Temas Esenciales en la Poesía de Miguel Hernández: Naturaleza, Amor y Vida

Temas Esenciales en la Poesía de Miguel Hernández

Los temas esenciales en la obra de Miguel Hernández son: la naturaleza, el amor, la vida y la muerte.

1. La Naturaleza

Miguel Hernández nace en un ambiente rural y mediterráneo. Vive impregnado de naturaleza y fue un gran conocedor y amante de la fauna y flora. La naturaleza se presenta de distintas formas en sus cuatro etapas.

En su primera etapa, adolescente y de joven creador, la naturaleza es real y es protagonista de sus versos. Presenta dos concepciones diferentes:

  • Naturaleza relacionada con Dios: la naturaleza es símbolo de pureza y divinidad.
  • Naturaleza relacionada con la invención del lenguaje: la poesía pura. Esta aparece en su primer libro, Perito en lunas.

Los poemas de este libro describen objetos sencillos de la naturaleza y de la vida cotidiana y, además, no llevan título. Se trata de una naturaleza de bodegón rodeada de inesperadas metáforas.

En su tercera obra, Viento del pueblo, la tierra, la naturaleza, sirve para ubicar su reivindicación social, siempre al lado de los trabajadores asalariados y de los más necesitados. En las últimas etapas, en la obra de El hombre acecha, la naturaleza significa la libertad. Cuando la bondad natural desaparece, lo hace también el paisaje.

En su poesía intimista, la de Cancionero y romancero de ausencias, cuando ya la guerra ha terminado, reaparece la naturaleza, como locus amoenus, donde se entrelazan los enamorados, representado por él y por su esposa, que no son vencidos por los avatares y las adversidades de la injusticia y el odio.

En las palabras de Francisco Umbral, Miguel Hernández es ”agricultura viva”, ”es el hijo pródigo de la naturaleza, que la abandona un día, la sustituye por la cultura y luego volverá a ella para siempre”.

2. El Amor

La poesía hernandiana es poesía amorosa. Ningún poema queda al margen del sentido amoroso: a la naturaleza, a la mujer, al hijo, a los amigos, al pueblo, a la vida. El sentimiento pasional es el gran eje, pero ese amor adoptará formulaciones distintas.

En la concepción del amor hacia los seres humanos, al margen del amor divino de su etapa católica, se puede distinguir:

2.1. El Despertar Sexual

Carpe diem y la pugna religiosa. En esta poesía utiliza el imaginario de la mitología para hablar de su propia sexualidad. Y hay una lucha entre lo espiritual y la sexualidad.

2.2. El Amor-Lamento y el Amor-Ilusión de la Tradición Literaria

Miguel Hernández se inspira en el amor cortés y en los poemas bucólicos. El amor se convierte en una metáfora: la herida. Es el amor pasional de los cantos medievales, (el amor es como una cárcel). En esta etapa va depurando cada vez más el lenguaje, y acude como elemento expresivo al amor cortés y a la poesía bucólica.

2.3. El Amor-Dolor que va de la Tradición a la Realidad

En 1934, Miguel Hernández se enamora de una modista llamada Josefina Manresa, y comienza a reelaborar la poesía religiosa de San Juan de la Cruz en clave erótica, se deja influir por el petrarquismo de Garcilaso o Quevedo, naciendo su primer gran libro de sonetos amorosos, El rayo que no cesa. El poeta habla de un amor real, concreto, que lo tortura por no poder ser gozado sexualmente.

A mediados de 1935, su crisis personal lo conduce a lo pagano y a la queja cívico-social y lo traslada a su poesía amorosa: el poeta se busca a sí mismo y reconoce su dependencia de la amada. No es nada sin ella. La experiencia del rechazo provoca el dramatismo de esta etapa: las ganas de vivir, que ahora se han transformado en ansias de amar, chocan con una moral provinciana y estrecha que rechaza el goce erótico produciendo la llamada ”pena hernandiana”.

2.4. El Amor-Alegría. El Amor-Fraternidad

Es el amor a la mujer que va a darle un hijo (Canción del esposo soldado). Es el amor al hijo que le hace vencer el odio y el resentimiento ya en la prisión (Nanas de la cebolla), es el amor-alegría para tolerar la durísima realidad de ausencias y privaciones. También es el amor al pueblo que lo hace estar junto a él luchando por la igualdad y la justicia. Es el amor que impera en Viento del pueblo.

2.5. El Amor-Odio

En el tramo final de la guerra, Miguel Hernández siente miedo pues descubre que el hombre es una amenaza para el propio hombre. La guerra y el hambre han generado el odio; sobra el paisaje. El hombre se animaliza en sus poemas de El hombre acecha, pero el poeta necesita airear esta nueva condición del ser humano para conjurar el peligro y para trabajar por la esperanza.

2.6. El Amor-Esperanza

Al estallar la guerra civil, Miguel Hernández se encuentra con una realidad desmesurada y amenazante. Para poder combatirla, en su última etapa, el poeta debe empequeñecerla y hacerla vulnerable. Su modelo literario era don Quijote. Hernández asume la triste realidad y la hace suya; sólo oímos su voz y su estado.

Su poesía última está llena de anhelo de vida ante tanta muerte y tanta miseria. Con Cancionero y romancero de ausencias nos introducimos en un diario poético sobre la vida del escritor. Durante su vida carcelaria, el poeta se vuelve hacia sí mismo, hacia su mundo personal e interior. Es la fase definitiva de la rehumanización de la poesía: estremecedoras vivencias personales con un fondo de la horrible guerra que se elude o se presenta metaforizada.

La ausencia es la verdadera base constructiva del Cancionero y romancero de ausencias; sin embargo, el desánimo producido por una vida llena de ausencias no es obstáculo para que Miguel Hernández supere su amargura y culmine con un canto de esperanza y victoria sobre sus ideales. Esta última producción está destinada al amor, a un amor intimista y realista, pero un amor lleno de esperanza en la humanidad.