La Concepción Moral de la Vida Política: Liberalismo y Comunitarismo

La Concepción Moral de la Vida Política

Los liberales defienden una concepción moral de la vida política: lo justo debe predominar sobre lo que es bueno, ya que no todos tienen la misma concepción del bien. Dado que hay diversas concepciones enfrentadas sobre el bien, lo mejor es construir unas reglas básicas de justicia. El Estado no debe sostener una concepción particular del bien, simplemente debe hacer cumplir las leyes. Ahora bien, ¿qué hacer cuando surjan conflictos morales?

Rawls

Rawls: La justicia debe ser más importante que la moral, pero el Estado debe hacer leyes conjugando todas las concepciones del bien, para que todos estén más o menos de acuerdo. Ha dado respuesta a esta pregunta creando una “concepción política de la justicia”, que dice lo siguiente: dado que vivimos en sociedades particularistas, las distintas concepciones del bien deberían aceptar que la vida pública exige normas morales comunes, que por ser racionales, podrán ser defendidas por todas las distintas concepciones del bien.

Habermas

Habermas: criticará este consenso, ya que se fundamenta en justificaciones particulares de cada concepción, no en una deliberación política común. La justicia debería surgir de un debate político, no en una discusión basada en concepciones particulares.

El Comunitarismo

3.4 El comunitarismo critica la idea liberal de un yo previo a la comunidad. La percepción de la identidad propia está ligada a una comunidad previa. El ciudadano debe verse como una parte integrante de una comunidad que da sentido a su existencia y a la que debe lealtad. La primacía del individuo es sustituida por la primacía de la comunidad. Eres persona porque perteneces a una sociedad y le tienes que ser leal. Es más importante el bien colectivo que el individual.

2 Los comunitaristas se oponen frontalmente al modelo de ciudadanía del liberalismo en que el Estado debe mantenerse neutral ante cualquier opción de vida buena. Los comunitaristas piensan que no es posible la realización de la justicia sin que esté guiada por un reconocimiento previo de lo que es bueno. Primero hay que ver lo bueno y, de ahí, sacar lo que es justo.

3 El comunitarismo retoma la tradición del humanismo cívico (una sociedad libre requiere sacrificio y disciplina de los ciudadanos). La motivación para la aceptación de este compromiso debe proceder de la aceptación libre y voluntaria por los ciudadanos para mantener la ciudad, del amor a la identidad colectiva propia. Este compromiso recibe el nombre de “patriotismo”: vínculo con que los ciudadanos se asocian en un proyecto político común compartido. Según el comunitarismo, la ciudadanía es una comunidad moral y de pertenencia, que pide una adhesión inquebrantable. Con ello corre el riesgo de legitimar etnicismos, particularismos y fundamentalismos. Tiene el riesgo de caer en el racismo. También se le ha criticado el concepto de ciudad homogénea.

Experiencia Histórica

3.3 Para comprender el punto de partida debe tenerse presente la experiencia histórica de la cual surge: quiebra de la unidad de la interpretación religiosa del mundo y ruptura del orden del Antiguo Régimen. Las dos consecuencias de estas experiencias son: el aumento del valor del individuo y el pluralismo social. Derivado de esto, se plantea un problema: ¿cómo se puede llegar a un acuerdo sobre la organización de la sociedad cuando hay una pluralidad de concepciones sobre cuál es la vida buena?

Para encontrar solución al problema, los liberales establecen una distinción tajante entre el espacio público (sometido a reglas de justicia) y el espacio privado (espacio de convicciones e intereses personales). La política debe regular, solo, el ámbito público. Lo que pretenden es conjugar la primacía del ciudadano y de sus derechos con la existencia de unas reglas que permiten la convivencia social. Desde esta perspectiva, construir una concepción ciudadana no es fácil. El reto liberal consistirá en cómo se puede hacer posible a la vez la defensa de las opiniones individuales (ética de máximos) y el compromiso cívico (ética de mínimos). En cómo compaginar el concepto de individualismo con el ser parte de una comunidad.

2 El liberalismo defiende la primacía del individuo frente a toda opción holística o comunitarista. Este individualismo tiene una justificación moral: evitar los conflictos religiosos del pasado. La labor de las instituciones políticas será permitir que las preferencias particulares puedan coexistir. Esta fuerte concepción individualista ha sido objeto de duras críticas desde posturas comunitaristas y republicanas, que acusan al liberalismo de ser la causa de males como la desintegración social, la falta de compromiso colectivo, la desmotivación política, etc.

La defensa del ámbito de la libertad individual lleva al liberalismo a desconfiar de ciertas formas de democracia. Esta cuestión ha dado lugar a un debate interesante entre Habermas y Rawls.

Debate entre Habermas y Rawls

Habermas: (no liberal) ha acusado al liberalismo de debilitar los procesos democráticos por haber separado contundentemente el ámbito público y privado. La autonomía pública y la privada se presuponen mutuamente. Rawls: (liberal) muestra cómo ambas autonomías están basadas en facultades morales distintas: el sentido de la justicia y la capacidad de sustentar una concepción del bien. La democracia es un procedimiento para tomar decisiones, pero no garantiza ni la justicia ni la verdad. Por ello, hay que limitar el poder de las mayorías.