allá mejor atenúa las ansias de transformación social y hace aceptar situaciones intolerables.
Lucha de Clases
Cuando el proletario toma conciencia de clase, se genera la lucha de clases, motor de la historia, que avanza dialécticamente. La lógica de desarrollo de la sociedad capitalista producirá las condiciones para su superación. La competencia en el sistema capitalista acelera la producción, con los siguientes efectos:
- Concentración del capital en unos pocos.
- Sociedad cada vez más organizada y centralizada.
Esta sociedad perfectamente organizada podría prescindir de la minoría dueña del capital con una simple revolución: una autoorganización. Esta será la batalla definitiva de la lucha de clases: la mayoría de la población toma el poder (dictadura del proletariado) y no hay lugar para otra división entre poseedores y poseídos (sociedad igualitaria o comunismo). Desaparición del Estado y la última etapa de la historia.
Para Marx hay una relación directa entre la alienación del trabajador y la propiedad privada. Abogará por una supresión del capital, que tendrá como consecuencia la desaparición de la alienación del hombre. El ansia de tener, de dominar, de vencer sobre los demás será sustituido por una nueva relación con la naturaleza basada en sentimientos como el amor o la confianza. La historia se detendrá y la humanidad disfrutará de paz, igualdad y libertad.