Acabada la guerra, el general Francisco Franco acumuló en sus manos más poderes que nadie antes en la Historia de España, en el nuevo Régimen que duraría hasta su muerte (20 de noviembre de 1975). La naturaleza y características del régimen variaron a lo largo del tiempo, según los problemas internos de un país arruinado y dividido por una guerra cruel y las presiones internacionales. Sin cambio de dirigente y sin modificaciones sustanciales, pasó de un tipo de dictadura a otro.
La Personalidad de Franco
Francisco Franco Bahamonde (1892-1975) fue un militar que participaba del mismo sustrato ideológico, carente de solidez teórica. Su ideario se podría resumir en: nacionalismo a ultranza, anticomunismo, antiliberalismo, autoritarismo y catolicismo casi fundamentalista. Franco tenía una visión simple de España, como una lucha entre tradición y religión contra fuerzas antinacionales. El liberalismo era el responsable de gran parte de los males de España, por lo que había que borrar el siglo XIX y recuperar las formas tradicionales.
No se puede afirmar que el franquismo fuese un régimen militar, pero es evidente que el nuevo orden no se concebía sin el papel protagonista del ejército. El franquismo eliminó el concepto liberal y romántico de Nación, sustituyéndolo por el falangista de unidad histórica. Esta formulación era puramente teórica, ya que en la práctica el régimen era capitalista, siendo su ideario socioeconómico una amalgama de principios.
Desde el principio se rechazó el sistema de partidos políticos y se estableció sólo uno: Falange Española Tradicionalista de las JONS, que con el tiempo pasó a denominarse Movimiento Nacional. Se acuñó el término democracia orgánica, para expresar la peculiar forma de participación ciudadana. Se basaba en que la representación política la constituían no los individuos sino las unidades orgánicas de la sociedad: familia, sindicato y municipio, siendo de libre designación o por elección indirecta.
Los monárquicos, fuerza importante en las filas franquistas, estaban divididos en dos tendencias: carlistas y donjuanistas. Con los segundos se mantuvo una relación más difícil, por la alternativa que suponía Don Juan de Borbón, que intentaba implantar una monarquía constitucional en España.
Los Fundamentos Sociales del Régimen
Los importantes apoyos sociales e institucionales explican la supervivencia del régimen pese a las presiones extranjeras, la oposición política, las agitaciones estudiantiles y las protestas obreras y regionalistas. En realidad, Franco tuvo mucho mayor apoyo social del que le atribuían sus oponentes, aunque no contó con las minorías más preparadas.
Gracias al nacionalcatolicismo y la confesionalidad del Estado, la iglesia española gozó de una situación privilegiada: bienestar económico, poder social efectivo, control de sus enemigos, facilidades para la práctica y difusión de su doctrina. Sin embargo, su influencia sobre el dictador no desapareció, siempre estuvo rodeado de compañeros de armas, como Alonso Vega o Carrero Blanco, que además de sus funciones gubernamentales le asesoraban. También le respaldaban los grupos que le habían apoyado en la sublevación: grandes terratenientes, empresarios industriales, financieros, pequeñas burguesías provincianas o el campesinado católico del norte y centro del país.
El mundo obrero tenía como medio de participación y representación el sindicalismo vertical, compuesto por obreros, pero además por empresarios. La organización juvenil era el Frente de Juventudes, que organizaba campamentos, concentraciones y ciclos educativos de educación política.
La Economía Durante la Posguerra
Lógicamente la economía estaba profundamente desarticulada: la producción agraria e industrial era inferior a 1935. La renta per cápita no alcanzaría el nivel de 1936 hasta 18 años después. La victoria del Caudillo tuvo repercusiones económicas muy negativas, sumió en el hambre y la miseria a muchos españoles. La fijación de los precios por debajo de los del mercado motivó una inmediata escasez de alimentos, lo que obligó a la instauración de la cartilla de racionamiento como medida coyuntural en mayo de 1939.
Evolución Política y Contexto Internacional
Durante este período, coincidente con la Segunda Guerra Mundial, el régimen prosiguió su construcción e institucionalización conforme a sus características, mezcla de dictadura militar, estado fascista y monarquía absoluta sin rey. En Cataluña y País Vasco, regiones con sentimientos autonomistas, se derogaron sus antiguos Estatutos y se prohibieron la enseñanza y administración de otro idioma que no fuera el castellano.
En 1938 se había promulgado la Primera Ley, el Fuero del Trabajo, se creaba la organización corporativa del mundo del trabajo, con el sindicato vertical, a imitación del fascismo italiano. En 1942 se publicaba la Segunda “Ley Constitutiva de las Cortes”, órgano de participación del pueblo, cuyos representantes procedían de las altas jerarquías y eran designados directamente por Franco.
Además, se encontraba ligado al bando fascista, por la ayuda que Alemania e Italia le habían prestado y las similitudes ideológicas. En los inicios del conflicto, España se declaró neutral, pero tras la toma de Francia por los alemanes, en junio de 1940, se optó por una política claramente favorable al Eje, pasándose a la “no beligerancia”, momento en el que se estuvo más cerca del Eje, pues Franco deseaba adquirir territorios en el Norte de África a costa de Francia. No obstante, la actitud fue claramente Pro-Eje: ocupación de Tánger y envío de una división de voluntarios a Rusia, que lucharían al lado de Alemania: la División Azul. A partir del 43, y ante el giro de la guerra, se abandonó la “no beligerancia” y se volvió a la más estricta “neutralidad”.
En junio de 1945 se vetaba el ingreso de España en la ONU, y en agosto, en la Conferencia de Potsdam, los tres grandes condenaban el régimen español. Le siguió el cierre de la frontera francesa y la decisión del Consejo de Seguridad de la ONU de excluir a España de todos los organismos internacionales vinculados a la ONU y proponer la retirada de embajadores. A partir de 1947, con el inicio de la “guerra fría”, el papel de la España anticomunista se fue haciendo interesante para Estados Unidos o Gran Bretaña. El cambio de gobierno en la primavera del 45, con importante presencia de católicos, será el inicio de la metamorfosis. Frente a la hostilidad internacional el desarrollo de los acontecimientos determinó la supervivencia del régimen franquista, aunque con medidas maquilladoras. Además del cambio de gobierno, el régimen pretendió dar esa nueva imagen al exterior mediante la promulgación de nuevas Leyes Fundamentales, para definir al sistema como una democracia orgánica:
- Fuero de los Españoles (julio 1945): En apariencia era una declaración de derechos, pues el texto insistía en los deberes de los españoles y en la estructura autoritaria del Estado. La propaganda oficial intentó hacerlo pasar por una verdadera constitución, en realidad era un sistema autoritario, confesional y con derechos limitados.
Elimina la definición nacional-sindicalista y establece nuevos principios: España era un Estado católico, social y representativo, que se constituye en Reino, por su tradición monárquica. Su objetivo clave es el más alto grado de autoabastecimiento, no sólo para alcanzar la independencia económica sino como respuesta al aislamiento político. La ONU levantará el veto al régimen (noviembre 1950), por lo que regresan los embajadores extranjeros y España comienza a ser admitida en organismos internacionales. Poco después se normalizan las relaciones con Estados Unidos y en 1953 se firman unos Acuerdos, importante ayuda económica a cambio de la instalación en suelo español de bases americanas.
El nuevo gobierno de 1951, aunque con presencia de ministros falangistas, cada vez adquiere mayor peso de los ministros procedentes de grupos católicos, muchos de ellos jóvenes, como el Ministro de Educación, Joaquín Ruíz Jiménez.