Rasgos Temáticos y Formales de la Nueva Narrativa Hispanoamericana y su Reflejo en *La Casa de los Espíritus*
Introducción
Esta pregunta se complementa con el epígrafe noveno del tema 11 (pág. 297). Ha salido una vez en la PAU.
A mediados de la década de 1970 aparecen en la novela latinoamericana cambios formales, verbales, temáticos y discursivos tan significantes que se puede afirmar que el canon literario instituido por la prestigiosa novelística del “Boom” de los años 60 comienza a ser reemplazado por un nuevo canon, llamado por los críticos “nueva novela”, novela del “post-boom” y hasta “novela postmoderna”. Ninguno de los conceptos es preciso y hay quien dice que todos son malogrados, pero el término “postboom” ha sido el más usado y el más criticado, tal vez, porque “tiene la desdicha de ser correlativo de otro movimiento, de hace un cuarto de siglo, que todavía se discute y cuyo nombre no fue ni muy acertado ni aceptado: el boom”. La mayoría de los escritores involucrados en el debate taxonómico optan por autodefinirse como “novísimos”.
Del Boom al Postboom
La línea divisoria entre la nueva novela del boom y la novísima narrativa suele ubicarse a mediados de los años setenta: la nueva narrativa es interpretada como producto de la década optimista de expectativas revolucionarias, mientras la novísima escritura queda estrechamente vinculada a la época de desilusión con los proyectos de democratización.
Novelas como *De amor y de sombra* (1984) de la chilena Isabel Allende, *Ardiente paciencia* (1985) de su compatriota Antonio Skármeta, *La última canción de Manuel Sendero* (1982) de otro chileno, Ariel Dorfman, o *El color que el infierno nos escondiera* (1981) del uruguayo Carlos Martínez Moreno y *Días y noches de amor y de guerra* (1978) de su compatriota Eduardo Galeano, pueden servir como una pequeña muestra de la enorme diversidad de formas que sirven para abordar la experiencia de dictaduras, violencia y exilio.
Quizás 1977 sería un año clave para tomarlo como punto de partida en nuestras consideraciones sobre la transformación de las formas narrativas, puesto que de aquí en adelante -al calor del éxito de los “novísimos”- entre los escritores más descollantes del boom puede observarse un progresivo abandono de formas estructuralmente complejas, herméticas, metaliterarias, a favor de novelas más accesibles al lector, organizadas alrededor de una trama legible. Tras haber cultivado estructuras tan laberínticas como las de *Conversación en La Catedral*, *El obsceno pájaro de la noche*, *Terra nostra* y *El otoño del patriarca*, Mario Vargas Llosa, José Donoso, Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez derivan con sus “novísimas” novelas hacia un estilo más sencillo y una organización del relato sobre un argumento fácil de seguir. Sin embargo, hay que notar que es engañosa la sencillez de novelas como *La tía Julia y el escribidor* (1978) de Vargas Llosa, *La misteriosa desaparición de la marquesita de Loria* (1980) de Donoso, *La cabeza de hidra* (1978) de Fuentes o *Crónica de una muerte anunciada* (1981) de García Márquez. En todos estos casos la aparente reproducción de modelos de literatura y cultura populares (literatura detectivesca, radionovelas, romance) desemboca en una trasgresión por medio de las más diversas formas de humor (parodia, ironía, carnavalización, inversión y distorsión grotesca).
Características de la Narrativa Hispanoamericana Post-1975
Podemos hablar de una serie de características que definen la narrativa hispanoamericana a partir de 1975, muchas de las cuales están presentes en la obra de Allende:
- La recuperación del realismo distingue a los novísimos de la promoción anterior.
- Un tangible aumento de novelas de tema histórico que emprenden la tarea de releer la historia por medio de una reflexión metahistórica. La memoria como mecanismo de recuperación de la Historia (mezclando lo personal y lo social). Finalidad de denuncia.
- Auge del testimonio: la novela testimonial -que sigue el modelo establecido por el cubano Miguel Barnet-.
- El exilio interior y exterior, el motivo de distancia y desgarramiento conforma la escritura de numerosos autores, particularmente en la década del ochenta.
- La creciente importancia de autores no capitalinos y la vuelta a temas rurales y a la exploración de la tierra y de la denuncia social.
- El enriquecimiento de los distintos registros del lenguaje coloquial.
- La osadía en la exploración de la sexualidad.
- Una presencia establecida de la escritura femenina y el creciente reconocimiento crítico de la misma.
- En contraste con la prosa del boom, la novísima narrativa abandona tanto los grandes metadiscursos (el mito) como la obsesiva búsqueda de la identidad latinoamericana.
- Distorsión temporal, pero menor investigación formal.
- Elementos de la cultura popular: cine, moda, música, televisión, deportes.
- Humor y parodia.
Conclusión sobre la Narrativa Post-1975
En resumen: la copiosa producción novelística de los setenta y ochenta en Hispanoamérica demuestra una diversificación de estilos y tendencias ideológicas. A pesar de una vuelta hacia modelos narrativos más “legibles”, incluso novelas como *El amor en los tiempos del cólera* (1985) y *El general en su laberinto* (1989) de García Márquez no pueden llamarse “tradicionales” en el sentido estricto de la palabra. No cabe duda de que la experimentación formal —llevada a sus proporciones vertiginosas en las décadas anteriores— ha dejado una huella indeleble sobre la manera en la que el narrador hispanoamericano enfrenta y moldea la complejísima materia llamada Latinoamérica.
*La Casa de los Espíritus* en el Contexto del Postboom
Respecto a *La casa de los espíritus*, que sigue siendo la obra más conocida de Isabel Allende, pertenece a una narrativa difícil de situar en un panorama cada vez más complejo. Si nos atenemos a la mera ubicación cronológica, pertenece al llamado postboom (el que sigue los modos y recoge los éxitos de los grandes narradores de los años sesenta). Sin embargo, presenta dos rasgos en cierto modo encontrados, por una parte, es heredera del realismo mágico de Juan Rulfo (*Pedro Páramo*) o de García Márquez (*Cien años de soledad*) donde lo fantástico aparece inserto en un discurso realista que lo presenta como anodino. Sin embargo, por otra parte, este relato de la familia Trueba a lo largo de cuatro generaciones adopta un lenguaje funcional y comunicativo, abandonando experimentalismos, preocupaciones metanarrativas (novela reflexionando sobre sí misma) y dificultades lingüísticas que lo puedan alejar del lector común.
Evolución de la Novela Hispanoamericana
La novela reproduce ciertos rasgos temáticos y formales de la narrativa coetánea. A mediados de los setenta ya se hablaba del final del boom. Los autores mayores (Cortázar, Rulfo, Borges, Sábato…) e incluso los más jóvenes (García Márquez, Vargas Llosa…) estaban asentados en el canon y parecía haberse llegado a la cima de la novela compleja (*Rayuela* de Cortázar como paradigma de modernidad). Sin embargo, algunos novelistas de transición (Manuel Puig, Severo Sarduy…) continuaron el proceso de indagación lingüística y enriquecimiento estructural, en contra de la vieja tradición realista (o en pos de una realidad no solo aparente). La generación siguiente no responde a un impulso creativo homogéneo ni a modelos comunes: nada tiene que ver Allende con Bolaño o éste con Iwasaki. Sin embargo, resulta visible un intento de rescatar anteriores tradiciones temáticas (novela de dictador, telurismo) o incluso narratológicas (entre ellas, un realismo mágico de nuevo cuño). Pero todo ello -y aquí sí podemos hablar de un denominador común- sin abandonar el propósito de llegar al gran público, sobre la base de que mercado y calidad no son realidades inconciliables. En este sentido, *La casa de los espíritus* adquiere entidad de paradigma que explica su extraordinario éxito.
Rasgos de la Nueva Novela en *La Casa de los Espíritus*
Rasgos de la nueva novela presentes en *La casa de los espíritus*:
- La memoria y el testimonio personal como instrumento de denuncia y de conocimiento del presente y del pasado.
- La importancia del universo femenino.
- Importancia de la sexualidad.
- Abandono de la experimentación formal.
- Perspectivismo (visión de un hecho desde distintos puntos de vista).