El lenguaje poético de Miguel Hernández: Símbolos y figuras retóricas
En las imágenes y los símbolos podemos comprobar un proceso de creación poética en el que se repiten unas constantes y se incorporan otros elementos originales y de gran fuerza expresiva. Estos varían en intensidad y en significado, según la etapa creativa y vital que el autor experimenta.
Etapas en la obra de Miguel Hernández
1. La etapa oriolana
Se fija en la naturaleza, la describe como objeto real. La luna es un motivo central en toda su obra. El poeta se declara “experto en lunas”. A veces amplía la serie de imágenes objetuales y descriptivas con varias metáforas procedentes de Góngora. Las metáforas crean un mundo poético basado en el culto a lo material y a lo humilde.
2. La etapa amorosa-existencial
Los objetos se convierten en metáforas de la pena amorosa y en fatalidad, como amenaza existencial. Las principales figuras son: el rayo, metáfora esencial del espacio amoroso-existencial; y el toro, símbolo de la pena amorosa. El autor deja atrás la conservadora Orihuela y pasa a ser inconformista y rebelde. Ahora son frecuentes las imágenes del cuchillo, las navajas, los puñales, las espadas y, sobre todo, la del rayo. Este da nombre a su segundo poemario, El rayo que no cesa. Otro de los símbolos más utilizados es el toro. En el contexto amoroso tiene dos interpretaciones básicas: virilidad y masculinidad, y por otro lado, simboliza el destino fatal que va abocado al dolor y la muerte.
3. La etapa bélica
En su expresión literaria, en sus imágenes y en sus símbolos, se magnifica heroicamente el valor real del pueblo fiel a la República y el aliento de la poesía en tiempos de guerra. Encontramos imágenes como el viento, símbolo del compromiso social y político, que se identifica con la fuerza del pueblo.
4. La última etapa
En el periodo último de la guerra y en el periodo carcelario, los mismos objetos que habían sido antes de ánimo pasan a ser objetos destructores: el símbolo de la ausencia de libertad, del goce amoroso, de justicia y de amor fraternal. Hay dos fuentes esenciales que nutren su imaginería y simbología. Ambas proceden de la naturaleza: la primera lo conecta con lo telúrico, hace referencia a la tierra y se extiende también al mundo del trabajo campesino y el ámbito rural; la segunda lo sume en lo cósmico y le hace conectarse con las poéticas más modernas de su tiempo, desde Jorge Guillén hasta sus grandes amigos Vicente Aleixandre y Pablo Neruda.
Cohesión textual en la obra de Miguel Hernández
Cohesión gramatical: Se observa el uso de anáforas (evitando repeticiones mediante sustitución léxica, sinónimos, pronominalización o elipsis), deixis (personal, espacial y temporal) y conectores.
Cohesión léxica: Se aprecia repetición, sinonimia (textual), hiponimia, hiperonimia, antonimia, derivación, progresión temática y campos conceptuales.
Vida, amor y muerte en la poesía de Miguel Hernández
El mundo poético de Miguel Hernández se define por el amor y la muerte, junto a la vida. Son los tres grandes temas de su poesía. En su obra se suceden todas las fases del crecimiento de un individuo. Poéticamente, vida y muerte se aúnan en dos sentidos: uno existencialista y otro solidario, de la muerte como semilla, junto con el paso fatalista y trágico de su destino. Vida y muerte se abrazan definitivamente en los poemas últimos de Cancionero y romancero de ausencias. La mujer que proporciona la vida es motivo recurrente, y el símbolo al que acude es el vientre materno. Amor y muerte aparecen unidos para que la vida del ser humano se perpetúe como especie. La vida de los seres humanos, como la sangre y el amor, y como la muerte, se entiende como semilla germinadora de nueva vida. En su etapa carcelaria, la visión de la muerte alcanza a la prolongación del ser en la especie; y si antes era el vientre, ahora hay que referirse al cementerio. El sentimiento de tristeza por la pérdida de seres queridos le indujo a escribir numerosas elegías. La constancia temática de vida, amor y muerte crea numerosos campos metafóricos e imágenes muy personales. Algunos símbolos se relacionan con la dualidad vida/muerte. Los huesos, símbolo de vida y amor, nos evocan tanto la vida como la muerte; la lluvia, el mito de la muerte que florece: al principio designa una realidad natural, luego recurre a metáforas ingenuas como “árbol lluvioso de frutos”. En definitiva, la dialéctica constante será: vida y muerte.
Temas poéticos en la obra de Miguel Hernández
Miguel Hernández nace en un ambiente rural, de ahí que la naturaleza real ocupe un papel relevante en sus primeros poemas. Gran observador, escribe sobre lo que conoce con fidelidad y fervor: el paisaje y el mundo rural. El autor se considera parte de la naturaleza, describe la naturaleza en todo su esplendor y hermosura con realismo, a la que añade rasgos bucólicos estilizados. La atmósfera religiosa y conservadora de Orihuela lo envuelve, y la naturaleza es símbolo de pureza y divinidad. En las últimas etapas, la naturaleza simboliza la libertad. En sus últimos poemas reaparece la naturaleza, ahora sí como “locus amoenus”. Si tuviéramos que sintetizar su poesía, tendríamos que calificarla de poesía amorosa. Este sentimiento pasional es el gran eje alrededor del cual gira toda su poesía. La crisis personal de 1935, que le conduce a lo laico, se propaga a su poesía amorosa, y el amor se identifica con dolor. En algunos poemas, el amor se identifica con uno de sus símbolos: el toro, en libertad o en la plaza. Posteriormente, ya casado, y con la noticia del embarazo de su esposa, o ya en prisión, el sentimiento amoroso deviene en alegría. En el tramo final de la guerra, el amor degenera en odio. Cancionero y romancero de ausencias recoge una concepción intimista y dolorosamente realista del amor; estos poemas están protagonizados por su mujer y por sus hijos. El tema del amor al hijo conecta con el amor fraternal. Estamos ante la poesía amorosa total: el amor a la esposa, al hijo y al pueblo, a la humanidad como especie.