El Jardín de las Delicias: Una Obra Maestra del Bosco
Se trata de un tríptico de madera pintado al óleo, técnica introducida y generalizada por los pintores denominados “primitivos flamencos”.
Esta obra posee una gran carga simbólica. Si observamos la tabla cerrada, aparece representada la creación del mundo, de manera que la Tierra se muestra dentro de una esfera de cristal. En su interior, una vez abierto el tríptico, cada tabla representa un tema:
- Tabla izquierda: La creación de Adán y Eva
- Tabla central: El Jardín de las Delicias
- Tabla derecha: El Infierno
Por lo tanto, aunque cada tabla refleja una temática diferenciada, todas giran en torno a la aparición del pecado en el mundo, la naturaleza de los pecados relacionados con los placeres terrenales y las consecuencias que el disfrute de estos conlleva, con los castigos del infierno.
La Creación de Adán y Eva
En la tabla de la izquierda, como hemos comentado, se representa el último día de la creación, cuando Dios decide crear primero al hombre y, acto seguido, a la mujer. En esta obra resaltan los colores brillantes, azules y verdes, y en un entorno idílico, de formas rocosas caprichosas, el pintor representa animales, unos reales y otros fantásticos. La idílica imagen de paz del paraíso, que en un principio podemos observar, se interrumpe cuando, contemplando con mayor atención, observamos a un león devorando un ciervo o un leopardo con un ratón en la boca. Estos elementos, perturbadores de la paz paradisíaca, anuncian la presencia acechante del pecado. En el estanque central aparece la fuente de la vida, representada con una forma entre orgánica y mineral, por uno de cuyos orificios aparece una lechuza, símbolo del mal. Probablemente, este elemento tenga connotaciones sexuales y fálicas, anunciando los placeres de la carne desarrollados en la segunda tabla. A la derecha del estanque, aparece una roca con forma de rostro humano, el rostro del diablo, de la que sale una serpiente para enroscarse en el árbol de la Ciencia del Bien y del Mal, desde donde tentará a Eva.
El Jardín de las Delicias
En la tabla central, la que da título al conjunto de la obra, aparece un paisaje en el que el pecado ha triunfado y multitud de seres humanos, hombres y mujeres sin distinción de su condición social o raza, sucumben a los placeres de la carne. La lujuria parece haberse adueñado de todos y se muestran todo tipo de relaciones sexuales. Así, en la parte inferior, aparecen numerosos desnudos en grupos o parejas en actitudes sexuales, acompañados de moluscos, conchas, así como de frutos rojos (cerezas, frambuesas, fresas) como metáforas de la fugacidad de los placeres sexuales. Igualmente, aparecen pájaros gigantes en los que hay que ver connotaciones sexuales como símbolos del deseo sexual. Algunas de estas parejas aparecen dentro de conchas o pompas de cristal que aluden a la capacidad del pecado para atrapar a la persona. En el centro, aparece un estanque circular recorrido por un cortejo de jinetes desnudos sobre animales, reales y fantásticos. El estanque podría representar la fuente de la eterna juventud o el estanque del adulterio, en el que bañan sus cuerpos mujeres desnudas con tocados de cuervos y pavos, símbolos de la incredulidad y de la vanidad, respectivamente. Detrás, aparece un estanque en el que convergen cuatro ríos, en alusión a los ríos del Paraíso. Aparecen construcciones imaginarias.
El Infierno
Por último, el panel de la derecha representa el infierno, en el que los pecadores sufren innumerables torturas como consecuencia de los pecados cometidos. En esta tabla, los colores, en consonancia con el tema, se vuelven oscuros, predominando los tonos negros, azulados y rojizos. En la parte superior, se ve una ciudad en llamas, así como las más variadas torturas a las que son sometidos los pecadores. En la parte central, aparecen representaciones oníricas, con criaturas extrañas. En la parte central, aparece un rostro masculino que se ha interpretado como un autorretrato del pintor, con un disco sobre la cabeza en la que bailan distintos monstruos. Un personaje monstruoso con cabeza de ave devora pecadores a la vez que los defeca en un pozo. Finalmente, en el nivel inferior, aparecen jugadores de dados y naipes torturados por demonios.
Interpretación y Legado
Son innumerables los personajes y símbolos que llenan esta compleja obra. Sin duda, esta encierra un mensaje moralizante, advirtiendo al hombre de las consecuencias que tiene el disfrute de los placeres carnales, que aunque dulces son de breve duración, como los frutos rojos, frente al carácter eterno de las torturas del infierno, representadas en la tabla anexa. Sin embargo, hay investigadores que han dado un sentido distinto a la obra, pues para ellos la tabla central, en vez de representar los pecados, representaría un estado idílico de un paraíso de disfrute para el hombre, en el que no existe la vejez ni los trabajos, y que nunca existió como consecuencia del pecado cometido por Eva. No obstante, hay que ver una clara influencia medieval en la obra del Bosco, visible tanto en los personajes fantásticos y demoníacos, que enlazan directamente con los bestiarios medievales, como en el recurso a la caricatura y la sátira con un fin moralizante.
Conclusión
En esta obra, el Bosco da testimonio de un estilo original, aunque con raíces en la tradición medieval. La pintura del Bosco fue muy valorada por el rey Felipe II por su carácter moralizante, lo que hizo que adquiriera algunas de las mejores obras de este autor, hoy día conservadas en el Museo del Prado. Igualmente, los pintores del movimiento surrealista vieron en la obra del Bosco un precursor del mundo onírico que buscaban en su pintura, definiendo su pintura como la del “primer pintor surrealista”.