Principios de la Ética Kantiana: Autonomía, Deber y Universalidad

La Ética de Kant: Autonomía y Deber

El hombre manifiesta su libertad cuando determina su acción por la idea del deber, por el mandato incondicionado de la razón. La moral debe ser, así, la única moral autónoma, a diferencia de todas aquellas que fundamentan la validez de las normas morales en un mandato extrahumano o en la consecución de un fin exterior a la acción misma (caso de la felicidad). Subordinar la acción a estos fines significa hacerla depender de un elemento empírico, sensible, no proveniente de la naturaleza propia del hombre, que es la razón. De esto, la ética está ligada a una concepción del hombre que concilia el determinismo de la naturaleza con la libertad humana.

La Acción Moral y la Libertad

La acción moral queda fundamentada como la acción humana significativa y libre. El deber exige que nos determinemos por un motivo puramente racional, independiente de toda determinación sensible (libertad). Se trata de una moral basada en la autonomía, en la razón, porque hay conductas libres basadas en la conducta humana. No se basa en los instintos, ya que no son pensados, ni tampoco en las emociones, ya que la parte emotiva de una persona es la parte que más cuesta ser libre. Entonces, si uno habla de la libertad, si quiere una moral libre, la tiene que poner en la razón (si quiere encontrar algo en común, lo vamos a encontrar en la razón, nunca en la parte emocional, el Pathos para Aristóteles).

La voluntad libre es un poder de producir efectos sin ser determinada por ninguna otra cosa que no sea ella misma. La libertad caracteriza un orden especial de acción causal, aquel que se da bajo el principio de autonomía como capacidad de actuar de acuerdo a máximas que pueden ser queridas como leyes universales.

La ley moral es la ley de nuestra existencia inteligible, cuyos fundamentos determinantes son distintos de los que rigen al hombre en su realidad fenoménica.

Se distinguen dos legislaciones y dos dominios distintos:

  1. La legislación por concepto natural, en el que el entendimiento legisla en la facultad de conocer, siendo su dominio el de los fenómenos como objeto de una naturaleza sensible.
  2. La legislación por el concepto de libertad, en que la razón legisla sobre la facultad de desear, cuyo dominio es el de las cosas en sí.

Moral Formal y Universalidad

Kant postula una moral formal, no te dice qué hacer, ya que si te dicen qué hacer no eres un ser autónomo. Prescinde del contenido de las acciones. El principio de accionar está en la razón, en la autonomía. Eres libre cuando la fuente de tu pensamiento eres tú, eso es ser libre. Para que la moral sea libre, no puedo tener una moral que me diga el contenido del bien y el mal, es una cuestión del propio sujeto, no nos puede decir el contenido el canon. Todas las morales materiales tienen un canon. Una moral heterónoma es material. Para Kant, mediante mi razón tengo que saber qué debo hacer. La ley moral no puede, pues, ser obedecida por ningún fin ajeno a ella misma; no es lo que se hace lo importante, sino cómo se lo hace. Lo valioso surge del querer, verdadero centro de la moral autónoma de Kant.

Kant llega a la universalidad, ya que hay algo en el ser humano que es universal y formal. La moral kantiana tiene principios que no me dicen qué hacer, sino cómo. La buena voluntad es ley para sí misma; solo entonces la voluntad es autónoma y libre, en cuanto la naturaleza racional sustrae al hombre a las leyes naturales y los impulsos sensibles.

Cada cultura tiene su manera de resolver las cosas. Si yo quiero una moral universal, no puedo decir el contenido de lo bueno y lo malo, porque eso no va a ser igual en todas las culturas. Kant va a dar principios llamados imperativos que permiten la universalidad y lo formal, principios que son como criterios para tomar nuestras decisiones. Los imperativos son mandatos de la razón que nos indican el deber. El deber moral está regido por dos imperativos:

  1. Actúa de tal manera que la máxima de tu acción se pueda transformar en ley universal.
  2. Actúa de tal manera que tomes a la persona que hay en ti y al prójimo como un fin en sí mismo (valor, dignidad).

Acciones por Deber y por Inclinación

La acción buena para Kant es la que surge por el deber. Lo que no es por deber, es por inclinación inmediata o conforme al deber, es decir, hago lo que debo hacer, pero por una razón egoísta, lo haces porque te conviene. Estas acciones son consideradas neutras, egoístas (la inclinación inmediata no), ya que las personas fueron honradas, no hicieron el mal. Lo que éticamente importa es que prescribe, no un determinado acto, un contenido concreto, sino una disposición interior, una forma de obrar.

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La Buena Voluntad

Es libre y se basa en la razón. En Kant, la buena voluntad es buena en sí misma, no por el fin (objeto), no por el resultado, no por evitar un castigo, es por deber y el querer (voluntad de la persona, la intención). La felicidad tiene que ver con que uno haga conductas buenas, ya que se basan en la buena voluntad. Él diferencia las que son por deber de las que son contrarias al deber (lo malo). Alguien actúa contrario al deber porque no es honrado, es deshonesto. Distingue las conductas que acontecen por deber, de las que se producen por inclinación inmediata y conformes al deber (neutras, no tienen valor moral para Kant). La conducta moral buena tiene que ver con el carácter (líneas conductuales de la persona, conductas que uno aprende). El temperamento (clima interno de la persona, tiene que ver con el sistema endocrino, que tiene que ver con la creación de hormonas; antiguamente lo conectaban con la sangre) indica que si una persona es nerviosa es por su temperamento, marca el ritmo de la persona, las características innatas de la persona y con la velocidad con las que recibe el estímulo y cómo responde. La conducta buena para Kant está en el carácter. El resultado no te mide el valor de una conducta, a Kant le importa que la persona tenga la decisión autónoma, la voluntad de la persona.

El Deber

El deber contiene el concepto de una buena voluntad, si bien bajo ciertas restricciones y obstáculos subjetivos, los cuales, sin embargo, lejos de ocultarlo y hacerlo incognoscible, más bien por contraste lo hacen resaltar y aparecer con mayor claridad.

Kant no analiza las acciones contrarias al deber, ya que no son buena voluntad; tampoco las conformes al deber, porque no son aquellas hacia las cuales el hombre siente inclinación inmediata. Puede distinguirse fácilmente si la acción conforme al deber ha sucedido por deber o por una intención egoísta, más difícil de notar es esa diferencia cuando la acción es conforme al deber y el sujeto, además, tiene una inclinación inmediata hacia ella.

La Ley Moral

El deber es la necesidad de una acción por respeto a la ley. Puedo tener inclinación, mas nunca respeto, justamente porque es un efecto y no una actividad de una voluntad. No queda otra cosa que pueda determinar la voluntad, si no es, objetivamente la ley (razón igual en todos los seres humanos) y subjetivamente el respeto puro a esa ley práctica, el respeto a esta. Kant dice que el único principio de la voluntad es la universal legalidad de las acciones en general. Yo no debo obrar nunca más que de modo que pueda querer que mi decisión deba convertirse en ley universal.

Los Imperativos de la Moral

Todos los imperativos se expresan por medio de un “debe ser” y muestran así la relación de una ley objetiva de la razón a una voluntad que, por su constitución subjetiva, no es determinada necesariamente por tal ley. Todos los imperativos mandan, ya hipotéticamente o categóricamente. Representan la necesidad práctica de una acción posible, como medio de conseguir otra cosa que se quiere. El imperativo categórico es el que representa una acción por sí misma, sin referencia a ningún otro fin, como objetivamente necesaria. Ejemplo: no miento porque considero que no debo mentir, sin ningún condicionamiento. Este es único: “Obra según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne ley universal” (el primer imperativo). El imperativo hipotético es, desde el punto de vista lógico, si P entonces Q, condiciona el deber a un cierto resultado.

La Humanidad como Fin

Suponiendo que haya algo cuya existencia en sí misma posea un valor absoluto, como fin en sí mismo y pueda ser fundamento de determinadas leyes, en ello estaría el fundamento de un posible imperativo categórico. De la ley práctica (norma de acción), el hombre existe como fin en sí mismo, no solo como medio; los seres cuya existencia no descansa en nuestra voluntad, sino en la naturaleza, son seres irracionales y se les llaman cosas. Los seres racionales se llaman personas, porque su naturaleza ya los distingue como fines en sí mismos. Estos son fines objetivos, esto es, cosas cuya existencia es en sí misma un fin, que en su lugar no puede ponerse ningún otro fin para el cual debieran ellas servir de medios.

El imperativo práctico será, pues: “Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin al mismo tiempo y nunca solamente como un medio” (segundo imperativo).