Filosofía de la Existencia: Explorando las Transformaciones del Hombre según Nietzsche y Sartre

Nietzsche: La Transformación hacia el Superhombre

Friedrich Nietzsche, filósofo, poeta, músico y filólogo alemán, figura influyente del siglo XIX, realizó una crítica exhaustiva de la cultura, la religión y la filosofía occidental. A través de la reconstrucción de conceptos, basada en el análisis de las actitudes morales (positivas y negativas) hacia la vida, Nietzsche cuestionó los fundamentos de la tradición occidental.

Las Tres Transformaciones del Espíritu

El tema central de su obra Así habló Zaratustra gira en torno a las tres transformaciones que debe experimentar el hombre para alcanzar el estado del superhombre:

  • El Camello: Simboliza a quienes obedecen ciegamente los valores establecidos, aceptando las creencias impuestas.
  • El León: Representa al nihilista que rechaza los valores tradicionales, buscando la liberación de las cadenas del dogma.
  • El Niño: Simboliza la creación de nuevos valores, libres de prejuicios, con la inocencia y la capacidad de asombro de la infancia.

Estructura Argumentativa

Nietzsche presenta una estructura argumentativa encuadrada. Inicia con la tesis de la necesidad de tres transformaciones para alcanzar el superhombre. Continúa con la explicación de cada transformación (camello, león, niño) y finaliza reafirmando la tesis inicial. Su lenguaje, literario y metafórico, enriquece la presentación de sus ideas.

El Superhombre: Más Allá del Hombre Occidental

Nietzsche se enfrenta a la tradición filosófica occidental, oponiéndose a su dogmatismo, que sitúa en Sócrates, Platón y la filosofía cristiana. Reclama una realidad guiada por un hombre “irracional”, libre de los errores de Occidente, un hombre sin Dios que asuma la vida en toda su fuerza. Este nuevo modelo humano, el superhombre, será posible cuando una nueva civilización se haga realidad.

La metamorfosis hacia el superhombre implica tres etapas: la aceptación de los valores tradicionales (camello), el rechazo de estos valores (león) y la creación de nuevos valores (niño). Esta transformación lleva al hombre desde la domesticación y la decadencia hacia el reconocimiento de su Voluntad de Poder.

Sartre: La Libertad como Condena

Jean-Paul Sartre, filósofo francés del siglo XX, principal representante del existencialismo, reflejó el pesimismo intelectual y vital que recorría Europa tras las dos guerras mundiales. Su filosofía existencialista está ligada a la de Heidegger y al método fenomenológico de Husserl.

La Condena a la Libertad

El tema central del texto es la condena del hombre a la libertad, según Sartre. Las ideas principales son:

  • El hombre está condenado a ser libre.
  • El hombre no se ha creado a sí mismo, pero es responsable de todo cuanto hace.
  • No existe el poder de la pasión; el hombre es responsable de su pasión.
  • El hombre está condenado a hacerse a sí mismo.

Estructura Argumentativa

Sartre utiliza una estructura inductiva. Presenta la tesis de que “el hombre está condenado a ser libre” y luego proporciona argumentos que la respaldan.

El Ser-para-sí y la Libertad

En El existencialismo es un humanismo, Sartre defiende que la conciencia es un proyecto abierto e indeterminado, en constante proceso. La define como “ser-para-sí”, una intencionalidad vacía que tiende a algo diferente de sí misma. Las cosas del mundo son “cosa en sí”. El ser humano es una pasión inútil, pues la conciencia (la nada) quiere ser como las cosas.

La conciencia, diferente del mundo, no está vinculada a él y es absolutamente libre. Las cosas son lo que son; la conciencia no es nada, es posibilidad, es libertad. El hombre está obligado a hacerse a sí mismo, no tiene alternativa, está “condenado a ser libre”. El ser del hombre es su “hacerse”. Nadie llega a ser nada que no haya elegido ser. Recurrir a excusas es de mala fe, es pretender acomodarse al ser de las cosas y no al de la conciencia. Siempre queda una opción. El ser humano es libre para decidir qué quiere ser, pero no es libre para dejar de ser libre. La libertad es una obligación irrenunciable, no una elección. Incluso al no decidir, estamos decidiendo.