Políticas Industriales y Agrarias en la UE y España: Evolución y Desafíos

1. Políticas Europeas

1.1. De la “Estrategia de Lisboa” al “Plan Europa 2020”

Hasta 2010, las políticas económicas de la UE se guiaban por la llamada “Estrategia de Lisboa” (2000), que tenía como objetivo central convertir a la UE en la potencia más competitiva del mercado global. Para conseguirlo, se desarrollaban tres líneas de actuación:

  • El fomento de la innovación.
  • La consecución de mayores niveles de cohesión social y territorial, mediante el desarrollo del empleo y la educación.
  • La estabilidad financiera para asegurar el éxito del euro.

En 2007, se desató una fuerte crisis económica mundial, que ha provocado que las finanzas de los países miembros de la UE se encuentren en una situación difícil. Para hacer frente a esta situación, en 2010, la Comisión presentó un plan de 10 años (Plan “Europa 2020”), basado en un crecimiento “inteligente, sostenible e integrador” y una mayor coordinación entre políticas nacionales y europeas. Este plan fija tres prioridades:

  • Luchar contra los problemas de competencia que plantea la globalización.
  • Frenar las presiones insostenibles sobre los recursos y el medio natural.
  • Hacer frente a los problemas derivados del envejecimiento demográfico.

2. Las Políticas Industriales Españolas

El Ministerio de Industria, Turismo y Comercio (MITYC) es el departamento encargado de elaborar y ejecutar las políticas industriales, aunque las que tienen que ver con formación, logística, investigación y desarrollo, compras públicas, fiscalidad, etc., están en manos de otros ministerios, como Educación, Ciencia y Tecnología, Fomento, Economía, etc. Todos ellos coordinados por la vicepresidencia para asuntos económicos y por los planes conjuntos programados.

Hasta ahora, para cumplir con la Estrategia de Lisboa, la Comisión Europea ha venido fijando unas prioridades trienales, y cada país ha tenido que elaborar un Programa Nacional de Reformas (PNR), cuyo cumplimiento evalúa la Comisión Europea cada año. Las comunidades autónomas, por su parte, han elaborado planes propios de reformas que desarrollan los objetivos del PNR en sus ámbitos competenciales.

El objetivo es doble: salir de la crisis económica desatada en 2007 y dirigir un proceso de transición industrial, hacia un nuevo modelo más competitivo. Para el primer objetivo se ha diseñado el Plan de Estabilidad 2008-2011. Sus objetivos son:

  1. Aumentar el nivel tecnológico de las empresas, aumentando las inversiones en I+D+i, etc.
  2. Mejorar la competencia, especialmente en los mercados de la energía, en servicios profesionales y en mercados minoristas, con el objetivo de abaratar costes y evitar ineficiencias.
  3. Cumplir con los compromisos de España con el Protocolo de Kyoto.
  4. Reducir las cargas y las ineficiencias que las administraciones pueden causar a las actividades empresariales.
  5. Fomentar la cohesión social mediante políticas de fomento del empleo y políticas de desarrollo para las zonas con problemas de desindustrialización o de falta de desarrollo.
  6. Políticas para generar demanda, buscando nuevos mercados en el exterior y llevando a cabo políticas que subvencionan la demanda interior.

La Política Agraria Común (PAC)

La Política Agraria Común es el conjunto de políticas y directivas que sobre temas agrarios y de mundo rural ha fijado la Comisión Europea, y todos los estados miembros de la UE deben aplicarlas en sus territorios y desarrollarlas en sus legislaciones. En España, el organismo encargado de estas es el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino (2010).

La PAC actual se estableció en 2003, y viene determinada por varios factores:

  1. Los acuerdos adoptados en el proceso de globalización, especialmente en la Ronda de Uruguay (reducción drástica de aranceles y de trabas a las importaciones) y en la inconclusa de Doha (en 2013 deben haber desaparecido las subvenciones a la producción y a los precios agrarios).
  2. La creación de un mercado mundial supone un reto para la competitividad de los productos agrarios europeos, producidos con costes más elevados que los de las economías menos desarrolladas y emergentes, y que los de otras economías avanzadas con estructuras agrarias más eficientes. Para hacer frente a este reto, la Estrategia de Lisboa (hasta 2010) y, actualmente, el Plan Europa 2020 fijan criterios y objetivos para el fomento de la competitividad, que la PAC también debe cumplir.
  3. Los acuerdos internacionales sobre temas de preservación del medio ambiente condicionan las políticas económicas, entre las que se encuentra la PAC.
  4. Los planes de estabilidad económica europeos orientados a mantener el euro como una moneda fuerte.
  5. La opinión pública europea que reclama una moderación en la presión fiscal, una proporcionalidad entre el gasto en actividades agrarias.
  6. La necesidad de mantener poblado el mundo rural, en el que las actividades agrarias son las que lo articulan y mantienen. Para hacer frente al problema de que estas actividades no tienen capacidad por sí solas para generar rentas suficientes para que la población encuentre atractiva su permanencia en el ámbito rural, se plantea la necesidad de llevar nuevas actividades económicas a ese ámbito, y de generar nuevas actividades endógenas en el mismo (turismo rural, artesanía tradicional…).

Objetivos de la PAC:

  • La diversificación de las actividades económicas y las fuentes de ingresos en el mundo rural.
  • La reestructuración de las explotaciones buscando una mayor rentabilidad, un mayor cuidado medioambiental y una mayor calidad de las producciones. Se busca aumentar la competitividad por dos mecanismos: seguir reduciendo los precios para poder competir (esta reducción se compensa con las ayudas directas) y competir por calidad y diversidad.
  • El desarrollo de las zonas y economías rurales en toda la Unión Europea en base a la modernización de las explotaciones, la formación de los empresarios agrarios, la mejora de la calidad del producto, el establecimiento de canales de comercialización más eficientes y beneficiosos para el productor agrario, el fomento del asociacionismo en el mundo rural, etc.

Para llevar a cabo la PAC hay una estructura administrativa europea. La organización actual se realizó en 2005 y se articula en torno a los “fondos” que son los canales por los que se financian las diferentes políticas de la PAC:

  1. El FEADER (Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural), que es la fusión de los antiguos FEOGA Orientación, FEDER, FSE y FC. Su fin es coordinar la acción de estos organismos para financiar políticas de desarrollo rural de la PAC.
  2. El FEAGA (Fondo Europeo Agrícola de Garantía), que asume las funciones del antiguo FEOGA Garantía.
  3. El programa LEADER+, que se plantea la cofinanciación, por parte de la UE, gobiernos nacionales y entidades privadas, de iniciativas innovadoras de desarrollo rural promocionadas por comunidades locales del mundo rural de los diferentes países miembros.
  4. Por último, los fondos estructurales y los de cohesión orientarán parte de sus partidas al fomento y ayuda a las políticas de infraestructuras y dotaciones de servicios.

Mapa de la Propiedad Agraria en España

Zonas de predominio del latifundio: Las dos provincias extremeñas (Cáceres y Badajoz), dos provincias de Castilla-La Mancha (Guadalajara y Albacete) y cinco provincias andaluzas (Huelva, Sevilla, Cádiz, Córdoba y Jaén).

Zonas de predominio del minifundio: Tres provincias gallegas (Lugo, Ourense y Pontevedra), León, Segovia, Cantabria, Valencia y las dos provincias canarias (Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria).

El latifundismo tiene su origen en un proceso histórico que se remonta a la Edad Media, a las encomiendas de las Órdenes Militares (Extremadura, Castilla-La Mancha) y a los repartimientos (Andalucía occidental) de la época de la Reconquista, y que se consolidó con la desamortización en el siglo XIX. Entonces se produjo un cambio radical en las características de los propietarios: la Iglesia, las Órdenes Militares y los municipios fueron sustituidos por una oligarquía terrateniente. Además, un gran número de jornaleros y pequeños propietarios, que hasta entonces se habían beneficiado de los bienes comunales, fueron privados de importantes recursos para su subsistencia.

La principal consecuencia es que, aunque el tamaño medio de la propiedad ha aumentado, la estructura de la propiedad agraria española todavía se caracteriza por los valores extremos y por la escasez de propiedades de tamaño medio. La gran propiedad o latifundio reúne a más del 50 % de las tierras y solo al 0,8 % de los propietarios; predomina en Andalucía occidental, Castilla-La Mancha, Aragón y Extremadura. Por el contrario, la pequeña propiedad o minifundio reúne solo el 10,5 % de la tierra y al 53,2 % de los propietarios; predomina en Galicia y en algunas provincias de la submeseta norte (León, Segovia, Burgos, Ávila), así como en Cantabria, Comunidad Valenciana, Asturias y Canarias.

Mapa de Tierras de Cultivo en España

El mapa muestra el contraste secano-regadío existente en nuestro país, contraste que nos remite a la dependencia de los factores naturales, de forma que en cada Comunidad Autónoma predominan unos cultivos u otros en función del volumen de las precipitaciones. Así, en la mayor parte del territorio español, que corresponde al dominio mediterráneo, con precipitaciones no muy abundantes e irregulares, dominan los cultivos de secano. La agricultura tradicional en nuestro país era una agricultura de secano, cuyos principales cultivos eran el trigo, la vid y el olivo; la agricultura de regadío se limitaba a las huertas situadas en los cursos bajos de los ríos.

No obstante, las superficies transformadas en regadío han tenido una gran expansión en las últimas décadas gracias, sobre todo, a la construcción de embalses y canales. En la España interior se cultivan la remolacha azucarera y los cereales en la submeseta norte; los cultivos hortícolas en el valle del Ebro; y los productos de vega, el maíz y otros cultivos, como el arroz o las flores, en la submeseta sur.

En el litoral mediterráneo (Valencia, Alicante, Murcia, Almería…) se ha desarrollado aún más la agricultura de regadío, una agricultura que utiliza técnicas modernas e intensivas (enarenados, cultivos bajo plástico, riego por goteo…), que consiguen dos, tres y hasta cuatro cosechas por campaña y que han transformado espectacularmente el paisaje (es el caso, por ejemplo, del Campo de Dalías en Almería). Es, por tanto, una agricultura muy rentable y orientada predominantemente hacia el mercado exterior, sobre todo hacia los países de la Unión Europea. Los principales cultivos son las hortalizas (tomates, alcachofas, cebollas, melones, judías…), presentes en todo el litoral, sobre todo en Valencia, Murcia, Almería y el delta del río Ebro. También tienen gran significación económica los cítricos (naranjos, mandarinas…) y los frutales no cítricos (melocotoneros, perales, albaricoqueros, ciruelos…), especialmente en Valencia y Murcia, en el primer caso, y Cataluña, en el segundo. Los arrozales constituyen un paisaje característico de la Albufera (Valencia), el delta del río Ebro y el bajo Guadalquivir, donde aprovechan las zonas pantanosas. Y gracias a las nuevas técnicas se han introducido en las zonas próximas a las costas meridionales peninsulares determinados cultivos subtropicales.

Transportes en España

La estructura principal de la red de carreteras es radial y se organiza en torno a las seis antiguas «carreteras nacionales» (Madrid- Irún, Madrid-La Junquera, Madrid-Valencia, Madrid-Sevilla, Madrid- Badajoz y Madrid-A Coruña). Otros ejes importantes transversales y/o verticales son, por ejemplo, los siguientes: la autovía del Mediterráneo, desde la frontera francesa hasta Málaga por la costa; la autovía del Cantábrico, desde la frontera francesa hasta Pontevedra, también por la costa; la ruta de la Plata desde Gijón hasta Cádiz por Salamanca y Cáceres; y la autovía del Ebro desde Vitoria hasta Valencia por Zaragoza.

Las zonas mejor comunicadas son Madrid y los espacios recorridos por las carreteras radiales. Las peor comunicadas son el oeste peninsular y las áreas de montaña.

Existe una estrecha relación entre los caracteres físicos, sociales y económicos del territorio y la disposición de las infraestructuras de transporte. Así, en primer lugar, la red de carreteras y ferrocarriles ha tenido que adaptarse a la elevada altitud media de la Península y a la disposición periférica de los sistemas montañosos. Por otro lado, la ubicación espacial de la población y de las actividades económicas explican la distribución de las principales carreteras y líneas ferroviarias. La ventaja de la red radial es que permite comunicar el centro, Madrid, con las áreas más dinámicas demográfica y económicamente. El inconveniente es que existen «discontinuidades» en esa red, es decir, zonas peor comunicadas; lo más grave son los problemas de conexión interregionales, en especial entre algunas regiones periféricas.