2.- La sociedad y la emergencia del poder político
2.1.- ¿Es la naturaleza humana egoísta y malvada, o buena e ingenua?
Los estudios de antropología del siglo XX han mostrado cómo la bondad o la maldad que postulaban Hobbes y Rousseau, entre otros, no son aspectos realmente característicos. Si queremos encontrar un origen innato o genético que explique cómo en las sociedades humanas surge una predisposición hacia el poder en determinados individuos, quizás pueda ser la necesidad de aprobación o apoyo emocional. Los deseos y motivos psicológicos profundos que hay en ellos buscan fundamentalmente la satisfacción del reconocimiento personal.
2.2.- Fases de emergencia del poder político
Marvin Harris analiza el fenómeno del poder teniendo en cuenta desde las organizaciones sociales más básicas hasta las más complejas. Su consideración ayuda a entender cómo pudo ser ese estado de naturaleza al que aludían Hobbes y Rousseau.
Modelos sin jefes
En aldeas y bandas dedicadas a la caza y la recolección, todos se conocen íntimamente. Al estar sujetas al azar de los recursos, se instaura un principio básico: la reciprocidad. Si hoy no se ha conseguido cazar o recolectar lo suficiente, el grupo ayudará. Dentro de este sistema de iguales se puede llegar a ser cabecilla; no supone una capacidad de mando sobre los demás, sino trabajar con más ahínco, mostrar generosidad en el momento del reparto de la caza o la pesca.
Modelo de los grandes hombres
Vida económica basada no solo en la caza o recolección, sino también en la agricultura y la ganadería. La figura del cabecilla comienza a realizar un papel fundamental: la redistribución. Las gentes entregan partes de las semillas con objeto de que sean redistribuidas. La redistribución ejercida por el cabecilla implica equidad y generosidad hacia los demás y austeridad hacia uno mismo, a cambio de obtener el reconocimiento de sus semejantes. Poco a poco se instaura una competencia entre cabecillas para ofrecer los mejores repartos. Si lo consiguen, serán considerados grandes redistribuidores, grandes hombres. Buscan acumular prestigio, aspecto que pronto les llevará a buscar la distinción de rango dentro de su grupo.
Las primeras jefaturas
Los primeros jefes fueron aquellos que crearon el gran sistema de redistribución. Poco a poco las sociedades humanas fueron desarrollando divisiones internas que establecieron diferencias de rango, poder y riqueza. Los jefes, al especializar sus tareas, dejaron de trabajar con los demás y comenzaron a gestionar los excedentes en tiempos de escasez y asegurar la contribución de los demás, la protección contra ataques y la construcción de nuevas infraestructuras. Los jefes tendieron a rodearse de los más leales y afines, que luego pasaron a conformar nuevas jerarquías; además, los jefes convirtieron a los servidores generosos de las gentes del común en siervos de sus tareas.
Los primeros Estados
Los orígenes del Estado pueden situarse en el Oriente Próximo. Este origen está relacionado con el afianzamiento de la agricultura y la ganadería y con la consolidación del sedentarismo. Las clases guerreras cobran más fuerza y las ciudades se construyen con una disposición defensiva clara. Los Estados no exterminan al enemigo, sino que tienen la capacidad militar para someterlo a esclavitud. Ello permite su expansión y se suceden los enfrentamientos de fuerzas estatales, una larga historia que nos lleva a la creación de imperios.
Las clases más poderosas buscan el apoyo emocional de los demás como forma de justificar su poder. ¿Cómo conseguir el apoyo emocional de los demás? Aglutinando los poderes económico, cultural y coercitivo. El objetivo es:
- Buscar la aprobación de su gestión a los demás.
- Crear una percepción de estado grandioso desde el punto de vista político y religioso.
- Recurrir a la violencia y tortura como formas de inocular miedo en la población.
3.- El poder en la sociedad
3.1.- Los dispositivos de saber/poder de Foucault
Tendemos a pensar que el poder es una especie de propiedad que se tiene o no, que vendría ejercido por una identidad fija y unitaria. Se concibe el poder como algo que se ejerce unidireccionalmente, una capacidad que dota a unos y que a los otros los pone en situación de obediencia sumisa. Los cabecillas de las sociedades igualitarias deberían esforzarse más y ser más generosos para tener el reconocimiento de los demás. Probablemente esto choque con esa idea unidireccional del poder. El hecho de que para ejercer el poder sea necesario el reconocimiento de los demás, nos puede llevar a interpretar que el poder no es algo que se tenga sin más.
El poder determina la forma en la que han de llevarse las prácticas sociales. Las subjetividades son complejas a partir de lo que denomina, dispositivos saber/poder. Son saberes jurídicos e instituciones carcelarias, saberes psiquiátricos e instituciones mentales… Estos dispositivos funcionan dentro de las estrategias de conjunto que se encuentran en un momento histórico determinado. El objetivo final es crear un sistema de valores.
3.2.- El poder constituyente: el Big Bang de la democracia
Es el proceso que busca dotar al sistema social de una nueva organización política; este poder tratará de abrir paso a que se puedan con-instituir nuevas prácticas sociales (culturales, laborales…) dentro de un nuevo marco real como una constitución. Todo poder parte de una fuente y un sujeto. Las fuentes son el lugar de donde surge el conjunto de normas. Y el sujeto es quien las redacta. La revolución francesa abre un proceso de poder constituyente. Los campos de fuerza tienen lugar:
- En la clase burguesa aliada con las clases populares. Aquí el sujeto sería el pueblo francés liderado por la burguesía.
- Principios y valores fundamentados en la libertad, igualdad y fraternidad.
- Creación de reformas en el sistema jurídico y penal. Tales reformas aparecerán recogidas en la constitución.
Rasgos destacables del poder constituyente:
- El sujeto es activo. Por un lado, el verbo poder expresa la acción y a través del adjetivo constituyente se expresa la potencialidad.
- Sujeto impersonal que busca co-instituir (formas de relación entre todos).
- Está animado por una voluntad democrática. Por ejemplo, en Rusia lo que acabó siendo una dictadura era al inicio una revolución democrática.
- Antonio Negri habla sobre el cómo del auténtico Big Bang de la democracia. La revolución americana y francesa son los ejemplos más emblemáticos.
- Culmina el proceso en una constitución; se transforma en poder constituido.
3.3.- Poder constituyente y poder constituido: las formas de legitimidad
El poder constituyente, como manifestaba Hannah Arendt, ya no se trataría de buscar prestigio o poder a través del reconocimiento. Hay tres posiciones teóricas en cuanto a la fundamentación en última estancia del carácter democrático de esos principios o valores:
A favor de un constitucionalismo-racionalista:
El proceso constituyente deriva en poder constituido que establece un sistema de igualdad ante la ley; no hay nadie por encima de ésta (monarca, dictador…).
Según John Rawls, para llegar al establecimiento de esta ley debe hacerse a partir del uso común de la razón, y así reconocer los principios formales, accesibles a cualquier ser racional (tolerancia, igualdad…) que son los que deben sobresalir en las relaciones sociales.
A favor de un constitucionalismo-consensualista:
Al igual que el caso anterior, el proceso constituyente deriva en un sistema de igualdad ante la ley, aunque se diferencia en la forma de justificar la legitimidad de la ley, pues para Habermas, han de estar basados en un consenso entre fuerzas sociales, representados por las opciones políticas presentes durante el proceso constituyente. También divergen de los racionalistas en que no solo hay una forma ideal y correcta; por ello se debe llegar a consensos concretos creados mediante el diálogo sociopolítico, además estos son revisables y modificables.
A favor de un proceso constituyente permanente:
Antonio Negri no defiende el poder constituido, ya que elimina el potencial creativo y democrático de la ciudadanía. Además, la igualdad no se cumple en los modelos constitucionales dada la presión de las bancas, multinacionales, etc. Por ello no cumple con las necesidades reales de los ciudadanos.
En la sociedad se dan continuos procesos que amplían la libertad y la democracia como movimientos ecologistas, feministas, antirracistas… y esto hace pensar que los ciudadanos pueden generar más formas de vida política que las instituciones establecidas; por lo que la legitimidad vendría dada por la acción del poder constituyente en cuanto a portador de aspiraciones y valores democráticos.