La Regencia de María Cristina: Turnismo, Oposición y Nacionalismos

La Regencia de María Cristina (1885-1902)

A la muerte de Alfonso XII en 1885, su esposa, María Cristina de Habsburgo, asumió la regencia (1885-1902) jurando la Constitución. El turno de partidos había comenzado a funcionar con propiedad en 1881, y Cánovas, jefe del Gobierno cuando falleció el rey, acordó con Sagasta cederle el poder durante los primeros años de la regencia en el llamado Pacto de El Pardo. De esta manera, se configuraron dos fuerzas políticas:

  • El Partido Conservador, liderado por Cánovas hasta su muerte y después por Francisco Silvela, que acaparó el poder en los primeros años del régimen (desde 1875 hasta 1881).
  • El Partido Liberal, encabezado por Sagasta, que representó la izquierda liberal.

La práctica del turno de partidos no era exclusiva de España, sino que tenía sus equivalentes en las otras dos monarquías que presentaban un cierto atraso económico y político respecto a la Europa occidental: Italia y Portugal.

Los dos partidos se relevaban en el poder de manera pacífica y se concedían mutuamente plazos razonables de gobierno. Ambos aceptaban los cambios de cierta importancia realizados por el partido en el poder, y se comprometían a mantenerlos cuando fueran ellos los que gobernaran. Cuando un partido consideraba que le había llegado el momento de gobernar y pasar a la oposición, lo pactaba con el otro partido y con el rey que, según el poder que le reconocía la Constitución, mandaba formar gobierno al nuevo partido, disolvía las Cortes y convocaba nuevas elecciones que, debidamente manipuladas, proporcionaban la mayoría necesaria al partido que quería gobernar. Todo el fraude electoral se organizaba bajo la coordinación del propio ministro de la Gobernación. Desde Madrid los oligarcas transmitían las instrucciones a los gobernadores civiles de cada provincia, que elaboraban la lista de los candidatos que tenían que salir elegidos en cada localidad (encasillados) y se lo comunicaban a los caciques locales. Estos últimos constituían el último eslabón de la cadena y manipulaban directamente los resultados electorales por varios procedimientos: desde actitudes paternalistas y protectoras hacia los electores, hasta el pucherazo (cambio de urnas, añadido de votos falsos, retirada de las urnas por la policía antes del recuento…), pasando por las amenazas y extorsiones. El caciquismo era más eficaz en las áreas rurales, apolíticas y desmovilizadas, que en las urbanas, donde la opinión pública y los votos eran difíciles de conseguir.

Medidas de los Gobiernos de la Restauración

Los gobiernos de la Restauración adoptaron medidas como las siguientes: se aprobaron normas liberalizadoras por el partido de Sagasta durante el llamado Parlamento Largo (1885-1890). Trató de introducir todos los derechos individuales del texto constitucional de 1869 que la Constitución de 1876 le permitiera; se aprobó la libertad de prensa e imprenta, la de cátedra y la de asociación (Ley de Asociaciones) que permitió la aparición de sindicatos como la UGT. Se aprobaron también la Ley del Jurado, así como el Código Civil de 1889 y la legislación que implantaba el sufragio general masculino (1890). También hubo una aproximación a los problemas sociales y a la condición obrera. En 1883, por iniciativa de Moret, los liberales crearon la Comisión de Reformas Sociales. Esta Comisión fue el precedente del Instituto de Reformas Sociales que posteriormente daría lugar al Ministerio de Trabajo. El debate continuo en las Cortes entre los partidarios del proteccionismo (Gamazo) y los del librecambismo (Moret) se resolvió finalmente con la adopción de medidas proteccionistas para proteger los intereses de la industria catalana y vasca, de la minería asturiana y de los productores de cereal castellanos. El proteccionismo, sin embargo, perjudicaba a los consumidores españoles.

Oposición al Sistema

Había ciertos movimientos en contra del sistema y de Alfonso XII. Los movimientos antidinásticos estuvieron protagonizados:

  • Por un lado por los carlistas que se dividieron en 1876 tras su derrota: los integristas (Nocedal), que rechazaba el régimen y no colaboraban con él; y los tradicionalistas (Vázquez de Mella) que formaron un partido político y lucharon dentro de la legalidad.
  • Por otro lado los republicanos, que también estaban muy desunidos tras la experiencia del Sexenio Democrático. Castelar lideraba los posibilistas, que colaboraron con el partido de Sagasta. Ruiz Zorrilla, que lideraba los radicales, organizó un pronunciamiento militar que fracasó. Por su parte, Salmerón y Pi i Margall estaban divididos por su concepción de la república: Salmerón dirigía el grupo de los que querían una unitaria, mientras que la facción de Pi i Margall aspiraba a una república federal.
  • También estaba el movimiento obrero dividido en dos grandes tendencias: el anarquismo, que se dividió en varios grupos: catalanes, andaluces, partidarios de sindicatos legales, los levantinos y los que practicaban el terrorismo individual. Y el socialismo, que era el otro sector formado por el PSOE, un partido minúsculo sin apenas incidencia electoral que tendrá éxito en Asturias, Madrid y País Vasco.

Regionalismos y Nacionalismos

A la oposición al sistema se sumaron los regionalismos y nacionalismos. Los factores que propiciaron el nacionalismo fueron: la existencia de movimientos culturales que rescataban las lenguas vernáculas y las costumbres autóctonas. Destacó el Romanticismo, la Renaixença, los que apoyaban la recuperación y codificación del euskera, y el Rexurdimiento (donde destacó Rosalía de Castro). También había una crítica del centralismo uniformador del Estado liberal, ya que los nacionalismos defendían la realidad histórica y plural de España, reflejada en diversas leyes, fueros e instituciones. El liberalismo había suprimido esa realidad, imponiendo un nacionalismo español; así había ocurrido en Cataluña en el siglo XVIII y en el País Vasco, tras las guerras carlistas. Surgieron así dos vertientes anticentralistas. Una era conservadora, antiliberal y partidaria de recuperar los antiguos fueros (más importante en el País Vasco) otra era progresista, federalista y republicana (importante en Cataluña). Además, la industrialización y los cambios económicos afectaron al equilibrio de algunas regiones y a su manera de percibir la realidad nacional. La burguesía de las regiones periféricas defendió el proteccionismo y sus intereses como productora frente a las medidas liberales adoptadas por el Gobierno de Madrid. El desarrollo de Cataluña era muy superior al del resto del país. En el caso del País Vasco ocurrió a la inversa: el cambio fue muy rápido en el último tercio del siglo XIX y provocó la llegada masiva de inmigrantes procedentes del resto de España en busca de trabajo. Esta inmigración fue percibida por algunos intelectuales y políticos como una amenaza. Los gallegos, andaluces y levantinos, que sufrieron la emigración y el atraso económico, culpaban al Estado español (al que reprochaban que los había abandonado) de su situación, razón por la cual eran regionalistas.

Nacionalismos Específicos

  • El nacionalismo político catalán surgió a través del federalismo, que reivindicaba una Cataluña integrada en un conjunto de estados españoles federados. El ex republicano Valentí Almirall fundó el Centre Catalá. Otros escritores y pensadores eran partidarios de un nacionalismo catalán de signo tradicionalista, rural y antiliberal. La Unió Catalanista (1891) intentó unificar todas las tendencias en torno a la burguesía nacionalista, ilustrada y conservadora, y promovió las Bases de Manresa. Sin embargo, hasta 1901 no se formó la Lliga Regionalista liderada por Prat de la Riba y Cambó.
  • El nacionalismo político vasco defendía los fueron perdidos y rechazaba el proceso de industrialización. Se identificó el capitalismo y el centralismo con lo español y señaló a los inmigrantes como los culpables de la degeneración. Estas ideas se identificaban con una línea de pensamiento católica y antiliberal que se resumía en el lema “Dios y ley vieja”. Fue fundado así el Bizkai Buru Batzar (1895), origen del actual PNV. El nacionalismo vasco osciló a partir de 1898 entre el independentismo radical y la integración del País Vasco como entidad autónoma dentro de España.
  • El regionalismo gallego surgió después que el catalán y el vasco como una reacción contra el atraso y marginación. Sus teóricos fueron Brañas (conservador) y Murguía (liberal), que reivindicaban la descentralización administrativa y el uso de la lengua gallega sin llegar a crear un partido unificado.
  • El regionalismo valenciano, también tardío, rechazó el centralismo y también el nacionalismo catalán.
  • El regionalismo andaluz apoyaba la descentralización y, al ser una zona deprimida, reivindicaban la mejora de su atraso. Blas Infante fue su principal teórico, aunque en el siglo XX se diluyó.