La Dictadura de Franco: Evolución Política, Transformaciones Económicas y Oposición (1939-1975)
Evolución Política y Coyuntura Exterior
La dictadura otorgó el poder a la oligarquía terrateniente y financiera, que recuperó sus negocios y propiedades. El régimen franquista contó con el apoyo de las clases medias rurales del norte y Castilla y de algunos grupos urbanos. Su respaldo fue escaso entre el proletariado, pero el miedo y la miseria dificultaban las manifestaciones. La pasividad y el apoliticismo predominaron en la sociedad española hasta los años finales.
1. Posguerra (1939-1953): Institucionalización del Régimen, Autarquía y Aislamiento Internacional
Franco concentró todo el poder: asumió la jefatura del Estado, fue nombrado Generalísimo de los Ejércitos, jefe del Movimiento Nacional y presidió el Consejo de Ministros, eligiendo a los ministros. Ante la ausencia de una Constitución y con unas Cortes controladas, se decretaron una serie de leyes para institucionalizar y dar carácter legal al régimen.
Leyes Fundamentales
- Fuero del Trabajo (1938): Regulaba las relaciones laborales y establecía los principios del nacionalsindicalismo. Prohibía los sindicatos de clase y dio el monopolio de las relaciones laborales a la Falange, que organizó sindicatos verticales.
- Ley de Cortes (1942): Establecía una cámara elegida por sufragio indirecto y por Franco. Su función básica era deliberar sobre los proyectos de las leyes que se presentaban. Se aprobaban por amplia mayoría o unanimidad. Las Cortes no representaban la soberanía nacional; eran una cámara consultiva controlada por Franco, que se reservaba el derecho de vetar leyes.
- Fuero de los Españoles (1945): Carta de principios, derechos y deberes de los españoles. Estado católico, tradicionalista y de derecho. Libertades recortadas. Aprobada tras la derrota de las potencias fascistas.
- Ley de Referéndum Nacional (1945): Otorgaba facultades a Franco para someter a consulta del pueblo la aprobación de cualquier ley.
- Ley de Sucesión (1947): Definía el régimen como un reino y autorizaba a Franco a elegir su sucesor.
En la administración territorial se restablecieron los gobernadores civiles como jefes de provincia. Los alcaldes gobernaban los municipios y eran elegidos por el propio gobernador civil. Estos años se caracterizaron por una dura represión contra los presos republicanos y un férreo control de la población al amparo de la Ley de Responsabilidades Políticas. Hubo campos de concentración, ejecuciones masivas, odio y temor. Se suprimieron las libertades y los derechos fundamentales de reunión y asociación, y se estableció la censura. Se derogaron los estatutos de Cataluña, Galicia y País Vasco. El castellano se convirtió en la lengua oficial.
La oposición quedó desarticulada. La del exilio estaba dividida y desmoralizada. En el interior, solo algunos excombatientes se echaron al monte (maquis). Los monárquicos se fueron distanciando y en 1945 pidieron la restauración de las Cortes y una amnistía.
En política exterior, durante los primeros años hubo un acercamiento a las potencias fascistas. En 1940 se produjo el encuentro entre Hitler y Franco. España se mantuvo al margen de la Segunda Guerra Mundial, pero envió tropas de voluntarios (División Azul). Fueron años de aislamiento internacional. España no fue aceptada por la ONU, los países retiraron a sus embajadores y Francia cerró sus fronteras.
2. Final del Aislamiento Internacional (1953-1959)
La rivalidad entre capitalistas y comunistas favoreció al régimen de Franco, que se presentó como un anticomunista visceral. En 1950, se iniciaron negociaciones con Estados Unidos y el Vaticano, lo que favoreció la entrada de España en algunas organizaciones internacionales como la OMS, la FAO y la UNESCO. Con Estados Unidos se firmó un acuerdo que permitía el establecimiento de cuatro bases militares en territorio español a cambio de ayuda económica y asesoramiento técnico. El tratado resultó decisivo para sacar a España del aislamiento internacional e incorporarla al sistema defensivo occidental.
Con el Vaticano se firmó un Concordato en 1953 que confirmaba los privilegios de la Iglesia Católica en la enseñanza y en su financiación a cargo del Estado. En los años siguientes, España se fue incorporando a los diferentes organismos internacionales: la ONU (1955) y el FMI. Se firmaron acuerdos que reforzaron los lazos con los países de Iberoamérica y los países árabes. Se iniciaron negociaciones para ingresar en el Mercado Común (UE), pero España no fue aceptada. Los acuerdos comerciales y la ayuda financiera suavizaron la difícil situación económica. Poco a poco fueron desapareciendo el racionamiento y la escasez de alimentos, aunque la economía permaneció estancada y el nivel de vida era muy inferior al de la media europea.
En cuanto a la situación política, reinaba la calma. En 1956 se produjo una importante crisis con protestas obreras e incidentes en la Universidad. Los falangistas fueron perdiendo influencia, como se puso de manifiesto en la remodelación del gobierno de 1957. Los principales ministerios económicos se asignaron a partidarios del Opus Dei y a otros no tan comprometidos con el falangismo. Fueron ellos los que inspiraron leyes como la Ley de Principios del Movimiento Nacional (1958) y otras que impulsaron el desarrollo económico de los sesenta. El almirante Carrero Blanco se convirtió en la figura más influyente.
3. Apertura del Régimen (1959-1973)
A pesar de los avances económicos, el régimen no varió su política autoritaria, de férreo control y restricción de las libertades. Los partidos políticos y los sindicatos seguían prohibidos y se reprimía cualquier intento de disensión. Comenzaron a surgir algunas tensiones con la Iglesia, ya que algunos de sus miembros criticaron la falta de libertades y la situación social de los trabajadores. También hubo tensiones con los nacionalistas catalanes y vascos. En 1959, un grupo del PNV fundó ETA. También se celebraron algunas huelgas obreras que pedían mejoras laborales y denunciaban la falta de libertades.
El acontecimiento más destacado se produjo en 1962. Políticos de la oposición celebraron en Múnich un encuentro en el que exigían libertades y no recomendaban la entrada de España en el Mercado Común. El régimen respondió con dureza, deteniendo a algunos dirigentes y descalificando el encuentro, al que llamó “El contubernio de Múnich”.
Para mejorar la imagen, en el nuevo gobierno entraron ministros jóvenes y de un talante más aperturista, aunque sin cuestionar políticamente el régimen. Se aprobaron algunas leyes, como la Ley de Prensa de Fraga (1966), que suavizaba la censura, y la Ley de Libertad Religiosa, que permitía la práctica de otros cultos. En 1966 se aprobó la Ley Orgánica del Estado, que definía el régimen como una “democracia orgánica” y permitía la separación de los cargos de Jefe del Estado y del Gobierno. Juan Carlos de Borbón fue nombrado sucesor de Franco.
En política exterior, se firmó un acuerdo preferente con los países de la CEE, se concedió la independencia a Guinea Ecuatorial (1968) y se cedió Ifni a Marruecos (1969).
4. Agonía del Franquismo (1973-1975)
El desarrollo económico de los años sesenta provocó algunos efectos no deseados por el régimen. Aumentaron las tensiones sociales y la conflictividad en el país. Aunque no acabaron con el franquismo, sí lo erosionaron. La oposición a la dictadura crecía y se organizaba. Los efectos de la crisis internacional del petróleo comenzaron a notarse: se disparó la inflación y el paro. El ya evidente envejecimiento de Franco aumentaba la inoperancia del gobierno y la lentitud en la toma de decisiones.
En sus últimos años, el régimen se endureció por el aumento de las tensiones sociales y de los atentados terroristas. En 1973, Franco delegó la Presidencia del Gobierno en el almirante Carrero Blanco, que fue asesinado ese mismo año por ETA. Arias Navarro, su sucesor, formó un nuevo gabinete con franquistas “puros” y ministros aperturistas, y prometió cierta apertura política, promesas que no fueron atendidas. La represión continuó, al igual que el distanciamiento con la Iglesia.
En julio de 1974, Franco fue hospitalizado y durante algunos días cedió los poderes a Juan Carlos. Se recuperó, pero el agotamiento físico del dictador era evidente. La tensión política iba en aumento, y también los atentados. La oposición se organizaba y llegaba a personas próximas al régimen. La Iglesia Católica se desmarcó de la política del régimen. Las contestaciones comenzaron en el clero de base, sobre todo en el País Vasco y Cataluña, y se hicieron más evidentes en 1971, cuando la Asamblea Episcopal exigió libertades políticas y pidió perdón por su actuación durante la Guerra Civil y la posguerra.
Tras el verano de 1975, los acontecimientos se precipitaron. Varios miembros de ETA y FRAP fueron juzgados y doce de ellos condenados a muerte. Hubo manifestaciones en todas las capitales europeas y peticiones de clemencia. Las protestas internacionales fueron respondidas por el régimen con la última de las grandes concentraciones en la Plaza de Oriente. La agitación de aquellos días acabó por agotar a Franco, que cayó enfermo. En el Sáhara español aumentó la tensión. Hassan II organizó la Marcha Verde.
Miles de marroquíes se dispusieron a ocupar la colonia. Juan Carlos intervino personalmente. El 18 de noviembre se firmó un acuerdo tripartito en Madrid que supuso la entrega del Sáhara a Marruecos y Mauritania. El mandato de la ONU, que permitía a España la tutela del territorio hasta su independencia, no se cumplió. El 20 de noviembre murió Franco. Su testamento político tranquilizó a los partidarios del régimen, pero la dictadura era inviable. Juan Carlos inició el proceso que condujo a la recuperación de la democracia.
Transformaciones Económicas y Sociales: de la Autarquía al Desarrollismo
1. Los Años Difíciles de la Autarquía (1939-1959)
Tras la Guerra Civil, la situación económica de España era desastrosa. El franquismo optó por la autarquía, es decir, la autosuficiencia económica de España (limitación de las importaciones, producción nacional de todo lo necesario). Esta opción fue en parte voluntaria y en parte obligada por las circunstancias (la Segunda Guerra Mundial y el bloqueo diplomático y económico que sufrió España en los años 40). Por otro lado, Franco asumió un importante intervencionismo estatal en la economía española. Éste intentaba aumentar la producción, especialmente la industrial, y controlar el mercado ante la falta de oferta. El aumento de la producción fracasó y la renta per cápita se mantuvo estancada, mientras que el control del mercado por el Estado se ejerció mediante el racionamiento y la limitación de precios. El racionamiento tuvo como consecuencia la corrupción (estraperlo) y el mercado negro.
La apertura diplomática de los años 50 se tradujo en el abandono de la autarquía y del racionamiento. Sin embargo, esta apertura al exterior llevó a un aumento de las importaciones muy por encima de las exportaciones, con el consiguiente déficit exterior y una alta inflación. Esta situación agotó las reservas de divisas y amenazaba con que España entrara en un proceso de endeudamiento exterior.
2. El Desarrollo Económico de los Años 60
Para solucionar estos problemas, los tecnócratas del Opus Dei llevaron a cabo el Plan de Estabilización de 1959. Éste perseguía dominar la inflación y abrir definitivamente la economía española al exterior. También preveía eliminar los excesivos controles que el Estado ejercía sobre la economía y fomentar la iniciativa privada. La peseta se devaluó para favorecer las exportaciones, lo que contribuiría a equilibrar la balanza de pagos. Aunque este ajuste económico era necesario, sus consecuencias directas fueron traumáticas (paro, reducción de salarios, etc.).
Tras el ajuste del Plan de Estabilización, se llevaron a cabo los Planes de Desarrollo entre 1964 y 1973. Éstos seguían el principio de una planificación económica indicativa, es decir, el Estado no “planificaba” a la manera socialista, sino que permitía la iniciativa privada y favorecía fiscalmente a las empresas que seguían sus directrices. Asimismo, se impulsaron los Polos de Desarrollo, nuevos focos industriales que permitirían redistribuir la industria por todo el territorio español (La Coruña, Vigo, Oviedo, Logroño, Zaragoza, Burgos, Valladolid, etc.).
El resultado de los Planes de Desarrollo fue el “Milagro Económico Español”: creció la renta nacional y se modernizaron los diferentes sectores económicos, especialmente el sector secundario (química, metal, automovilística), el sector terciario (turismo) y se mejoró la productividad agrícola. En este milagro económico tuvo mucha importancia la favorable coyuntura económica mundial y las aportaciones de capital extranjero, especialmente de Estados Unidos. Sin embargo, esta modernización de la economía tuvo también aspectos negativos. Así, hubo fuertes desequilibrios regionales y una parte de la población se vio obligada a emigrar fuera de España (cerca de un millón y medio de personas). La balanza comercial era muy deficitaria, y sólo se consiguió compensar gracias a la balanza de capital (inversión de capital extranjero en España y remesas de divisas enviadas por los emigrantes) y la balanza de servicios (turismo).
La “crisis del petróleo” de 1973 provocó un cambio de tendencia en la coyuntura internacional, generando una depresión económica. España sufrió especialmente esta crisis por su gran dependencia energética. La subida de los precios del petróleo provocó un aumento de la inflación de costes y desequilibró nuevamente la balanza de pagos. La crisis en Europa provocó el despido de miles de emigrantes que volvieron a España, aumentando considerablemente el paro en nuestro país.
3. Cambios Sociales
La sociedad de los años 40 y 50 no experimentó grandes cambios respecto a la generación de la Guerra Civil. A pesar de que el tamaño de las grandes ciudades continuaba aumentando, seguía dominando la población rural (40 % de la población activa en el sector primario en 1960). Además, era una sociedad muy polarizada en ricos y pobres, con una débil clase media. El franquismo contribuyó a extender en esta generación una mentalidad tradicional, católica y autoritaria, basada en valores religiosos y con una moral muy estricta (especialmente en los comportamientos sexuales). Además, se trataba de una sociedad basada en la discriminación entre vencedores y vencidos, militares y civiles, hombres y mujeres, etc.
Las grandes transformaciones sociales se produjeron a raíz del desarrollismo de los años 60. Entre 1959 y 1975 se produjo un crecimiento demográfico sin precedentes por la caída de la mortalidad y el mantenimiento de una alta natalidad (Baby boom). Asimismo, se intensificaron los movimientos migratorios interiores (éxodo rural hacia los núcleos urbanos e industriales: Madrid, Barcelona, Bilbao, Valencia, etc.) y exteriores (más de 1,5 millones de emigrantes hacia la CEE: Francia, Suiza, RFA).
En los años 60, la sociedad española se hizo urbana por el éxodo rural. Consiguientemente, se produjo una transformación de la estructura ocupacional: el sector primario cayó hasta el 29 % de la población activa, mientras crecían el secundario y el terciario. Asimismo, empezó a engrosarse una clase media urbana. La mentalidad de la sociedad española de los años 60 experimentó un cambio radical. Se convirtió en una sociedad de consumo de masas (electrodomésticos, teléfono, automóvil). Asimismo, el contacto con la Europa desarrollada del momento (turismo, emigrantes) puso en contacto a los españoles con una mentalidad más abierta, tolerante y democrática.
La Oposición al Régimen
Franco había eliminado a la oposición política durante la Guerra Civil, de modo que todos los opositores se vieron obligados a exiliarse. Algunos republicanos españoles habían luchado en la Resistencia Francesa contra los nazis. En 1944, con la liberación de Francia, estos combatientes pasaron a España y formaron el maquis, la lucha guerrillera contra el franquismo. El maquis pretendía desgastar al régimen de Franco, y fue muy activo entre 1944 y 1948, pero apenas tuvo consecuencias dado el escaso apoyo popular que suscitó y el respaldo exterior que recibió el régimen a partir de 1950.
En los años 50, la oposición continuaba desarticulada y sólo el PCE mantuvo una activa oposición dentro de España (huelgas en Cataluña y País Vasco, protestas universitarias de 1956 en Madrid). La profunda transformación de la sociedad española en los años 60 reforzó la oposición política al régimen: el PCE y CCOO (Marcelino Camacho) fomentaron numerosas huelgas, la agitación universitaria arreció en Madrid en 1965 y parte de la Iglesia retiraba su apoyo al franquismo.
Entre los partidos opositores, el más importante fue el PCE. El PSOE se reorganizó en España tras el Congreso de Suresnes (1974) y nombró como dirigente a Felipe González. Otros partidos fueron Izquierda Democrática, de Joaquín Ruiz Jiménez, y los nacionalistas del PNV, ERC y Convergencia Democrática de Cataluña (CDC), de Jordi Pujol (1974). Junto a esta oposición pacífica surgió una oposición violenta ya en los años 60 (ETA) y en los 70 (FRAP).