Primavera Amarilla
Abril venía, lleno todo de flores amarillas… amarillo el arroyo, amarillo el vallado, la colina, el cementerio de los niños, el huerto aquel donde el amor vivía.
El sol ungía de amarillo el mundo, con sus luces caídas; ¡ay, por los lirios áureos, el agua de oro, tibia; las amarillas mariposas sobre las rosas amarillas!
Guirnaldas amarillas escalaban los árboles; el día era una gracia perfumada de oro, en un dorado despertar de vida.
Entre los huesos de los muertos, abría Dios sus manos amarillas.
JUAN RAMÓN JIMÉNEZ,
Poemas mágicos y dolientes
Interpretación del Poema
Estructura
La estructura externa del poema está formada por tres estrofas de seis versos cada una. En las tres estrofas aparece una combinación desigual de versos de distintas medidas: endecasílabos, heptasílabos, decasílabos y octosílabos. En cuanto a su estructura interna, presenta una organización de las ideas que alcanza el clímax temático al final del poema, donde se puede apreciar con claridad el tema del mismo. Presenta, por tanto, un desarrollo coherente del contenido que comprobamos en cada una de las partes que construyen el poema:
- Primera parte: El poeta nos avisa que la llegada de la primavera, simbolizada en el mes de abril, lo inunda todo del color amarillo (flores, arroyo, colina y vallado) hasta los recuerdos o situaciones dolorosas como la muerte o el fin del amor.
- Segunda parte: El poeta prosigue con su descripción de cómo cambia el paisaje y el mundo con la llegada de la primavera: todo se llena de color amarillo, incluso las luces caídas del mundo, es decir, lo doloroso del mundo.
- Tercera parte: Muestra la alegría del autor con la final llegada de la primavera, el renacer que trae, haciendo de los muertos un lugar más donde sembrar vida.
Tema
El tema central es la llegada de una primavera luminosa (amarilla) que simboliza el renacer de la vida y la esperanza ante lo doloroso de la existencia.
Resumen
Nos encontramos en abril con la llegada de la primavera, que deja atrás la oscuridad de la estación anterior, el invierno. Llega, así, en contraposición, el despertar de mariposas y flores; todo teñido de un color dorado gracias a los rayos del sol. La primavera se instala por completo, siendo Dios el que siembra vida con sus manos, dejando atrás las muertes de épocas anteriores.
Contexto y Estilo
Primavera Amarilla es un poema escrito por Juan Ramón Jiménez, figura clave de la generación del 14, y se incluye en el poemario Poemas mágicos y dolientes. Se trata de un texto literario porque la lengua está empleada con una finalidad estética: crear belleza a través del lenguaje. Es, además, un texto poético porque está escrito en verso, tiene rima asonante en los versos pares y la voz poética nos transmite un sentimiento. Primavera Amarilla pertenece a la primera etapa dentro de su producción poética, denominada por los críticos como “Etapa Sensitiva”.
La voz poética apela a nuestro sentido de la vista con la descripción del paisaje inundado por el color amarillo, pero también apela al olfato al confesarnos que el día está “perfumado de oro”. El poema se cierra con una conclusión de la voz poética: la vida renace gracias a la llegada de la primavera. La llegada del mes de abril supone una transformación en el paisaje, al inundarlo de amarillo, y en el ánimo de la voz poética, que siente optimismo, alegría y esperanza.
La adecuación del paisaje al estado anímico del poeta es un tema que se hereda del movimiento romántico y que está presente en otros poetas españoles, como Antonio Machado, perteneciente a la generación del 98. Con este tema, la poesía muestra su vertiente de dar respuestas a aquellos lectores perdidos en la complejidad de la existencia o las emociones. Como Juan Ramón Jiménez, cuando la alegría y el optimismo regresan a nosotros después de haber sufrido, buscamos el reflejo de esos sentimientos en el paisaje que nos rodea, urbano o rural. Nos fijamos en lo positivo: el sol que brilla, el azul intenso del cielo, la frondosidad del árbol de la esquina o la sonrisa de la cajera del supermercado, obviando detalles menos amables. Sentimos que hay que recuperar el tiempo perdido y, por eso, solo percibimos el color amarillo inundando todo lo que vemos.
Recursos Literarios
El recurso constructivo fundamental de este poema es el empleo reiterativo del adjetivo “amarillo”, así como de otros adjetivos que denotan color amarillo:
- Primavera amarilla (en el título)
- Flores amarillas (verso 2)
- Amarillo el arroyo (verso 3)
- Amarillo el vallado, la colina, / el cementerio de los niños, / el huerto aquel… (versos 4-6)
- Ungía de amarillo (verso 7; el adjetivo se encuentra aquí sustantivado)
- Lirios áureos (verso 8)
- Agua de oro (verso 10; la construcción “de” + nombre tiene carácter adjetival)
- Amarillas mariposas (verso 11)
- Rosas amarillas (verso 12)
- Guirnaldas amarillas (verso 13)
- Gracia perfumada de oro (verso 15; al igual que en el verso 10, la construcción “de” + nombre tiene carácter adjetival. El verso contiene, además, una original sinestesia: el día / era una gracia perfumada -sensación olfativa- de oro -sensación visual-)
- Dorado despertar (verso 16)
- Manos amarillas (verso 18)
Los dos versos finales revelan el porqué de la continua insistencia de Juan Ramón Jiménez en un único color, precisamente el amarillo, a lo largo de todo el poema: Entre los huesos de los muertos (verso 17, en clara correspondencia semántica con el verso 5 –el cementerio de los niños-, y en el que el significado amarillo está expresado por el vocablo muertos) / abría Dios sus manos amarillas (verso 18).
Desde su peculiar estado anímico de tristeza, Juan Ramón Jiménez evoca la llegada de una primavera de la que están ausentes el estallido de luz, color y pujanza vital propios de la naturaleza en esta época del año. Y su honda melancolía queda reflejada en ese significado amarillo -reiterado bajo distintas formas léxicas-, que pone una nota de tristeza en un paisaje del que forma parte integrante el cementerio de los niños; y en la llegada de ese mes de abril en el que Entre los huesos de los muertos / abría Dios sus manos amarillas.
Reflexión Final
Este poema, tras una simplicidad engañosa, nos transmite un mensaje trascendental: hay que superar los avatares de la vida y seguir adelante. Para ello, Juan Ramón Jiménez nos pone como ejemplo la naturaleza, cómo llega la primavera después del invierno, inundándolo todo de luz y calor, cómo después de la tormenta llega la calma, cómo después del dolor que puede provocar la muerte de un ser querido o el final de una relación amorosa, renacemos de nuestras cenizas y nos abrimos paso buscando la luz, la energía, la vida.
Poemas como éste demuestran que la poesía es necesaria en nuestras vidas, no solo por su intensidad visionaria, sino porque da respuestas a nuestras preocupaciones existenciales y sirve de bálsamo a las heridas que el paso del tiempo abre en nosotros. Es complicado vivir y llegar indemne al final de nuestros días. Y, si se consigue, la sospecha de que no se ha vivido intensamente planea sobre aquel. Por eso, para este viaje que es la vida, un buen libro de poemas es nuestro pasaporte a lo trascendental, a la felicidad, a lo realmente importante.
Sobre el Autor
Juan Ramón Jiménez fue uno de los poetas más representativos del siglo XX, ya que supuso la conexión entre el Modernismo, el Novecentismo y la Generación del 27. Su obra, tal y como él expuso en uno de sus poemas, se divide en tres partes: la etapa Modernista, con abundantes recursos literarios; la etapa Depurada, sin adornos; y la etapa Última, en la que se acerca a lo espiritual. El poema analizado se encuadra en la primera etapa.
El texto pertenece al género lírico, género del que se valen los poetas para expresar sentimientos, emociones o perspectivas personales. En nuestro caso, el autor transmite dolor por los que ya no están, pero, a la vez, expresa su alegría por la llegada de la primavera. Es, fundamentalmente, un texto descriptivo; se vale de bastantes adjetivos para crear la imagen que nos quiere transmitir (lleno, lirios áureos, dorado…).