El Teatro de Federico García Lorca: Entre la Tradición y la Vanguardia

El Público: Una Revolución Escénica

En El Público, la audiencia, inicialmente escandalizada, busca la muerte del director al descubrir la verdadera sexualidad de los personajes. Helena, al dar la voz de alarma, revela la homosexualidad de los mismos. Incluso Julieta, un personaje femenino, se revela como hombre. La revelación del engaño desata la ira del público, que intenta linchar al director. Los estudiantes, por otro lado, celebran esta revolución.

La obra presenta una imagen siniestra donde la “tontería” se asocia a los personajes más cercanos a la verdad. Las caretas, que parecen cobrar vida, tosen y ocultan la ausencia de un individuo detrás de ellas, sugiriendo una identidad fragmentada. La frase “teatro sin lunetas” simboliza un teatro sin espectadores, mientras que “un cielo lleno de sillas” representa la ausencia de paredes y ataduras, un espacio ocupado por personas.

En el último cuadro, la revolución ya ha estallado. El ojo, símbolo sexual, representa una nueva forma de mirar. La cortina oscura alude a los trucos del teatro. La obra clama por la destrucción del teatro antiguo, la ruptura de convenciones y la resistencia al frío, simbolizando un nuevo comienzo. El tiempo, circular y alterado, crea confusión sobre la secuencia de los cuadros. La tensión sexual y amorosa se ve afectada por la moral burguesa, reflejando la doble vida impuesta a muchos. Un nuevo teatro transgresor emerge, exponiendo la realidad de la vida y los sentimientos. Es el público quien finalmente lleva a cabo la revolución.

Así que pasen cinco años: El Tiempo como Protagonista

La trama de Así que pasen cinco años es aparentemente sencilla: un Joven, que desea casarse, pide a su novia que espere cinco años. Al cumplirse el plazo, la busca, pero ella se ha ido con otro. El Joven recuerda a una Mecanógrafa enamorada de él y la busca, proponiéndole recuperar el tiempo perdido. Sin embargo, ella le pide a su vez un plazo de cinco años. El Joven, finalmente solo, muere.

La complejidad radica en la perturbación constante del tiempo, que no fluye en una sola dirección. Los tiempos verbales se contradicen, y los personajes mismos encarnan el tiempo. Los protagonistas, Joven y Viejo, representan al mismo personaje en diferentes momentos temporales.

Comedia sin título: Teatro, Verdad y Revolución

Comedia sin título, obra inconclusa de Lorca, guarda similitudes con El Público. El autor reflexiona sobre la necesidad de un teatro que exprese verdades, no solo entretenimiento. Se produce una discusión con el público y una actriz que ensaya Sueño de una noche de verano. La irrupción de la revolución interrumpe el debate, simbolizando tanto la renovación teatral como las convulsiones sociales y políticas de la época.

Teatro Imposible y Teatro Posible: La Estrategia de Renovación

Paralelamente a su teatro vanguardista, Lorca cultivó obras más convencionales que le granjearon éxito comercial. Esta dualidad se conoce como “Teatro imposible” y “Teatro posible”. Ambas vertientes forman parte de la estrategia de Lorca para renovar el panorama teatral. El “Teatro posible”, que alcanza el éxito comercial, se integra en la corriente central de la tragedia, pero con la intención de actualizarla y asomarse a los márgenes.

La Tragedia Lorquiana: Una Relectura de lo Clásico

Lorca, influenciado por una nueva corriente espiritualista, busca reintroducir lo trágico en el teatro, utilizando el mito y la tragedia como vías principales. Para él, el teatro, como cualquier forma de arte, debe ser poesía encarnada en un cuerpo vivo. La poesía, con su humanidad y su carácter trágico, debe ser siempre visible.

Su necesidad de volver a la tragedia se ve influenciada por El nacimiento de la tragedia de Nietzsche. Lorca reinterpreta la tragedia clásica, inspirándose en la tragedia griega anterior a Eurípides, que Nietzsche consideraba más auténtica. Lorca adopta dos características fundamentales de esta tragedia pre-euripidea: la presencia del coro y la ausencia de un argumento lineal.

Tragedia vs. Drama: Culpa, Castigo y Fatalidad

Lorca establece una clara distinción entre tragedia y drama. La tragedia, con su coro y la ausencia de un argumento convencional, se aleja de la moralidad que sustenta el drama. La noción de culpa, central en el drama, no tiene cabida en la tragedia pre-euripidea, donde no hay libre albedrío.

En las tragedias lorquianas, algunos personajes culpan a los héroes trágicos de su destino, pero estos se declaran inocentes, argumentando que sus acciones están predestinadas. La fatalidad se anuncia constantemente, como en el caso de Yerma, cuyo nombre presagia su esterilidad. En contraste, en Bodas de sangre, la mayoría de los personajes carecen de nombre propio, enfatizando las relaciones familiares. Solo el héroe trágico, Leonardo, tiene nombre, lo que le otorga individualidad.

Acción Trágica y Fuerzas Reactivas

Los personajes se dividen entre aquellos inmersos en el ámbito moral, que juzgan y condenan, y los héroes trágicos, que actúan movidos por una fuerza irresistible. Los primeros, como la madre en Bodas de sangre, están dominados por fuerzas reactivas que generan resentimiento. Los héroes trágicos, en cambio, activan esas fuerzas y actúan, a pesar de saber que su acción los conducirá al desastre. La acción trágica se desarrolla dentro de una lógica implacable, donde el lenguaje juega un papel fundamental, como se evidencia en Yerma. La obra de Lorca, en su conjunto, representa una profunda reflexión sobre la naturaleza del teatro, la condición humana y la búsqueda de la verdad en un mundo en constante cambio.